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Nafarroa :: 19/07/2023

Hoy hace 501 años que cayo el castillo de Amaiur

txalaparta
El final de la batalla tuvo lugar el 19 de julio de 1522

A mediados del año 1522, los ocupantes españoles habían completado casi totalmente la segunda conquista de Navarra, iniciada el año anterior tras el desastre de Noain. No obstante, el todopoderoso emperador Carlos I de España y V de Alemania tenía aún una espina clavada en su orgullo y en sus planes de conquista: el baztanés castillo de Amaiur seguía en manos navarras. Allí se habían encerrado algo menos de 200 navarros, sin esperanzas reales de recuperar el reino, pero con el ánimo de aguantar, cuanto pudieran, la abrumadora superioridad del enemigo. Al frente de ellos y como alcaide del castillo se encontraba el experimentado capitán Jaime Belaz de Medrano, a quien acompañaba su hijo Luis, persona de extraordinario valor, según recogieron los propios cronistas españoles una vez conquistado el castillo. Se hallaba allí también al menos uno de los hermanos de San Francisco, Miguel de Xabier, así como Víctor y Luis de Mauleón. El resto de los defensores del castillo era una amalgama de nobles, artesanos, clérigos y ciudadanos de a pie que difícilmente podrían ser adscritos a los bandos beaumontés o agramontés, y que eran más bien simples legitimistas.

El 4 de julio de 1522, un imponente ejército de asedio se puso en marcha desde Pamplona. Aunque los autores no se ponen de acuerdo sobre el número de soldados que lo componían, es seguro que estaba formado por miles de hombres, y llevaban además un tren de artillería de 16 cañones, capaz de reducir a escombros, en pocas horas, el viejo y medieval castillo de Amaiur. El 6 de julio, los españoles acamparon en Ostitz, y al día siguiente se encontraban en Lantz, dispuestos ya a iniciar el ascenso del puerto de Belate y entrar en el valle de Baztan. En Amaiur, mientras tanto, los navarros atrincherados recibían cartas de ánimo y apoyo de sus amigos y partidarios, como aquella enviada por el exiliado navarro Sancho de Yesa, en la que se refería a ellos diciéndoles «gentileshombres de nuestra nación y linaje, ganaréis tanta honra cuanto jamás nación ganó».

Asalto al castillo

El 13 de julio de 1522 quedó definitivamente formalizado el cerco español al castillo de Amaiur. Los navarros atrincherados dentro de la fortaleza quedaban así completamente rodeados, aislados y sin posibilidad alguna de recibir socorro exterior. Los esfuerzos del hijo del mariscal don Pedro y del señor de Belzunce por contactar con los sitiados fracasaron ante la superioridad enemiga, y se procedió a un duro y concienzudo bombardeo del castillo, a cargo de los 16 cañones españoles. Los restos maltrechos de Amaiur, recuperados hoy en día gracias a las campañas arqueológicas llevadas a cabo por la Sociedad Aranzadi, dan buena muestra de dicho cañoneo, puesto que han aparecido numerosos restos de metralla e incluso algunas bombas, de 15 kilos de peso, incrustadas en sus descalabrados muros. A pesar de todo, los navarros comandados por Jaime Belaz de Medrano rechazaron todos los intentos de asedio, e incluso el virrey español, conde de Miranda, fue herido en la boca de una pedrada, muestra clara del desesperado encarnizamiento del combate. El virrey se quejó en voz alta de la obstinación de los asediados, ante lo que Luis de Beaumont, navarro traidor que acompañaba a los invasores, le dijo que no tenía por qué asombrarse, puesto que «aquellos nabarros son».

El 19 de julio de 1522, con los muros del castillo reducidos a escombros y perdida toda esperanza de frenar por más tiempo a los asaltantes, Jaime Belaz de Medrano rindió el castillo al virrey español, a cambio de que se respetasen sus vidas. El hijo del alcaide, Luis Belaz, del que incluso los cronistas españoles afirman que «era muy valiente», se negó a capitular y entregar su espada, y los asaltantes tuvieron que reducirlo a mandobles. Después, los legitimistas muertos fueron enterrados en la iglesia de Amaiur, y los defensores capturados fueron encarcelados en Pamplona y en el castillo de Atienza, donde pasarían hambre y grandes privaciones. Dos semanas después de ser encarcelados en Pamplona, Jaime Belaz de Medrano y su hijo Luis aparecieron asesinados en su celda, arteramente envenenados, mientras que Miguel de Xabier, más afortunado, pudo salvarse al escapar del presidio intercambiando sus ropas con las de una misteriosa mujer que le llevaba la comida.

 

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