Arrepentidos
El pasado fin de semana tuvimos noticia de los resultados sobre el debate que ha llevado a cabo Euskal Preso Politikoen Kolektiboa, y son incontables las reacciones y declaraciones producidas desde entonces. La propuesta aprobada por el Colectivo dará por bueno que, a partir de ahora, cada preso y presa pueda elegir qué pasos dará ante la legalidad penitenciaria a la hora de obtener beneficios.
Pensamos que en la medida en la que el EPPK hace una lectura política, también es legítimo poder hacer una crítica política, advertir de las consecuencias que puede tener la decisión, y decir que será en perjuicio de la unidad de los presos y presas políticas y que, por lo tanto, aumentará su indefensión.
Sin embargo, el objetivo de este escrito no es ese, ya que para hacer lecturas de ese tipo ya hemos tenido tiempo antes y lo tendremos también en el futuro, porque las posiciones políticas no se consolidan de un día para otro, sino por medio de dinámicas que se alargan en el tiempo. Nos han generado una gran preocupación algunos mensajes difundidos, en la mayoría de casos desde el anonimato y por medio de las redes sociales, contra los presos y presas que han dado el «sí» a la propuesta de la dirección del EPPK: «arrepentidos», «221 presos comunes más», «traición»…
Aun no estando de acuerdo con los parámetros del debate (campaña de presión iniciada en 2012, actitud de los medios de comunicación, haber evitado la confrontación ideológica en la calle mientras se condicionaba el debate desde allí, bloqueo informativo para que no se conociera el sistema penitenciario de grados…), no podemos aceptar de ninguna manera ataques de este tipo contra quienes han sido nuestros compañeros y compañeras de patio.
No podemos olvidar que algunas de esas personas, a pesar de los desacuerdos ideológicos que mantengamos hoy, han sido nuestro apoyo mientras hemos estado en la cárcel, que son quienes ante el enemigo han estado a nuestro lado en plantes, huelgas de hambre, encierros y demás iniciativas, quienes se han preocupado por nosotros y nosotras en los momentos duros. No podemos olvidar que algunos de ellos llevan un montón de años presos o que a algunas les quedan largas condenas por cumplir, y que no se puede llamar arrepentido a quien nunca se ha arrepentido.
Por otro lado, no nos parece justo poner sobre sus espaldas la responsabilidad principal de la situación actual ni juzgarles de manera tan severa. Entre los presos y presas que lo han aprobado hay quien actúa con total convicción e ilusión, hay quien no siendo de su gusto el final de la película, llegados a este punto lo ha dado por bueno, hay quien está llegando al límite de sus fuerzas y sin arrepentirse quiere explorar otros caminos. En cualquier caso, nadie que no se arrepienta es un arrepentido.
No busquemos la responsabilidad de la situación en el eslabón más débil de la cadena, ya que el principal problema está en la calle. Si no somos capaces de fortalecer el movimiento popular esta situación no tendrá vuelta atrás. No podemos pedirles a los presos y presas el esfuerzo que no hacemos nosotros, no podemos pedirles más a las presas y presos mientras no hagamos todo lo necesario para fortalecer el movimiento popular. Nadie habría tenido valor para proponer a los presos que aceptaran la legalidad penitenciaria si después de 2009 hubiéramos sido capaces de mantener la calle al pil-pil.
En lo que respecta a la lucha por la amnistía, le pediríamos a todo el mundo que haga su aportación mediante la organización. Para sacar este proyecto adelante no es suficiente con dar una palmadita en la espalda ni acudir a dos o tres manifestaciones al año. Tenemos el convencimiento de que hemos hecho una apuesta de gran potencialidad, pero en la actual situación toman absoluta importancia las aportaciones constructivas. Se lo debemos a todas las personas que han puesto su confianza en nosotros, sobre todo a los represaliados y represaliadas políticas que nos han apoyado de manera pública y, muy especialmente, a los cuatro presos que están fuera del Colectivo, porque su ímpetu es nuestra fuerza, porque nuestra fuerza es su aliento.
Terminaremos como hemos empezado, diciendo que la crítica política es legítima y afirmando que si alguien nos quiere llevar la contraria tendrá que dar argumentos. Pero no perdamos la perspectiva, y en este momento en el que los Estados quieren dar la puntilla a los presos, deportados y huidos políticos, actuemos con respeto hacia ellos.
Fernando Lizeaga, Ziortza Fernandez Larrazabal, Jon Beaskoa, Sendoa Jurado, Expresos políticos y militantes pro amnistía