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Nacionales E.Herria :: 12/06/2016

Abian, la ambigüedad reformista

Petri Rekabarren
Una parte de la Izquierda Abertzale ha renunciado a la lucha de clases y por eso cree que ha logrado un cambio radical

Iniciamos aquí la primera entrega de una serie de cuatro artículos dedicados al fin de la fase centrada alrededor del debate Abian, cuya ponencia oficial y definitiva lleva un tiempo accesible en la red. Opinamos que es imprescindible estudiarla detenidamente, entre otras cosas para comprender mejor nuestras razones y muy en especial nuestra tesis final.

Efectivamente, los tres primeros comentarios, de los cuatro que tiene la serie, están dedicados al análisis estricto de los tres capítulos en los que se divide la ponencia Abian, y el cuarto y último será un resumen teórico-político en el que se argumentará la necesidad imperiosa de que la Izquierda Abertzale nos dotemos de una organización revolucionaria hoy inexistente.

Veremos cómo una de las razones que demuestra la necesidad de esa organización es precisamente superar la doble ausencia o vacío que caracteriza los textos del sector de la Izquierda Abertzale que ha roto con las raíces del independentismo: en vez de un mensaje concreto, directo y radical en el contenido y comprensible en la forma, como ha sido y es emblema del independentismo socialista, la parte de la Izquierda Abertzale que ha roto con esa identidad histórica recurre a la palabrería hueca, confusa y ambivalente. Y en vez de un esfuerzo para evaluar la evolución del contexto y de la coyuntura en períodos lo más cortos posible, una dejadez inquietante.

Ambas características vuelven a mostrarse en la ponencia oficial de Abian y en algunos temas de forma incluso más descarada y hasta despectiva que en los escritos de esta corriente de la Izquierda Abertzale desde su origen oficial. Veremos en la cuarta entrega que ambas son necesarias para sostener una práctica reformista que quiere aparentar una imagen de izquierdas para no seguir perdiendo militantes.

La ponencia oficial, la que ahora comentamos, redobla este esfuerzo manipulador.

Sobre la Introducción

Una de las autocríticas más serias que debemos hacernos la Izquierda Abertzale en su conjunto, en su sentido histórico de más de medio siglo de existencia, pero en especial el llamado grupo motor y las actuales direcciones abertzales, es el desalentador pero significativo desinfle de la militancia asistente al debate de comienzo a fin. No es bueno, o dicho más directamente, es una mala señal que la ponencia Abian dedique su primer párrafo a dar una imagen suavizada y endulzada, falsa en suma, de la tasa de asistencia y participación durante los largos meses de debate. ¿Cuesta tanto reconocer el enfriamiento de las expectativas iniciales?

Es cierto que en algunas notas de prensa se ofrecieron cifras de la participación y de los resultados en las sucesivas fases del debate, datos que reconocían esa sensible caída de ilusión. Mucha militancia abertzale ha debatido en sus lugares habituales las causas de semejante licuación. Pero el silencio oficial sobre esta tendencia objetiva, que puede agravarse en las siguientes elecciones, solo añade incomprensión al desconcierto ya existente. Es muy negativo ocultar a la militancia lo que opina la dirección sobre las dinámicas sociales: ¿o la dirección no tiene una idea común sobre el porqué del alza de la apatía militante? Y si la tiene ¿no se merece la militancia conocerla? ¿O tiene miedo la dirección de que la militancia se extralimite en su derecho al debate democrático?

Se insiste varias veces en la Introducción y a lo largo del texto, que el documento Abian no es algo cerrado o acabado, sino que es una vía de tránsito, un catalizador, y que serán los debates posteriores en las organizaciones los que llenen de contenido concreto a la Izquierda Abertzale. También se insiste en que uno de los objetivos elementales es aglutinar y atraer de nuevo a la militancia desafecta, quemada, además de a otros sectores populares. Sin embargo, de inmediato se corta esta esperanza porque se afirma en la Introducción y también en el texto que los ejes maestros ya están marcados por el proceso que, oficialmente, se inició en la Vía Vasca y en Zutik Euskal Herría.

O sea, que la militancia solo podrá debatir dentro de los márgenes ya establecidos, orientados inequívocamente a sancionar el objetivo de sacar la tensión social de la calle y llevarla al parlamento, de cara a lograr la normalización social y lapaz, mediante la renuncia de toda violencia, la aceptación de la ley del capital y su democracia, sobre todo de la Ley de Partidos, reconociendo los daños causados y aceptando la veracidad del principio de que todo es ETA.

Desde un principio, nuestro colectivo ha sometido a crítica pública, disponible en la red clicando nuestro nombre, estos documentos y los medios que se emplearon para condicionar sus resultados. Nadie puede tacharnos ahora, por tanto, de sumarnos a la creciente marea interna de malestar o desconcierto. No hace mucho, el Gran Insultador -Iñaki Egaña- volvió a intentar flagelar a los disidentes (¿?) desde el púlpito de Gara con sus despectivas condenas. No hace mucho, un destacado dirigente actual de la Izquierda Abertzale de un herrialde condenó públicamente al ostracismo a un militante; también en otro herrialde otra militante obligó a familiares de un prisionero a quitar su foto de la herriko de su barrio y en muchos sitios continúa la presión cotidiana contra quienes ejercen el vital derecho de crítica: el sector reformista no admite que la verdad siempre es revolucionaria.

De la misma forma en que la Introducción falsea la realidad del debate, omitiendo datos que son excluidos de la ponencia oficial, también ofrece una imagen idílica de la realidad interna de la Izquierda Abertzale, como la hemos reflejado mínimamente en el párrafo anterior. Mientras que internamente se endurece la tensión y se azuza la distancia entre corrientes, la ponencia trasluce una imagen ilusoria. Dado que son muchas más las personas que se han pasmado ante elfuror tridentino del Gran Insultador que las que podrán acceder a la ponencia Abian leyéndola, ocurre entonces que sus buenas intenciones quedan chamuscadas por las flamígeras condenas del púlpito de Gara. Pareciera que algunos están interesados en agudizar las reales tensiones internas para abortar cualquier posibilidad de debate esclarecedor, anulando con su gran superioridad mediática el piadoso y loable objetivo incluyente del grupo motor de Abian.

Nuestro colectivo se caracteriza por huir de las suposiciones, así que no queremos comentar los rumores sobre estas y otras posibilidades. Preferimos basarnos en los hechos constatables: la Introducción afirma que Zutik Euskal Herria sacudió radicalmente la situación abriendo un ciclo político nuevo. No es verdad. No se ha sacudido radicalmente nada, ni se ha abierto ningún ciclo político nuevo. Que se nos entienda bien: la ponencia Abian no miente, es decir, no dice lo contrario de lo que piensa con intención de engañar, sino que es algo peor aunque involuntario. El grupo motor cree que es verdad lo que dice, cree que sí ha habido un cambio político radical y este es el gran error de una parte de la Izquierda Abertzale. Un error que nace de una concepción reformista de la política y del capitalismo, y de la absoluta ignorancia de la dialéctica.

Sería injusto por nuestra parte extendernos demostrando el error del reformismo, porque su tesis ha sido expuesta de manera lacónica en la Introducción, así que respetamos el principio de correspondencia y esperaremos a más tarde y las otras entregas para mostrar su contenido erróneo. También esperaremos para criticar a fondo esa excusa y esa expresión enemiga del socialismo de que la Izquierda Abertzale ha dejado en segundo plano la agenda social (sic): una parte de la Izquierda Abertzale ha renunciado a la lucha de clases y por eso cree que ha logrado un cambio radical. La pregunta a la que responderemos es ¿hacia qué lado ha sido el cambio radical?

Por último, también estudiaremos las consecuencias absolutamente perniciosas de no pasar a la militancia un análisis de la coyuntura basado en los resultados del debate habido. ¿Qué piensan las y los participantes sobre la coyuntura? ¿O son tantas y tan graves las diferencias que el grupo motor no ha podido sintetizarlas? ¿O no quiere someterse al derecho inalienable de la militancia de conocer sus diferencias internas, si las hubiera? Ninguna organización puede crearse y menos aún existir sobre la negación de un derecho tal elemental como este, y sobre la no satisfacción de una necesidad primaria como es la de saber cuál es la postura mayoritaria sobre la coyuntura.

Sobre el proyecto político

El documento hace muy bien y está en lo cierto cuando, casi desde la primera letra de este apartado, se lanza a la lucha por la reuskaldunización como base elemental de la conciencia nacional vasca y de su vida política y estatal. Estando de acuerdo, sin embargo ya aquí encontramos una de las limitaciones estructurales del reformismo de parte de la Izquierda Abertzale: siendo cierto que el euskara debe ser la lengua estatal, de uso político y cultural, tal conquista urgente bien pronto sería insuficiente si nuestra lengua nacional no penetra hasta el mismo proceso productivo y reproductivo de la vida socioeconómica vasca. El poder político estatal es decisivo para la supervivencia de cualquier lengua, sobre todo cuando ha estado siempre oprimida a lo largo de su historia. Pero a medio y largo plazo el sostén político es insuficiente si el devenir de la estructura socioeconómica termina recurriendo a otra lengua diferente. Esta tendencia se acelera y refuerza en la fase actual del capitalismo mundializado.

Se mire por donde se mire, lograr que el euskara sea la lengua política estatal exige que sea la cotidiana, lo que plantea el problema de las relaciones sociolingüísticas diarias de producción y reproducción, y las relaciones lingüístico-económicas de ejercicio del derecho de propiedad. O sea, plantea el problema de las medidas sociolaborales, educativas y administrativas que han de implementarse para reducir el tiempo de trabajo asalariado dedicándolo a la reuskaldunización: es decir, reducir los beneficios directos del capital y los indirectos mediante el aumento de los gastos sociales y públicos, gastos que se extraen de las ganancias del capital. Hablamos de lucha de clases, concepto basal desterrado del documento Abian.

También debemos recurrir a este abandonado concepto basal para descubrir lo antagónico entre la emancipación de la mujer trabajadora y el capital. Un solo ejemplo, equiparar el salario de la mujer con el del hombre supone reducir la ganancia del capital como mínimo en su parte alícuota: entre un 20% y un 30% menos de beneficio y la pregunta es ¿aceptará sin resistencia la oligarquía tal tijeretazo de su tasa de ganancia, que debe sumarse a otras reducciones? Nótese que utilizamos en término que emplea el documento Abian, y no el de burguesía vasca que no aparece en el documento, salvo error nuestro.

Otro tanto debemos decir sobre los costos que ha de asumir el capital en sus ganancias al tener que sufragar directa e indirectamente el grueso del enorme aumento del gasto público imprescindible para asegurar la justicia retributiva de la recuperación de los derechos de la mujer en todos los sentidos. Si se quiere dar el salto cualitativo de la reproducción de la fuerza de trabajo en el capitalismo a la reproducción de la vida en una sociedad en transición revolucionaria -concepto nodal también abandonado en el documento, salvo error nuestro- al socialismo, lograr semejante salto en la emancipación de la mujer, es decir, en la liberación humana, requiere un cambio verdaderamente radical, ahora sí, de la estrategia económica, política, educativa, sexual, etc. Un cambio que más temprano que tarde chocará frontalmente con el hecho de que Euskal Herria es propiedad del imperialismo franco-español.

Cualquier política socioeconómica que quiera aplicarse en beneficio del pueblo plantea más pronto que tarde el problema de la obtención de los recursos. Hasta ahora solo hemos visto dos: el euskara y la emancipación de la mujer. Más adelante el documento habla del problema socioecológico en un largo párrafo, pero se detiene otra vez en el umbral de los recursos necesarios para esa política. Por ejemplo, una drástica mejora de las condiciones de trabajo y de las materias empleadas, el fin de la caducidad programada de los productos con una prolongación muy apreciable de su vida útil, una gran disminución del transporte privado, un estrategia urgente tendente a la emisión cero de gases de efecto invernadero, una política de aislamiento térmico y acústico, un control riguroso del comercio exterior, una racionalización intensa del hiperconsumo incluido el sanitario, fuertes multas a las eco-infracciones...

Nos hemos centrado muy conscientemente en la cara oculta de la socioecología, la que va más allá del conservadurismo medioambientalista para entrar en los infiernos de la producción, circulación, venta y consumo de las mercancías, del proceso general que concluye en la ganancia capitalista. El eco-capitalismo, el capitalismo-verde puede asumir gran parte del conservacionismo, reciclaje, limpieza, etc., porque hace de ellos otro negocio más. Pero apenas puede asumir los gastos de reformas tendentes al ecosocialismo porque reducen sus beneficios.

Para avanzar en estos objetivos hace falta una fuerza popular organizada internamente consciente de que la agenda social, para utilizar la blanda terminología de la ponencia, es el componente esencial de la agenda nacional, la que internamente le da sentido, y no solo la otra cara de la moneda. ¿Queremos continuar abandonando la agenda social en manos del reformismo español como también lo ha hecho una parte del independentismo catalán para fortalecer laagenda nacional?: en los dos casos se está beneficiando el reformismo estatalista que se dice de izquierdas.

El documento nos dice que para garantizar una vida digna, sostenible y democrática a los ciudadanos será necesaria una política de alianzas integrada por asalariadas y asalariados industriales, empleadas y empleados de los servicios públicos, pequeños empresarios y empresarias, precariado, trabajadoras y trabajadores domésticos, cooperativistas, agricultores y agricultoras, trabajadoras y trabajadores autónomos, intelectuales, pensionistas... en pos de la creación de un movimiento independentista amplio, plural, sólido y eficaz. Se trata de ir construyendo desde ahora un modelo de Estado al que se irá dando contenido y forma en la medida que avancemos paso a paso. Un avance gradual en el que no tiene mucho sentido divagar sobre futuras soluciones concretas.

Pero una vida digna, sostenible y democrática requiere recursos económicos para atender sus necesidades y sus gastos crecientes, como hemos visto. ¿Cómo obtenerlos dentro de la sociedad capitalista? La burguesía, también la vasca, está cada vez más enfurecida porque, como los buitres, quiere más y más cadáveres. Ocurre que la ganancia, el valor, la plusvalía, solo la produce la fuerza de trabajo, el pueblo explotado: ¿debemos dejarnos explotar por la burguesía para que magnánimamente no se oponga con odio mortal al incremento inevitable de los gastos sociales y públicos que necesitamos?, ¿cómo hemos de prepararnos para esa más que obligada e inevitable agudización de la lucha de clases entre el pueblo y la burguesía conforme se avanza al Estado vasco?, ¿es necesario abrir este debate sobre realidades ya presentes, de ahora mismo, y no solo del futuro, o debemos esperar pasivamente a ese futuro?

¿Debemos ir resolviendo el problema crucial ya ahora mismo de cómo obtendremos los recursos económicos para tamaña empresa? Y eso sin plantear otras necesidades sociales: sanidad, transporte, educación, infraestructuras, justicia, defensa... No, no debemos ni podemos hacerlo, no debemos preocuparnos por ahora, no debemos precipitarnos en nuestras inquietudes, nos dice la ponencia Abian, ya que cada debate ha de hacerse en su momento. La ponencia nos dice en el apartado dedicado al futuro Estado vasco, el encargado de estas y otras tareas, que no olvidemos nunca que cada debate se debe dar en su momento, sin enredarnos en discusiones vanas. En efecto, no solo en este apartado sino en ningún momento de la ponencia oficial se nos ofrece una ligera pista sobre esta cuestión que ahora mismo la malvivimos a diario: no debemos enredarnos en discusiones vanas.

Esta afirmación es profundamente burocrática en lo político, nefasta para el desarrollo de la inteligencia creativa y para el potencial crítico de la militancia. ¿Quién decide qué se ha de debatir, sobre qué hay que pensar abiertamente, qué hay que proponer como alternativas que prefiguran varios futuros: la militancia que lleva años bregando y discutiendo en su vida cotidiana, o la dirección?, ¿por qué la militancia, o sectores de ella, no pueden plantear dudas, reflexiones y alternativas sobre el futuro y han de esperar al permiso de arriba para hacerlo? Llegados a este punto, nos remitimos a los análisis que hemos estado haciendo sobre la Vía Vasca, Zutik Euskal Herria y sobre el debate Abian...

Una de las necesidades que ha de solucionar toda organización que pretenda ayudar a su pueblo es la de ir por delante de las dudas e inquietudes de sus sectores más conscientes y de los sectores medios, realizando una sistemática lucha teórica, cultural e ideológica que, en lo posible, prevea las maniobras del opresor, ofreciendo razones, soluciones y expectativas a medio plazo. Si deja de hacerlo y pierde el tiempo con brindis al sol, durmiéndose confiada en sus resultados electorales, bien pronto empezará a perder el apoyo de los círculos más lejanos, más volubles e indecisos; pero si continúa en su pasividad, empezarán a alejarse sectores más concienciados. La dirección de Sortu lleva despreciando esta necesidad desde su misma fundación, y ahora el grupo motor del debate Abian reincide en el mismo error: no es el momento de debatir cuestiones centrales, hay que esperar a que lo permita la dirección, no hay que perder el tiempo con discusiones vanas...

Nosotros vamos a desobedecer al grupo motor y vamos a plantear algunas posibles alternativas que en absoluto son nuevas, incluso bastantes de ellas han sido presentadas por las diversas organizaciones de la Izquierda Abertzale cuando, en el pasado, aportaba propuestas a las necesidades de la lucha.

Parte de los recursos se obtendrían mediante una reforma fiscal progresiva, que combata el fraude y la economía sumergida, que cargue los costos sobre el capital y beneficie al pueblo; otra parte mediante la deuda internacional contraída con Estados progresistas y mediante una política internacionalista verdaderamente democrática, contando también con las aportaciones del Banco Nacional Vasco y con los impuestos especiales al capital extranjero; otros, mediante un gobierno barato, que decía Marx; otros, creando nuevos yacimientos de trabajo social y cooperativo, mercados locales e integrados, economía limpia, así como reduciendo drásticamente el tiempo de trabajo asalariado con la consigna de trabajar menos para trabajar todos, etc.

Deliberadamente hemos mezclado medidas diferentes en diferentes fases, pero lo hemos hecho para mostrar el abismo entre la nada de la ponencia, que se niega a presentar medidas concretas, y las sucesivas medidas que deberá imponer el pueblo a la burguesía a lo largo de su avance, empezando ahora mismo. Imponerle por la fuerza de la movilización, de la lucha de clases. Lo hemos hecho para mostrar que tal cosa puede hacerse. Pero hemos de advertir que, como constataremos en las entregas que restan, una vez que se empieza a dar soluciones concretas a las necesidades del pueblo trabajador bien pronto, casi al instante, topamos con la propiedad burguesa de las fuerzas productivas, que es mucho más que propiedad estatal.

Llegados a este vórtice de la espiral, debemos descubrir qué nos dice hasta ahora el documento Abian sobre las formas de propiedad. solo hemos encontrado esta referencia en lo que llevamos leído. El Socialismo Vasco es un objetivo de máximo nivel para impulsar la vía hacia la erradicación de toda opresión nacional, de clase o de género, un instrumento que viene a eliminar de raíz el predominio de la propiedad privada de los medios de producción y la explotación/opresión de la mano de obra. En consecuencia, la creación y construcción de la República Vasca es un proceso emancipador, un proyecto de transformación social, el proceso de transición al Socialismo Vasco (p. 7).

Desde casi los orígenes del capitalismo, los Estados burgueses no han dudado en intervenir empresas, comprarlas, hacerlas públicas o estatales, nacionalizarlas, etc., sacrificando una parte de la propiedad privada para salvar el resto, nacionalizando burguesamente esa parte en beneficio del resto que sigue en manos del capital. En los años de gloria del keynesianismo y de la socialdemocracia, al acabar la Segunda Guerra Mundial y antes de los años 70, algunos Estados capitalistas habían llegado a altas cotas de nacionalización y estatalización burguesa de la propiedad privada que no eran rentables o convenía nacionalizar para mantener el orden democrático burgués. Entre 2008 y 2010 el gobierno yanqui nacionalizó de factograndes empresas capitalistas para ayudarlas a salir de la crisis. Todo depende de las necesidades del capital en su conjunto en tal o cual contexto de crisis socioeconómica.

Por esto mismo, las frases ambiguas del documento de Abian como esta de eliminar de raíz el predominio de la propiedad privada de los medios de producción sin aclarar qué contenido de clase ha de tener la forma de propiedad -burguesa o socialista- que remplace a la existente, solo es un brindis al sol, o peor escupir cara al viento. ¿Qué debemos entender porpredominio?, ¿qué ha de convivir con otras formas de propiedad, pero qué formas? Se nos responderá que nuestra crítica es tanto como buscar cinco pies al gato, pero ocurre que hasta ahora, en las nueve páginas, esta es la única referencia a la propiedad privada que hemos encontrado, y que será la última porque no vuelve a ser citada en toda la ponencia, salvo error nuestro. ¿Entonces?

La respuesta que propone Abian echa la pelota fuera del frontón al refugiarse en el confuso debate sobre el socialismo del siglo XXI: Nuestro objetivo es el Socialismo Vasco, un socialismo adaptado a la idiosincrasia y a las características sociales, políticas y culturales propias de nuestro pueblo. Es más, hablamos de un modelo de socialismo basado en el tejido comunitario, la tendencia a la autoorganización y el impulso asociativo que han caracterizado a Euskal Herria a lo largo de los siglos. Nos situamos en los parámetros del socialismo del siglo XXI y, por lo tanto, vemos el socialismo como radicalización absoluta de la democracia (p.8).

Uno de los grandes avances estratégicos de la larga V Asamblea, en su sentido general y no reducido a 1966-1967, fue demostrar que Euskal Herria es un marco autónomo de lucha de clases, que el socialismo abertzale tiene formas y expresiones propias determinadas por la historia de la opresión nacional de clase que sufre el pueblo trabajador vasco, expresiones diferentes a las existentes en Melbourne, Kioto, Guadalajara o Buenos Aires, por ejemplo. Sin embargo, el marco autónomo tiene en su esencia interna las mismas contradicciones básicas inherentes al modo de producción capitalista por debajo de sus externas expresiones en estos países. Las formas en las que se manifiestas esas contradicciones internas objetivas, comunes y obligadas a todos los capitalismos concretos del mundo, quiéranlo o no, sea el finlandés, el congoleño, el vasco, el yanqui o el indonesio, por ejemplo, esas formas particulares surgen de sus respectivas historias de lucha de clases interna y de presiones y ataques externos.

El marco autónomo de lucha de clases explica que el socialismo vasco puede y debe aprender de las luchas radicales de todos los pueblos, las que van a la raíz de la explotación porque se enfrentan a opresiones imperialistas comunes en su esencia en todo el planeta: la defensa y recuperación de los bienes comunes en Bolivia y en el Kalahari, la recuperación de locales y empresas en Atenas y Baltimore, la lucha cultural en Puerto Rico y el Aaiún, el feminismo obrero en Manila y Belfast, las huelgas en Londres y México... Al ser luchas contra la raíz de la opresión sus lecciones fundamentales sirven para todos los pueblos. Pero su incuestionable aplicabilidad a nuestra nación trabajadora solo es positiva si sabemos adaptar lo válido y universal a nuestras necesidades particulares.

La ponencia Abian reconoce la capacidad que ha tenido la Izquierda Abertzale en este sentido (p. 6), pero hubiera dado un paso de gigante si hubiese seguido la senda de la V Asamblea reconociendo que lo que identifica y define a todas estas luchas, lo que las une internamente, es que se enfrentan a la propiedad burguesa en general: no puede existir independencia real si existe propiedad burguesa. Pues bien, la ponencia Abian se escapa del frontón del debate radical al echar la pelota a la mezcolanza de versiones sobre lo que es el socialismo del siglo XXI.

Nosotros decimos que lo que define al socialismo del siglo XXI ya fue elaborado por el socialismo del siglo XIX y posteriormente enriquecido por el socialismo del XX, y para centrarnos en la cuna geográfica del debate, Latinoamérica, fue el gran logro de la revolución cubana entre 1959 y 1961 cuando se proclamó el socialismo y se decretó la propiedad socialista de las fuerzas productivas. Este y no otro es el secreto último de por qué la revolución cubana no ha sido derrotada mientras que otras versiones no cubanas del socialismo del siglo XXI han sido aplastadas, no han llegado ni remotamente a lo alcanzado en Cuba, y se encuentran al borde de la derrota si no corrigen su rumbo.

Reducir la experiencia histórica a esta frase: Nos situamos en los parámetros del socialismo del siglo XXI y, por lo tanto, vemos el socialismo como radicalización absoluta de la democracia, esta frase sintética sería válida si por democracia radical se entendiese la socialización de las fuerzas productivas como hito cualitativo en un largo proceso al comunismo; pero es puro confusionismo ideológico si no se concreta qué lazos unen a la democracia radical con la democracia socialista basada en el pueblo en armas y en la propiedad social de los medios de producción.

En lo que queda de la ponencia encontramos esta otra referencia a algo que con mucha imaginación podría ser entendido como forma vergonzosa y elíptica de citar al diablo de la propiedad socialista: El Socialismo Vasco es una alternativa integral al modelo capitalista patriarcal: en lugar de la acumulación de beneficios por parte de una minoría, reparto equitativo de la riqueza; en lugar de la dictadura económica del capital, tejido económico al servicio de la comunidad; en lugar de la explotación salvaje del medio ambiente, una economía imbricada en la naturaleza; en lugar de la supremacía de las transnacionales, soberanía de los pueblos; en lugar del imperialismo generador de continuas guerras, solidaridad internacionalista y paz basada en el respeto mutuo entre los pueblos (p. 8).

Llamémosle como queramos a la primera: propiedad colectiva, comunal, asamblearia, horizontal, democrática, bienes comunes, etc., sin mayores precisiones ahora; y también llamemos como nos apetezca a la segunda, a la burguesa, pero más temprano que tarde, querámoslo o no, ambas formas irreconciliables de propiedad chocarán a muerte. De hecho ya está sucediendo en lo elemental, al margen de si se comprende así o no, en cada huelga, en cada reivindicación salarial y social, sobre todo en cada lucha política en como síntesis de todas ellas -¿por qué no exigir la supresión de la ertzaintza, fuerza represiva propiedad del capitalismo vasco-español?-, en cada recuperación de un gaztetxe, en cada denuncia de la represión global, etc. ¿Miedo a reconocerlo, a asumirlo? ¿Miedo a tener que concienciar a la militancia si se asume que existe la lucha permanente formas antagónicas de propiedad? ¿Miedo a enfadar a posibles aliados políticos...?

Pues bien, tras estos rápidos comentarios descubrimos un párrafo que refuerza la línea estratégica seguida por la actual dirección de Sortu desde hace algo más de un lustro, y la presenta con ropajes un poco menor reformistas, más eurocomunistas que socialdemócratas. A modo de recuerdo, el párrafo que vamos a citar tiene una sorprendente similitud con la tesis de revolución democrática y nacional del Partido Comunista Portugués en la mitad de la década de 1970, y con las versiones radicales del eurocomunismo del extinto Partido Comunista de Italia, admirado por Arnaldo Otegi, y del Partido Comunista de España al borde de la extinción:

El Socialismo Vasco lo iremos construyendo de manera dialéctica, explorando nuevas dimensiones en los procesos sociales y avanzando hacia propuestas teóricas y prácticas más desarrolladas. La Izquierda Abertzale tiene que sentirse fuerte ante los retos de las próximas décadas, para estructurar en nuestro pueblo un Socialismo Vasco apegado a su cultura y formas sociales, para llevar adelante un proceso de democratización radical y transformación estructural de todos los ámbitos de la vida [...] el independentismo es un proyecto de emancipación social, un potente proceso de empoderamiento y movilización de amplios segmentos populares, un proceso generalizado de politización de la sociedad, es decir, una revolución democrática basada en la actuación soberana (p. 8).

Si leemos este párrafo fuera de contexto y aislado de la deriva teórico-política de la actual dirección de Sortu, podríamos caer en la comodidad de su apariencia radical, pero analizada bajo la luz crítica de la historia descubrimos que no dice nada. Suspendemos aquí nuestro comentario de estas palabras porque tendremos que volver a su contenido en las entregas posteriores.

 

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