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Nacionales E.Herria :: 28/03/2025

¿Y de ahora en adelante qué?

Petri Rekabarren
Por qué es un camino sin salida el mito de que Euskal Herria se encuentra ante una nueva fase política que va a permitir por fin dar pasos irreversibles hacia la «soberanía»

Hemos terminado el ciclo de tres artículos (1, 2, 3) sobre por qué es un camino sin salida el mito de que Euskal Herria se encuentra ante una nueva fase política que va a permitir por fin dar pasos irreversibles hacia la «soberanía» de «geometría variable» aceptada por el Estado español. Sin embargo, algo raro y llamativo está pasando entre quienes defiende el milagroso «nuevo ciclo»: muy recientemente su representante más notorio ha hecho unas muy breves declaraciones a raíz del aniversario de los asesinatos de trabajadores el 3 de marzo de 1976 en Gasteiz (4) en las que ha recuperado una parte de los conceptos que permitieron a la extinta izquierda abertzale alcanzar los impresionantes logros prácticos que ahora algunos se empeñan en negar o minusvalorar. ¿Por qué se ha recordado al pueblo trabajador y al socialismo, conceptos desaparecidos prácticamente desde hace más de una década de los documentos y de la práctica de EH Bildu y de Sortu? Antes de responder debemos contextualizar el momento.

El pasado 13 de noviembre 2024 el presidente de Gobierno Pedro Sánchez llamó a reforzar la «unidad territorial» en una reunión de presidentes autonómicos. Desde entonces la exigencia de una mayor «unidad territorial» se refuerzan a diario. Ahora bien, a simple vista ya no es la misma imposición férrea del franquismo o de finales del siglo XX, ahora incluso el gobierno dialoga con las burguesías regionalistas y autonomistas haciendo promesas que no cumple o desvirtuándolas del todo.

Un ejemplo lo tenemos en su «generosidad» al dar algo más de 83.000 millones de euros a las comunidades autonómicas para intentar taponar las vías de agua debajo de la línea de flotación del «Estado de las Autonomías», ideado a todo correr en 1978 en un contexto muy diferente al actual. Se presenta como «generosidad democrática» lo que es un parche desesperado para reforzar el barco estatal ante los temporales que se están desencadenando.

La propaganda oficial de que la «economía va bien» y que el Estado es ahora mismo la «locomotora de Europa» junto con Portugal, de que el paro va bajando pero se mantiene de los más altos de la Unión Europea, de que se ha ralentizado el avance del empobrecimiento, de que existe menos inseguridad en los contratos laborales, etc., es solo la parte externa de una realidad de fondo más grave. Pero en la medida en que todavía se mantiene un relativo crecimiento cuantitativo, en esa medida el gobierno del PSOE y Sumar tienen un cierto margen para prometer alguna reformilla en los «derechos autonómicos» –simple descentralización administrativa –, como los que está negociando con la derecha regionalista catalana de Junts sobre el control de la emigración.

Junts exagera esa concesión transitoria como si fuera el «principio de la independencia», pero en realidad no supone ya un peligro real para la «unidad territorial» porque, por un lado, veremos que el poder del capital se ha ramificado mucho; por otro lado, Junts, el Gobierno español y el capital en su conjunto saben que, por ahora, el potente movimiento independentista de hace ocho años ha sido tan «normalizado» que nada menos que la Caixa ha decidido volver a Catalunya; otras grandes empresas catalanas hacen lo mismo. Es decir, el bloque de clases dominante da por acabada la «revuelta separatista», derrota afianzada con el apoyo del Gobierno español a su agente en Barcelona, el PSC, con regalos y concesiones que refuerzan el nacionalismo español.

Sin embargo, los problemas estructurales siguen, el Estado no ha recortado las distancias que le separan de la Unión Europea y va retrocediendo internacionalmente, la productividad del trabajo se estanca y/o retrocede según el marco comparativo que empleemos, lo mismo sucede con la inversión en I+D+i, las pymes van apagándose, la fuerza de trabajo envejece y el terrorismo laboral se dispara al alza…, como lo hace a su costa el enriquecimiento exponencial de la burguesía.

Estas debilidades estructurales, que se mantienen durante años, están además agravadas por otras dos características del contexto actual: la asumida pérdida de independencia efectiva, no solo formal, del Estado en la Unión Europea y en Occidente, y las ineludibles órdenes imperiales de rearme intensivo para acogotar a Eurasia antes de declararle la guerra. Sobre la primera, debemos saber que en 2024 el 46% de las leyes españolas venían impuestas por Bruselas, que 11 de las 24 leyes del Boletín del Estado eran normativas europeas, además de otras muchas formas de imposición «aconsejadas» por instituciones europeas y yanquis.
El bloque de clases dominante en el Estado asume alegremente esa dependencia ya que es consciente desde hace un siglo al menos que «España es el problema, Europa la solución» al decir de Ortega y Gasset.

Ello le lleva a aceptar de forma entusiasta todas las imposiciones exteriores como las del llamado Pacto de Estabilidad y Crecimiento elaborado por primera vez en 1997 y luego endurecido y ampliado seis veces en sus restricciones hasta 2024. Este Pacto se diseñó para reforzar el modelo austericida y restrictivo del Tratado de Maastricht de 1992 superado por la tendencia a la caída de la tasa media de ganancia del capitalismo europeo. Durante este tiempo y según estudios incuestionables, los salarios en la Unión Europea se han estancado o retrocedido en el último tercio de siglo entre otras cosas por las medidas de la «democracia europea».

La otra cuestión que debemos tener en cuenta es que las contradicciones y limitaciones del imperialismo le están llevando a endurecer aún más si caben las órdenes a los Estados secundarios, como el español y a otra escala el francés con sus efectos desastrosos sobre Euskal Herria. En las tres entregas sobre la patraña del «nuevo ciclo» expusimos el progresivo empeoramiento del contexto internacional, así que nos remitimos a ellas porque nos permiten comprender ahora por qué y para qué la Unión Europea ha cifrado por ahora en 800.000 millones de euros el gasto estimado en «defensa», de los cuales 150.000 millones serán préstamos muy baratos e inmediatos a la industria militar. Aun así es solo una parte del casi impensable despilfarro irracional en armas y en represión que el subimperialismo europeo asume para ayudar a su amo yanqui en la guerra mundial que está organizando.

Tamaña destrucción de riqueza devenida en muerte caerá sobre las cansadas espaldas del proletariado europeo. Con fría indiferencia ante su futuro, Bruselas propone además de otras medidas criminales, como el robo de los 300.000 millones de euros de fondos rusos congelados ilegalmente en bancos europeos, también invertir en armas parte de los millones del Pacto de Estabilidad y Crecimiento oficialmente intocable hasta este abril de 2025. Como marxistas sabemos que, al final, toda la riqueza surge del trabajo explotado de la clase obrera, reduciendo su salario y destrozando su precaria forma de vida. Ahora también sucederá lo mismo, peor aún, ya está sucediendo.

Hego Euskal Herria, la parte de nuestra nación oprimida por el Estado francés, es y será la más dañada por los delirios desquiciados de Macron, presidente de la República que no sabe cómo parar el hundimiento de su país, derrotado en las excolonias, con una deuda impagable, con una economía al borde de la quiebra y sin ejército para defender los intereses internos y externos de su burguesía. El pasado 15 de enero de 2025 este débil ejército hizo las maniobras Perseo simulando el paso del río Dnieper en Ucrania y el norte de Kiev, preparándose para una guerra contra Belarus y Rusia, mejor decir contra Eurasia. Las tropas de París y el mercenariado francés han participado en la criminal guerra de la OTAN contra Rusia desde su comienzo y antes de 2022 fueron importantes en la preparación, desde 2014, de esta guerra imperialista que se «entrenó» asesinando a más de 14.000 personas de las Repúblicas Populares del Donbass y obligando al exilio en Rusia a más de 1.500.000 de personas.

El belicista Macron ha propuesto que su arma nuclear pase a ser la base del arma nuclear de la Unión Europea que empieza a formarse en el mayor de los secretos. Obedeciendo a Estados Unidos, Bruselas organiza la guerra imperialista contra Eurasia en Occidente para que el Pentágono pueda centrarse en el frente Oriental. No se pueden exagerar los desastrosos efectos que este irracionalismo tendrán sobre las naciones que oprime París: Macron ha dicho que las muy encadenadas lenguas de estos pueblos «dividen a la nación francesa». París sueña con que la juventud obrera que tendrá que asesinar y dejarse matar en el nuevo «frente ruso» expire su aliento último en francés. Según Macron es necesario «morir por la patria» para justificar los más de 400.000 millones de euros que se van a dilapidar en armas en los próximos años, sobre todo en armas nucleares y en un portaaviones. Pero Macron está acompañado por Pedro Sánchez que ha anunciado que para 2029 la parte oficial del presupuesto de defensa llegará al 2% del PIB.

¿Es acaso este panorama de crisis total el que ha llevado al representante de Sortu y EH Bildu a rescatar siquiera brevemente la «superada» terminología de socialismo y de pueblo trabajador? Pareciera que sí, que la dirección de la «geometría variable» se ha dado cuenta que las cosas van peor de lo que se podía sospechar cuando rechazaban el marxismo y adoptaban el pragmatismo de la «nueva estrategia» impuesta hace tres lustros y que, por tanto, había que hacer algo.

La «nueva estrategia» no tenía para nada en cuenta el estallido de la gran crisis de 2007 – 2008, y lo decimos con conocimiento de causa. La «nueva estrategia» flotaba en el vacío conceptual de la ideología reformista rechazando de mil modos el marxismo, incluido el desdén chulesco típico de los ignorantes, y lo decimos, también, con conocimiento de causa. Los años de fugaz y débil recuperación económica de una parte del capitalismo dieron aire a la euforia reformista, pero para 2018 volvía la realidad cruda agravada por la pandemia y sus costos posteriores. Las contradicciones se aceleraron tras 2022 hasta llegar a la situación actual y es ahora cuando oímos hablar de socialismo y de pueblo trabajador a uno de sus representantes.

Ahora bien ¿se puede hablar de socialismo y de pueblo trabajador solo en un mitin sin que exista una práctica masiva y continuada que se centre en ellos, de tal forma que esas alusiones sean olvidadas rápidamente por las pocas personas que las han oído? Puede hacerse y se hace cuando lo que interesa es llenar el vacío conceptual de años sin tener que girar a la izquierda. Cuando la burguesía europea dice abiertamente que hay que prepararse para la guerra reduciendo salarios y derechos; cuando la burguesía vasca con el apoyo de las fuerzas políticas españolas aísla perfectamente a EH Bildu, que pese a ello no hace sino repetir que quiere llegar a «acuerdos de nación»; cuando la «nueva estrategia» es impotente para liberar a los y las prisioneras pese a todas las promesas realizadas durante años…, tal vez sea el momento de airear algunos viejos términos.

Aún resuenan las profecías según las cuales la «nueva estrategia» estaba en condiciones de acceder a la Lehendakariza en la CAV. Hipotéticamente, tal cosa podría llegar a suceder en una situación extrema en la que, como último recurso para apuntalar la «democracia», se forzase un pacto de «salvación nacional» burguesa legitimado por la presencia del soberanismo. En esta hipótesis, el pueblo trabajador sería el sacrificado en ese altar y un «socialismo» hueco y vacío sería una de las flores que embellecerían la democracia tolerada por el imperialismo en esos momentos. Nada más.

Pues bien y terminando con la respuesta a la pregunta que inicia este artículo –¿Y a partir de ahora, qué? –, tenemos que decir que, primero, la estructura organizativa, ideológica y de mantenimiento económico del soberanismo le imposibilita del todo para que, siquiera una parte de ella, intente pensar y actuar según los acertados y correctos criterios de la V Asamblea en su sentido de historia larga. Es decir, desde la mitad de la década de 1960 hasta finales del siglo XX, la V Asamblea fue el marco conceptual que con sus tensiones, escisiones y mejoras, impulsó las victorias sin las cuales ni Euskal Herria, ni el pueblo trabajador ni el socialismo se habría desarrollado hasta la fuerza alcanzada a finales del siglo XX.

Los objetivos históricos, las estrategias y tácticas, el modelo organizativo, etc., de la V Asamblea fueron dinamitados desde dentro a la vez que la represión y los cambios del capitalismo, desde la década de 1990, remataron la tarea. Hoy es objetivamente imposible que los sepultureros revivan aquellos logros porque ni quieren ni pueden hacerlo.

Lo que nos lleva a la segunda parte de la respuesta. Solamente pueden lograrlo las fuerzas políticas que desde hace unos años se organizan fuera del soberanismo y que no se han disuelto en un nuevo estatalismo como lo hicieron algunas escisiones del MLNV en varios momentos. Únicamente estas fuerzas pueden, saben y quieren actualizar en la lucha de clases actual lo que de bueno y permanente tiene la V Asamblea, y solo ellas pueden dar el salto al futuro sin caer en los dos agujeros negros: el reformismo soberanista y el reformismo estatalista.

Esta segunda parte de la respuesta nos lleva a reflexiones vitales que desbordan con creces las limitaciones de este escrito, propuestas concretas para debates concretos que iremos presentando en su momento.

9 de marzo de 2025

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1. ¿Nuevo ciclo político? (I‑III)

2. ¿Nuevo ciclo político? (II‑III)

3. ¿Nuevo ciclo político? (III‑III)

4. https://x.com/ehbildu/status/1896550124190351536?s=48&t=DOCI1gQf1qGd3VbDBBCnvA

www.boltxe.eus

 

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