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Nafarroa :: 17/06/2015

"¡ Asiron es un ladrón !"

Borroka garaia da!
Me gustaría ver una Nafarroa llena de asambleas,un movimiento popular confrontado con el status-quo levantando un contrapoder que no sea condicionado por las instituciones

 Este fin de semana nos ha dejado varias imágenes simbólicas, algunas mejores que otras, de la situación política que vivimos en Euskal Herria. Son imágenes, en algunos casos algo representativas, en otros esperanzadoras y en algunos desesperanzadoras pero en ninguno de ellos plenamente reales, al menos por ahora, de la situación existente, que quitando el humo electoral y el de discursos rimbombantes ciertamente malvivimos en Euskal Herria. Un pueblo dividido territorialmente, negado por las armas y la legalidad vigente su propia existencia nacional junto a los derechos que se desprenden de ello y una clase trabajadora sufriendo las embestidas de un sistema que se traduce en incontable dolor para innumerables familias y personas.

Hemos visto la imagen de un cuartel de un ejercito de ocupación rodeado de movimiento popular. Unas fuerzas policiales y militares que mientras permanezcan en Euskal Herria no habrá ni paz ni ostias. Bueno, ostias si habrá, las de la represión y la amenaza permanente contra las ansias de libertad. Y si simplemente se van, seguirá habiéndolas, pues peor que la policía es una “policía propia” mientras el entramado legal es el de la ocupación y la falta de libertades. El factor primordial después de los intereses de clase para que el PNV sea un ente colaboracionista fue la ertzaintza. El imperialismo lo sabe desde hace siglos que una estructura militar o policial autóctona al servicio de su legalidad es garantía de asimilación acelerada.

Hemos visto también como ese mismo PNV tomaba el control institucional de una forma bastante hegemónica en la CAV y sus capitales. Y de momento todo le favorece porque parece que todo el mundo le favorece como si no existiera alternativa real y factible “al régimen del PNV” que en realidad no es tal, sino la hegemonía del capital vasco-español asentado cómodamente en el régimen español y la inexistencia de una alternativa consensuada que pueda quebrarla por el bien de la clase trabajadora y de Euskal Herria pese a existir masa social, popular, sindical y humana para conseguirlo aún no aunada en algo que abra camino decisivamente. Gasteiz ha sido un fiel reflejo de ello, donde el movimiento popular ha estado a la altura de las circunstancias pero no así una alternativa institucional a la derecha como proyecto. Malos tiempos para Araba, Bizkaia y Gipuzkoa de no revertirse la situación.

Hemos visto como si fuera casi el txupinazo de san fermines como Asiron tomaba el mando del ayuntamiento de Iruñea. Un momento histórico pero de momento Asiron no ha hecho nada. No por culpa de nadie sino porque simplemente no ha dado tiempo aún a hacer nada. Y es que en Nafarroa Garaia hay posibilidad de quebrar una forma de gestionar el poder y los partidos políticos deberían ponerse al servicio de ello y amoldarse para llevarlo a cabo pero la clase trabajadora navarra es la que debe ponerse al frente para un cambio real. Esos y esas que aplaudían no pueden ser defraudadas. La vieja política está basada en el delegacionismo, el personalismo , en la “participación” controlada, y en la neutralización del movimiento popular, no en la democracia directa ni en sujetos emancipados. Claro está, dar el salto a ello supone abandonar el institucionalismo autocentrado, el conservadurismo, apostar por la confrontación, en confiar en el pueblo y no pretender que el pueblo confíe en ti.

Me gustaría ver una Nafarroa llena de asambleas, un movimiento popular en plena confrontación abierta con el estatus-quo levantando un contrapoder y que este no sea condicionado por las instituciones. Que el centro de ebullición del debate sea la propia sociedad navarra y no el parlamento. Que sean comunes las consultas populares, la acción directa y la rebeldía. Me gustaría que todo eso sea así, porque eso realmente significaría que el cambio se va abriendo paso. Si no es así, si la complacencia se instala, si se instala la contención, si se queda el “a ver que pasa” en vez del “vamos a que pase esto”, si se queda todo entre partidos y entre paredes, el péndulo volverá, un péndulo que para la izquierda ha vuelto demasiadas veces. Y al final nada cambiará, o lo poco que cambie será de nuevo enterrado para pasar a ser una nueva lágrima en la lluvia de la historia de la izquierda y los pueblos. Iruñea estando al control de EH Bildu debería ser la punta de lanza y ejemplo de ese cambio y eso significa que Iruñea se ponga bajo control de los que aplaudían.

Sin embargo, de todas las imágenes simbólicas que nos ha dejado este fin de semana, me quedo con la del nuevo alcalde de Sartaguda. Esa imagen, que es la que está puesta en este post, personalmente para mi simboliza la clave de una futura Euskal Herria libre, soberana y justa.

Y pese a que ya lo he dicho alguna vez, lo repetiré hoy; Fusionar definitivamente a las capas obreras vascas que hasta ahora han estado bajo la manipulación españolista o regionalista de la burguesía en un proyecto atractivo y palpable de liberación nacional con alternativas más que claras y contundentes en lo social. Única forma de acabar con la división de la clase trabajadora. Si eso ocurre Euskal Herria estará muy cerca de la ruptura. Esta batalla no partidista se va a decidir principalmente en las márgenes del Nerbion y Bilbo (precisamente donde surgió el nacionalismo vasco y el nacionalismo revolucionario) así como en Nafarroa y en las macrozonas industriales y de mayor densidad obrera de Euskal Herria. Es decir, una izquierda vasca, extensa, plural pero con objetivos compartidos y claros que quiebre definitivamente el engaño que entre la burguesía autóctona colaboracionista, sea PNV o UPN entre otros, mano a mano con el españolismo clásico de PSOE o del PP le han arrebatado su futuro al calor de un régimen español absurdo y dañino para los intereses del pueblo trabajador vasco o navarro que es lo mismo. Como articular en todos los sentidos a ese pueblo trabajador vasco o navarro, es una de las claves de todo el meollo y la luz al final del tunel.

Este artículo tiene dos riesgos como sabe cualquier periodista, articulista o bloguero, o como debería saberlo. El primero está en el título ya que mucha gente lee el título y muchas veces ni lee el texto y ya se hace su idea que en algunos casos te la escupirá a la cara. El otro está en que según dicen, un porcentaje altísimo de las personas que abren una página la abandona sin leer por completo todo el texto hasta el final a no ser que en los primeros segundos le enganche y lo siga haciendo hasta que se acaban las lineas. En cualquier caso, estoy con David Fernández (CUP) cuando el comenta a menudo que los responsables institucionales de la CUP son tratados por ellos mismos como si fueran los mas ladrones pese a que no lo sean. Es algo que con otras palabras también lo decía  el flaco y queda constancia de ello en aquella póstuma grabación considerada su “testamento político”. Creo que esa filosofía es la que abre espacio a una política institucional popular, controlada popularmente, y lo que puede hacer que por ejemplo esos aplausos que se escucharon en Iruñea vuelvan a repetirse y en este caso ya con razón y argumentos.

 

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