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Nacionales E.Herria :: 06/07/2016

Abian II: ¿Refundación de Sortu?

Petri Rekabarren
Nos recuerdan a las fantasiosas promesas de la Iglesia medieval a los pobres campesinos insurrectos

Cuando planificamos el orden de publicación de las cuatro entregas de esta serie, decidimos que la segunda tenía que salir inmediatamente después de las elecciones al Parlamento español del 26 de junio. La razón estriba en que debemos analizar si coincide la evolución electoral con el argumento electoralista sostenido desde hace mucho tiempo por sectores de la izquierda abertzale. Según él, la izquierda abertzale había llegado a un límite en su capacidad de crecimiento debido fundamentalmente a cuatro razones básicas, además de otras menores.

Una, la violencia daba la excusa al Estado para aplastar toda forma de lucha incluso pacífica, no violenta, fundamentalmente electoral, ilegalizando organizaciones, partidos y movimientos que el Estado decidiera que estaban relacionados con ETA; otra, esta presión había abierto un distanciamiento creciente entre la sociedad y la izquierda abertzale en beneficio del regionalismo autonomismo y españolismo; además, debido a las grandes dificultades de la izquierda abertzale para explicar su ideario también se debilitaban sus bases militantes, los movimientos populares y sociales, el sindicalismo, etc., una especie de espiral destructiva; por último, las detenciones, torturas, multas, condenas, inhabilitaciones... unido al endurecimiento inhumano de las condiciones de exterminio en las cárceles, todo esto reducía la cantidad y calidad de la militancia, multiplicando los efectos negativos de los tres puntos anteriores.

Era por tanto urgente dar un brusco giro absoluto, de 180 grados en los cuatro puntos: abandonar la violencia y exigir a ETA su autodisolución, empezando por el cese de toda violencia: si volvía a atentar sería denunciada públicamente por la dirección de la izquierda abertzale; acercarse lo más posible a la sociedad mostrándole con hechos el nuevo contenido pacifista, democraticista y exclusivamente político-institucionalista de la nueva izquierda abertzale, y aunque se continuaba hablando formalmente de tres formas de lucha -parlamentaria, de masas e ideológica- se abandonaron las dos segundas; abandonar las formas organizativas de militancia revolucionaria abriendo las puertas a quienes quisieran afiliarse, al margen de su nivel de conciencia y entrega; y abandonar la reivindicación de la Amnistía y aceptar las leyes españolas para, además de facilitar la salida de prisioneras y prisioneros, mostrar a la posible nueva militancia que ya no es arriesgado afiliarse a Sortu, como lo era con HB.

No hemos exagerado ni un ápice. Se pueden releer notas oficiales, declaraciones y entrevistas de prensa de dirigentes, declaraciones en tribunales o en libros editados ad hoc, como las de Arnaldo Otegi sobre sus tesis y opiniones, etc., para confirmar lo aquí escrito. Se pueden recordar los documentos de las reveladoras presentaciones colectivas de Altsasu e Iruña, y releer por qué se acepta la Ley de Partidos; se pueden releer las tesis de la llamada vía-Rufi y lo firmado por la llamada vía-Segura y las excusas puestas para justificar por qué se abandona la Amnistía primero y luego, ante la reacción en contra tanto fuera de Sortu como en el interior de la izquierda abertzale, intentar recuperar solo la consigna pero vaciándola de contenido.

Se puede y se debe releer esto, y más. Pero también hay que hacerlo a la par que se intenta comprender el porqué de las extrema vaguedad de los documentos oficiales que, se supone, debían expresar de manera concreta y sintética los objetivos, la estrategia y las tácticas que cohesionasen ese giro de 180 grados desde la violencia a la normalidad social a través de sacar el conflicto de las calles y llevarlo al parlamento. Los entrecomillados son expresiones reales utilizadas por dirigentes de Sortu. Pero es un intento baldío, un esfuerzo inútil querer encontrar algún argumento en los documentos oficiales de Sortu por no hablar de los de EH Bildu. Nuestro colectivo los ha analizado con paciente detalle y solo hemos encontrado la nada y en todo caso la ambigüedad reformista. Así hemos titulado precisamente la primera entrega de esta serie de cuatro en la que vamos a analizar el documento definitivo de Abian que va a servir de encuadre del proceso de refundación de Sortu. De aquí viene la importancia de este documento: que marca los límites que impiden que la refundación haga de Sortu una organización revolucionaria.

1.

Se recordará que terminamos la primera entrega con una cita aparentemente radical que analizaremos aquí, y con la advertencia de que, de seguir así las cosas, EH Bildu sufriría otro retroceso electoral en las elecciones del 26-J, como efectivamente ha sucedido. ¿Qué importancia tiene el resultado electoral del 26-J en el asunto que tratamos, sabiendo que son elecciones al Parlamento español en las que siempre ha descendido el voto abertzale? Pensamos que tiene más importancia que en otros momentos porque ahora hay que analizar ese resultado no solo dentro de la nueva estrategiasino también en el contexto español y vasco. Antes de seguir tenemos que recordar que el 20-D 2015 EH Bildu obtuvo 218.467 votos, y a los seis meses, el 26-J 2016 fueron 184.092, o sea 34.475 perdidos. Pues bien, respetando la especificidad del marco congresual español, entre los 334.498 de 2011 y los 184.092 de 2016, la izquierda abertzale ha perdido un total de 150.406 votos en el Congreso español.

Como hemos visto, el giro de 180 grados debía ser corroborado en tres escenarios de lucha: el electoral, el de masas y el ideológico. El electoral comenzó con una espectacular victoria en las Municipales de 2011 en Hegoalde y en las generales al Congreso de Madrid de ese mismo año. La euforia dominaba por todas partes, como veremos al detallar más adelante esas elecciones, sobre todo en Gipuzkoa en donde la Diputación y el Ayuntamiento de Donostia, además de muchos pueblos, eran de EH Bildu. Los sectores militantes que empezaban a dudar de la palabrería electoralista recordando que esta forma de lucha debía estar supeditada a la ideológica y de masas, tuvieron que bajar su voz en medio del griterío triunfalista: ¿acaso no había quedado demostrado que la línea oficial estaba en lo cierto? ¿Para qué protestar? ¿Qué proponían los críticos? ¿Volver al fracaso anterior?

No repetiremos lo que hemos ido exponiendo en los textos anteriores sobre la ausencia de cualquier estudio de la realidad. Aquí nos ceñimos a analizar cómo la vacuidad ideológica sostenida desde 2010 ha facilitado la continuidad de una práctica electoralista que nos ha llevado a la situación actual. Es mucho más fácil justificar el electoralismo recurriendo a grandes tópicos generalistas sobre la democracia, hegemonía de la sociedad civil, paz y otros que tampoco dicen nada concreto y que se repiten en el documento oficial de Abian como un sonsonete o un mantra mágico, según veremos.

Debemos recordar que Aralar no se había integrado en EH Bildu en las elecciones del 22 de mayo de 2011, las de la victoria, pero sí lo haría a finales de ese año, por lo que se presentó por libre en Vascongadas en las Municipales y con Nafarroa-Bai en las Forales y Municipales de este herrialde. De igual modo EH Bildu tuvo que presentarse por separado en las dos zonas electorales. En esas Municipales EH Bildu obtuvo 276.134 y 37.017 en ambas circunscripciones, y en las forales sacó 42.916. Se aprecia una ventaja de 5.899 votos entre las Municipales y las Forales y eso es debido a que en Nafarroa a los votos obtenidos por EH Bildu en los pueblos había que sumar los obtenidos de más para el Parlamento Foral. Por lo tanto, el resultado total de votos de EH Bildu en Hegoalde en el 22 de mayo de 2011 fue de 319.050 votos (276.134+42.916).

Como hemos dicho, Aralar no pertenecía aún a EH Bildu, y sus resultados en ese 22 de mayo fueron de 32.113 en las Municipales de Vascongadas, y 36.262 en las Municipales y de 49.768 en el Parlamento navarro, siempre en coalición con Nafarroa-Bai. Las cuentas estaban claras: EH Bildu había subido mucho y Aralar se estaba quedando rezagada. Pero los debates surgieron cuando a los pocos meses de ese mismo 2011, Aralar se integró en EH Bildu: ¿Hasta qué punto había que sumar los 32.113 votos vascongados de Aralar a los 319.050 de EH Bildu si se habían obtenido cuando todavía no se había integrado en esa coalición, dando un total de 351.163? Estaba claro que la misma duda no se planteaba de los resultados de Nafarroa-Bai porque se ignoraban los votos concretos de Aralar en la coalición navarra.

La duda se limitó a simples comentarios con opiniones diferentes, pero lo que sí es cierto es que en la mayoría de la corriente que daba más importancia a la política electoral e institucional que a la política de masas, de movilizaciones y de lucha de clases, en esa corriente se reforzó la linealidad mecanicista expresada en esta pregunta: ¿si EH Bildu ha obtenido ella sola 319.050 votos, qué sucederá en las siguientes elecciones cuando se le sumen todos o la mayoría de los 32.113 votos vascongados de Aralar, y los que le pertenecen de Nafarroa-Bai? La respuesta se vería en las próximas elecciones al Parlamento español a celebrar ese fin de año.

En el ínterin entre las dos elecciones se produjeron dos acontecimientos contrarios en sí mismos en ese otoño de 2011, que reflejan la opción del sector dominante en la izquierda abertzale oficial: por un lado, los duros choques entre los defensores del gaztetxe Kukutza de Bilbo, y la fuerza represiva vasco-española delegada por Madrid en el PNV, conocida como Ertzaintza, o cipayos por el pueblo. La dirección de Sortu presionó para la desmovilización y la pasividad y condenó loshechos violentos. Por otro lado, la famosa y fracasada Conferencia Internacional de Aiete, en la antigua residencia del dictador Franco en Donostia, Gipuzkoa, con mayoría de la izquierda abertzale: momentos de gloria fútil que solo sirvieron para mantener la ficción de que la comunidad internacional y sus servicios secretos sobre todo, quería la paz y la democracia en Euskal Herria.

La atmósfera institucional, legalista y normalizadora lo dominaba todo en la izquierda abertzale oficial, mientras que, por ejemplo, el pueblo trabajador sostenía continuadas huelgas generales desde 2009 contra el empobrecimiento y la precarización. En 2011, la pobreza severa afectaba al 4,1% de la población vasca, la pobreza normal al 15% y otro 20% tenía dificultades económicas para llegar a fin de mes, mientras que sólo 25.000 personas, el 1% de la población, disponían de un patrimonio de 37.502 millones de euros, el 56,57% del PIB. ¿A quién beneficiaba la paz?

Por un lado la ficción de la paz y por el otro lado la realidad de la lucha de clases. Se estaba abriendo rápidamente una fosa que separaba cada vez más a la Euskadi oficial de la Euskadi real. En el plano de las elecciones, el distanciamiento entre la ilusión reformista y la crudeza social fue haciéndose palpable en los comicios de 20 de noviembre de 2011 para el Congreso de Madrid. Recordemos para esa fecha ya se había integrado Aralar en EH Bildu con el nombre de Amaiur obteniendo 334.498 votos.

¿Con que otra cifra habría que comparar esos resultados, con la de EH Bildu a secas y la dinámica ascendente que se le atribuía, o también con la de los votos que debía haber aportado Aralar? O sea, ¿comparar los 334.498 solo con los 319.050 de EH Bildu o también con los 351.163 de EH Bildu más Aralar solo en Vascongadas, sin sumar sus posibles votos en Nafarroa-Bai por no poder ser precisados? En el primer caso se habrían ganado 15.448, pero apareciendo la duda: ¿a dónde había ido a parar el grueso de los votos de Aralar, más el de muchos internacionalistas del Estado español que es sabido que votaron a Amaiur? En el segundo caso, sumando solo las papeletas vascongadas de Aralar, se habrían perdido 16.665. ¿Dónde estaban? También era posible de que hubiera votos de EH Bildu que, junto con lo de Aralar, se hubieran abstenido al ser elecciones al Congreso español porque, hasta ese momento, el voto abertzale siempre había descendido en las españolas.

Parecía tratarse de un debate bizantino: intentar saber cuántos ángeles cabían en la punta de una aguja precisamente cuando los turcos bombardeaban Bizancio antes del ataque definitivo. Ahora igual: ¿por qué vamos a perder el tiempo discutiendo si la botella está medio llena o medio vacía cuando de lo que se trata es de ofertar propuestas atrayentes a lasociedad para que nos siga dando su voto? Con más votos, más poder parlamentario e institucional, y más facilidad para el tránsito pacífico a la democracia como base para la independencia. No tenía sentido, por tanto, divagar sobre si cambiaba algo o nada en la sociedad vasca. La cosa marchaba, y era suficiente. Sí convenía, por el contrario, desligarse lo antes posible de la vieja estrategia y para eso, entre otras medidas, se estaba convenciendo a los y las presas para que abandonasen la consigna de la Amnistía y optasen por soluciones individualizadas dentro del marco legal español: el verano de 2012 fue especialmente tenso en esa crucial problemática.

2.

Pero el debate sobre qué tendencia -ascendente o descendente- se estaba imponiendo cobró mayor importancia si cabe por sus directas consecuencias políticas en las elecciones Autonómicas de 2012 en Vascongadas, pese al optimismo oficial. Recordemos que EH Bildu sin Aralar en su seno obtuvo 276.134 en las Municipales de 2011; pues bien, seis meses después, en octubre de 2012 con Aralar en su interior obtuvo 276.989, un aumento de 855 votos en las Autonómicas. ¿Dónde podía haberse metido el voto de Aralar, o de EA, o de Alternatiba, o incluso de Sortu y de la izquierda abertzale en su conjunto porque las posibles sumas solo sumaban realmente muy poco: 855 votos? Téngase en cuenta que, en el proyecto electoralista, acercarse cuanto más al Gobierno de Gasteiz era decisivo en todos los sentidos, tan obvio que no vamos a perder el tiempo explicándolo: pero no llegó casi ni a un pasito adelante.

¿Tendría algo que ver en el resultado el desplome económico y el empobrecimiento popular que se estaba agudizando, o el claro abandono de la consigna de la Amnistía y otras adecuaciones a la nueva situación que se estaban imponiendo? Nadie de la dirección respondió, sino que al contrario se incrementó la descalificación y la exclusión de quienes se atrevían a hacer estas y otras preguntas. ¿Tendrían razón los críticos que advertían que los resultados electorales no dependen tanto de la campaña preelectoral y electoral como de los avances del pueblo trabajador en los últimos cuatro años? ¿Qué se había hecho en este decisivo frente, y en el de lucha ideológica para, en plena ola de ascenso, no se avanzase casi nada? Para los oficialistas fue que EH Bildu había ido muy rápido, no se había distanciado lo suficiente de la violencia y de la lucha de clases, como para tranquilizar lo suficiente a las bases del PNV y de Aralar y EA, así que había que acercarse más a lasociedad buscando su comprensión. Para los críticos, que cada vez abandonaban más a Sortu pero seguían en la militancia abertzale, lo que ocurría erq que el giro al reformismo no atraía a los reformistas y empezaba a cansar a los revolucionarios.

Los sectores electoralistas, conscientes de que no se mantenía la tesis de la tendencia al alza pregonada hasta entonces, pasaron a defender la del estancamiento, es decir, que transitoriamente se había dejado de crecer para darse un estancamiento que sería corto en el tiempo, justo lo que se necesitase para lograr la normalidad social, objetivo imposible por principio en toda sociedad capitalista, y por tanto también en la vasca, que en mayo de 2013 haría su octava huelga general desde 2009 contra la ofensiva antisocial y antidemocrática de la burguesía vasca, convocada por el sindicalismo abertzale con la oposición frontal del sindicalismo españolista.

Pero la dirección oficial de la izquierda abertzale entendía por normalidad social solo el plano de las negociaciones con el Estado para obtener la paz y dentro de ellas las presiones desde fuera al colectivo de presos y presas para que aceptaran una salida normalizada: el documento de EPPK de fines de 2013 fue parte de este proceso de paz pomposamente inaugurado en 2011 pero que no existía por lado alguno, al contrario, se incrementaba la violencia de la burguesía vasco-española y de su Estado protector, el español.

La tesis del estancamiento pareció ser confirmada oficialmente cuando en las elecciones europeas del 25 de mayo de 2014 LPD (BNG+EH Bildu), coalición en la que se integraba EH Bildu, obtuvo 324.534 votos, que pese a superar a los 178.121 de las durísimas elecciones de 2009, no sacaba mucha ventaja a las 306.903 de 1999, quedaban por debajo de las 360.952 papeletas de las europeas de 1987. Todo indicaba que, de tratarse de un estancamiento, este se escoraba hacia el descenso, pero se exigía cautela por la dificultad de comparar elecciones tan diferentes en tan diferentes años. Para entonces era inocultable el goteo de militantes históricos que dejaban Sortu para volcarse en la militancia revolucionaria fuera de ese partido.

Y de nuevo quedó sin respuesta oficial una pregunta clave: ¿qué efectos negativos pudo tener la condena de Sortu de las manifestaciones de protesta contra la presencia del rey español y contra el FMI en Bilbo en marzo de ese 2014, justo dos meses antes de las elecciones al Parlamento, por citar un único caso de los varios existentes y sobre todo de la sensación popular de que Sortu había acatado el orden? ¿Dónde estaba la tan nombrada desobediencia civil? ¿Qué efectos pudo tener la creación de Amnistía Ta Askatasuna justo dos días antes de las elecciones, y de IBIL poco antes? Las razonables y necesarias preguntas sobre por qué habían surgido en defensa de una aspiración histórica del pueblo vasco desde antes del franquismo, desde incluso cuando la II República reprimía a nacionalistas vascos, por no retroceder en el pasado, estas interrogantes fueron silenciadas por una masiva campaña de condena y agresión verbal, que lo único que hizo fue aumentar el malestar y el desconcierto en las variadas bases abertzales.

3.

Las elecciones Municipales y Forales del 24 de mayo de 2015 arrojaron una alarmante luz sobre esta y otras preguntas idénticas en el fondo y sobre la tendencia a la baja. En Vascongadas EH Bildu obtuvo 254.253 papeletas y en Nafarroa 54.461. Lo primero que se aprecia es un retroceso de 21.881 votos en Vascongadas con respecto a las Municipales de 2011 (276.134-254.253=21.881). Descenso políticamente aplastante en Gipuzkoa donde se perdieron las joyas de la corona: la Diputación Foral y Donostia, así como pueblos de supremacía histórica abertzale. Gipuzkoa había sido desde 2011 el argumento irrebatible de la entonces dirección de Sortu y EH Bildu. Sin embargo, los excelentes resultados de EH Bildu en Nafarroa fueron el bálsamo que tapó las llagas, pero que no las cerraron y menos aún las cicatrizaron, como se verá al poco tiempo.

Semejante derrota encrespó aún más las tensiones internas de manera que para finales de ese verano se anunció el debate Abian como forma de solucionar las contradicciones internas que amenazan con oficializar una escisión que ya existía en la práctica muy especialmente en la crítica reivindicación de Amnistía. Hemos seguido página a página el debate Abian en la serie de comentarios ya concluida, serie a libre disposición en la red como todos nuestros escritos.

Determinados grupos de militancia revolucionaria independentista se preguntaba por qué, por ejemplo, en las campañas y precampañas electorales del ciclo 2011-2015 no se había hecho una demostración de la fuerza de clase del pueblo trabajador demostrada entre 2009 y 2013 con sus huelgas generales, zonales y de empresa, con sus innegables resultados positivos que pararon muchas de las agresiones de la burguesía nacional vasca; por qué se había abandonado el contenido popular de las campañas y se las había industrializado en el peor sentido de la politiquería institucional burguesía; por qué miles de militantes y laguntzailes experimentados en patear calles y portales en las peores coyunturas represivas fueron abandonados sin explicación ninguna; por qué se había tirado por la borda la impresionante imaginación creativa de las campañas de HB en los tiempos en duros cayendo en campañas grises, tristes e insustanciales...

¿La nueva táctica electoral era una concesión a las exigencias de la mediana y pequeña burguesía para que se integrara en EH Bildu? ¿Qué más concesiones ignoradas por la militancia hubo? ¿Tenemos que hacernos estas preguntas para conocer el porqué de la suicida pasividad de EH Bildu en Donostia y Gipuzkoa en todo lo relacionado con la movilización popular contra el paulatino envalentonamiento de la derecha, desmovilización de masas que explica la derrota electoral? Mucha militancia pensaba que Abian respondería a este cúmulo de dudas públicas y de certezas que se rumiaban en silencio o en las conversaciones de cuadrilla, fuera de los oídos de la burocracia.

En pleno debate se produjo la hecatombe de las elecciones al Congreso del 20-D de 2015 con las que hemos iniciado este análisis de los resultados electorales: EH Bildu obtuvo 218.467 votos, y a los seis meses, el 26-J 2016, fueron 184.092, o sea 34.475 perdidos. Pues bien, respetando la especificidad del marco congresual español, entre los 334.498 de 2011 y los 184.092 de 2016, la izquierda abertzale ha perdido un total de 150.406 votos en el Congreso español. Y si comparáramos los resultados de las Municipales de EH Bildu en los dos territorios más los de Aralar en la Municipales de Nafarroa en 2011, que darían un total 351.163 entonces obtenibles, con el resultado de 2016, veríamos que EH Bildu habría perdido la friolera de 167.071 votos en cinco años.

4.

Hasta ahora, en el plano electoral la nueva estrategia ha sido un fracaso, pero más grave y mayor ha sido el fracaso de la política de masas, de la lucha de clases y popular, hablando claro, y de la lucha ideológica. Las tres han fracasado. Es desde esta verdad desde donde hay que leer la cita con la que terminábamos la primera entrega de esta serie de cuatro comentarios sobre el documento definitivo del debate Abian:

El Socialismo Vasco lo iremos construyendo de manera dialéctica, explorando nuevas dimensiones en los procesos sociales y avanzando hacia propuestas teóricas y prácticas más desarrolladas. La Izquierda Abertzale tiene que sentirse fuerte ante los retos de las próximas décadas, para estructurar en nuestro pueblo un Socialismo Vasco apegado a su cultura y formas sociales, para llevar adelante un proceso de democratización radical y transformación estructural de todos los ámbitos de la vida [...] el independentismo es un proyecto de emancipación social, un potente proceso de empoderamiento y movilización de amplios segmentos populares, un proceso generalizado de politización de la sociedad, es decir, una revolución democrática basada en la actuación soberana (p. 8).

Loables intenciones genéricas que no sirven para nada si no tienen contenido interno: ¿Qué quiere decir eso de construir el socialismo vasco de manera dialéctica? ¿Qué la lucha de clases dentro de Euskal Herria es inseparable de la independencia socialista por que se lucha contra las fuerzas ocupantes? No debe ser así porque el concepto de lucha de clases, que exige el de clase burguesa, explotación asalariada, plusvalía, etc., no aparece en el documento y es imposible saber qué es el socialismo si no se emplean tales conceptos. No puede saberse qué es el socialismo vasco si no se sabe qué es la burguesía vasca.

El documento Abian se refiere con algo más de insistencia a la experiencia de lucha autoorganizada del pueblo trabajador, etcétera, pero debiera empezar reivindicando las lecciones de la reciente oleada de luchas obreras y populares, que concluyeron en 2013, pero que con otros ritmos se mantienen hasta ahora mismo. El documento Abian tiene miedo a concretar lo elemental del socialismo vasco en la base a las experiencias pasadas y presentes del pueblo trabajador. Y este miedo, o peor, la decisión de escaparse de esos debates viejos para imponer la nueva estrategia, nos lleva a la pregunta: ¿puede refundarse Sortu si acepta como encuadre insuperable, método y fin el documento Abian? No.

Desde el primer párrafo del capítulo segundo leemos que: Los Estados español y francés no tienen ninguna oferta política que satisfaga las aspiraciones y necesidades de la ciudadanía vasca.. Solo puede mantenerse esta equivoca visión si se concibe al Estado como una simple máquina y a la sociedad vasca como algo uniforme y compacto. El Estado tiene variasofertas políticas que utiliza según le convenga, negociando o chantajeando a las diferentes fuerzas sociopolíticas que de un modo u otro asumen la dominación estatal y en especial asumen el capitalismo como único modo de producción aceptable. La sociedad vasca es muy compleja y contradictoria y en su interior luchan fuerzas sociales antagónicas con modelos estato-nacionales irreconciliables. Si el grupo motor que ha redactado la ponencia Abian tuviera una idea mínima de lo que es la manera dialéctica de pensar, no escribiría semejantes errores.

Partiendo de aquí no sorprende la centralidad que se da al concepto de decantación: se decanta el vino para que sus impurezas se depositen lentamente en el fondo, sin agitaciones ni sobresaltos que pueden romper la composición interna del vino. Pero este es un concepto que no sirve para la sociedad porque su empleo en las ciencias naturales se ciñe a un momento del proceso de producción de otro componente posterior mediante la separación o decantación de sus diferentes productos primarios, aislados ya, y antes del cambio cualitativo que creará otro nuevo producto diferente a los anteriores.

Se decantan mezclas heterogéneas resultantes de un proceso industrial que los ha unido y que deben aislarse una de otra para la producción ulterior de diferentes productos: se decanta el agua del aceite para emplear cada uno de esos componentes en la fabricación de productos distintos. Decantar es separar dos componentes para luego emplearlos de manera diferente. Este método mecanicista no sirve para la dialéctica social humana. En lógica formal, diríamos que la decantación es la separación que impide la contradicción, mientras que en lógica dialéctica diríamos que es el análisis que va unido procesualmente a la síntesis, a la unión de contrarios, de la que surgirá la verdad. No decimos nada nuevo cuando afirmamos que el formalismo mecanicista antidialéctico fue una de las fundamentales características del reformismo desde la segunda mitad del siglo XIX: marcha lenta, gradual, mediante la separación del opresor del oprimido, decantando a ambos para que mediante su concordia pacten un cambio pacífico que debe suceder con la regularidad de la ciencia natural.

Dado que hay que decantar las impurezas, el documento Abian recurre a otros conceptos posmodernistas, eurocomunistas, posmarxistas: relato, oferta, hegemonía... La historia de los pueblos oprimidos no es la de sus prácticas objetivas de luchas de liberación, sino la de mero contraste entre relatos, discursos, miradas... diferentes según cual sea la ubicación subjetiva de los sujetos individuales en el escenario. Para influir en esos sujetos y ganar la lucha por lahegemonía hemos de hacer una oferta independentista que convenza a los diferentes sujetos de su superior legitimidad si la comparamos con la española. La lucha de legitimidades es así básica para la conquista de la hegemonía mediante la confrontación democrática:

En este punto conviene aclarar cómo entendemos la confrontación democrática: dado que la legitimidad de la mayoría de la sociedad vasca es negada, la confrontación democrática consiste en enfrentarla con los poderes formales y fácticos que obstaculizan el proceso de democratización, buscando el choque entre legitimidades. Considerando legítimas las decisiones desobedientes de las instituciones vascas, la confrontación democrática necesita la activación de la mayoría social para poder alcanzar los objetivos (victoria del poder político vasco) y neutralizar total o parcialmente las reacciones represivas (p.12).

Sería bueno saber qué entiende Abian por instituciones vascas paso previo para creer que puedan desobedecer al Estado, pero no se nos responde a la pregunta. Imaginamos que son las instituciones actuales pero en manos de la democracia radical. ¿Qué puede pasar entonces con la desobediencia? ¿Han desobedecido los ayuntamientos en manos de EH Bildu, y la Diputación de Gipuzkoa? No. Se han aceptado hasta las banderas españolas que se rechazaban en la vieja estrategia. ¿Entonces? Abian responde que la Estrategia Independentista Transformadora también debe incluir el fortalecimiento de un espacio de contrapoder, presencia de identidades subalternas, movimientos fuertes y vivos (p.13). Vale, de acuerdo; parece ser que antes no existían, que fue un espejismo o una fugaz aurora boreal a lo sumo, la impresionante fuerza de masas autoorganizada en múltiples luchas. De la misma forma que se oculta a la juventud la oleada de huelgas de 2009 a 2013, solo parangonable a la griega antes de la traición de Syriza, ahora se silencian casi cincuenta años de movimientos fuertes y vivos, y se nos pone como excusa para empezar la desobediencia el que primero debemos crearlos.

¿Cómo crearlos? La respuesta aparece en la página 13: Como hemos mencionado anteriormente, en esta fase, sin dar por agotadas las prácticas de resistencia, hay que priorizar la construcción de proyectos alternativos. Tenemos que prepararnos para hacer una aportación determinante y permanente que incida en todos los niveles -social, cultural, intelectual, académico.... Fijémonos que de los cuatro niveles citados, tres de ellos, el 75%, corresponden a la casta intelectual, quedando el 25% restante encuadrado en eso llamado social. Sobre esta importante y permanente cuestión, la del papel y los límites de la casta intelectual en la lucha revolucionaria, nos extenderemos especialmente en la cuarta y última entrega dedicada a la teoría de la organización. Ahora solo queremos decir que ese 75% de primacía de la casta intelectual sobre losocial (¿?) es coherente con el método dirigista e intelectualista practicado desde el documento Euskal Bidea hasta el actual de Abian, cuando una y otra vez se le dice a la militancia lo que debe debatir y cómo.

Una característica de la casta intelectual es su necesidad profesional y psicológica de inventar cada poco tiempo nuevos términos que anulen las incómodas lecciones de la historia. Como cuestionar lo conseguido por medio siglo de la lucha revolucionaria de liberación nacional de clase puede ser un fracaso, además de demasiado trabajo, lo mejor es dirigir imperceptiblemente la atención de la militancia hacia la normalización social con el truco de inventar nuevos y llamativos términos: mientras que siempre se ha usado por su directo contenido radical y crítico el concepto de estrategia revolucionaria ahora se le impulsa a usar el blandibluff de Estrategia Independentista Transformadora, maleable al gusto del consumidor, como la plastilina. La casta intelectual es maestra en estas prestidigitaciones verbales.

La Estrategia Independentista Transformadora se basa en la desobediencia civil que en ningún momento es presentada con sus contenidos reales, excepto las buenas palabras. La desobediencia civil masiva aumentará la legitimidad popular y con ella la hegemonía de la oferta independentista desplazando y minorizando al relato del poder establecido: Por ese camino, los Estados se deslegitimarán a sí mismos y perderán su hegemonía, que cada vez es más débil. Así entendida, la desobediencia popular es una vía basada en la unilateralidad. En el camino hacia la transformación del modelo actual, no cierra la posibilidad de canalizar vías de diálogo o acuerdos con el sistema, pero no vamos a permanecer a la espera de ello y, sobre todo, no es ese el objetivo de esta forma de lucha (p. 13). Y remarcando esto, más adelante se nos dice que eltrabajo institucional que tiene la vocación de poner las instituciones al servicio de la democratización (p.14).

Estas palabras nos recuerdan a las fantasiosas promesas de la Iglesia medieval a los pobres campesinos insurrectos para que, dejando las armas y mediante rezos, ruegos y cartas al rey, mostrarle sus incapacidades logrando su abjuración en su sucesor, persona justa y respetuosa para con la ley de dios. Haciendo todas las salvedades lo esencial del relatoeclesiástico pasó por vías de sectas cristianas que no podemos ahora, al socialismo utópico y de aquí a los reformismos posteriores. La siguiente cita incide en lo mismo pero de manera directa al objetivo de la Estrategia Independentista Transformadora, a saber:

El independentismo vasco no debería considerar las instituciones como terreno ajeno, sino como terreno de lucha fundamental en el proceso de democratización. Esa visión no elimina la tensión entre instituciones y movimiento popular, sino que la resitúa en el nuevo paradigma. Básicamente se podría expresar así: las condiciones están dadas, ahora materializa tú las decisiones (por un lado); crea las condiciones para que yo pueda materializar las decisiones (por el otro lado). Por lo tanto, el accionar de una sociedad basada en la autoorganización consciente de la ciudadanía es lo que debe guiar la actuación de las instituciones, porque es la fuente de todos los pasos que se consigan en las mismas y, al mismo tiempo, la garantía de que el proceso liberador se mantenga vivo ante logros limitados (p. 14).

Costaría muy poco esfuerzo adaptar espacio-temporalmente este mensaje a la Edad Media, o viceversa, para ver cómo la vía reformista de credulidad en las instituciones del poder surge como alternativa a la vía revolucionaria desde que emergen las contradicciones sociales, nacionales y patriarcales inherentes a la economía mercantil capitalista en sus primeras formas allá por el siglo XIV, adaptándose desde entonces a las nuevas necesidades de la propiedad burguesa, sobre todo a partir del siglo XVII. Podemos entender ahora más fácilmente esta declaración explícita de idealismo histórico basado en el sobredimensionamiento de las capacidades de la llamada sociedad civil:

La construcción del discurso adquiere un lugar central en el actual contexto histórico, con el objetivo de que amplios sectores populares compartan un conjunto de ideas (hegemonía). Las ideas, los conceptos -los discursos- crean realidad, son instrumentos necesarios para la polarización de la sociedad [...] Si queremos conectar con amplios sectores sociales, tendremos que medir, afinar y reinventar los discursos... (p.15).

Una razón sustantiva que explica por qué se ha abandonado la reivindicación de la Amnistía y se ha aceptado la creencia en la efectividad del manejo de las leyes represoras franco-españolas, en la caída en picado en el idealismo histórico. Incluso si se lograse que el idealismo histórico rozase el agnosticismo neokantiano de la paz perpetua como imperativo categórico, ni incluso así se refundaría Sortu y menos aún liberaríamos a nuestras prisioneras y prisioneros.

 

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