Sr.Urkullu: “Yo tampoco estoy dispuesto a que ustedes borren el pasado”
Decía el filósofo Schopenhauer que “cada uno tiene el máximo de memoria para lo que le interesa y el mínimo para lo que no le interesa”, y eso parece ocurrirle a usted y al partido al que pertenece. Día tras día interpela a la izquierda abertzale a hacer autocríticas y a reconocer el daño causado, dejando a un lado la responsabilidad directa e hiriente en muchos casos del PNV en el conflicto vasco.
Dice usted que no está dispuesto a “borrar el pasado”, haciendo un uso perverso de lo acontecido durante años en nuestro pueblo y tratando de pervertir una y otra vez, el Relato. En los útimos tiempos ha hecho gala de una actitud soberbia y chulesca en diversas situaciones, y parece no llevar muy bien la crítica, al mismo tiempo que en sus discursos deja al descubierto sus fobias personales. A una persona tan católica como usted le aconsejaría leer a San Agustín , quien decía que “la soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande pero no está sano”. Téngalo en cuenta, estoy seguro que viniendo de donde viene le prestara atención.
Exigen como un mantra que, la izquierda abertzale reconozca el daño, que pida perdón… porque de esta manera saben que ocultan sus miserias y responsabilidades en el conflicto. Los herederos de aquellos que mandaron al ostracismo a Eli Gallastegi por denunciar la renuncia y el colaboracionismo del PNV. Los mismos que demostraron su suelo ético tras la jura de Aguirre en 1936, expulsando y tratando de silenciar aquellos gudaris que gritaban “Estatuto no, independencia si”. Años más tarde, en 1981, otros independentistas vascos fueron expulsados por berrozis del PNV de la Casa de Juntas de Gernika tras la visita del monarca español.
El pueblo vasco sigue esperando el perdón del partido jeltzale por la traición de Santoña en 1937, cuyo portagonista, Juan de Ajuriaguerra, fue un modelo de moderación y ética dentro del partido como demuestran sus palabras ante la irrupción de ETA en 1959: “Me anunciaron que, sino levantaba la sanción a Benito del Valle, el resto de EKIN abandonaría la organización EGI. Les contesté que un acto semejante en periodo de clandestinidad se pagaba con la cuneta, pero que en esta ocasión el Bizkai se había contentado con expulsarlo de Juventudes Vascas”. El “perdonavidas” de Ajuriaguerra dejó impronta en el PNV de cómo manejarse en el subsuelo ético.
Señor Urkullu, ¿hablamos de los importantes datos sobre los GAL que supuestamente tuvo la policía del PNV desde 1983? Haga memoria. Aparición de un maletín con documentación tras un accidente en la autopista Bilbao-Beobia a la altura de Eibar. ¿Va usted recordando? Curioso que desde esa fecha hasta 1987, nada trascendiera sobre los GAL, pese a la información que poseía el Departamento de Interior dirigido por el PNV con Luis Maria Retolaza al frente. Podriamos hablar también de aquella “Brigada del Juego” o del casino Kursaal de Donostia, pero puede que esto resulte molesto, ¿verdad, señor Urkullu? . Porque puede que la opinión pública ate cabos y relacione ciertas actitudes de su partido con el caso de las tragaperras, y entiendan algunas cosas de su pacto con el PSOE de Jauregui y Benegas en plena actividad de los GAL. Aquello de: “yo no me meteré contigo por tus chanchullos del juego y yo tampoco contigo sobre la guerra sucia”. Pacto de silencio en el subsuelo ético.
Señor Urkullu, podríamos hablar también sobre las escuchas “éticas” a Garaikoetxea, o al abogado Iñigo Iruin por parte de la Ertzaintza. Sin olvidarnos de aquella “Comisión de expertos sobre la violencia”, auspiciada por su partido en 1986, y donde solicitaban sin ruborizarse “una política informativa ad hoc de los medios de comunicación”. Un informe donde se incitaba a la policía del PNV a recabar datos e información sobre organizaciones terroristas y sus partidarios. El plan ZEN del PNV, ¿les suena?.
Señor Urkullu, ¿hablamos de la dispersión de pres@s? Perdone usted, que ahora al igual que su amigo Pujol, utilizan el recurso del “ahora no toca”. Para no olvidar aquel pacto con su añorado Txiki Benegas donde se daba un “apoyo total a las medidas penitenciarias auspiciadas por el Gobierno español”. Aquello que decía Arzalluz de que “no veo ninguna violación del derecho” (16-8-1989), o las ignominiosas declaraciones de todo un lehendakari como Ardanza: “lo más adecuado para los intereses de los presos es que sigan como están” (1-10-1991). Todo ello, mientras el PNV firmaba el Pacto de Madrid, en la antesala del acuerdo de Ajuria Enea, donde se intentó socializar la dicotomía entre violentos y demócratas, el preludio del “a por ellos” de la Puerta del Sol en 1997 de Victoria Prego, sirviendo en bandeja de plata posteriores ilegalizaciones.
Señor Urkullu, ¿hablamos de libertad de prensa y suelo ético? Porque el PNV ha sido colaborador necesario e imprescindible en el cierre de medios de comunicación en Euskal Herria. ¿se acuerda, de “Egin apunta, ETA dispara?. Para el lehendakari Ardanza, “la desaparición de EGIN, sería un favor para la higiene democrática” (24-11-1993), incidiendo en el boicot institucional, afirmando que estaba dispuesto a “agotar todas las vías legales antes de insertar propaganda en EGIN” (4-4-1995). Hago mención a los exabruptos de Ardanza para los que dicen que Atutxa era un verso suelto: “EGIN es como una pequeña bomba de amonal” (22-8-1996). El PNV creó el caldo de cultivo necesario para colaborar en el cierre, al igual que pasó con Egunkaria: “La desconfianza del PNV hacia el periódico se debía a la participación directa y estrecha que ha tenido el MLNV, KAS y directamente ETA” (Joseba Egibar, 22-7-1993). Diez años más tarde, el juez Del Olmo, culminaría el trabajo.
Señor Urkullu, ¿hablamos del cheque en blanco del PNV al PP en 1996 para “acabar con ETA? Casualmente a partir de ese año la escalada represiva contra el movimiento independentista fue en aumento, y en ello puso todo su empeño la policía del PNV. Multas millonarios por concentraciones, petición de reforma del Código Penal, represión, apaleamiento de familiares de Lasa y Zabala en el cementerio, muerte de Rosa Zarra… Todo ello, recordaba las palabras de Eli Gallastegi: “(…)ese ejército de regulares armados porEspaña…¡nuestros compatriotas! Nos fusilarán” (abril 1923).
Podríamos hablar del apoyo del PNV al “Informe Watson” tras los sucesos del 11-S en 2001, donde se hablaba de “combatir el entorno” o “adoptar medidas eficaces contra el surgimiento o el mantenimiento de un entorno de apoyo de los terroristas”. Meses después se elaboró la tristemente famosa “Ley de Partidos” y la posterior ilegalización de la izquierda abertzale, el caramelo con el que el PNV siempre había soñado. “La ley de Partidos es democrática y legal” (Anasagasti, 12.8.2002). Usted mismo dijo que esa Ley “se había convertido en un escudo protector para la izquierda radical, y que favorecía la utilización de su victimismo” (9.5.2007)
Señor Urkullu, ¿no tienen que decir nada ustedes sobre los centenares de testimonios de ciudadanos vascos que afirman haber sido torturados por la Ertzaintza? Revisen ustedes su modelo policial y depuren responsabilidades en las cloacas de Arkaute y en muchas comisarias donde muchas personas se sintieron humilladas, vejadas y heridas en su orgullo, donde una vez se hizo de noche y nunca volvió a amanecer. Le podría dar el contacto de algunos psicólogos que siguen tratando a muchas de esas personas tras el infierno vivido y que en algunos juicios después de volver a oír la voz de su verdugo, tras un biombo, volvieron a sentir los mismos temblores y el mismo sudor frio.
Por cierto, les recomiendo que revisen el estudio que han realizado desde el Insitituto de la Memoria y donde recogen las “victimas” del conflicto hasta 2010, porque creo que hay varias ausencias. Por acordarme de la más reciente, de Iñigo Cabacas (2012). Si la omisión es deliberada puede ser que ustedes piensen al igual que relataba Ugarteko en la grabación de aquel fatídico día, que Iñigo se desmayó.
Decía José Saramago que “somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos. Sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir”.
Asuman su responsabilidad.
Igor Meltxor