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Nacionales E.Herria :: 20/11/2016

La niña de la pancarta (al pueblo de Altsasu)

Maité Campillo
Los uniformados empezaron a envalentonarse frotándose las manos a la vez que cantaban a lo ku klux klan

Aumentó la comunidad donde vivo, el numero de familias ensanchan casas y calles hasta hacer del barrio una familia unida; los grandes parques no incluyo, carecemos de ellos. El buen hacer y la armonía prende en los barrios, entrelazan su aleteo llenos de fervor: llegó el tiempo, el querer, las ganas de vivir. El cielo del mundo planetario es testigo de lo que cuento. Enramada en sus nubes de algodón como escenario doy fe de ello, de las grandes migraciones de aves, millones por el mundo rebasando continentes, miles pierden la vida en el intento, algunos se les dispara para impedir su aleteo, otros mueren ahogándose en los mares, perecen en su lucha por la vida extenuados, hambrientos, amenazados. Al poner los pies en tierra noté que la vida gira y gira, sigue girando como un collar de caracolas al cuello, chasquea a ritmo del corazón como entre olas: chisporroteo de mar, lágrimas de sudor. La vida sigue igual, en apariencia, pero todo cambia tras un doble sentido; endereza el camino la doble lectura: reflexión. Y la vida gira y gira, avanza imperceptible pero avanza, así quiero creerlo. A nuestra pequeña comunidad se ha unido Izar de Estrellas de 11 años ¡Vamos, pa`lante, esto está candela!, dijo cuando debutó en el mes de julio aprovechando que no tenía clases. Los ensayos eternizaron las visitas de ambas, persistentes ella y su gata (Gataluna la bella), mantienen firme la pancarta frente a la comisaría de policía cercana al barrio. La pancarta impresa por ambas, diseño arco iris futurista, hace la pregunta siguiente:

¡NO ESTAMOS TODOS!

¿DÓNDE LOS PRESOS y DESAPARECIDOS?

Tanto los uniformados como los camuflados en tenis, alpargatas y camisetas a color, miraban unos tras los cristales acorazados, otros encogidos tras la sombra de la mueca de las dos caras, entre risa sarcástica y mente exhalando gas pimienta entre bombas de humo. Gataluna, viva y ligera como una ardilla, observaba sin mover un pelo de su cuerpo; estiró bigote respondiendo al grito Zapata y Villa, y empezó hacer fuuu, fuuu, fuuuuuu, reafirmando sobre el asfalto el salto contra la ocupación: ¡Bulos (por justicia) me aclaman, poder y agallas, mira que, si no fuera por los tanques, pelotas de acero engomado, escudos y balas…!

… Traducción hecha por Izar, forma de decir que de sus cuatro patas (como nosotros de la palabra) hizo un puño; aplaudida por mayoría ¡un diez por Gataluna!, dijeron.

Argi, Talía, y la menda, estamos motivadísimas. Izar de Estrellas regenera células y el barrio trina desajustes, fomenta protestas, los grandes parques amenazan en reencarnarse y formar parte del entorno entre calles, brotar bosquejos de ramas floreciendo sabia nueva entre la avalancha en marcha, y el maullar vigilante frente a la comisaría. Cada vez que Gataluna observa seres extraños rondar por entre calles y casas, encaramada en el alféizar de su ventana, contagiosa y audaz, el bigote se le eriza enviando señales contra la reconquista… Y se encendieron las luces, los vientos se solidarizan.

Un día oímos manifestar a Izar de Estrellas cierto desasosiego, sentirse como colilla restregada en bota de reyes y risas grotescas de la tropa, entre algún que otro epíteto malsonante bajo relieve en mente propia de autores del escarnio (al constatar la frecuencia diaria en que ambas se personaban con la dichosa pancartita). Risas y sonrisitas en manos de la niebla, forzaron toscas un compás militar del carcágio disonante ¡Carcajeo a lo blasfemo en pulso bravucón entre pupila y pupila…!

… Y el brillo asomó rebosante en sadismo autoritariamente voluntario, en honor a la ley de la tiranía. Pasó directamente a las humillaciones ponzoñosas, malsonantes, malolientes, entre barrios y atajos hacia el fortín de la ciudad. Pretendientes los colmillos, hincan asomando el diente en aplicación de la ley (sobre ciudadanos en pelea contra el cinturón de castidad), que rodea a la libertad de expresión. Izar de Estrellas y Gataluna la bella ¡vieronse pues obligadas a debutar una vez más! frente al portón de la comisaría… Cosa ilógica para las mentes obtusas agazapadas tras las mazmorras del cristal del buque de guerra!

Hasta que un día el comisario jefe Antonio González Pacheco “Billy el niño” (perdón, ‘El menino’, quise decir), el descendiente de las cloacas de la dictadura de Roberto Conesa, implicado en cientos de asesinatos como en el d`Las Trece Rosas, y más ¡y ‘El menino’ sigue corriendo maratones…!

… Para espantar los fantasmas que le acorralan dentro y fuera de las mazmorras de piedra convertidas en calabozo, con más de veinte medallas recibidas entre alcanfor rotuladas: Palolimpio. Paloseco. Paloderrame-cerebro y corazón entre Palomato, acechando el bebedero de piedra en piedra. La pluma dibujó a favor de la ley de los ríos de sangre: Por la “científica” aplicación y trato a todo secuestrado, por la ratonera cebo-chivato que le permitió vivir más a sus anchas, que sus subordinados, aprendices a matadero. No fue un hombre común, fue ‘El menino’, su grito persiste:

(Acto I)

¡Detengan a la terrorista y su maldito gato, es una orden!

¡Pero si es una niña jefe!

¡Que la detenga he dicho coñoooo, es una orden, o no me ha oído!

¡Sí, señor, postrado a sus órdenes comisario!

Los uniformados empezaron a envalentonarse frotándose las manos a la vez que cantaban a lo ku klux klan ¡ahorita vamos por la niñita y su gatito trainlarito! ¡vamos a contar mentiras y el jefe sume medallitas! ¡trailarín-trailarán estaba la rana, trailarón y vino la mosca y vino la araña…!

¡Cállensen coño, y detengan a la mierda esa, a su gato y su pancartita de los cojones!

… Se oye al viento izar selvas entre montañas y, entre pueblo y pueblo, miles de tormentas desatadas.

(Voz trasnochada de ‘El menino’ -a lo Billy el niño)

¡Traiga los detenidos a mi despacho, sargento Ricura!

¡A sus órdenes comisario!

Vamos a ver, mocosa de los cojones, ¿como te llamas?

Izar de Estrellas, y Gataluna…

¡No te he preguntado por el nombre de tu gato me oyes!

La gatica responde al comisario jefe derrotado en su propio excremento:

Yo soy Gataluna la bella, y mi amiga, Izar de Estrellas…

El comisario quedó contrariado, en expresión de sobredosis; mira fijamente a la gata, luego a Izar y después la pancarta, sin poder decir palabra. Frunció morro y ceño, a lo aguilucho, y su boca empezó agitar las llamas de la inquisición entre escupitajos, que empiezan hacer mella en su garganta; finalmente intenta articular alguna que otra palabra a lo tartaja:

¡Listi-lla la niiii-iña, eh, o sea, que eres ventrílocua!

No señor. No estoy loca. Soy Izar, Izar de Estrellas y Gataluna la bella.

¡Y vuelta con el gato de los cojones! ¿Quién te envía aquí todos los días con la pancartita de mierda, einnnn?

Soltó la bilis sobre lo oscuro ‘El menino’, reviviendo ansioso la fortuna que la maestría de su “justicia” le sirve, eternizando entre torturas las leyes que sostienen la “España” de transparencia, erre que erre repetía ¡No anheles impaciente el bien futuro: Mira que ni el presente está seguro!

No grite señor -dijo Gataluna: no estamos sordas, me da dolor de oído!

El comisario se mosquea, preguntando a su sombra se reafirma, amenazante mirando a la gatica:

¡A ver, gatito bonito, repite lo que parece que has dicho… miss, misss… ja,ja,jaaaa, repite guapito, misss…misssu… que te oigamos bien clarito!

Izar: ¡Le he dicho que es gata, o está sordo!

Gataluna: Como una tapia, mala gente Izar, ni escucha ni…

Izar: Nos odian, son sus leyes “conviviendo” (entre peces de colores) como monstruos abismales.

El comisario se incorpora como flotando derrotado; vuelve a mirar a Izar y su gata, pensando para sus adentros ¿me abre pasado hoy de coca?… Sargento Ricura!

¡A sus órdenes señor comisario!

Me voy a tomar un bucho… de café, oído?, interrogue a los tres… digo… (hoy me he pasado seguro) interrogue a esa mocosa de los cojones!

(A solas con su pancarta junto al sargento Ricura)

Gataluna reflexiva dice bajito a Izar -¿te fijaste?, se parece al ogro aquél de las cejas, el que voló…

El sargento: Eeeeh ¿quien habló…?

Gataluna: Hablo yo.

El sargento: Eeeeh… ¡Caboooooo!

¡Si, mi sargento!

Me encuentro indispuesto, voy a tomar… una manzanilla, oído?, siga con el interrogatorio, sea firme, y no permita que le vacile ese moco verde.

Cabo: Vamos a ver moco verde, digo niña, nombre y apellidos.

Izar: Izar de Estrellas Atorrasagasti Aldaiturriaga

Cabo: ¿Queeeee… esos apellidos son navarros…?

Gataluna: ¡No, de Guadalajara! Joooo, otro que ni ve ni oye… vaya gente!

Cabo: ¿Quiennnn… quién ha dicho eso?

Gataluna: He sido Yo.

Cabo: ¿Tu, esa cosa que está ahí…?

Izar y Gataluna, a la vez: ¡Sí, esa… “cosa”!

Cabo: ¡Corralesssss…!

¡A sus ordenes mi cabo, a su disposición!

Cabo: Continué con el interrogatorio, voy a despejarme un poco, estoy volao… digo agotado, que coño, agotado (se acerca al oído de Corrales) Mano dura contra ese moco verde de mierda, es un bicho, un bicho muy raro, oído?

¡A sus ordenes, sin problemas jefe para eso estamos, a mandar!

El guardia Corrales quedó solo tras la “huida” del goteo de los mandos, pensando en las palabras que había oído al ministro de Interior en TV “¿Cómo gobernarías tú la ciudad?”, tras responder a las preguntas ¿Por qué encarcelas y matas?… ¡Para evitar que sufran, jajajaja! (Había respondido el ministro): ¡Por eso llenamos de policías las calles, para prevenir el caos…!

… El guardia Corrales siguió meditando, diciéndose a sí mismo, que raro, que raro, pero que raro, raro… todos los mandos han desaparecido a la chita callando. Bueno, a lo mío, que a lo mejor me gano un ascenso tocando bolas como siempre.

Corrales: ¿Cómo se llama tu gatito niña?

Izar: Pregúntele a ella.

Corrales: Gatitoooo… ¿cómo te llamas gatito?

Gataluna: No soy un gato, como tengo que explicarlo, soy una gata… pesaditos estos tipos eh, Izar, ñooooo!

Corrales: ¡Anda, si el gatito habla y todo, que bonitoooo…!

Gataluna: ¡¡No voy a ladrar como ustedes!!

Corrales: Mira gato de los cojones, que te estampo contra la pared.

Gataluna le mira con ojos y uñas desafiando al número Corrales, observa su eco bravucón apagándose, y el pulso del sol como testigo… Corrales, mosqueado y desconfiado, diciéndose a sí mismo ¡Yo me voy de aquí, y que las interrogue la puuu…ta… parió! En ese momento entra el comisario Rémulo.

Corrales: Sr. Comisario, el gato habla ¡cuidado es peligroso! Salen ambos disparados de la sala de interrogatorios, por si acaso… vaya a ser que…

(A solas, como un sueño enrejado; ellas: Izar de Estrellas y Gataluna la bella)

(Acto II)

Se oyen varias ambulancias del servicio de salud. Al verles salir de estampida en peregrinación absurda, se dirigen a ellos y los apresan; amarran con camisas de fuerza a los dos policías junto a los mandos que llegan de tomarse unas copas (SS) Sol y Sombra, inflando sus venas. Los llevan a toda velocidad con sirenas ¡vamos rápido, a toda pastilla, al hospital psiquiátrico!… Izar y Gataluna, astutas aprovechan el alboroto; recogieron la pancarta y salieron a la calle echando leches, nuevamente se colocan frente a la comisaria:

¡NO ESTAMOS TODOS!

¿DÓNDE LOS PRESOS y DESAPARECIDOS?

Días más tarde en el patio de recreo de los reclusos del psiquiátrico, se juntan formando círculo, el comisario jefe Billy ‘El menino’, comisario Rémulo, sargento Ricura, cabo sin nombre y el número E1624, que corresponde al tal Corrales.

‘El menino’: Vosotros visteis y oísteis hablar al gato?

Todos: ¡Siiiiiiiii… comisario jefe!

‘El menino’: ¡Ooooo… o…sea, que no estoy loco, ni fumao, ni esnifao, ni…!

Cabo y número: Buuueno, mirándolo así…

Sargento Ricura: ¡Y cómo queréis que se mire idiotas!

Número E1624 -con aire gracioso: ¡Mi abuela también hablaba con su gato comisario…!

Comisario Rómulo -saliendo al paso tras observar la cara de apalominado, del comisario jefe: ¿Y el gato la contestaba a tu abuela sinsorgo?

Número E1624: No, jefe, pero…

‘El menino’: ¡Pues eso gilipollas NO y éste Sí!

Cabo: ¡Señor comisario jefe, esa niña es una bruja, una maga clandestina!

‘El menino’ -rizando el rizo confundiendo la noche con la mañana gritaba: ¡A mi lo que me repatea no es la puuuu…ta… niña, sino que me hayan quitado todas las medallas para dárselas a las puuu-tas… vírgenes ¡que mérito policial puede tener una virgen, eh!

Cabo y Número: ¡Claro, claro, señor comisario, hay vírgenes y vírgenes…!

Sargento Ricura: ¿Pero qué cojones dice cabo… Corralito, es Ud. memo?

Cabo: Yo… No si yo, quería decir…

Corrales: ¡Lo siento mi sargento, me bajó la tensión… yo… necesito una manzanilla!

PD.

(Moraleja)

La tempestad oscura selló bocas y amplió el grito del juez, dictaminó que los policías no estaban locos: QUE ESTABAN DE PARRANDA…!!

… A lo más un pelín bebidos “el mal beber”, dijo, y, los soltó con plena liberad y medallas del delirio cauterizante en rigor (“el mismo juez”), ordenó prisión perpetua para la niña Izar y su gata, y para la pancarta ¡fusilamiento en el acto…!

… Y la mar solidaria entre hermanas, como si de una isla de lava se tratara ¡tragó todos los poemas (Para devolverlos en otra ocasión -pensó- a la orilla), por si acaso!!!
Maité Campillo (actriz y directora de teatro)

 

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