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Nacionales E.Herria :: 06/08/2018

Creando la Izquierda Abertzale

Petri Rekabarren
La Alternativa de KAS adolecía de un proyecto de poder popular basado en la acción directora de la clase obrera y del pueblo trabajador

Primera parte

https://www.boltxe.eus/creando-la-izquierda-abertzale-i-de-iv/

Seguna parte

https://www.boltxe.eus/creando-la-izquierda-abertzale-ii-de-iv/

Tercera parte

https://www.boltxe.eus/creando-la-izquierda-abertzale-iii-de-iv/

Presentamos aquí la cuarta y última entrega del análisis que estamos realizando del documento de EH Bildu en el que exponía su proyecto de estatuto y sobre todo su concepto de soberanía. En esta última entrega vamos a argumentar por qué es necesario (re)construir la Alternativa KAS y vamos a ofrecen unos puntos muy sucintos para un debate revolucionario urgente.

Mientras redactábamos esta última entrega hemos asistido al espectáculo de los montes pariendo un ratón, el llamado Nuevo Estatuto que gira fundamentalmente alrededor de un concepto muy conocido: «pacto social» entre burguesía y clase obrera. Hemos analizado en las tres entregas anteriores la involución del reformismo abertzale hasta dar este salto para más atrás, retrocediendo más que lo hizo Euskadiko Eskerra en su momento.

En la primera entrega desvelamos qué es el pragmatismo anglosajón elevado por EH Bildu a guía metodológica de su quehacer político: el abandono de los objetivos y de la estrategia para poder negociar sin problemas con la burguesía con tal de lograr algún objetivo táctico. En la segunda expusimos lo básico de la dinámica de clases en Euskal Herria, esa amplísima población explotada directa o indirectamente por la burguesía «aliada», «democrática», etc., mostrando cómo el reformismo abertzale pensaba solo mediante términos interclasistas que niegan las contradicciones y ocultan la explotación. En la tercera analizamos algunos de los retrocesos cualitativos que asumía el documento de EH Bildu para debatir con la burguesía, concernientes a los derechos del pueblo trabajador, a su capacidad de autoorganización e independencia de clase.

Las tres nos permiten comprender al instante tres cosas: una, el contenido del Nuevo Estatuto; dos, el calibre del giro reformista de la izquierda abertzale oficial; y tres, la urgencia de levantar una Alternativa revolucionaria. Como hemos anunciado, en esta última entrega solo explicaremos la tercera porque la primera ha quedado claramente expuesta en los análisis anteriores, y porque la segunda viene siendo comentada desde, al menos, hace cuatro años si no antes.

Vamos a presentar a debate 35 tesis sobre la Alternativa revolucionaria:

Una nueva fase de lucha de liberación nacional de clase se ha abierto forzada por los cambios del capitalismo mundial en las últimas décadas. Tales cambios han sido causados por la dialéctica de la crisis: por un lado, el accionar de las contradicciones inherentes al capital y, por otro lado, la lucha de clases en su expresión esencial y permanente que, en sus momentos álgidos, desarrolla su contenido político dirigido contra la dictadura del salario. Los efectos de esta dialéctica no solo impactan en los pueblos oprimidos en los que sus burguesías han renunciado a su nacionalismo de clases, sino también en los débiles Estados formalmente independientes.

Las transformaciones del capitalismo que en origen se remontan a las primeras medidas introducidas a comienzos de la década de 1970 para aplastar la oleada prerrevolucionaria entonces en ascenso, además de comprenderse solo desde lo dicho en la tesis 1. Esta ofensiva destrozó sectores antiguos de la clase obrera internacional y debilitó al resto gracias a la represión policial, monetarista y neoliberal, pero también al colaboracionismo de la burocracia político-sindical, del eurocomunismo y del dogmatismo libresco de la intelectualidad universitaria de izquierda cuya parte mayoritaria volvió a su redil de clase burguesa cuando los Estados apretaron las clavijas. La implosión de la URSS fortaleció la euforia imperialista, destrozó a las envejecidas izquierdas anulando su ya agotada capacidad de respuesta a las necesidades planteadas por los gérmenes de lucha de clases que renacían tenuemente desde finales del siglo XX, de modo que la crisis de 2007 fue su defunción práctica.

La mundialización de la ley del valor culminada en este período ha significado la definitiva supeditación de las reivindicaciones nacionales burguesas de débiles Estados, formalmente independientes, al capital financiero transnacional y a los grandes Estados imperialistas: el mito ya hundido del «socialismo del siglo XXI» en América Latina así lo demuestra: estas burguesías no se atreven a oponerse frontalmente al imperialismo. En Europa, sucede lo mismo con los Estados endeudados y débiles: Grecia, Chipre, Estado español, Italia, Irlanda y hasta Portugal en donde el reformismo duro desarrolla solo un neokeynesianismo permitido por su burguesía, por citar algunos casos.

En los pueblos a los que se les impide crear su propia soberanía estatal, aun con los límites objetivos insuperables de la mundialización, su contradictoria identidad nacional sufre al menos seis ataques: uno, la lógica desnacionalizadora inserta en la mundialización del valor que golpea con especial fuerza a los pueblos oprimidos; dos, el falso cosmopolitismo de la «ciudadanía universal» como ideología que facilita la explotación del trabajo por el capital y mercantiliza las identidades de las naciones trabajadoras; tres, el Estado ocupante agrava estos ataques movilizando a sus bases sociales en defensa de la ocupación; cuatro, la mediana y pequeña burguesía asiste asustada al endurecimiento del poder transnacional que rechaza cualquier derecho; cinco, las izquierdas ancladas al pasado desaparecen en la práctica superadas por los cambios o giran abierta y rápidamente al reformismo; y seis, la reestructuración de las explotaciones hace que poco a poco surjan nuevos colectivos revolucionarios.

Las pequeñas burguesías y sectores muy reducidos de las medianas burguesías de los pueblos oprimidos, presionadas por estas transformaciones, han renunciado a su versión algo menos conservadora del nacionalismo burgués, optando incondicionalmente por las vías permitidas por los Estados ocupantes y manteniendo su demagogia para seguir embaucando a los sectores populares alienados por ella. El Nuevo Estatuto de la CAV y el giro pragmático de ERC y PdCat son los casos más recientes, que siguen la senda escocesa, quebecua, irlandesa del norte…

Desarrollando ahora una de las líneas argumentativas de la tesis 2, los cambios que analizamos han ayudado a destrozar los parámetros políticos de al menos tres fuerzas combativas con diferentes intensidades revolucionarias. Por este orden: la mayoría del IRA que negoció a la baja unos mínimos con el imperialismo británico en 1998, dejando al descubierto una raigambre socialista muy escasa y menos aún comunista tal cual se ha visto en la práctica el Sin Fein; las FARC en Colombia que se han entregado tras firmar unos acuerdos que no tocaban ni la propiedad privada, ni el narcoparamilitarismo, ni el Estado y su ejército, etc.; y ETA que ha rendido sus armas al imperialismo abandonando a militantes huidos, encarcelados o desprotegidos, a cambio de la tranquilidad relativa de la dirección del reformismo abertzale.

Los tres casos muestran el paradigma de la «pacificación» como táctica de la contrainsurgencia mundial. Los tres, con sus diferencias, muestran también el agotamiento de una estrategia que no otorgaba la dirección del proceso a la clase obrera y al pueblo trabajador a pesar de las declaraciones e incluso de su fuerza movilizadora en las luchas sindicales, obreras, populares, sociales, etcétera. Declaraciones que fueron apagándose conforme crecía el reformismo en el interior de las organizaciones. Es innegable el papel destructor de las represiones salvajes, pero el cáncer reformista tiene una razón más profunda e interna, acrecentada por la represión, por las promesas envenenadas de los Estados e instituciones especializadas en «procesos de pacificación».

La Alternativa de KAS adolecía de un proyecto de poder popular basado en la acción directora de la clase obrera y del pueblo trabajador. Estaba ideada para negociar con el capitalismo español tal cual existía en la segunda mitad de los años setenta, justo cuando comenzaba la ofensiva salvaje de la que hemos hablado a partir de la tesis 2. La feroz arremetida empresarial del PSOE y del PNV desde 1982 para desertizar la base industrial vasca típica de la segunda revolución industrial empezó a mostrar los límites de la Alternativa táctica en esta crucial cuestión pese a la gran resistencia de la clase obrera vasca y del sindicalismo abertzale. La desertización buscaba acabar con el núcleo obrero tradicional, con la cultura del hierro, que había sostenido las luchas anteriores y que era la base obrera del pueblo trabajador, de la izquierda abertzale. Para facilitar la destrucción de las raíces de clase, el PSOE añadió el plan ZEN de guerra psicológica y cultural, de justificación de la mentira, de la tortura y del terrorismo estatal, y de fortalecimiento del nacionalismo español: siempre contó con el apoyo del PNV sobre todo desde 1987 en adelante.

La liberalización del capital financiero y especulativo impuesta por Estados Unidos y Gran Bretaña en la segunda mitad de los años ochenta agudizó esa debilidad estratégica de la Alternativa. La implosión de la URSS empeoró el problema que junto a las caídas de 1992 zarandearon las conciencias de gran parte de la militancia abertzale. Fue entonces cuando empezó a romperse la dialéctica de la liberación nacional de clase, tomando poco a poco más preponderancia un nacionalismo radical en su expresión democrático abstracta pero cada vez menos identificado con la dura explotación del pueblos trabajador: la reivindicación del socialismo fue quedando en una frase ritual. La capacidad de lucha de clases contra la crisis económica cíclica del momento se vio obstaculizada por la oleada represiva desencadenada por el PSOE.

La lenta deriva hacia el reformismo descarado posterior tomó forma en 1995 cuando se abandonó la Alternativa KAS y se adoptó la Alternativa Democrática dominada por un nacionalismo democrático-radical, no por un independentismo socialista. La feroz oleada represiva del PP desde 1996 sacó a la luz las carencias de una militancia muy débil en la teoría revolucionaria central, aunque muy experimentada en las formas de organización de las luchas concretas. Pero las represiones múltiples y los cambios sociales exigían de la capacidad de respuesta que solo otorga una militancia suficientemente formada teóricamente, con visión y perspectiva histórica larga. La acumulación de represiones, ilegalizaciones, cambios sociales, movilizaciones fascistas como el Foro de Ermua y otras, guerra psicológica, etcétera, terminaron por desfondar a la dirección de la izquierda abertzale que en 2006 afirmó que había que «sacar el conflicto de la calle y llevarlo a las instituciones». Aunque se organizaron varias huelgas generales desde 2009 contra los efectos de la crisis de 2007, una parte decisiva de la dirección de la izquierda abertzale de entonces ya estaba decidida a cambiar la estrategia como se vio en 2011: ese cambio es el Nuevo Estatuto. Nos saltamos estos años porque los hemos analizado detenidamente en textos anteriores.

La primera versión de la Alternativa KAS es de finales de 1976 y la segunda y definitiva de principios de 1978. Han pasado por tanto cuarenta años en los que los cambios han sido profundos en sus formas, agudizándose algunas contradicciones que entonces eran embrionarias y apareciendo otras nuevas. Pero es el mismo modo de producción basado en la ley general de la acumulación capitalista lo que es lo decisivo. Ahora hay que presentar a debate otra Alternativa revolucionaria basada en la realidad actual pero que integre lo que tuvo y tiene de valioso lo logrado en más de sesenta años de lucha, como lo explica el método marxista que rechaza abiertamente el pragmatismo reformista analizado en la primera entrega de esta tetralogía.

En la segunda entrega nos extendimos en la composición ampliamente mayoritaria de la clase trabajadora de Euskal Herria y en la tercera en la concepción pequeñoburguesa del soberanismo de EH Bildu, reforzada aún más en el Nuevo Estatuto. Las dos críticas se basan, entre otras cosas, en las novedosas formas de las explotaciones del capital. Son estas formas pero sobre todos sus contenidos internos los que ahora facilitan la compresión de la debilidad de clase de la Alternativa de KAS en su momento: para entonces ya estaba claro que entre lo táctico y lo estratégico debía intercalarse una conexión capaz de explicar las innovaciones introducidas por el llamado neoliberalismo desde 1973. Pero no se elaboró ese programa transicional entre lo táctico y lo estratégico resultando que, como hemos dicho arriba, se fue abriendo un foso abisal entre la limitada Alternativa y las transformaciones resultantes de la contrainsurgencia como hemos expuesto en varias tesis, sobre todo en la 8, 9 y 10.

Si no lo impedimos, el futuro será peor que el presente, contraviniendo la patética intervención de dos dirigentes de EH Bildu haciendo ditirambos del Nuevo Estatuto. La izquierda abertzale ha de decir la verdad, no debe prometer una idealidad paradisíaca como ha hecho el reformismo abertzale. El independentismo socialista ha de advertir al pueblo trabajador que debe organizarse para la lucha ofensiva y que en ella se encresparán los choques que ya mantiene con el PNV y que surgirán otros encontronazos con la socialdemocracia pequeñoburguesa de EH Bildu. La militancia abertzale ha de desarrollar una visión histórica de largo alcance de las inevitables agudizaciones de los conflictos ya dados y de otros que surgirán, si es que no se arrodilla ante el capital.

Presentamos aquí algunas propuestas concretas con las que relacionar en la militancia diaria lo táctico, lo transicional y lo estratégico. Todas ellas chocan de frente con el reformismo del Nuevo Estatuto. Estos puntos rozan o desbordan el cada vez más pequeño umbral de tolerancia de la burguesía y a buen seguro que EH Bildu los intentará desprestigiar tachándolos de ultraizquierdistas y hasta de provocadores. Tienen la característica de ser a la vez inmediatos y mediatos, de lograr conquistas vitales ahora a la vez que señalan pasos concretos para el día siguiente. Es urgente debatirlos, mejorarlos y ampliarlos porque nos dotan de una visión palpable de nuestros objetivos, de las estrategias y de las tácticas mediatas e inmediatas: nos iluminan históricamente.

Creación de instituciones populares de coordinación de las reivindicaciones, proyectos, pasos y fines entre las tres zonas en las que los imperialismos han troceado Euskal Herria para fortalecer mediante la práctica el sentimiento y la idea de nación trabajadora oprimida por el imperialismo. Por tanto, todas y cada una de las propuestas que se hacen han de adecuarse a las particularidades de cada herrialde para fortalecer la unidad del proyecto independentista.

Reivindicación de la Amnistía y de una Ley de la Memoria basada en el castigo a los culpables y en el reconocimiento del derecho de rebelión, es decir que la razón histórica y la valoración ética pertenecen al pueblo trabajador. Depuración de las fuerzas represivas y del sistema judicial, de los colaboradores. Castigo a los torturadores. Salida de Euskal Herria de las fuerzas de ocupación y desmantelamiento de las policías autonómicas españolas en Euskal Herria.

Derogación de todas las reformas laborales antiobreras, de las restricciones de derechos políticos, democráticos, laborales, sindicales, sociales… Impulso de la euskaldunización sin reducción salarial y en hora laborales, así como períodos en euskaltegis a cargo de la empresa y del poder popular. Igualdad salarial para todos los trabajos sin discriminación por sexo-genero, aplicación del principio democrático-socialista de justa compensación a las mujeres trabajadoras por tantos siglos de sobreexplotación. Leyes específicas de persecución del machismo en cualquiera de sus formas en los centros de trabajo y en la sociedad. Creación de guarderías en las empresas o entre varias de ellas si son pequeñas y están en la misma zona. Tiempo libre remunerado para la primera socialización infantil.

Elaboración por el poder popular de la planificación socioeconómica de las inversiones y gastos, de las infraestructuras, de las prioridades de desarrollo en base a exigencias socioecológicas, de los controles del capitalismo privado que todavía subsistan porque estamos aún en una fase de transición presocialista, de control del comercio exterior y de la política de préstamos y deuda cuando hiciera falta. Intensa reforma fiscal en beneficio del pueblo obrero. Lucha implacable contra la corrupción, la economía sumergida, etc.

Crear un sistema judicial y legislativo integrado, conectado con el poder popular ejecutivo mediante la democracia directa, asamblearia y transparente de la que luego hablaremos. Es decir, superar la mentira burguesa de la división tripartita de poderes. Implantar la elección y revocabilidad por el vecindario de jueces, fiscales y mandos de policía civil: administración puramente técnica sometida al control popular.

Milicias obreras y populares con armamento básico; pueblo en armas con mandos elegidos democráticamente bajo la garantía profesional y política del poder popular. Estrategia de defensa popular que integre todos los medios defensivos, desde la desobediencia civil y pacífica masiva, el boicot sistemático, hasta la guerra defensiva, pasando por los sabotajes y las guerrillas, según se estime. Política internacionalista de ayuda mutua en caso de agresión imperialista en ayuda de la contrarrevolución interna.

Crear las bases para que el tránsito al socialismo sea lo menos violento posible asumiendo como inevitable la enconada resistencia burguesa interna y externa. Por esto la planificación socioeconómica ha de ser a la vez sociopolítica de autodefensa colectiva del pueblo trabajador. Decirlo clara y pedagógicamente a la clase obrera en su autoorganización, para que la mejore y se prepare para lo inevitable.

Para ello, reducir drásticamente las horas de trabajo manteniendo el poder adquisitivo de los salarios directos e indirectos; prohibición de las horas extras y reparto del trabajo para reducir la tasa de desempleo y subempleo pero, sobre todo, para ampliar el tiempo libre para dedicarlo a la acción sociopolítica, a la cultura y al debate, a la calidad de vida, a la preparación de la autodefensa. Creación del control obrero y popular, prohibición del secreto empresarial y financiero de las empresas, para garantizar la reducción del tiempo de trabajo, impedir cierres de empresas, etcétera.

Creación de un listado de empresas estratégicas para garantizar la independencia socioeconómica del país, empresas que deben estar socializadas o que en todo caso nunca podrán ser vendidas o arrendadas al capital privado subsistente y tampoco al capital extranjero. Creación de un poder que controle la licitud de los cierres de empresa y los despidos de trabajadoras y trabajadores. Creación de una ley que impida que el capital extranjero sea el accionista principal de una empresa y que impida su traslado a otro país.

Reconocimiento del derecho prioritario de la plantilla laboral a apropiarse de la empresa en régimen de autogestión, cooperación, etc., si el empresario quiere venderla o cerrarla. Creación de un marco legal que facilite la integración en red de las empresas autogestionadas, cooperativas, etc.; apoyo legal a las cooperativas integradas, de producción, distribución directa y consumo y a las empresas autogestionadas. Potenciación de los mercados populares en ayuntamientos y barrios en los que se intercambien los bienes buscando superar el dinero en la medida de lo posible en la economía local a escala vecina autoorganizada y de ayuda mutua.

Ampliación de los servicios públicos mediante la socialización de las empresas privadas que se enriquecen con las necesidades colectivas. Creación de nuevos servicios públicos sobre todo para la primera y tercera edad, creación de yacimientos de empleo con criterios de calidad, horizontalidad y recomposición psicosomática mediante la posibilidad legal de alternar tiempos sabáticos para estudios o desarrollo personal con períodos de empleo social bajo la cobertura económica del poder popular reintegrándose más adelante al puesto de trabajo habitual.

Socialización de la industria mediática, televisiva y cultural, con control obrero y popular en relación permanente con colectivos sociales, culturales, sindicales, bajo la garantía del poder popular. Masiva socialización horizontal y gratuita de las nuevas tecnologías de la comunicación, de acceso directo conectado con la educación, la universidad y la economía. Oficinas y administraciones del poder popular abiertas a la democracia digital, transparentes excepto en los casos de seguridad nacional vasca. Pedagogía de la euskaldunización en estos y otros medios.

Escuela y universidad nacional euskaldun, popular, con pedagogía socialista basada en la interdisciplinariedad, en la reunificación del trabajo intelectual con el manual, en la superación de la cultura patriarcal y eurocéntrica, en conexión permanente con las necesidades socioeconómicas del país, alternando períodos de estudio con períodos de aprendizaje laboral en la carrera que se haya elegido.

Sistema educativo euskaldun desde la primera infancia que supere los roles patriarcales y que impulse la exploración y conocimiento del propio cuerpo; educación euskaldun médica y sexo-afectiva científica desde la infancia concretándose en la adolescencia; integración del sistema educativo infantil y juvenil con el entorno familiar y social.

Propiedad colectiva del suelo. Vivienda socializada entregada a las diversas formas de unidades parentales y familiares a cargo del erario público que descontará una reducida parte proporcional de su costo del salario individual; control público de las viviendas privadas deshabitadas para que sean alquiladas en las mismas condiciones que las viviendas sociales, sin enriquecimiento privado de su propietario.

Potenciación oficial de nuevas formas de vida en común, en comunidad total o parcial, autogestionada o en cooperativa, respetando siempre el derecho a la intimidad e individualidad creativa, buscando el ahorro, la racionalización del consumo y del gasto de equipamientos básicos, la interacción vivencial y vecinal, la proximidad de los centros de debate colectivo y cultura popular euskaldun…

La planificación socioeconómica tendente al socialismo ha de acelerar el control de capitales y del Banco Central, vigilar los movimientos de capital para impedir su fuga y aplicar severas medidas a los burgueses que atenten contra esta necesidad del pueblo de controlar el mismo sus recursos financieros. Ha de avanzar hacia la socialización del capital privado mediante pasos más o menos rápidos según la correlación de fuerzas, proponiendo crear un sector financiero público transitorio como primer paso hacia la socialización que debe ser impulsada por todos los medios.

Organizar un debate popular sobre si indemnizar o no, proponiendo el no en la mayoría de los casos pero planteando cómo hacerlo en caso afirmativo, al capital privado por ser socializado. Potenciar a la vez la banca cooperativa y mutualista con préstamos de interés social, estrategia parcial inserta en otra estrategia socioeconómica superior que la englobe y determine y que debe orientarse hacia la socialización de las fuerzas productivas, las economías sociales a escala, la desaparición de las cadenas privadas de distribución y la integración permanente de las asambleas de consumidores con las asambleas de trabajadores, siempre dentro de una planificación democrática que asuma otra calidad basada en el ahorro energético máximo, en la mínima contaminación y en el máximo reciclaje posible.

Avanzar en la emisión de una moneda propia interna conectada con las monedas exteriores que se van independizando del euro y del dólar, sobre todo del petrodólar. Crear un sistema de auditor interno que además de vigilar el desarrollo de esa moneda propia guíe el proceso de suspensión del pago de la deuda creada por la burguesía; esta auditoría ha de ser transparente a la denuncia y crítica popular apoyada por el gobierno para descubrir a los verdaderos responsables de las deudas, tarea que debe ser apoyada por el control obrero y popular en fábricas, empresas públicas, universidades, ayuntamientos…

Concienciar desde ahora que hay que salir de la Unión Europea cuanto antes, que puede hacerse siempre que se aplique una estrategia socioeconómica y política orientada a otra integración con otros países y Estados, con otros criterios basados en la solidaridad y en el intercambio de equivalentes y no solo mediante precios regulados, en una política monetaria flexible pero adecuada para que los intercambios de bienes imprescindibles como energía, sanidad, alimentación, tecnología y ciencia, autodefensa… respondan a la equidad en el intercambio de valor y no a la anarquía de los precios dictados por el capital; acelerar la armonización fiscal progresista que impida las argucias de las grandes empresas e imponga controles severos que anulen la impunidad del capital financiero-especulativo, que anule la lex mercatoria, que sea solidaria contra el empobrecimiento, la enfermedad, el hambre, la ignorancia, el desempleo…

Estas y otras medidas imprescindibles exigen la movilización consciente del pueblo en su conquista que tendrá que llevar a cabo movilizaciones permanentes que serán cada vez más atacadas por los Estados ocupantes y por los colaboracionistas, en su profundización e interrelación inmediatamente posterior, y en su urgente defensa, porque no pasará mucho tiempo para que la burguesía reaccione para destruirlas. Por tanto son parte de la misma lucha de liberación nacional de clase. La izquierda abertzale ha de ser consciente de esto desde ahora mismo y ha de decírselo al pueblo con la humildad del ejemplo práctico y con el saber de la pedagogía política y teórica.

Petri Rekabarren

 

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