Colonialismo de derecha e izquierda


Generalmente no suelo visitar la prensa oficial española pero hoy he hecho una excepción. Y no es para menos. Después de la Diada en Catalunya, esperaba una sesión del club de la comedia con el facherío y tengo que reconocer que no me han decepcionado.
Hasta he llegado a leer en un portal español que se las da de periodismo de investigación, que los malvados separatistas catalanes han utilizado maniquís de cartón-piedra para rellenar tramos de la Vía Catalana. A punto de derramar de la risa el relaxing cup of café con leche, ha pasado también por mis ojos la editorial melodramática del periódico de Martínez el facha, que casi me hace saltar las lágrimas. Suplican de rodillas y entre sollozos al gobierno de Rajoy que por favor abandonen la agenda secreta con Mas y las negociaciones en la sombra sobre un estatus económico específico y que pongan orden frente a la sedición independentista. Y ya se sabe lo que significa el orden para esta gentuza.
En cualquier caso, que la derecha española cavernícola sea fiel al legado franquista de la “una, grande y libre” no extraña a nadie. Así como tampoco sorprende que la socialdemocracia española siga sus pasos. Que el PPSOE es el partido único del régimen español lo saben ya hasta en el Comité Olímpico Internacional.
Lo que no es de risa, sino mas bien para llorar es que llegados al 2013 el flamante miembro del PCE y coordinador general de Izquierda Unida no sepa aún lo que es la autodeterminación ni aunque le lleven de las orejas a firmar documentos ICV y EuiA.
Dejando de lado a los partidos institucionales españoles, los que se llevan la palma del patetismo han sido los comunicados ante la Diada de los de la “españa antes fascista que rota”. Esa izquierda revolucionaria española que hasta se dice comunista, alguna anarquista y que es opuesta a un proceso de independencia.
El mismo año que se firmaba el manifiesto comunista (1848), alguien dijo que “En América hemos presenciado la conquista de México la que nos ha complacido. Constituye un progreso, también, que un país ocupado hasta el presente exclusivamente de sí mismo, desgarrado por perpetuas guerras civiles e impedido de todo desarrollo, un país que en el mejor de los casos estaba a punto de caer en el vasallaje industrial de Inglaterra, que un país semejante sea lanzado por la violencia al movimiento histórico. Es en interés de su propio desarrollo que México estará en el futuro bajo la tutela de los Estados Unidos” . Al siguiente año añadió: “O acaso es una desgracia que la magnífica California haya sido arrancada a los perezosos mexicanos, que no sabían qué hacer con ella?
Esa misma persona por esas mismas fechas afirmó en relación a Euskal Herria que “No hay nación alguna en Europa que no cobije, en alguno de sus rincones, ruinas de uno o más pueblos, resto de una población antigua, reprimida y subyugada por la nación que más tarde ha sido portadora del desarrollo histórico. Estos restos de nación, pisoteados despiadadamente por la marcha de la historia, como dice Hegel,estos desechos de pueblos, son siempre y lo seguirán siendo, hasta su completa asimilación o desnacionalización, los fanáticos de la contrarrevolución, de la misma manera que su existencia es una protesta contra la gran revolución histórica”.
Pueblos sin historia, “naciones periféricas” condenadas, supuestamente, a no tener un estado propio y a la reacción, algo muy hegeliano.
Estamos hablando del amigo de Marx, Friedrich Engels.
Y es que Marx tampoco se le quedaba a la zaga. El bueno de Karl Marx llegó a justificar la opresión nacional de la India a manos del imperio británico apoyando su colonialismo pese a rechazar “los métodos” en muchos casos brutales de las fuerzas de ocupación debido a que eso traía el “progreso histórico”. También cabe destacar el bochornoso escrito sobre Simón Bolivar realizado por Marx.
Y es en ese punto donde se ha quedado momificada esa izquierda revolucionaria española antes mencionada.
El marxismo sin embargo no se quedó momificado. Evolucionó. Los propios Marx y Engels dieron un viraje teórico radical a sus tristes postulados eurocéntricos, y a su cosmopaletismo de izquierda. Y llegaron a una mayor comprensión de la cuestión nacional.
En el caso del análisis de Irlanda ese cambio radical ya era obvio. El proletariado inglés no liberará a Irlanda ; será Irlanda la que se liberé así misma y el proletariado del estado opresor debe apoyarles en su liberación nacional. Son los pueblos oprimidos el sujeto de su liberación, el marco autónomo para la lucha de clases enlazado mediante el internacionalismo y no el intervencionismo del proletariado del estado opresor.
Sin embargo, tras Marx, la segunda internacional volvió en parte a los viejos vicios anti-pueblos. Casi la mitad del congreso celebrado en 1907 apoyó la versión de “no repudiar ni en principio ni para siempre toda forma de colonialismo, el cual, bajo un sistema socialista, podría cumplir una misión civilizadora”.
Solo Lenin fue firme y contundente en rechazar semejante estupidez, apoyando la autodeterminación de las naciones sin excepción y en cualquier contexto, sin imperialismo ni colonialismo de ningún tipo, ni “humanitario”, ni “civilizado” ni siquiera “socialista”.
A partir de ahí el marxismo ha estado dividido entre los que defienden la postura de Lenin y los que siguen negando procesos de emancipación nacional en nombre del socialismo, lo cual se tradujo en nacionalismo de estado frente a nacionalismo revolucionario de liberación nacional. No es casual que ese nacionalismo de estado encubierto sea prominente entre el proletariado de estados que oprimen nacionalmente, incapaces de desgajarse de ser apéndices de su burguesía estatal. Ese es el caso de gran parte de la izquierda española y francesa.
Con el Anarquismo no ha sido muy diferente. En la interpretación de lo que es el anarquismo es habitual cometer un error de apreciación y entender lo libertario como ajeno a la tierra, la etnia, la lengua o la nación, confundiéndose la crítica del Estado con la de la autodeterminación de los pueblos, como afirmaba Jakue Pascual. Esto ha producido en muchos casos, cercanos como el estado español y francés, un alineamiento pasivo con el colonialismo y el imperialismo en vez de una apuesta por la emancipación nacional y el desarrollo de una alternativa y teoría que prácticamente han sido obviadas.
Argala fue clarividente en ello. “Si los partidos obreros españoles no lo comprendiesen así y buscasen frenar el proceso político vasco en un intento de integrarlo en el de sus respectivos estados, estarían haciendo un triste favor a los trabajadores vascos y a la clase obrera en general. La incomprensión que hasta el presente han demostrado a las peculiaridades de la lucha en Euskadi es consecuencia directa de su incomprensión de la existencia misma del Pueblo Vasco.”
La negación de Euskal Herria o Països Catalans como marcos autónomos de la lucha de clases, la subordinación al marco estatal español, el anti-independentismo, la negación de realidades objetivas y concretas como la opresión cultural, la equiparación entre nacionalismos de liberación y nacionalismos imperialistas, la injerencia política obviando el internacionalismo y el sucursalismo son muestras directas de la no aceptación práctica del derecho de autodeterminación.
Y hay que decir con tristeza que los partidos españoles del proletariado no lo han comprendido así como alertaba Argala y que están haciendo piña con el nacionalismo español para parar el proceso independentista en Catalunya en vez de apoyar las posturas de la clase obrera catalana en su lucha contra la burguesía que intenta dilatar y ahogar un proceso soberanista. En el caso de Euskal Herria no es diferente.
Pero como también decía Argala entre el pueblo español hemos encontrado también auténticos revolucionarios que han sabido reconocer la existencia y los derechos de nuestra pueblo; desgraciadamente muy pocos. Pero añadiría yo, cada vez más, que no están simplemente dispuestos a aceptar de forma paternalista o retórica el derecho de autodeterminació, que es meramente un derecho democrático, sino la opción revolucionaria del pueblo trabajador vasco y del catalán que es la independencia y el socialismo.