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Nacionales E.Herria :: 28/03/2013

No hay patria libre sin socialismo ni socialismo sin la liberación de la patria

Euskal Herriko Komunistak
¿Acaso no buscan los enemigos de nuestro pueblo, regionalistas y unionistas, sus ”soluciones“ a los problemas creados por el sistema social al que defienden y representan?

Hay quienes piensan, unas veces se dice y otras no, que el binomio independencia y socialismo son dos conceptos independientes que expresan realidades distintas que pueden o no coincidir. Pero vayamos por partes. Respecto a la cuestión nacional: ¿Es posible una Euskal Herria libre dentro del sistema capitalista?

En primer lugar, debemos reconocer que Euskal Herria es un país imperialista y su situación geopolítica marca el devenir de su historia tanto interna como externamente. Esto es un hecho objetivo de la que se derivan consecuencias. Partiendo de esta obviedad, necesitamos precisamente iniciar la negación superadora de esta realidad material.

Muchos abertzales creen que puede conformarse un estado independiente formando parte de las estructuras políticas y económicas del imperialismo. Sin embargo, ¿Qué clase de independencia política y “justicia social” puede existir en tales condiciones para nuestro pueblo y por ende, para los demás pueblos y naciones del mundo?

Estos interrogantes que se expresan de una u otra forma en los “medios y ambientes anti-capitalistas”, en las conversaciones de calle de los sectores más avanzados y combativos de Euskal Herria y que también se han hecho en los recientes debates en el proceso constituyente de Sortu, suelen cerrarse demasiadas veces apelando taxativamente a la definición histórica de independencia y socialismo de una manera mecánica, repetitiva, como “marca de la casa” que garantizaría, por sí misma, la emancipación nacional y de clase en todos sus aspectos.

Digamos que el dilema, por tanto, se plantea cuando a esas generalizaciones no se las acompaña con una explicación coherente de las formas de intervención política con las que ir construyendo la estrategia. A veces, la cosa se agrava cuando la táctica que se sustenta entra en contradicción flagrante con el objetivo estratégico genéricamente definido. Si además chocan con una realidad política y social que demanda concreción, el confusionismo creado podría tener un efecto inhibidor, desmovilizador, para las bases sociales de nuestro movimiento de liberación que podrían deslizarse hacia la consideración de lo institucional como forma principal de intervención política desdeñando la lucha de masas con el consecuente peligro de asimilación política por parte del sistema imperante.

El grave momento político y social actual nos exige, como Izquierda Abertzale, la elaboración de un programa político en la perspectiva de la solución concreta a los problemas que se nos amontonan y a los que hay que dar respuesta desde el punto de vista de los intereses objetivos de la clase trabajadora y el pueblo de nuestra nación. ¿Acaso no buscan los enemigos de nuestro pueblo, regionalistas y unionistas, sus ”soluciones“ a los problemas creados por el sistema social al que defienden y representan?, ¿No tratan por ejemplo, de imponer por todos los medios su relato del “conflicto político“ en nuestro País y, en consecuencia con ello, una supuesta resolución en la medida de sus intereses?

No podemos caer en la ingenuidad de creer que se pueden resolver los problemas derivados de la explotación social y de la opresión política, ni siquiera parcialmente, por la vía de la unilateralidad, sin la presión de la lucha en las calles, sin el planteamiento de alternativas de todo tipo y sin demostrar que somos capaces de llevarlas a la práctica. La obtención de la “respetabilidad democrática”, esa hipocresía burguesa tan en uso, tiene necesariamente un coste altísimo para cualquier política de transformación radical.

El movimiento de liberación nacional se ha dotado de un instrumento táctico-estratégico de carácter soberanista, con una proyección fundamentalmente electoral e institucional. Y no hay nada que objetar pero, paralelamente, se está produciendo una transformación política y organizativa de nuestra veterana Izquierda abertzale en una organización de corte clásico, algo que inquieta a una parte cuantitativa y cualitativamente importante de la militancia y la base social. Observarlo así y decirlo públicamente no tiene nada de desleal ni mucho menos significa abandono. Se trata de una crítica constructiva y legítima.

Para los que nos consideramos defensores en todo tiempo de una República Socialista Vasca, el tiempo político nos impone participar activamente en la aplicación y extensión de una acción nacional y de clase que sea capaz de materializar, como objetivo estratégico, el principio de independencia y socialismo, aunque su conquista conjunta pueda verificarse en distintas tramas secuenciales pero sin olvidar que, ambos términos, caminan de la mano y que necesariamente van unidos si se quiere lograr una Euskal Herria emancipada de verdad.

EHK (Euskal Herriko Komunistak)

 

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