"Nuestro objetivo es que l@s represaliad@s vuelvan a una Euskal Herria libre"|#LH_DebateAmnistia
Sendoa Jurado es ex-preso político vasco y portavoz del Movimiento Pro-Amnistía y Contra la Represión
La reivindicación de la amnistía, ¿Es acertada o desacertada en el actual contexto político en Euskal Herria?
Desde el momento en el que existen represaliad@s polític@s es necesario socializar el concepto de la amnistía. La reivindicación de la amnistía acarrea no reconocer como democrático al estado al que se le exige que la aplique, y eso es lo que da legitimidad a la lucha de quienes sufren la represión, y por lo tanto impide la criminalización de estos últimos. Creemos que ningún movimiento político que se denomine revolucionario puede renunciar a reivindicar la amnistía de quienes más han dado por sacar adelante dicho proyecto revolucionario.
Además, si bien es cierto que nuestro movimiento define la amnistía como la vuelta a casa sin condiciones de l@s represaliad@s polític@s y la resolución de las causas que originaron su existencia, y que esto se puede ver como algo lejano, la reivindicación de la amnistía nos puede dar a corto plazo muchas victorias: la primera es la victoria de la memoria sobre lo que ha pasado en Euskal Herria en el último medio siglo de historia política, creando un muro de contención contra la versión de dos estados, aunque principalmente del español, que pretende desdibujar el conflicto político para asimilar a un pueblo, haciéndolo ver como un problema de una organización terrorista contra un estado democrático. Desde ese estado se ha tratado de comparar en muchas ocasiones a est@s represaliad@s polític@s con violadores y psicópatas pero todo el mundo sabe que nadie pide la amnistía para unos violadores ni psicópatas. Todo el mundo sabe que a lo largo de la historia la amnistía se ha reivindicado para quienes han sufrido la represión de estados de corte dictatorial que han aplicado la tortura, el asesinato, el secuestro, las redadas masivas, la prohibición de organizaciones políticas, las palizas a manifestantes que en algunos casos han acarreado muertes, el cierre de medios de comunicación… La reivindicación de la amnistía nos otorga esta primera victoria, que es la de gritar, primero a nuestros vecinos que han mirado hacia otro lado ante estas atrocidades pero también al mundo, que los estados español y francés vulneran los derechos más elementales de nuestro pueblo y de cada uno y una de los que lo formamos.
La segunda victoria que a corto y medio plazo nos otorga esta reivindicación es la de no cortar el cordón umbilical de la lucha con las generaciones venideras. Nos preocupa especialmente que quienes hoy tienen diez años de edad, cuando tengan veinte, ni siquiera recuerden que en las cárceles y en el exilio sigue habiendo gente a la que se le consume la vida en las peores condiciones por haber tratado de construir un futuro mejor para esas generaciones más jóvenes. Y es que hacer desaparecer el carácter político de l@s militantes puede tener este efecto de indiferencia hacia l@s represalid@s. Cuando alguien sufre determinadas consecuencias por luchar a favor de algo con lo que te identificas recibe la solidaridad de la gente, incluso hasta de quien puede no estar de acuerdo con los medios que haya utilizado. Esa es la diferencia entre la solidaridad y la caridad, entre quien se compromete de por vida con l@s represaliad@s “por lo que son” y quien se sube a la ola mientras dura el verano “a pesar de lo que son”.
Otra victoria es la psicológica, que afectará al todo el pueblo y de manera muy especial a l@s represaliad@s. Evidentemente no es lo mismo saber que en Euskal Herria cuentas con el apoyo, o cuanto menos con la comprensión de miles de personas, que saber que quienes hasta ahora han sido tus compañer@s te pidan que reniegues de tu lucha, de lo que eres y que además pidas disculpas.
Señalar también que en los últimos meses hay un interés especial por caricaturizar la reivindicación de la amnistía catalogándola como una utopía, diciéndonos que hay que ser realistas y que es imposible. La amnistía depende de personas, depende de cambiar mentalidades para forzar posiciones de gente de carne y hueso. Quienes la han abandonado están utilizando los argumentos más inverosímiles para justificar sus posturas y están vendiendo como victorias la aceptación de los parámetros que durante años nos han intentado imponer nuestros enemigos. Se están diciendo cosas como que utilizamos la amnistía como bandera de enganche y para desgastar las posturas políticas de otros. Y la pregunta es, ¿por qué se desgastan sus posturas políticas cuando reivindicamos la amnistía? Eso es algo que nos tendrán que explicar porque no existe la tan cacareada ruptura democrática sin amnistía, como no existe una independencia unilateral sin represión si previamente no hay un proceso de amnistía. Da la sensación de que hay algo que no le están contando al pueblo y el pueblo tiene derecho a saber la verdad.
Por otro lado, hace poco un portavoz de una red que se manifiesta por los derechos humanos de los presos (obviando la existencia de huidos) dijo en referencia a la reivindicación de la amnistía que existen dos formas de subir al Everest: “una rodeando la montaña y otra, con la que nunca llegas a la cima, que es en línea recta”. Solo le recomendaría que si de verdad quieren subir al Everest no preparen a la gente para dar un paseo por Artxanda, que es lo que están haciendo, porque se van a quedar en el camino muy pronto, y más si quien va de guía arrastra tan larga trayectoria en el arte de dar falsos mapas a los alpinistas. Nosotr@s nos estamos preparando para llegar a la cumbre. Si no lo conseguimos que no sea por no habernos preparado para el reto.
¿Es incompatible un movimiento que reivindique la amnistía con uno que reivindique los derechos de los presos?
No solo no son incompatibles sino que son absolutamente complementarios, y de hecho, cuando mayor auge tomo el ‘Euskal Presoak Euskal Herrira!’ fue en la década de los 90, cuando la presión social consiguió que partidos políticos que habían abanderado e impulsado la dispersión tuvieran que retractarse de su postura, aunque solo fuera discursivamente y siguieran deteniendo y torturando a centenares de militantes para que los encarcelaran a cientos de kilómetros de Euskal Herria, como fue el caso del PNV.
Tampoco se puede obviar que en las cárceles (y en el exilio con más precariedad en muchos casos) se viven situaciones extremas, como las de l@s pres@s enferm@s, que tienen especial urgencia. A estas situaciones hay que darles solución lo antes posible y creemos que si una mayoría se ve identificada con la reivindicación de su salida de la cárcel, la unión hace la fuerza y hay que fomentarla, pero sin perder nunca la perspectiva de que nuestro objetivo es que tod@s l@s represaliad@s vuelvan a una Euskal Herria libre y con garantías de que no se vuelvan a llenar las cárceles.
Ahora bien, si esa defensa de los derechos humanos se pretende instrumentalizar para otros fines que se parecen bastante a los que plantea el enemigo, con nosotr@s que no cuenten. Me estoy refiriendo a la cuestión de hablar de derechos humanos sin tener en consideración el motivo por el que son vulnerados. Está muy extendido el argumento de que los estados aplican estas y otras medidas por venganza y esto no es así, por lo menos no es solo por venganza. L@s represaliad@s polític@s y especialmente l@s pres@s son utilizados como rehenes para debilitar las posiciones políticas de quienes se enfrentan a los estados. En este último análisis parece ser que también Sortu coincide, pero busca una forma diametralmente opuesta a la que nosotr@s planteamos para superar este chantaje. Hay dos formas para acabar con la dispersión: la primera es gracias a una presión social que haga insostenible a los estados mantener esta medida incluso en tiempos de máxima confrontación, algo que no se ha conseguido, pero que no impedía que con sus virtudes y vacíos, el pueblo siguiera manteniéndose en una actividad combativa considerable. La segunda, que es más fácil que llegue, es la que se deriva de que la resistencia revolucionaria ha perdido tanta fuerza que los estados consideren que en la situación actual ya no hace falta un nivel represivo tan alto y se adapte la nueva situación, en una posición más cómoda y además dando una imagen de adaptación a los requerimientos de instancias internacionales. Una posición más flexible que se puede volver a endurecer si la oposición del pueblo aumenta. Y con la aplicación de la tortura y otras medidas represivas se puede decir lo mismo.
Por eso es muy importante saber explicar que los motivos por los que los estados vulneran los derechos de l@s pres@s son absolutamente políticos y llevados a cabo en base a planteamientos mucho más maquiavélicos que la simple visceralidad de la venganza.
Desde “Zutik Euskal Herria”, ¿qué pasos concretos se han dado en el proceso de liberación nacional y social de este pueblo? ¿Y en materia de presos?
Es cierto que en determinados momentos, momentos muy puntuales, se ha conseguido movilizar a una cantidad de gente que no se movilizaba en otros contextos ni en otros formatos. También se ha conseguido que haya más poder institucional en manos de gente abertzale y de izquierdas. El problema es cómo se gestiona todo eso y si ha servido para romper con el sistema o para integrarse en él. La respuesta se consigue haciendo una radiografía de la salud del movimiento popular. Se ha entrado en una fase de dirigismo en la que las bases solo sirven para llevar adelante los planteamientos de pequeñas élites, siendo los militantes de base manejados como marionetas de una manera que antes no habíamos visto. La estrategia es no gritar, no ensuciar, no meter ruido, borrar cualquier atisbo de espontaneidad en las movilizaciones por miedo a que si el pueblo se expresa ponga en peligro el status quo de las pequeñas élites, acatar la legalidad que nos ahoga, renunciar a nuestros principios y desideologizar a nuestra propia militancia.
En materia de presos no es distinto. En los últimos días hemos sido testigos de la presión ejercida por destacados militantes de Sortu para empujar a l@s pres@s polític@s a que asuman la legalidad como forma de “ayudar a avanzar” a un proceso que ni siquiera existe más allá que el de la descomposición ideológica y social de uno de los movimientos políticos más ejemplares de Europa en las últimas décadas.
Se está intentando que l@s pres@s asuman una legalidad que como primer punto les exige renunciar a lo que son, a su lucha y a lo que representan ambos. Y desde los impulsores de Zutik Euskal Herria se plantea diciendo que lo importante es vaciar las cárceles sin importar cómo, y sobre todo sabiendo que con esta legalidad tenemos presos para muchísimo tiempo. Nos lo explican obviando la importancia que tienen las palabras y el lenguaje en el desarrollo de las formas de pensar. El lenguaje, antes que describir una realidad, la crea. El ser humano es el único animal con capacidad de creer, no en lo que ve, si no en lo que le cuentan, y esto es gracias al lenguaje. Y además, el lenguaje es una estructura que determina casi en su totalidad la producción de nuestra subjetividad. El lenguaje opera en la conciencia colectiva engendrando nociones de lo correcto e incorrecto. Por eso el estado español determina en su Reglamento Penitenciario que l@s pres@s polític@s podrán acogerse a salidas anticipadas si se arrepienten, rechazan su actividad etcétera.
Porque los estados saben que el efecto psicológico que esto tendrá condicionará a nuestra generación y a varias más en su forma de plantearse las luchas a favor de la liberación social y nacional de Euskal Herria, así como sobre la legitimidad ética de las luchas a llevar a cabo, siempre en detrimento del oprimido.
Como último apunte sobre lo que está sucediendo en las cárceles, el llamamiento de Sortu al EPPK a replantarse sus posiciones, tiene como objetivo que l@s pres@s polític@s dejen de ser un escollo para las aspiraciones ocultas de este partido, sin que para ello les hayan importado las dificultades que este colectivo está teniendo para mantener su cohesión interna. Existen datos de la intención de Sortu de desprenderse de aquell@s pres@s a los que considera un lastre para el recorrido de integración en el sistema que este partido está llevando a cabo y esta es una operación que tiene como objetivo tal fin. Para ello llevan meses preparando el terreno, inventando un culpable (en este caso el Movimiento Pro Amnistía y Contra la Represión) para lo que está por llegar. Más pronto que tarde la verdad acabará saliendo a la luz. De momento solo podemos decir que no va a haber ni un solo represaliado que se quede tirado por negarse a pasar por el aro de los estados español y francés.
¿Qué otras cosas pueden estar influyendo en esta situación?
Existen tendencias que empujan a la desmovilización. Vivimos en una sociedad de consumo donde ni siquiera lo importante es tener mucho, sino poder seguir comprando más, aunque algunas de nuestras necesidades más básicas estén en verdadero riesgo de no poder ser satisfechas. Pero ahí vuelve a entrar el factor psicológico del miedo a perder las migajas que tenemos y la creencia de que ganar es utópico.
Pero por otro lado las razones objetivas para la lucha son las mejores desde hace mucho tiempo. Muchas de las cosas que se consiguieron con tanto esfuerzo y sacrificio se están yendo por el retrete. Hacernos conscientes de esta situación debe ser un revulsivo para animar a la gente a salir a la calle a luchar por lo que es suyo. Tenemos que ser conscientes de que ante la crisis que desde 2008 está sufriendo el sistema capitalista, la clase obrera de Euskal Herria era el espejo en el que esperaba mirarse el resto de esa Europa socialista que también existe. Desde entonces, las grandes potencias financieras del mundo han hecho un esfuerzo enorme por aplicar en Euskal Herria ese manual de la contra-insurgencia, por meter a nuestro pueblo en este proceso “unilateral” hacia la nada. Aún así seguimos teniendo potencialidad suficiente para dar la vuelta a la situación, pero eso solo llegará de la mano de la organización y la lucha y hay que seguir animando al pueblo a sumarse a ella.