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Nacionales E.Herria :: 31/03/2006

Encarcelar a Otegi no es irrelevante

Iñaki Iriondo
Ofensiva judicial contra la izquierda abertzale :: Tanto se ha repetido, incluso desde la propia Batasuna, que el encarcelamiento de Arnaldo Otegi no hara que la izquierda abertzale se salga del carril en el que ahora avanza, que se corre el peligro de llegar a pensar que la decision adoptada ayer es irrelevante. Y no es asi. La orden de prision es una mala noticia, algo mas que un simple accidente

La distancia ofrece perspectiva y desactiva los pilotos automáticos. Por eso analistas que por toda reflexión sobre la kale borroka empuñan una condena, dedicaron hace unos meses páginas de periódicos y largas exposiciones ante el micrófono a escudriñar los porqués de las quemas de coches en París y otras ciudades francesas. Tomemos distancia, pues, y pongámonos en el caso de que Gerry Adams o Martin McGuinness hubieran sido encarcelados por las autoridades británicas en los primeros pasos del proceso irlandés. La interpretación directa sería la de que Londres estaba tratando de sabotear el proceso o, al menos, de lograr algún tipo de posición de ventaja, sin fijarse demasiado en piruetas de última hora de la Fiscalía. ¿Qué se debe pensar entonces a la vista del ingreso en prisión, aunque sea eludible, de Otegi?

Desde la izquierda abertzale se ha insistido en que el encarcelamiento de Otegi u otros dirigentes no haría descarrilar el tren que cogió carrera en el velódromo de Anoeta. Pero al mismo tiempo ha manifestado con nitidez que esta actuación resulta «incomprensible e inaceptable» y que «no ayuda a sentar las bases que se necesitan para poner en marcha el proceso».

Sin embargo, desde otras instancias se ha pretendido relativizar la trascendencia de enviar a prisión a uno de los interlocutores de la izquierda abertzale. En una reciente entrevista le preguntaron a José Luis Rodríguez Zapatero si el encarcelamiento de Arnaldo Otegi sería «un accidente». El presidente respondió que «no cabe duda de que Otegi ha venido manteniendo un discurso a favor de la esperanza de la paz, y es fundamental que la izquierda abertzale participe en el proceso de la paz. Pero hay que respetar las leyes y a los jueces, y la primera persona que lo debe hacer es el presidente del Gobierno.

Todo el mundo puede pedir cosas y criticar al Gobierno, pero un Gobierno no puede influir en las decisiones de un juez». (La entrevista, por ser escrita, no incluía las carcajadas enlatadas que acompañan a este tipo de chistes finales en las comedias televisivas, así que el lector o lectora las puede poner de su propia cosecha si lo considera procedente). El presidente del EBB, Josu Jon Imaz, se mostró el 12 de marzo en contra del encarcelamiento, pero añadió que los dirigentes de Batasuna «si se consideran imprescindibles, estén a la altura de las circunstancias», porque «si les da miedo hacer política, es mejor que sean prescindibles políticamente y sustituidos por otra generación».

Este tipo de consideraciones pretendían instalar en la opinión pública la idea de que si Arnaldo Otegi acababa en la cárcel no pasa nada. Y aunque no se exprese abiertamente en público, también hay políticos que minimizan lo ocurrido con la previsión de que el portavoz de Batasuna no pasará mucho tiempo entre barrotes. Sin embargo, la trascendencia de este encarcelamiento no viene dado tanto por el sufrimiento personal de Otegi y su familia, sino por el mensaje político que envía el Estado.

«El más referencial»

Históricamente la izquierda independentista ha sido poco dada a personalizar su liderazgo, aunque nunca le han faltado dirigentes carismáticos. El propio Arnaldo Otegi ha huido de estos señalamientos, e incluso cuando con buena o mala intención se le pretende comparar con Gerry Adams, su respuesta es «la izquierda abertzale es un Gerry Adams colectivo». Sin embargo, fueron sus compañeros de la Mesa Nacional quienes lo definieron como «la persona más referencial y el interlocutor máximo de Batasuna». Es más. El propio hecho de que esta formación aceptara la publicación de un libro con una extensa entrevista en la que Otegi pone la imagen y la voz al repaso de la historia de las últimas décadas, al análisis del presente y fija el rumbo de los próximos pasos de la izquierda abertzale, demuestra que Arnaldo Otegi es una apuesta de futuro para sus compañeros y compañeras de dirección.

Militante de ETA durante años, Arnaldo Otegi es el portavoz de la oferta de Anoeta. Es también el dirigente que recibe las llamadas de Lehendakaritza para reuniones públicas o reservadas. Es el interlocutor que durante años ha mantenido hilo directo con el presidente del PSE, Jesús Eguiguren. Una relación íde la que también participan Pernando Barrena y Francisco Egeaí que ha resultado de gran trascendencia para llegar al actual momento político.

¿Cómo puede siquiera pensarse que meter en la cárcel a un líder político de estas características es algo irrelevante, un accidente sin consecuencias?

Pelota en el tejado del estado

El encarcelamiento de Arnaldo Otegi íal margen del dislate jurídico que supone imputarle la inducción de más de un centenar de actos violentos por participar en una convocatoria de huelgaí va a ser entendida por la izquierda abertzale como una agresión estructural a toda ella. Y será difícil que olvide el papel jugado por la Fiscalía tanto en mayo del pasado año como cuando hace unos días Conde-Pumpido anunció sus intenciones. No cabe desdeñar el detalle de que según informaciones de fuentes muy cercanas a la Moncloa, cuando el fiscal general avisaba que pediría prisión incondicional, su jefe, José Luis Rodríguez Zapatero, ya tenía la seguridad de que ETA iba a declarar un alto el fuego.

Si a una izquierda abertzale que ha acreditado su firme apuesta por la apertura de un nuevo escenario, se le responde desde el Estado con viejas fórmulas represivas, será muy complicado establecer las confianzas necesarias para ahondar en un proceso de paz y normalización democrática. La pelota de pasar la página de lo caduco está ahora en el tejado del Estado.

Pero también otros agentes políticos y, en concreto, algunos líderes tienen su propia cuota de posibilidades para ayudar a desbrozar el camino que lleva a un futuro mejor. Encarcelado su interlocutor, quizá Juan José Ibarretxe y Jesús Eguiguren estén dispuestos a colaborar para pagar el rescate impuesto o a acudir a prisión para no perder su necesaria relación con el portavoz de Batasuna. ¿Resulta un disparate esta idea? Un disparate es encerrar a quien es considerado una pieza necesaria en la construcción de la paz y la normalización democrática. Otro, el no hacer nada práctico para denunciarlo.

 

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