Destrozando gaztetxes

Esta mañana la policía autonómica española a mandato del ayuntamiento de Donostia gobernado por el partido del negocio vascongado ha procedido al desalojo del gaztetxe Kortxoenea del barrio de Gros.

Sus intenciones eran llevar a cabo rápidamente el atentado destruyendo el edificio pero las rápidas presiones populares lo han impedido y de momento la última noticia que se tiene al escribir estas líneas es que se ha paralizado momentáneamente el derribo por temas administrativos, del tipo de que no existían vallas. Pero en principio, sigue adelante la orden de destrucción del gaztetxe.

Cuando el PNV ha sido interpelado por este nuevo ataque contra el movimiento popular se ha hecho el sueco y ha echado las culpas a EH Bildu como si se pensara que nos chupamos el dedo y que los jeltzales se caracterizasen por defender los gaztetxes cuando han destruido y desalojado incontables de ellos.

El PNV podrá ser muchas cosas, pero no es tonto. Sabe detectar contradicciones y explotarlas en beneficio. Era consciente que el anterior gobierno de EH Bildu había dado el visto bueno a un proyecto urbanístico durante la pasada legislatura. Ese proyecto chocaba con el gaztetxe. EH Bildu se había negado a tirar abajo de buenas a primeras el gaztetxe y tenía planteados diálogos y alternativas a tratar con la asamblea del gaztetxe. Una vez llegado el PNV al poder municipal se han agarrado a ese proyecto y lo han derribado sin diálogo con los jóvenes ni presentar alternativas.

Pero el problema que subyace aquí, es que difícilmente a los gaztetxes se les puede presentar alternativas. Los gaztetxes son la alternativa, y los jóvenes se auto-organizan en ellos.

La ocupación y los gaztetxes no son un movimiento legal. Y no lo son porque en teoría no aceptan la legalidad. De hecho la combaten. El movimiento de ocupación surgió no simplemente para disponer de locales ante diversas necesidades, sino para arrancar de cuajo al capital espacios y devolverlos al control popular. Surgió para crear un poder popular enfrentado al poder del sistema, un poder inmerso en una ilegalidad que a través de la legitimización social compitiera con el estado de las cosas y la legalidad enfrentándose a él. Y hay que decir que esa pelea de legitimización ha sido bastante exitosa en Euskal Herria normalizando la ilegalidad de los gaztetxes.

Los que trabajan dentro de la legalidad a modo de caballo de troya no tienen que presentar alternativas sino blindar y ayudar, con triquiñuelas o desobediencia si hace falta a que los espacios recuperados justamente al capital permanezcan autónomos e intocables.

Los gaztetxes no solo son centros de cultura, que rápidamente hubieran sido fagocitados por la legalidad de la cultura burguesa, sino que son centros de clase y contrapoder. Esa es la razón de que el PNV los ataque siempre. Simplemente están haciendo defensa de sus intereses de clase que son opuestos

Si existe alguna institución legítima y cercana al pueblo donde existe una avanzada democracia y ayuda mutua, eso son los gaztetxes. Así que toca defenderlos para que la justicia, la verdadera democracia, y el poder popular se impongan a la legalidad del capital y sus instituciones.