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Nacionales E.Herria :: 29/11/2016

¿Mayoría soberanista en el Parlamento de la Comunidad Autonoma Vasca?

Iñaki Urrestarazu
Tras la propuesta de Bildu al PNV y Podemos de elaborar un marco soberanista,habrá que preguntar a Bildu qué va a hacer ante la respuesta negativa de estos,que ya es un hecho

 

Arnaldo Otegi, refiriéndose al PNV, decía que Bildu estaba dispuesto a negociar con ellos un marco de soberanía e ir a Madrid con la propuesta, aún conscientes de que Madrid les iba a dar un portazo, momento en el cual el PNV tendría que definirse por volver con las orejas gachas y reformular la propuesta o defender la soberanía. En el mismo sentido les preguntaba Maddalen Iriarte, a ver qué iban a hacer tras el seguro desplante de Madrid.

Al hilo de esta consideración, y tras la propuesta realizada por Bildu al PNV y Elkarrekin Podemos de elaborar un marco soberanista, habría que preguntarle a Bildu a ver qué va a hacer ante la respuesta negativa de estos partidos, que ya es de hecho una realidad.

La estrategia planteada por Sortu-Bildu desde la institución parlamentaria autónoma para la consecución de la soberanía, se basa en un supuesto que no es real sino ficticio como es el de la pretendida mayoría soberanista que representa la suma de parlamentarios del PNV, Elkarrekin Podemos y Bildu. La suma de los parlamentarios de los tres grupos políticos representa 57 de los 75 del total, una muy amplia mayoría efectivamente, y desde el punto de vista de los votos, los 778.589 votos recibidos por los tres grupos representan un 72,9% de los votos emitidos válidamente que eran 1.067.354. Aunque habría que matizar que si consideramos el total de electores, 1.719.035, el porcentaje de los votos captados por los tres grupos, se reduce al 45,29%, ya que una parte considerable ha sido abstencionista y otra parte, mucho menos significativa, de voto blanco, si bien, una cifra importante del abstencionismo sabemos que era soberanista.

Pero la cuestión es si el PNV y Elkarrekin Podemos son soberanistas o en qué medida lo son. Lo que parece bastante probable es que las bases y votantes de ambos grupos son básicamente soberanistas, pero no así, o de manera muy condicionada, sus cuadros, sus dirigentes y lo que compone el “aparato” y estructuras dirigentes de dichos grupos.

El PNV, ha dicho y demostrado mil veces, por activa y por pasiva, que no está dispuesto a ir más allí de lo que Madrid esté dispuesto a aceptar y negociar, que su estrategia está basada en la bilateralidad, en llegar a acuerdos con Madrid, y que por ende no está dispuesto a salirse de la legalidad española, a diferencia de la vía abierta por Cataluña. Su “soberanismo” tiene como límite la voluntad de los poderes del Estado español, es decir, dentro de la unidad del Estado español, que niega rotundamente la soberanía real de los pueblos, su derecho a autodeterminarse, su derecho a decidir sobre su futuro. Y tiene también como límite el actual orden económico y social capitalista, de explotación social de los trabajadores y clases populares, que no está dispuesto a ponerlo en tela de juicio.

El “soberanismo” del PNV se reduce a lo que tenemos y poco más, al Estatuto, al actual, del que reivindica atribuciones todavía no transferidas o, a otro semejante, al que denomina “nuevo Status”.
Los dirigentes, la burguesía nacionalista a la que representan, están muy cómodos con la situación actual, en la medida en que disponen de una autonomía que les permite administrar algunos impuestos –vía Concierto-, y hacer negocios, en torno a las infraestructuras y cemento –autopistas, autovías, TAV…-, en torno a los hidrocarburos –gas, petróleo…-, construcción desmedida de vivienda, etc.

Así que, el PNV se alía y trata de llevarse bien con el gobierno de Madrid de turno, sea del PP o sea del PSOE, y se alía en la Comunidad preferentemente con el PSOE –chirría menos que el PP-, pero que es igualmente un representante del nacionalismo centralista español más rancio y de los intereses del gran capital español e internacional, y miembro de la gran derecha española. Así ha sido desde que se inició la Transición, y se ha plasmado en sus colaboraciones a nivel de Gobierno, Parlamento, Juntas y Ayuntamientos, colaboración que se ha extendido al PP en no pocos casos.

Hoy, de nuevo, en fechas recientes, ha preferido aliarse con el PSOE, como era de prever, con quien sabe que es enfermizamente antisoberanista, con quien jamás de los jamases se podrá llegar a acuerdos soberanistas, y con quien podrá llevar adelante una gestión antisocial de la economía y de las necesidades de los trabajadores y clases populares, muy en línea con la política habitual de ambos partidos. Nos podemos imaginar a qué tipo de acuerdos “soberanistas” se puede llegar con un PSOE en el pretendido proyecto de “Status”, y tanto más con el PP cuya presencia en la comisión negociadora es deseada por el PNV. La intención es –a decir del PNV- redactar el proyecto en dos años y luego presentarlo a Madrid –sin que sea tampoco sometido a Referendum, pues no entra en la legalidad- para que allí decidan lo que hacer. Lo que puede resultar de una negociación con el PSOE y PP, no puede ir más allí de un nuevo Estatuto, es decir de un fraude total de la reivindicación de soberanía. Un proyecto de soberanía no puede ser redactado y defendido más que por fuerzas soberanistas y el PNV no está por la labor, y tal proyecto no cabe desde luego ni en la Constitución ni en la legalidad española, y no va a ser por tanto admitido nunca por Madrid.

Elkarrekin Podemos, también ha rechazado de hecho la propuesta de Bildu, como igualmente era de prever. Podemos siempre ha jugado con la ambigüedad en el tema nacional, defendiendo que está por la soberanía, pero que esta reivindicación hay que plasmarla por los cauces legales, y que están por la convocatoria de referendos de autotodeterminación pero admitidos desde Madrid. Lo cual es lo mismo que decir que no están por la soberanía de los pueblos realmente, porque desde Madrid, ni se va a abrir un proceso constituyente a nivel del Estado –no en un horizonte lejano-, ni se van a permitir procesos constituyentes autónomos en las nacionalidades del Estado. Decir que se está por la autodeterminación de las naciones del Estado, pero no sin permiso de Madrid, es mentir y manipular. En Cataluña por encima de su retórica vacía se han opuesto de hecho al proceso catalán y en Euskal Herria se oponen igualmente al proceso soberanista vasco, tanto en la Comunidad Autónoma como en Navarra, donde además funcionan como partido diferenciado.

Ante la propuesta concreta de Bildu y ante preguntas de los medios, siempre salen por peteneras. Que sí están por la soberanía, pero que no es el momento, o que hay que tratar de integrarla en la Constitución, o que hay que llegar a acuerdos con el PSOE…De hecho han afirmado que en las últimas elecciones autonómicas se creó una nueva mayoría de izquierda, en la que incluyen a Bildu, a sí mismos y al PSOE(¡)…afirmación repetida y confirmada por Nagua Alba. De hecho, tratan la cuestión de la soberanía como algo no urgente, no prioritario en el momento actual, a la que dan largas, tachando, al menos implícitamente, a los soberanistas como “nacionalistas” despreocupados por los problemas sociales.

Se pretenden preocupados ante todo por los problemas sociales, pero resulta que si a sus planteamientos de izquierda que no salen de un esquema totalmente socialdemócrata, “ni de izquierdas ni de derechas”, para quien no existe la clase trabajadora y clases populares sino ciudadanos todos iguales, que no cuestiona ninguno de los pilares del sistema, que se trata de un partido construido artificialmente desde los medios, jugando un papel desmovilizador de las masas, añadimos que considera de izquierdas a un PSOE que es un partido de la gran derecha, chovinista y nacionalista español que no se diferencia del PP más que en el nombre y ciertos gestos superficiales, que ha defendido a los golpistas venezolanos y que tiene parlamentarios que se alegran por la muerte de Fidel, porque hay un “fascista menos”, nos podemos hacer una idea bastante aproximada del carácter de “izquierda” de Podemos. Otra cosa es naturalmente, lo que son sus bases, entre las que posiblemente existe una sensibilidad soberanista y de izquierda, pero como sucede con el PNV, mediatizada por la política de su dirección -con sede en Madrid- totalmente antisoberanista y socialdemócrata.

Así pues retomando el hilo de lo que planteábamos al principio, nos preguntamos qué va a hacer Sortu-Bildu ante la negativa a su proyecto por parte del PNV y Elkarrekin Podemos, ante la constatación de que esa supuesta mayoría soberanista en el Parlamento no existe.
¿Nos enfrentamos a otra legislatura perdida, a otra más?. Todo apunta a ello.

Es más. El proyecto de nuevo “Status” que baraja el PNV, y que piensa que se puede redactar en dos años, no tiene nada que ver con el que plantea Bildu, que también piensa factible el elaborarlo en dos años. En esta confusión de nuevos proyectos de “Status”, el del PNV, es un proyecto que pretende diseñar conjuntamente con el PSOE –y si se puede también con el PP-, al cual es muy probable que se apuntara también Elkarrekin Podemos. Naturalmente enmarcado dentro de la legalidad española, para que pueda ser aceptado por Madrid, en realidad otro Estatuto, nada que ver con la soberanía, y con intención de que sea refrendado por el pueblo –se supone que tras la aprobación de Madrid-. Lo cual nos puede retrotraer a la situación del 78, en que frente a las opciones de ruptura democrática, el PNV y el PSOE impulsaron el Estatuto de Gernika, dividiendo al pueblo y apostando por la consolidación de la Reforma y la Transición diseñada desde los grandes poderes. En este juego, el proyecto de “Status” de Bildu quedaría difuminado o reducido a la nada, sin socios con los que elaborarla, encontrándose ante la disyuntiva de ser un convidado de piedra de la estrategia del PNV o de quedarse solo en el Parlamento.

Hoy el gran problema que se presenta es que la mayoría no soberanista –a pesar de las apariencias- y de derechas del Parlamento de la Comunidad Autónoma refleja la desactivación, la desorientación y la falta de organización en la que se encuentran sumidas la clase trabajadora vasca y las clases populares. Se plantea un arduo trabajo por activar la base social fundamental del país en una perspectiva soberanista y de clase.

En este sentido hay que ser conscientes de que no puede haber soberanía sin lucha social, sin lucha de clases, ni lucha social con perspectivas de salida sin soberanía. La soberanía, además de un derecho inalienable del pueblo vasco –y de todos los pueblos- es el ABC para la comprensión de nuestra realidad de explotados, que no puede dar lugar a coartadas inaceptables como la de una pretendida división de los trabajadores, cuando muy por el contrario, ha de ser un factor de unificación. La soberanía es por otra parte, la vía más directa para la emancipación social, para la construcción del socialismo, mediante un proceso conducente a la apropiación por los trabajadores y clases populares, de todos los resortes económicos, sociales, culturales, jurídicos y políticos que afectan al país.

Por otra parte el problema de Sortu es que ha estado mirando y sigue mirando al PNV y no a la clase trabajadora, con la intención de “seducirle” –vano intento-, así que ha abandonado prácticamente –como lo demuestra de hecho su dinámica y sus textos como los de Zohardia- toda referencia al socialismo, a la clase trabajadora y clases populares, ha dejado de lado la lucha de clases, conceptos como el de explotación, y se pierde en conceptos vacíos a “lo Podemos” como “ciudadanos”, “por la profundización de la democracia al socialismo” y otros. En este sentido hace planteamientos que nos recuerdan a la doctrina social de la Iglesia con conceptos ambiguos como “justicia social”, reparto de la riqueza y del trabajo (sin tocar la propiedad), perdiendo toda perspectiva de clases, lo cual le está incapacitando para impulsar un proceso soberanista conducente al socialismo.

 

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