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Nacionales E.Herria :: 15/08/2014

[Cast/Eusk] La verdad siempre es revolucionaria

Petri Rekabarren
La situación empeora cuando pasamos de la izquierda abertzale histórica a la alianza formada con el soberanismo reformista de EH Bildu y Amaiur.

Castellano

 

Gramsci tomó de R. Rolland el apotegma de que «la verdad siempre es revolucionaria». Con esta frase se nos presentan, cuanto menos, tres debates fundamentales: uno, ¿qué es la verdad?; otro, ¿por qué siempre es revolucionaria?; y, por último, ¿qué importancia tiene esta reflexión en las actuales condiciones? Hemos definido como apotegma a esta frase, cuando en realidad es más que eso, es un principio elemental de la teoría marxista del conocimiento, y de su ética inherente. R. Rolland fue premio Nobel de literatura en 1915, inicialmente influenciado por Nietzsche avanzó pronto a un socialismo democrático y pacifista que no le impidió reconocer la importancia de la revolución bolchevique de 1917. Sin entrar ahora en el debate sobre la ética neokantiana de R. Rolland y de su romanticismo de clase rica, sí hay que decir que su frase da en el centro del problema de la verdad.

 

Problema siempre decisivo, pero más ahora mismo en Euskal Herria, en donde está costando mucho volver a recuperar la antaño potente práctica colectiva de producción de verdad, mientras que todavía resiste y en ciertos niveles incluso se fortalece la normalización ideológica, es decir, la aceptación acrítica de componentes de la ideología burguesa rechazados explícitamente hasta no hace mucho. Como veremos, en sectores de la izquierda abertzale clásica, histórica, ha penetrado desde hace un tiempo una de las tres formas habituales de no producir verdad, siendo las otras dos sendas corrientes generales de la ideología burguesa en cuanto tal: la abiertamente reaccionaria y la supuestamente progresista, pero en su esencia última, verdad e ideología son opuestas. Empecemos desde el principio.

 

¿Por qué la verdad es un problema? Porque nos descubre sin tapujos, crudamente, lo radical de las cosas. Lenin dijo una vez que hay que ser tan radical como radical es la realidad. O dicho de otro modo, para superar la explotación hay que conocerla, o sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria. El concepto de verdad es crucial tanto en su faceta de necesidad de la verdad, como en la de la verdad como praxis revolucionaria. Dicho muy esencialmente, la verdad es la concordancia entre la materia en cambio y la acción humana, o si se quiere, es el reflejo lo más exacto posible de las contradicciones de lo real en el pensamiento, reflejo que mediante la acción no solo transforma lo real sino que, sobre todo, crea, construye, produce otras cosas reales que antes no existían y que son cosas verdaderas. La verdad siempre es concreta y objetiva porque relaciona dialécticamente lo absoluto con lo relativo. Es por esto que la verdad es la libertad en proceso de sí misma, la libertad como superación consciente de la necesidad y de la opresión. Dado que el método científico-crítico de pensamiento es una fuerza revolucionaria que choca con el dogma y la sumisión, por eso mismo también lo es la verdad que surge de ese método.

 

Contra esta teoría de la verdad, la marxista, se oponen las múltiples corrientes de la ideología burguesa que aquí podemos dividir en dos grandes bloques: uno, el más reaccionario que no vamos a desarrollar ahora; y, otro, el «progresista». De una u otra forma, ambos suprimen o niegan el criterio básico de que la verdad puede conocer y transformar lo real. Hablamos de ideología burguesa, no de método de pensamiento científico aplicado contradictoria y muy limitadamente por la tecnociencia como fuerza productiva inserta en el capital constante y vital para lograr la máxima productividad posible de la explotación de la fuerza de trabajo. El choque entre el potencial liberador del pensamiento racional y la ideología mercantilista del máximo beneficio en el menor tiempo posible y sin reparar en los desastres posteriores, este choque lo sufrimos ya en todas las facetas de nuestra malvivencia.

 

La versión «progresista» de la ideología burguesa nos bombardea con tópicos como el de que existen tantas «verdades» como «realidades diferentes», ya que «todo depende del color del cristal con que se mira», lo que unido al «fin de la historia» y de los «grandes relatos», al fin de la «visión totalizante» del materialismo histórico como consecuencia del «fracaso del comunismo», debido a esto, «es sabido» que la «sociedad plural» está multidividida, fragmentada y dispersa, lo que requiere y a la vez genera múltiples conocimientos dispersos y fragmentarios relacionados «fronterizamente» con «discursos y miradas transversales». De aquí se desprende que al no existir una totalidad objetiva estructurada sobre bases con unidad esencial preñada de contradicciones internas que se expresan en múltiples formas externas pero coherentes con su base unitaria, o si se quiere, al no ser válidos los conceptos de modo de producción y de formación económico-social, entonces ocurre que vivimos en un calidoscopio multicolor e informe en el que flotan a la deriva de manera incoherente tantas «realidades» como se desee enumerar. La conclusión política es clara: la teoría ya no tiene función alguna, o si la tiene es mínima, porque se trata de hacer mensajes amplios, generales, con poca concreción para que puedan atraer e incluir a cuantos «sujetos» pudiesen existir.

 

El papel de la casta intelectual es muy importante en el (re)surgimiento de estas tesis, pero aún es más importante el de las direcciones políticas, aunque a veces es muy difícil separarlas totalmente por los estrechos lazos que llegan a establecer en la política reformista. Dicho a grandes rasgos, las direcciones políticas que derivan al reformismo necesitan de un sustento ideológico preciso que rellene los vacíos dejados por la verdad teórica en retroceso: la casta intelectual es la más apta para esa tarea. Por un lado, al ir desapareciendo el riesgo represivo su sueldo y su calidad de vida van quedando aseguradas, lo que es muy importante para esta gente. Por otro lado, al ser aceptados e incluso llamados por las direcciones políticas que antes les criticaban por su reformismo, se ven reconfortados en su narcisismo. Por último, lo anterior acelera el proceso de aceptación por parte de la industria político-cultural burguesa, que antes los ninguneaba y que ahora puede llamarlos al «altar de la democracia»: la televisión y la prensa. Se produce así una simbiosis entre las direcciones políticas que giran al reformismo y la intelectualidad reformista que mejora sus condiciones salariales.

 

Las izquierdas vienen debatiendo la natural propensión de los intelectuales al reformismo desde mediados del siglo XIX: es una tendencia lógica que se refuerza en las fases de retroceso y derrota de la lucha revolucionaria, pero que puede girar relativamente a la izquierda en las fases de ascenso. La cooptación de las mentes potencialmente más capacitadas fue un método de la Iglesia durante la Edad Media, tal como afirmó Marx. Luego, el capitalismo desarrolló mecanismos mucho más efectivos -entre ellos el culto descarado al narcisismo individualista dependiente del dinero y centrado en la supuesta superioridad del trabajo intelectual sobre el físico-, en la domesticación de la especie humana. La industria cultural es uno de los medios de integración más eficaces, unida a la industria del espectáculo y al aparato académico y universitario.

 

La mercantilización del saber inherente al capitalismo se incrementa en algunas naciones oprimidas, como en Euskal Herria, por otras dos razones: una, porque las burguesías regionalistas y autonomistas están muy interesadas y necesitadas, en legitimar sus diversos proyectos sociopolíticos para lo que recurren a la asalarización de intelectuales directa o indirecta, vía ayudas privadas, empresariales y subvenciones públicas, y a la compra de políticos exrevolucionarios; y otra, porque los Estados ocupantes también sufren la misma necesidad, sobre todo cuando su larga guerra cultural contra la identidad vasca choca una y otra vez con la cualitativa diferencia lingüística y con una decidida estrategia popular de (re)construcción de la identidad colectiva en base a sus componentes comunitarios y progresistas internos. Los Estados ocupantes recurren a diversos tipos de colaboracionistas intelectuales según sus necesidades tácticas y/o estratégicas, práctica que no podemos estudiar ahora.

 

Además de la asalarización de los intelectuales el sistema burgués integra a buena parte de las direcciones políticas «progresistas» mediante métodos específicos -anodina «normalidad social», rutina parlamentaria e institucional, cooptación, corrupción y nepotismo, ficción democrática que oculta la realidad de la explotación, sensación de agotamiento de la vía revolucionaria tras años de lucha que aparentemente no ha logrado nada cualitativo, efectos desmoralizadores y atemorizantes de la represión sostenida, selectiva y generalizada, etcétera-, de manera que, con el tiempo, va generalizándose un «clima de normalidad» que refuerza al poder. Hemos analizado en otros textos -¿Qué puede aportarnos el «¿Qué hacer?» de Lenin?; Lenin, Txabi, Argala, la actualidad del V Biltzar, y ¿Acepta EH Bildu la represión «proporcionada»?- las especiales condiciones vascas que explican por qué se ha ralentizado mucho la producción de verdad por parte del independentismo socialista, estancándose totalmente incluso en determinadas áreas suyas. La situación empeora cuando pasamos de la izquierda abertzale histórica a la alianza formada con el soberanismo reformista de EH Bildu y Amaiur.

 

Debemos partir de aquí para comprender el retroceso de la capacidad de producir verdad que se está padeciendo en el bloque soberanista e independentista vasco. Para aclarar lo que sigue, debemos preguntarnos ¿qué es producción de verdad? Es mantener el enriquecimiento teórico al mismo ritmo que el movimiento de las contradicciones sociales. Si lo real se mueve, el pensamiento ha de moverse a la velocidad de lo real, y si lo real es contradictorio, el pensamiento ha de ser la conciencia crítica de esa contradicción. Dicho en negativo: la teoría se paraliza y deja de producir verdad cuando se anquilosa porque, por el contrario, nunca se detiene el movimiento de las contradicciones reales, avance que anula la verdad estática devenida en dogma inservible. Lo real se mueve, el pensamiento se estanca: la distancia entre uno y otro aumenta, y ese vacío creciente entre la realidad nueva y la vieja teoría es llenado por ofertas ideológicas de la clase dominante que van desde un reformismo abierto y radical, en apariencia, hasta el más diminuto bloque pétreo de autoritarismo compacto.
Hemos dicho antes que, vistos en su esencia básica, verdad e ideología son antagónicas. Ahora decimos que cuando la teoría revolucionaria, la verdad crítica que descubre las contradicciones irresolubles del capitalismo, no cumple su tarea, entonces la ideología termina ocupando su sitio.

 

Si leemos los más recientes documentos oficiales del bloque soberanista-independentista vemos que se caracterizan por la ausencia, o en todo caso por la extrema debilidad, de un desarrollo teórico y conceptual sistemático: Carta de Derechos Sociales de Euskal Herria; EH Bildu: 150 medidas para hacer frente al paro y a la pobrez; Manifiesto de la candidatura para las Elecciones al Parlamento Europeo: Los Pueblos Deciden; y Euskal Herria Bidean. Hemos excluido de este listado una extensa lista de entrevistas, artículos y opiniones personales, algunas editadas en forma de libritos ampliamente promocionados, que siguen la misma tónica, incluida la demagogia sobre una especie de «soberanismo empresarial» o las estrambóticas divagaciones de un representante del Estado: Egiguren. También excluimos los contenidos de otros medios de prensa, y del portal electrónico de Sortu, pero no los documentos recientemente presentados para «debate» sobre la estructuración de EH Bildu, sobre la funciones de Sortu y sobre las próximas elecciones municipales y forales. Entrecomillamos lo de «debate» porque sus resultados fundamentales ya han sido adelantados en Gara el pasado 27 de julio de 2014 en el artículo «Nessun dorma!».

 

Obviando las muy escasas diferencias de matiz que algunas veces aparecen en estos textos y opiniones ampliamente difundidas y que apenas se enfrentan a la crítica teórica, sí podemos extraer de ellos las siguientes ausencias fundamentales: no se sustentan en una definición del capitalismo mundial, es decir, no aparece en ellos una mínima referencia radical al modo de producción capitalista como modo objetivamente estructurante de la realidad y de la formación económico-social vasca, o Euskal Herria a comienzos del siglo XXI. No entran al problema crucial de la propiedad privada de las fuerzas productivas, es decir, huyen de la pregunta que alienta al independentismo socialista: ¿de quién es Euskal Herria? No definen las estructuras de poder, es decir, los Estados ocupantes y sus agentes colaboracionistas apenas aparecen en los textos, o están ausentes. No definen las clases sociales y sus intereses antagónicos, es decir, gran burguesía franco-española, medianas burguesías regionalistas y autonomistas, pequeñas burguesías empobrecidas, y pueblo trabajador machacado. No definen la complejidad del pueblo trabajador, el sujeto colectivo que puede materializar un programa vago. No establecen ninguna interacción entre los objetivos históricos, la estrategia destinada a conseguirlos, y las tácticas mediante las que se materializa esa estrategia, es decir, no hay lógica histórica. No se desarrolla la dialéctica entre el socialismo y la independencia nacional, peor, el término «socialismo» apenas aparece.

 

Se dirá que tales ausencias son comprensibles porque la izquierda abertzale clásica no puede imponer una estrategia radical al resto de fuerzas reformistas con las que ha establecido una «alianza estratégica». Esta excusa sería un argumento si la izquierda abertzale histórica tuviera una estrategia revolucionaria en el presente, la hiciera pública, la explicase entre su amplia militancia y si la concretase en medidas tácticas. Si dispusiera de esta visión en perspectiva entonces sí podría aplicar con ciertos aliados otra política simultánea más «suave», menos radical para atraer con el ejemplo sectores populares indecisos, confusos, ganándolos con el ejemplo y demostrándoles que hay que avanzar en medidas más radicales y activas. Una política táctica en ayuntamientos, diputaciones, etcétera, que estuviese justificada por la estrategia asumida por la militancia. Una política táctica con autonomía de aplicación aunque supeditada en última instancia a la estrategia general de la izquierda.

 

Pero no existe tal estrategia. Más concretamente: ¿qué es una estrategia en la Euskal Herria actual? Es la plasmación práctica a medio y largo plazo de la concepción teórica elaborada tras un estudio riguroso de las contradicciones que estructuran a nuestro pueblo, elaboración teórica que debe estar en permanente (re)elaboración, y que debe ser revisada siempre que se produzcan cambios importantes en el sistema capitalista. Considerando los documentos disponibles, la izquierda abertzale carece de esta concepción teórico-estratégica que engarza las tácticas inmediatas con los objetivos históricos irreconciliables.
La línea decidida en el «debate» pasado no es una estrategia teórico-política sino meras tesis de renuncia al pasado, que no tienen sustento teórico e histórico alguno, y unas declaraciones de principios reformistas con bases neokantianas cuyo único efecto es una hilarante euforia en los Estados español y francés, y un doloroso desconcierto en la militancia revolucionaria abertzale.

 

Desarrollar una estrategia teórico-política es imposible sin el desarrollo de la teoría de la verdad arriba expuesta, lo que inevitablemente nos devuelve al problema de las relaciones de la casta intelectual y académica con el partido revolucionario de vanguardia. Si este segundo no existe, o está debilitado o enmudecido, entonces van imponiéndose las tendencias reformistas inherentes al intelectualismo progre, positivista y posmoderno. Veamos dos ejemplos: uno, el llamamiento público de EH Bildu a participar en el debate destinado a concretar la campaña municipal se mueve dentro del «ciudadanismo», tópico burgués que oculta la lucha de liberación nacional de clase, primer requisito para su posterior negación; y, otro, las declaraciones de un representante de una de las fuerzas socialdemócratas de EH Bildu planteando la posibilidad de acuerdos con Ahal Dugu (Podemos), lo que nos devuelve a la cuestión decisiva de la existencia o no de una estrategia teórico-política que integre los acuerdos tácticos con colectivos reformistas como es Ahal Dugu: el grueso de la militancia de Sortu se entera por la prensa de que son posibles acuerdos tácticos, pero careciendo aún, como Sortu, de las bases estratégicas y teóricas discutidas en el debate fundacional, que siguen sin ser publicadas tras casi dos años transcurridos.

 

En definitiva, la izquierda abertzale histórica carece de una concepción teórico-estratégica que dé coherencia a las alianzas tácticas con organizaciones y grupos oficialmente reformistas, como EA, Aralar y Alternatiba, precisamente en un momento histórico caracterizado por una crisis sistémica de una gravedad mundial nunca antes vista. Desde la perspectiva de este texto, los puntos mínimos necesarios y urgentes que deben ser debatidos para crear dicha estrategia revolucionaria son los que no aparecen en los documentos citados arriba, a saber y dicho de forma positiva:

 

Primero: definir el capitalismo mundial actual, sus contradicciones esenciales y la agudización de otras que anteriormente estaban en ciernes, latentes. Segundo, definir cómo ese capitalismo se materializa ahora mismo en Euskal Herria, en la formación económico-social vasca. Tercero, definir de quién es Euskal Herria, a qué clase social pertenece, o sea, precisar la cuestión de la propiedad de las fuerzas productivas. Cuarto, definir las estructuras de poder, los Estados ocupantes y sus agentes colaboracionistas. Quinto, definir las clases sociales antagónicas, gran burguesía franco-española, medianas burguesías regionalistas y autonomistas, pequeñas burguesías, pueblo trabajador y clase obrera. Sexto, definir la complejidad del pueblo trabajador y los sectores no proletarios con los que hay que aliarse. Séptimo, definir la estrategia que engarce los objetivos históricos con las tácticas concretas. Octavo, desarrollar la dialéctica entre el socialismo y la independencia nacional y precisar lo elemental del socialismo independentista. Noveno, definir la estrategia internacionalista del independentismo socialista. Y décimo, definir la forma organizativa de vanguardia necesaria para desarrollar los nueve puntos anteriores.

 

La verdad es siempre revolucionaria porque penetra en el interior de estos diez puntos, los sintetiza en una visión teórico-estratégica y la lleva a la práctica diaria mediante una organización formada por militantes comunistas -por ello mismo independentistas- escogidos entre las mejores personas por sus cualidades éticas y políticas, por su formación teórica, por su espíritu crítico y por su autoconciencia euskaldun y nacional de clase.

 

Mientras que la izquierda abertzale histórica pierda el tiempo sin concretar estas necesidades imperiosas, el imperialismo franco-español dispondrá del tiempo y de la iniciativa suficiente como aplicar sus estrategias, siempre con el apoyo directo o indirecto de las diversas burguesías que residen en Euskal Herria.

 

Petri Rekabarren

14 de agosto de 2014


Euskera

Gramsci-k bere egin zuen «egia beti iraultzailea dela» dioen R. Rolland-en apotegma. Izan ere, esakune horretan, gutxienez, hiru funtsezko eztabaidagai agertzen zaizkigu: lehenik, zer ote da egia?; bigarrenik, zergatik da beti iraultzailea?; eta, azkenik, nolako garrantzia du horrelako hausnarketak gaur egungo baldintzapetan? Aipatu esakunea apotegmatzat jo badugu ere, egia esan, hori baino kontzeptu mamitsuagoa da, alegia, ezagutzaren teoria marxistaren oinarrizko printzipioa, bai eta, berorri atxikitako etikarena ere. R. Rolland-ek Literaturako Nobel saria jaso zuen 1915ean, hasiera batean Nietzsche-ren eraginpean jardun eta geroxeago sozialismo demokratiko eta bakezalearen aldera egin bazuen ere, benetako garrantzia aitortu zion 1917ko iraultza boltxebikeari. Ez dugu eztabaidatuko R.
Rolland-en etika neokantiarraz eta goi-klaseko erromantizismoz, hala ere, bere esakuneak egiaren arazoari bete-betean heltzen diola esan beharra dago.

 

Horretara, beti berebiziko garrantzia izan duen arazoa dugu hori, are gehiago gaur egungo Euskal Herrian, zeinetan egia ekoizteko antzinako praktika kolektiboa (indar handikoa) nekez berreskuratzen ari den, izan ere, normalizazio ideologikoak bere horretan dirau eta, horrez gain, zenbait mailatan sendotu egin da, hau da, orain gutxira arte oso modu argian arbuiaturiko ideologia burgesaren osagaien onarpen ez-kritikoa egiten da. Ildo horretan, egia ekoizten ez duten hiru ohiko era daude, eta ikusiko dugunez, bada denbora horietako bat barneratu egin dela ezker abertzale klasiko eta historikoko sektore batzuetan, beste bi ohiko erak, burgesak diren heinean, ideologia burgesaren korronte orokorrak direlarik, alegia, bata, argi eta garbi erreakzionarioa eta bestea, ustez progresista dena, alabaina, haren azken muinean, egia eta ideologia kontrajarriak dira. Ekin diezaiogun hasieratik.

 

Egia arazo bilakatzen da, zergatik? Egiazkoak gauzen erradikaltasuna erakusten digulako estalkirik gabe eta modu gordinean.
Lenin-ek aipatutakoaren arabera, errealitatea bera bezain erradikalak izan behar dugu. Beste modu batera esanda, esplotazioa gainditzeko ondo ezagutu behar da, edo teoria iraultzailerik gabe ez dago praktika iraultzailerik.
Egiaren kontzeptua funtsezko da, bai egiaren premiari dagokionez, bai eta, praxi iraultzaile gisako egiari dagokionez ere. Funts-funtsean esanda, materia aldakorraren eta giza ekintzaren arteko bat etortzea dugu egia, edo, beste era batera, pentsamenduko egiazkoaren kontraesanen isla da, ahalik eta zehatzena; aipatu islak, ekintza bidez, egiazkoa eraldatzeaz gain, batez ere, lehenago ez zeuden beste egiazko gauza batzuk sortu, eraiki eta ekoiztu egiten ditu, egiazko gauzak direlarik. Egia beti da konkretua eta objektiboa, dialektikoki absolutua erlatiboarekin erlazionatzen duelako. Hori dela eta, egia da gogoaren prozesuan dagoen askatasuna, halaber, premiaren eta zapalketaren gainditze kontziente gisako askatasuna dugu egia. Indar iraultzailea da dogmarekin eta mendetasunarekin talka egiten duen pentsaera-metodo zientifiko eta kritikoa, halaxe gertatzen da egiaren kasuan, metodo beretik eratortzen baita.

 

Ideologia burgesaren korronte anizkoitzak egiari buruzko teoria marxista honen aurka daude, hemen bi bloke handitan banatzen ditugu: bata, erreakzionarioena, oraingo honetan jorratuko ez duguna; eta, bestea, «progresista». Nola edo hala, biek ala biek oinarrizko irizpide bat baztertu edo ezeztu egiten dute, hau da, egia gai dela egiazkoa ezagutu eta eraldatzeko. Ideologia burgesaz ari gara, ez, ordea, pentsaera zientifikoko metodoz, horixe baita teknozientziak aplikatzen duena, modu kontrajarrian eta oso mugatuan, kapital konstantean txertaturik dagoen ekoizpen-indar gisa, eta ezinbestekoa dena lanindarra ustiatzean ahalik eta ekoizpenik gehiena lortzearren. Beraz, talkan daude pentsaera arrazionalaren gaitasun askatzailea eta ahalik eta lasterren etekinik handiena lortzearen aldeko ideologia merkantilista, ondorengo hondamenei erreparatu gabe, elkar jotze hori da pairatzen ari garena gure bizitza gaiztoaren arlo guztietan.

 

Ideologia burgesaren bertsio «progresistak» topikoz bonbardatzen gaitu, hala nola, zenbat «errealitate» hainbat «egia», «kristalaren kolorea nolakoa, halako ikuspegia», horri «historiaren amaiera» eta «kontakizun handiak» gehitzen zaizkio, eta «komunismoaren porrotaren» ondorioz, materialismo historikoaren «ikuspegi totalizatzailearen» amaiera, hori dela eta, «gauza jakina da» «gizarte anitza» hamaika puskatan banandurik, zatikatuta eta sakabanaturik dagoela, hortaz, makina bat ezaguera barreiatu eta zatikatu behar eta, aldi berean, sortarazten ditu, «era mugatuan» «zeharkako diskurtso eta begiradekin» erlazionaturik daudenak. Horren arabera, zera ondoriozta daiteke: barneko kontraesanez jositako funtsezko batasuneko oinarrietan egituratuta dagoen osotasun objektiborik ez dagoenez, batasun-oinarriarekin koherenteak diren kanpoko era ugaritan adierazten diren kontraesanak, hain zuzen ere, edo beste era batera esanda, ekoizpen-eredua eta eraketa ekonomikoa eta soziala bezalako kontzeptuak baliogabeak direnez, kolore askotariko kaleidoskopio itxuragabean bizi gara, zeinetan «errealitate» mordo bat nora ezean eta modu inkoherentean dabilen. Ondorio politiko argia da: dagoeneko teoriak ez du inolako funtziorik betetzen, edo betetzen badu ere, apenas existitzen da, kontua baita mezu zabalak, orokorrak eta zehaztasun gutxikoak egitea, ahalik eta «subjektu» gehienak erakarri eta barneratze aldera.

 

Garrantzi handikoa da kasta intelektualaren papera horrelako tesien (ber)piztean, hala ere, zuzendaritza politikoena are garrantzikoagoa da, nahiz eta batzuetan nekez bereiz daitezkeen erabat, lotura estuak ezarri baitituzte politika erreformistari dagokionez. Laburbildurik, erreformismotik eratorritako zuzendaritza politikoek elikadura ideologiko zehatzaren beharra dute, atzeraka doan egia teorikoak utzitako hutsuneak betetze aldera: kasta intelektuala dugu zeregin horretan aproposena. Alde batetik, arrisku errepresiboa desagertuz doanez, soldata nahiz bizi-kalitatea ziurtaturik dauzkatelako, holako jendearentzat berebiziko garrantzia duena.
Bestetik, lehen, haien erreformismoa zela eta, kritikatuak baziren ere, orain zuzendaritza politikoek onartu eta deitzen egiten diete, eta euren nartzisismo-mailak gora egiten du. Azkenik, arestian aipatutakoak azkartu egiten du industria politiko eta kultural burgesaren onartze-prozesua, izan ere, lehenago gutxietsiak baziren ere, orain «demokraziaren aldarera» deituak izan daitezke, hau da, telebistara eta prentsara. Horretara, sinbiosia gertatzen da erreformismoaren aldera biratzen duten zuzendaritza politikoen eta intelektual erreformisten artean, haien soldata-baldintzek hobera egiten dutelarik.

 

XIX. mendearen erdiaz geroztik, ezkertiar alderdiek eztabaidagai dute intelektualen erreformismoranzko berezko jaugina: joera logikoa dugu hori, borroka iraultzailearen atzeraldian eta porrotaldian areagotu egiten dena, hala ere, ezkerraldera pixka bat bira dezake borroka iraultzailearen goraldian. Marx-ek esandakoaren arabera, Erdi Aroan, Elizak gaitasun-maila handiko adimentsuen kooptazioa erabili zuen metodo gisa. Gerora, kapitalismoak mekanismoak askoz ere eraginkorragoak garatu zituen giza espeziearen domestikazioan –besteak beste, norberaren nartzisismoaren gurtza lotsagabea, diruaren menpe dagoena eta, lan fisikoaren aurrean, lan intelektualaren balizko nagusitasunean arreta jartzen duena-. Industria kulturala dugu integraziorako biderik eraginkorrenetako bat, horrekin batera ikuskizunen industria eta aparatu akademiko zein unibertsitarioa daudelarik.

 

Kapitalismoari atxikitako jakintzaren merkaturatzeak gora egiten du Euskal Herria bezalako zenbait herri zapaldutan, bi arrazoirengatik: alde batetik, eskualdeko burgesiek eta burgesia autonomistek egitasmo soziopolitikoak legitimatzeko interes eta premia handia dutelako, xede horretarako intelektualen soldatapekotzez baliatzen dira zuzenean nahiz zeharka, laguntza pribatuen, enpresarialen eta diru-laguntza publikoen bitartez, bai eta, politiko iraultzaile ohien erosketaz ere; eta bestetik, estatu okupatzaileek premia bera jasaten dutelako ere, batez ere, euskal nortasunaren aurkako gerra kultural luzeak behin eta berriz hizkuntz desberdintasun kualitatiboarekin talka egiten duela ikusita eta, aldi berean, barneko osagai komunitario eta progresistak oinarritzat harturik, identitate kolektiboa (ber)eraikitzeko herri-estrategia irmoarekin talka egiten duela ikusita. Estatu okupatzaileek mota desberdinetako kolaborazionista intelektualez baliatzen dira premia taktiko edo/eta estrategikoen arabera, baina oraingoan ez dugu praktika hori aztertuko.

 

Intelektualen soldatapekotzez gain, sistema burgesak zuzendaritza politiko «progresista» asko integratu egiten ditu berariazko metodoen bitartez -«normaltasun sozial» hutsala, errutina parlamentario eta instituzionala, kooptazioa, ustelkeria eta nepotismoa, esplotazioaren errealitatea estaltzen duen fikzio demokratikoa, bide iraultzailearen agortze-sentsazioa urtetako borrokaren ostean eta, itxuraz, ezer kualitatiborik lortu gabe, etengabeko errepresio selektibo eta orokortuaren eragin etsigarriak nahiz beldurgarriak eta abar-, beraz, denbora pasa ahala, «normaltasun giroa» betikotu eta boterea indartu egiten da. Beste testu batzuetan aztergai izan ditugu euskaldunon baldintza bereziak: ¿Qué puede aportarnos el «¿Qué hacer?» de Lenin?; Lenin, Txabi, Argala, la actualidad del V Biltzar, eta ¿Acepta EH Bildu la represión “proporcionada”?, horietan adierazi dugu zergatik independentismo sozialistak moteldu duen egiaren ekoizpena neurri handi batean, erabateko gelditzearekin, baita bere arlo zehatz batzuetan ere. Egoerak txarrera egiten du, ezker abertzale historikotik, EH Bildu eta Amaiur taldeen subiranotasun erreformistarekin osaturiko aliantzara pasatzean.

 

Hortxe hartu behar dugu abiapuntua euskal bloke soberanista eta independentistaren barnean gertatzen ari den atzerakada ulertze aldera, egia ekoizteko gaitasunari dagokionez. Hurrengo lerroetako testua argitzeko, honako galdera hau egingo diogu gure buruari: zer da egia ekoiztea? Bada, aberaste teorikoa eta kontraesan sozialen mugimendua erritmo berean mantentzea. Baldin eta egiazkoa mugitzen bada, pentsaerak abiadura berean mugitu beharra dauka, eta baldin eta egiazkoa kontraesankorra bada, pentsaerak kontraesan horren kontzientzia kritikoa izan beharra dauka. Alde negatiboaren aldetik ikusita: teoria paralizatu egiten da eta, behin zaharkituz gero, uzten dio egia ekoizteari, egiazko kontraesanen mugimendua, aldiz, inoiz gelditzen ez delako, eta aurreratze horrek deuseztatu egiten du dogma baliogabe bihurtutako egia estatikoa. Egiazkoa mugitu egiten da, pentsaera, ordea, gelditzen da erabat: bien arteko tartea handiagotu egiten da, eta klase menperatzailearen eskaintza ideologikoek betetzen dituzte errealitate berriaren eta teoria zaharraren arteko goranzko hutsunea; aipatu eskaintzak erreformismo ireki eta erradikaletik (itxuraz) autoritarismo trinkoaren harrizko blokerik ñimiñoenera doaz. Arestian aipatu dugun bezala, funtsezko muinean ikusirik, egia eta ideologia antagonikoak dira. Orain zera diogu: baldin eta teoria iraultzaileak (kapitalismoaren kontraesan askaezinak erakusten dituen egia kritikoa) duen zeregina betetzen ez badu, ideologiak berak ordezkatu egiten du.

 

Bloke soberanista-independentistaren azkenaldiko dokumentu ofizialak irakurriz gero, garapen teoriko eta kontzeptual sistematikorik ez dutela ikus dezakegu edo, nolanahi ere, aipamen ahulegiaren bat, besteak beste, Euskal Herriko Eskubide Sozialen Karta; EH Bildu: 150 neurri langabezia eta pobreziari aurre egiteko, Europako Parlamenturako Hautagaitzaren Manifestua: Herriek Erabaki; eta Euskal Herria Bidean. Alde batera utzi dugu testu-zerrenda luze bat, hala nola, elkarrizketak, artikuluak eta iritzi pertsonalak. Haietako batzuk liburuxka-formatuan argitaratuak eta zabal-zabal sustatuak, ildo berari eutsiz, «subiranotasun enpresarial» moduko bati buruz demagogia edo estatuko ordezkari baten (Egiguren) dibagazio xelebreak barne direlarik. Halaber, ez dugu sartu beste hedabide batzuen edukirik, ez eta, Sorturen atari elektronikoetakorik ere, bai, ordea, EH Bilduren egituraketari buruzko, Sorturen funtzioei buruzko eta datozen udal eta foru hauteskundeei buruzko dokumentuak, oraintsu aurkeztutakoak «eztabaidagai» gisa. «Eztabaidagai» komatxo artean ipini dugu, izan ere, funtsezko emaitzak Gara-k aurreratu zituen pasa den 2014ko uztailaren 27ko alean, «Nessun dorma!» artikuluan, hain zuzen ere.

 

Testu eta iritzi horietan tarteka agertzen diren ñabardura-alde txikiak saihesten ditugu, izan ere, difusio zabalekoak dira eta apenas egiten diote aurre kritika teorikoari, aldiz, atera ditzakegu honako funtsezko omisio hauek: ez dira oinarritzen munduko kapitalismoaren definizio batean, hau da, ez da jasotzen ekoizpen kapitalista-moduaren inguruko inolako aipamen erradikalik errealitatearen egituratzailearen modu gisa, ez eta, euskal eraketa ekonomiko eta sozialarena ere objektiboki, edo Euskal Herria XXI.
mendearen hasieran. Ez dira sartzen ekoizpen-indarren jabetza pribatuaren sakoneko arazoan, hau da, saihesten dute independentismo sozialistari arnasa ematen dion galdera: norena da Euskal Herria? Botere-egiturak zehaztu gabe uzten dituzte, hau da, estatu okupatzaileak eta eragile kolaborazionistak apenas agertzen dira testuetan, edo ez dira aipatzen. Ez dute gizarte-klaseei buruzko zehaztapenik egiten, ez eta, euren interes antagonikoei buruzkorik ere, hau da, goi-burgesia franko-espainiarra, eskualdeko burgesia ertainak eta burgesia ertain autonomistak, burgesia txiki pobretuak eta herri langile zapaldua. Ez dute herri langilearen konplexutasunari buruzko zehaztapenik egiten, programa zehaztugabe bat gauzatzeko gai den subjektu kolektiboa izanik.
Ez dute inolako elkarrekintzarik ezartzen helburu historikoen, horiek lortzeko estrategiaren eta estrategia gauzatzeko taktiken artean, hau da, logika historikorik ez dago. Ez da garatzen sozialismo eta nazio-independentziaren arteko dialektika, are gaizkiago, «sozialismo» hitza apenas agertzen da.

 

Halako omisioak egitea ulertzeko moduko kontua dela esango da, ezker abertzale klasikoak ezin baitezake estrategia erradikal bat inposatu gainerako indar erreformistei, haiekin «aliantza estrategikoa» ezarrita baitu. Aitzakia hori argudio egokia izango litzateke, baldin eta ezker abertzale historikoak une honetan estrategia iraultzailea izango balu, jendaurrean jakitera emango balu, hari buruzko azalpenak emango balitu militantzia handiaren aurrean eta neurri taktikoetan gorpuztuko balu. Etorkizunari begirako ikuspegi hori edukiko balu, aliatu jakin batzuekin aldibereko politika erabil lezake… «leunagoa», erradikaltasun-maila txikiagokoa, etsenpluaren bidez, herri-sektore zalantzatiak eta nahasiak erakarri eta irabaztearren, neurri erradikalagoak eta aktiboagoak garatu behar direla frogatuz. Era berean, politika taktikoa udaletan, aldundietan eta abarretan, militantziak bereganaturiko estrategiak justifikatzen duena. Aplikatze-autonomia duen politika taktikoa, baina, azken batean, ezkerraren estrategia orokorraren menpekoa.

 

Alabaina, ez dago horrelako estrategiarik.
Zehazkiago: zer da estrategia bat gaur egungo Euskal Herrian? Bada, ikusmolde teorikoa, epe ertainean eta luzean, praktikara egokitzea da, gure herriaren egiturazko kontraesanei buruzko azterlan zorrotza egin ondoren, etengabe (bir)landu beharreko lanketa teorikoa eta, sistema kapitalistaren garrantzizko aldaketen aurrean, berraztertua izan behar duena. Eskuragarri dauden dokumentuak aintzat izanik, ezker abertzaleak ez dauka ikusmolde teoriko-estrategikorik, zeinetan berehalako taktikak helburu historiko bateraezinekin lotzen dituen. Aurreko «eztabaidan» onarturiko ildoan ez dago estrategia teoriko-politikorik, iraganari uko egiteko tesi hutsak baizik, inolako oinarri teoriko eta historikorik gabekoak, eta oinarri neokantiarrak dituzten printzipio erreformisten deklarazioak, euforia barre-eragilea sortuz espainiar eta frantses estatuetan, eta nahasketa mingarria abertzaleen militantzia iraultzailearen barnean.

 

Ezinezkoa da estrategia teoriko-politikoa garatzea goiko lerroetan azaldutako egiaren teoria kontuan hartu gabe, beraz, halabeharrez, kasta intelektual eta akademikoaren eta abangoardiako alderdi iraultzailearen arteko erlazioen arazora itzularazten gaitu. Baldin eta abangoardiako alderdi iraultzailerik ez balego, edo ahuldurik nahiz mututurik izango balitz, intelektualismo progre, positibista eta postmodernoari atxikitako joera erreformistak inposatu egiten dira. Ikus ditzagun adibide pare bat: alde batetik, udal-kanpainaren zehaztasunen inguruko eztabaidan parte hartzeko EH Bilduren jendaurreko deialdia «hiritartasunaren» barruan kokatzen da, nazio- eta klase-askapenerako borroka estaltzen duen topiko burgesa dugu hori, eta lehen pausoa da, ondoren uko egiteko; bestetik, EH Bilduko indar sozialdemokratetako ordezkari baten adierazpenetan (Podemos) Ahal Dugu-rekin akordio bat edo beste gauzatzeko aukera planteatzen zen, horrek galdera erabakigarrira itzularazten gaitu: ba ote dago kolektibo erreformistekin akordio taktikoak integratzen dituen estrategia teoriko-politikorik? Horra hor Ahal Dugu: Sortuko militantziaren zatirik handienak akordio taktikoak gauzatzeko aukera dagoela jakin zuen prentsaren bitartez, nahiz eta Sortu eratzeko eztabaidaren oinarri estrategiko eta teorikorik ez egon, ia bi urtez argitaratu gabe izan ondoren.

 

Azken finean, ezker abertzale historikoak ez dauka, ofizialki erreformistak diren erakunde eta taldeekiko aliantza taktikoak gauzatzea ahalbideratzen duen ikusmolde teoriko-estrategikorik, kasurako, EA, Aralar eta Alternatiba, batez ere, krisi sistematikoko une historiko honetan, ikaragarri larria mundu osoan eta lehendik inoiz ikusi ez dena. Honako testu honen ikuspuntuaren arabera, aipatu estrategia iraultzailea sortzeko, eztabaidagai izan behar diren premiazko gutxieneko puntuak ez dira jasotzen goiko lerroetako dokumentuetan, era onuragarrian esanda, honako hauek ditugu:

 

Lehenik, gaur egungo munduko kapitalismoaren, bere funtsezko kontraesanen eta agertzear nahiz ezkutuko kontraesanen areagotzearen zehaztapena egitea. Bigarrenik, zehaztea nola gauzatzen den oraintxe kapitalismo mota hori Euskal Herrian eta euskal eraketa ekonomiko eta sozialean. Hirugarrenik, norena den Euskal Herria eta zein klase sozial den beraren jabea zehaztea, alegia, ekoizpen-indarren jabetzaren kontua xehatzea.
Laugarrenik, boterearen, estatu okupatzaileen eta eragile kolaborazionisten egituraketaren zehaztapena egitea. Bosgarrenik, klase sozial antagonikoen, goi-burgesia franko-espainiarraren, eskualdeko burgesia ertainen nahiz burgesia ertain autonomisten, burgesia txikien, herri langilearen eta langileriaren zehaztapena egitea. Seigarrenik, herri langilearen eta gurekin bat egin behar duten sektore ez-proletarioen konplexutasunaren zehaztapena egitea.
Zazpigarrenik, helburu historikoak eta taktika zehatzak lotzen dituen estrategiaren zehaztapena egitea. Zortzigarrenik, sozialismoaren eta nazio-independentziaren arteko dialektikaren garapena egitea, eta sozialismo independentistaren oinarrizkoaren xehapena egitea. Bederatzigarrenik, independentismo sozialistaren estrategia internazionalistaren zehaztapena egitea. Azkenez, hamargarrenik, aurretiko bederatzi puntuak garatzeko beharrezko den abangoardiako antolaketa-moldearen zehaztapena egitea.

 

Egia beti iraultzailea da, hamar puntu horien barnera sartzen delako, ikuspegi teoriko-estrategikoan laburbiltzen dituelako eta eguneroko praktikara eramaten duelako militante komunistez osaturiko erakunde baten bidez –horrexegatik, independentistak direnak- dituzten gaitasun etiko eta politikoak, prestakuntza teorikoa, espiritu kritikoa eta euskal, nazio- edo klase-autokontzientzia direla eta, pertsonarik trebatuenen artean aukeratuak direnak.

 

Premia larri horiek zehaztu gabe ezker abertzale historikoak denbora alferrik galtzen duen bitartean, inperialismo franko-espainiarrak nahikoa denbora eta ekimen edukiko ditu eskura bere estrategiak ezartze aldera, beti ere, Euskal Herrian kokaturik dauden burgesien laguntza zuzen edo zeharkakoarekin.

 

Petri Rekabarren

2014ko abuztuaren 14an

 

 

 

 

 

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