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Nacionales E.Herria :: 28/12/2008

Muere el cantautor vasco Mikel Laboa

Mikel Méndez
Diciembre empezó con la noticia del fallecimiento de Mikel Laboa, uno de los músicos vascos más importantes.

Su gran influencia en las generaciones posteriores le llevaron a ser considerado el patriarca de la música vasca.

Compromiso. Quizás ésta sea la palabra que mejor define la trayectoria de Mikel Laboa. Compromiso con la poesía, en primer lugar. La de su tierra y, desde ahí, la universal. En su idioma y en el de otros pueblos. Compromiso con la cultura vasca, que defiende y propaga desde muy joven. Compromiso con la experimentación, no quedándose rezagado en ningún momento a la hora de innovar en sus creaciones.

Nació el 15 de junio de 1934 en la parte vieja donostiarra. Siendo un niño tuvo que irse con su madre y seis hermanos a Lekeitio por culpa de la Guerra Civil. Durante años esta población vizcaína le daría título a diversas composiciones del artista, sus experimentales Lekeitioak. Según recordaba él mismo, su primera actuación en público cantando en euskera no fue en Euskal Herria, sino en Zaragoza, allá por el año ‘63.

En 1964 grabó su primer disco en Baiona, titulado Lau herri canta. En la década de los ‘60 formó, junto con otros artistas, el grupo Ez Dok Amairu (No existe el trece). Este grupo provocó un punto de inflexión dentro de la cultura vasca. El objetivo principal era unir todas las disciplinas artísticas en defensa y recuperación de la identidad cultural de un pueblo al que se le prohibía cualquier expresión de la misma. Desde marzo de 1966 hasta diciembre de 1972 este movimiento cultural revitalizó el euskera enfrentándose a la censura franquista.

Pero Mikel continuó paralelamente su camino. En el ‘69 sacó un disco en el que musicaba poemas de Bertolt Brecht y otros con canciones populares de su tierra. Ya disuelto Ez Dok Amairu, comenzó sus trabajos numerados, de los que Bat-Hiru fue el primero en 1974. Al final, este triple álbum se quedó en doble, censurado uno de ellos por estar basado de nuevo en textos de Brecht. A lo largo de las siguientes décadas realizó hasta un total de 10 obras más. Entre ellas destacan el primer Zuzenean (1997), un disco recomendable para conocer el particular mundo que Mikel sabía modelar con sus notas y entonaciones.

Medicina para los sentidos

Laboa nos ha regalado muchas de las más bellas canciones en euskera, como Lili bat, Lizardi, Txoria txori, Gure bazterrak… Comenzó a tocar muy influido por un disco de Atahualpa Yupanqui. Homenajeó a Brassens, Brecht, Brel, James Joyce... Él mismo sería motivo de reconocimiento a través de grupos como Negu Gorriak, Su Ta Gar o Delirium Tremens. Compartió escenario con Bob Dylan en julio del 2006, su última actuación en público. Durante muchos años compaginó su trabajo artístico con su labor como médico en la unidad de Neuropsiquiatría Infantil en Donostia. Y se puede afirmar que siguió ejerciendo desde los escenarios, ya que sus interpretaciones eran pura medicina para los sentidos.

Cuando escucho la voz de Mikel Laboa oigo la de un niño. Cuando observo su mirada, veo la de un niño. El pasado 1 de diciembre nos dejó físicamente, a la temprana edad de 74 años. Pero un niño nunca termina de marcharse.


Artículo extraído del Diagonal

 

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