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Nacionales E.Herria :: 08/04/2025

Aberri Eguna 2025 (I‑II)

Petri Rekabarren
A diferencia de 1932, en 2025 la izquierda independentista que se está recomponiendo tiene una experiencia muy superior, lo que es decisivo para encarar el presente y el futuro

¿Qué ha cambiado entre el primer Aberri Eguna de 1932 y la importancia de continuar celebrando el Aberri Eguna? ¿Por qué sigue siendo necesario celebrar el Aberri Eguna a pesar de los noventa y tres años transcurridos? ¿Qué futuro podemos tener dentro de esa trampa llamada «autonomía estratégica» europea? ¿Cuál sería nuestro futuro si nos limitáramos a levitar en las nubes de la «revolución internacional» cosmopolita?

Debido a la importancia crítica que en estos momentos tienen estos y otros interrogantes, vamos a dividir el artículo en dos partes: en la primera expondremos nuestras opiniones sobre su significado histórico y actual; en la segunda, sobre las lecciones extraídas de los posicionamientos frente al evento de partidos, colectivos, sindicatos, etc., así como sobre la cuantía de las asistencias y sobre el valor cualitativo de tales participaciones.

Desde 1917 y desde la creación de la Internacional Comunista en 1919 se popularizaba por el mundo la teoría leninista del derecho de los pueblos a la autodeterminación y a la independencia. Para 1921 se empezaba a debatirla en el pueblo trabajador vasco, pero la dictadura militar española de 1923 a 1931 cortó de cuajo su trascendencia pública recluyéndola en la clandestinidad.

Las reflexiones y propuestas del joven Partido Comunista de Euskadi sobre la independencia nacional, la amnistía, la salida del país del ejército imperialista español, etc., asustaban a la burguesía vasca. También le asustaban, pero menos, algunas escisiones por la izquierda del PNV que exigían radicalidad y coherencia, como ANV.

En 1932 el pueblo trabajador y en especial la mujer obrera y campesina sufría los efectos de la crisis de 1929: desempleo, empobrecimiento e inflación, incremento del imperialismo franco-español contra Euskal Herria con la irrupción de su «nueva» forma fascista. La negativa de Madrid a conceder el Estatuto de Estella de 1931, encorajinaba el sentimiento nacional.

La lucha de clases se recuperaba tras la dictadura militar en Hego Euskal Herria, destacando por ejemplo las movilizaciones para recuperar las tierras comunales especialmente en Nafarroa. En Ipar Euskal Herria también se constataba una cierta recuperación trabajadora, cultural y euskaldun. La lucha de clases era una realidad objetiva y el Aberri Eguna burgués de 1932 no podía ocultarlo por mucho que apareciera como el único acto oficial. De hecho, ya existía un embrión de independentismo comunista antagónico al nacionalismo burgués y al foralismo derechista, por lo que debemos decir que ese primer Aberri Eguna estaba roto internamente por la opresión nacional de clase y por la esencia capitalista del PNV.

Conviene recordar que la crisis de 1929 inició la segunda Gran Depresión del capitalismo mundial, salvándose la URSS gracias a la planificación estatal tendente al socialismo. En estas condiciones el PNV convocó el primer Aberri Eguna para mostrar su fuerza de masas y su aceptación del orden, consciente de la impresionante historia insurreccional del proletariado desde 1890 lo que se comprobaría de nuevo desde 1934 en adelante, una vez que el nazismo se apoderó de Alemania, comenzó su rearme y advirtió que su objetivo era destruir la URSS y cualquier rastro de socialismo. En la práctica, fueron dos Aberri Eguna antagónicos. Esta inconciliabilidad de fondo y de forma se ha agudizado hasta 2025 y se tensará más.

Si la Primera Guerra Mundial era el resultado de las contradicciones imperialistas provocadas por la primera Gran Depresión, la de 1873 – 1893, la Segunda Guerra Mundial será desencadenada por las contradicciones de la crisis de 1929 – 1940. La tercera Gran Depresión estalló en 2007 – 2008, se ha ido agravando, extendiendo e intensificando a pesar de los denodados esfuerzos imperialistas por cerrarla echando sus costos sobre la espalda de la humanidad explotada.

Ahora, en 2025, la situación del capital mundial es más grave e inquietante en todos los sentidos que en 2007 – 2008, teniendo grietas que minan su estructura socioeconómica que no existían ni siquiera podían ser imaginadas en 1932.

Una de las novedades del capitalismo de 2025, que no existía en 1932, es el conjunto de nuevas formas del capital financiero-especulativo, ficticio y de alto riesgo que, en apariencia, ha desplazado a segundo lugar al capital industrial-financiero, el único verdaderamente productor de valor mediante la explotación de la fuerza de trabajo, reduciendo el devenir de las leyes tendenciales y de las contradicciones del capital al caprichoso azar de la «economía de casino», tema clave al que volveremos.

Retrocedamos un poco para entenderlo mejor. El desarrollo de la lucha de clases a escala mundial forzaba reflexiones incluso sobre los límites del imperialismo tal cual se expresaba en 1917: los cambios en los monopolios, la exportación de capitales, la naturaleza del capital financiero, la función de la ley del valor en todo ello… La dialéctica entre las dificultades endógenas que lastran la acumulación ampliada y la presión de las luchas de clases y de liberación nacional antiimperialista forzó la aparición de nuevas formas del capital y de sus correspondientes resistencias a todos los niveles.

Desde la década de los años 70 se volvieron a recuperar debates imprescindibles sobre la crisis, la teoría del derrumbe y los límites del crecimiento, el imperialismo y la militarización, el salto del dilema socialismo o barbarie al dilema comunismo o caos, del exterminismo como expresión reciente del imperialismo, la dialéctica entre espontaneidad y organización, el papel de las vanguardias, la lucha contra las nuevas alienaciones y fetichismos, etc. Lo que con razón se conoce como la larga V Asamblea es producto de esta impresionante exuberancia de praxis que aún nos sigue alimentando.

El Consenso de Washington de 1989, un paso más en el proteccionismo imperialista y en la destrucción de las defensas de los pueblos débiles para saquearlos mejor, oficializa la contraofensiva del capital y abre una fase nueva que, sin embargo, no es eterna sino que se agota en una década, con la crisis de 2001 que anuncia la de 2007 – 2008. Aunque EEUU y la Unión Europea reaccionaron de forma diferente, la esencia clasista de ambas respuesta a la tercera Gran Depresión fue la misma: más liberalización de capitales y más proteccionismo imperialista, por un lado, y, por otro, más violencias contra los Estados que se niegan a obedecer. Occidente ha desatado a los Jinetes del Apocalipsis –peste, hambre, guerra y muerte– con la orden de aplastar todas las resistencias. La peste surge de la privatización de la salud humana; el hambre de la privatización de la energía; la guerra de la industria de la matanza humana y la muerte del salto y síntesis cualitativa de las tres anteriores. Es esta nueva síntesis la que nos exige seguir celebrando el Aberri Eguna.

Además de la OTAN y de otros medios de terror y exterminio, el capitalismo de 2025 tiene otros instrumentos de opresión y explotación que no existían en 1932, entre los que destacan los fondos de inversión y otros gigantescos conglomerados que mueven billones de dólares y euros a la velocidad de la luz saltando de un país a otro, como la bíblica plaga de langostas. BlackRock, por ejemplo, maneja activos superiores a 10 billones de dólares, nada menos que seis veces el PIB del Estado español, con fuerte presencia en el 60% de las empresas del IBEX-35.

No hablamos de otros grupos igualmente poderosos que también controlan desde dentro el capitalismo «francés», «español» y «vasco», gracias al apoyo imperialista del que son parte esencial, lo que les permite nadar como tiburones en el océano del capital financiero-especulativo y ficticio de alto riesgo, arrasando países y culturas, reduciendo la independencia de los Estados intermedios y débiles a simple soberanía formal que oculta una dependencia real hacia los dictados del imperialismo.

Disponen de una amplia, rica y muy adaptable panoplia de armas para la guerra socioeconómica como los cuasi omnipotentes fondos-buitre, soberanos, de pensiones, de inversión, de capital-riesgo, de inversión-libre, por no hablar de las grandes aseguradoras internacionales y de las manadas de bancos que como hienas devoran los restos de las matanzas sociales. Pero siempre tiene los ejércitos como recurso definitivo.

Visto esto, debemos saber que a diferencia de 1932, en 2025 la izquierda independentista que se está recomponiendo tiene una experiencia muy superior, lo que es decisivo para encarar el presente y el futuro.

Experiencia interna, logros, conquistas, derrotas y auto-derrotas, escisiones y abandonos…; experiencia externa, la lucha de clases y de liberación nacional en el mundo con sus lecciones teóricas que, entre otras cosas, confirman la valía del marxismo y el deber ético de combatir cualquier tipo de opresión y de injusticia con los medios que se vean necesarios en cada momento. Una mirada objetiva muestra que ha fracasado el objetivo de la auto-derrota de hace una década: crear una sólida alianza interclasista entre la burguesía y el soberanismo reformista apoyada por los socioliberales y reformistas españoles para «normalizar» y pacificar la vida política encadenándola en las instituciones españolas.

Este objetivo ha fracasado por dos razones. Una ya la hemos explicado en la trilogía sobre el milagroso «nuevo ciclo político» que ha muerto antes de nacer. La otra porque grupos de la extinta izquierda abertzale mantuvieron su militancia en medio del triunfalismo pueril que vociferaba sobre la «victoria de la democracia». Grupos diversos que sin embargo tenían un denominador común: no rendirse, recuperar y actualizar lo mucho de bueno almacenado desde que, primero, el marxismo asumió el independentismo de clase y, después, desde la década de 1950 hasta ahora, cuando la guerra social se recrudece en todas partes, también en Euskal Herria, y cuando su expresión extrema, la guerra bélica, también empieza a empeorar la vida del pueblo trabajador.

Es ahora, por tanto, cuando debemos criticar con más rigor si cabe la trampa de la «autonomía estratégica» europea que nos propone el soberanismo que, todo hay que decirlo, ha rechazado en el Ayuntamiento de Durango junto con el PNV la propuesta del colectico Ehun de asumir y extender la consigna de la República Vasca Independiente. Según sus representantes, la «autonomía estratégica» es incompatible con la OTAN y con la sumisión al imperialismo yanqui que tiene 100.000 tropas y 275 bases en la Unión Europea. Podríamos decir que así dicho no tendríamos ninguna objeción. Pero el problema radica en que la visión de «Europa» que tiene el soberanismo es totalmente falsa, basta escuchar la intervención de veinte minutos de la representante de EH Bildu en el Parlamento español el pasado 26 de marzo para darse cuenta que esa «Europa» no fue creada para la paz como se nos dice, sino para la guerra social interna y la guerra imperialista externa.

Sentimos un cierto sonrojo al tener que recordarle al reformismo verdades al alcance de quien quiera conocer la historia: «Europa» fue creada por la burguesía antisoviética y colaboracionista con el nazifascismo, dirigida por EEUU y Gran Bretaña, como soporte para lanzar la mal llamada «guerra fría», es decir, la contraofensiva imperialista para recuperar su dominio del mundo, perdido precisamente por la lucha de clases entre 1917 y 1948. La «autonomía estratégica» embellece y a la vez distorsiona la naturaleza reaccionaria de la Unión Europea, confunde y desconcierta a los pueblos trabajadores y refuerza la siempre peligrosa ficción pacifista.

Pero si el soberanismo parece que se vuelca en lograr objetivos concretos aunque ilusorios, la otra corriente surgida de la auto-derrota de la mayoría de la extinta izquierda abertzale, caracterizada por su comunismo en extremo abstracto y por su desdén hacia la opresión nacional de clase, reduce al Aberri Eguna a una fecha incómoda que solo merece un escueto comunicado de prensa, un trámite anual sin importancia. Podemos rastrear la moda intelectual cosmopolita y falsamente internacionalista que rechaza la independencia de clase ya en dos escisiones en ETA en 1967 – 1970, moda que renace una y otra vez aunque con menos fuerza. Comparando contextos, el Movimiento Socialista no alcanza pese a sus esfuerzos el impacto desorientador de aquellas escisiones. Una de las razones es que menospreciaron menos que el Movimiento Socialista el potencial revolucionario de la opresión nacional, siempre valoraron más que los comunistas etéreos la importancia material y simbólica del Aberri Eguna, aun criticando todos los «nacionalismos».

La importancia de celebrar o no el Aberri Eguna nace de lo expuesto aquí tan brevemente. No estamos en 1932 ni bajo la dictadura franquista, sino inmersos en una crisis capitalista nunca sufrida hasta ahora. Según qué camino tomemos podremos avanzar hacia el socialismo y la independencia o retrocederemos hacia formas más duras de opresión nacional, de explotación de clase y de dominación burguesa. Reforzar el Aberri Eguna del pueblo obrero no solo es seguir con la línea de recuperación mantenida hasta ahora, sino dar un salto cualitativo hacia adelante.

Durante las tres semanas que faltan, veremos qué dicen y hacen las diversas corrientes sobre todo lo que envuelve el Aberri Eguna, cómo lo organizan o lo marginan, lo que dicen en los actos y qué implicaciones tiene sobre Euskal Herria. En la segunda parte haremos una valoración general insistiendo en sus consecuencias.

2 de abril de 2025
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