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Nacionales E.Herria :: 31/08/2012

Juguetes rotos

Borroka Garaia
El común denominador que he percibido ha sido una falta de ilusión, cierto desapego por la “política”, resignación ante los hechos consumados...

Estos días pasados he tenido la oportunidad de hablar en profundidad con unos cuantos amigos que más o menos han tenido mi mismo perfil político. El común denominador que he percibido ha sido una falta de ilusión, cierto desapego por la “política”, resignación ante los hechos consumados y una preocupación clara en cuanto a las nuevas generaciones que puedan acercarse a la pelea por la dificultad que puedan tener de encontrar referentes incluso a nivel local. El caso no es que estos compañeros hayan sido nunca especialmente pesimistas sino todo lo contrario y además en momentos cuando ser optimista tenía un coste apreciable.

No creo que sean anécdotas ni que por casualidades geográficas esté sucediendo sino que podríamos hablar de algo generalizado en toda Euskal Herria. Y sobre todo en sectores donde la llama de la lucha estaba muy bien prendida y que han tirado adelante pueblos y barrios a base de una militancia sistemática y decidida.

No me gusta hacer análisis en puntos muertos ya que generalmente la foto puede salir distorsionada por diferentes motivos sino lo que habría que mirar es la tendencia. Y la tendencia es que esas perspectivas y sentimientos se van reforzando con el paso del tiempo en sentido negativo.

No es agradable hincar el diente a este tema porque las conclusiones que se pueden sacar chocan con el nivel de moral necesario e imprescindible que se necesita para enfrentarse a los retos que están delante. Pero en algún momento tendrá que ser tratado en profundidad ya que de no hacerlo, de no ir a la raíz de los síntomas, no se podrá curar una enfermedad que en mi opinión pone en peligro el sistema inmunológico de la izquierda abertzale.

Ante esta enfermedad, que en mi opinión es evidente su existencia, los antídotos vistos hasta el momento se han reducido a dos tipos de terapias de shock totalmente opuestas entre ellas. Por un lado la del “todo va bien” que en sí mismo sería la negación de la propia enfermedad, sobre todo a base de tiritas electorales que cubren la herida pero que no la sanan, y la del “todo va mal”, que se permite el lujo de echar constantemente sal en la herida. Obviamente ninguna de las dos está dando resultado. Y entre el “todo va bien” y “el todo va mal” no queda mucho espacio más que para entrar en un estado de pasividad a verlas venir y “a ver que pasa”.

Sobra decir que la verdadera energía y “secreto” de la izquierda abertzale resídia en los barrios, pueblos y ciudades, y que si se va perdiendo el “punch” ahí, siendo sustituido por titulares de prensa o macro-política, quizás aparentemente abarquemos mucho pero de tanto abarcar al final no quede potencia para apretar.

Un juguete es algo muy bonito, sin embargo un juguete roto se refiere al objeto que ha perdido su función y que ya no posee valor. Revalorizar lo ya casi inútil aún cuando es necesario es una tarea ardua. Sobre todo lo es cuando los valores y las coordenadas del empuje que han provocado esa desgana y falta de ilusión no se ponen en entredicho. Aun así, la realidad es tozuda y las necesidades afloran mas pronto que tarde y llegan tan pronto que ya se hace tarde. El problema consiste que cuando cada vez se hacen más evidentes esas necesidades, nos damos cuenta que los planos de la construcción no la tenían en cuenta. Por lo que, o se hace un re-diseño de los planos o tenemos sal y flores para rato con una infección que se va a enquistar. Estamos a tiempo.

La re-configuración del movimiento revolucionario socialista vasco del MLNV y la creación de un movimiento de acción directa en claves desobedientes que pueda romper el panorama de cierta inercia actual puede que sean dos de las claves que junto al resto de las fuerzas de la unidad popular de la izquierda abertzale (que tendrá que ser lo más amplia y fuerte posible con la aportación de todos) y junto a los aliados que inciden a favor de la liberación nacional y social puedan abrir nuevas brechas. Aumentando progresivamente el caudal electoral y la masa crítica, y activándola como fuerza social de choque. Fuerza sin la cual ningún proceso democrático podrá llegar a buen puerto y mucho menos dar el salto hacia un proceso de cambios radicales necesarios en el camino hacia el estado socialista vasco.

 

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