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Nacionales E.Herria :: 16/03/2012

¿EITB…?

Mikel Arizaleta
Quisiera disculparme, me espeta Harald Martenstein en el paseo semanal a orillas del Isar al hablarme de sus crónicas.

Quisiera disculparme, me espeta Harald Martenstein en el paseo semanal
a orillas del Isar al hablarme de sus crónicas. Y prosigue: Me dejé
invitar por empresarios y dormí en hoteles caros sin tener que abonar
por ello.

Cuando se escriben reportajes en un periódico en la sección-viajes
ocurre con frecuencia que la editorial no te paga. Las editoriales no
tienen dinero y ante ello poco puedes hacer. Uno pernocta en hoteles
lujosos; invita el empresario y luego se relata lo agradable y bello
que fue. No he mentido, realmente así fue. De otro modo hubiera
llamado a la redacción y hubiera dicho: oye, el viaje no ha sido
interesante, no es recomendable. Y una redacción de altura y seria lo
aceptaría con naturalidad. No se mencionaría ni se publicaría nada de
un viaje que no mereciera la pena. Tampoco un escritor de viajes
autónomo recibe dinero, a lo más una cantidad simbólica. Lo cual no
deja de ser un gran impedimento.

También he sido invitado por políticos, entre otros por Guido
Westerwelle (Ministro alemán de Asuntos Exteriores). Le acompañé en un
viaje. Mi texto fue posiblemente un pelín crítico, pero sobre todo fue
largo y trascendente, de no ser por la invitación no lo hubiera
escrito. Hace muchos años en un viaje –ni era con un político ni para
el departamento-viajes, se trataba de un asunto económico- observé que
el empresario puso a disposición de los periodistas unas damas para
alegrar la noche en el cuarto del hotel. Entre los periodistas no
había mujeres. Dos terceras partes rechazaron, la otra aceptó.

Como redactor cultural he observado que a menudo los críticos redactan
crónicas elogiosas sobre libros o películas de sus amigos. O escriben
críticas despiadadas sobre libros o películas de personas a las que
tienen atravesadas por razones personales. Es en realidad una
impostura.

Es normal que redactores jefes o editores sean telefoneados y
molestados por gentes importantes y poderosas o por amigos en su afán
de impedir textos críticos. Con frecuencia se rechaza tal deseo, no
siempre. Si no tuviera éxito esta costumbre hace tiempo que se hubiera
extinguido. Admito que algunas veces yo he suprimido frases de textos
porque sabía que esa determinada persona tenía una estrecha amistad
con alguien que casualmente era mi jefe. Quería evitar un mal rollo.
No soy modelo a imitar.

Con esto no quiero decir que el periodismo en Alemania sea corrupto o
moralmente depravado. No, no es ni mejor ni peor que el resto de la
sociedad. Los medios de comunicación no están tan controlados como la
política. Pero en modo alguno quiero decir que se debe respetar o
proteger a políticos corruptos con el argumento de que también en
otros sitios se cuecen habas o se esconde la porquería bajo la
alfombra. Hay que castigar a los haraganes y pícaros que se pilla, de
otro modo el mundo se llenaría de pillos y haraganes, la tentación
sería demasiado grande. Me llama la atención el tono autosuficiente y
sermoneante de la mayoría de comentarios sobre temas conflictivos y
penosos en nuestros días, a veces en los míos propios. Suena casi
siempre como si allí hablasen ángeles vacunados contra toda tentación,
algo que en el 95% de los casos es mentira.

¿Sabes qué no me gusta de la virtud? El verdadero escándalo es que
quien se comporta vilmente y con deshonor, si no es pillado en el ajo,
saca provecho de ello pero, en cambio, quien se comporta virtuosamente
en la mayoría de los casos en nada se beneficia por ello. ¡Éste es el
auténtico escándalo!

Mikel Arizaleta, 17 827 048

 

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