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Nacionales E.Herria :: 15/07/2006

Un sindicalismo de clase

Kimetz
Los sindicatos nacieron a finales del siglo XVII para equilibrar fuerzas entre el proletariado y la naciente burguesía, ávida de ganancias a costa de la explotación de los trabajadores.

Se pasó por varias épocas, desde la ilegalización (amparándose en la ilegalidad del derecho a reunión), a la tolerancia, para finalmente legalizar una situación social que eran incapaces de eliminar. La ilegalización duró, en general, hasta principios del siglo XVIII, pasando por duros momentos de represión, atizado por el ejército, que no vacilaba en utilizar la contundencia que les caracteriza, dejando heridos y muertos ante reivindicaciones de mejoras laborales y de vida.

La tolerancia duró prácticamente todo el resto del siglo XVIII, siendo una época en la que se toleraba de facto la existencia de asociaciones obreras, pero siendo también una época de duras represiones. Fue la época donde gradualmente se comenzó a hablar de la duración de la jornada laboral, de las condiciones de trabajo, y la emancipación de la humanidad del yugo de la explotación burguesa. Fue una época muy prolija en nacimiento de organizaciones y asociaciones de obreros.

La legalización llego paulatinamente a finales del siglo XVIII, si bien en Inglaterra, ya desde 1824 existían leyes que regulaban las asociaciones. Las internacionales, gérmenes de las futuras organizaciones y partidos socialistas, comunistas y anarquistas, fueron posible gracias a la convocatoria echa por los sindicatos europeos a este respecto. Sin este movimiento organizativo, hoy no existiría el mapa político tal como lo conocemos.

En 1862 se celebró en Londres la Exposición Internacional, la cual tuvo la participación de ingleses, franceses y alemanes; en total se reunieron más de 300 líderes obreros en la llamada Fiesta de la Fraternidad. En esta se pactó la solidaridad entre los sindicalitas de estas naciones para buscar una unificación formal que les permitiera adquirir una gran fuerza. Hacia 1867, la Internacional demostró su fuerza cuando los sindicalistas ingleses sostuvieron económicamente las huelgas de los trabajadores franceses. La visión de esta primera Internacional se puede resumir en lo siguiente: "La emancipación económica del trabajador debe ser el objetivo de toda política. No es éste un problema local ni nacional, se trata de un problema social" La primera Internacional desapareció en 1870 por conflictos armados en Europa.

En 1889 surgió la Segunda Internacional. Uno de los aspectos determinantes de su acción fue que desde un principio pidieron asesoría política a partidos socialistas, y esta asesoría fue tan importante que dominó más la fase política del socialismo que los intereses gremiales de los afiliados. Esta organización llegó a tener hasta 12 millones de afiliados en todo el mundo. No obstante, el estallido de la Primera Guerra Mundial sometió a dura prueba a la organización obrera, porque a pesar de sus sentimientos unionistas se dividieron con sentimiento nacionalista y se dispusieron a apoyar a sus respectivos países en la contienda; lo que provocó la desintegración de la Segunda Internacional. Concluida la guerra, al instaurarse la paz se puso en marcha un notable intento de los sindicalistas para integrar de nuevo la Internacional y se logró hasta 1919 en Moscú en donde la organización tuvo un corte comunista. Se consiguió la afiliación de sindicalistas de 23 países. Su característica principal fue que era de tendencia abiertamente revolucionaria, y su acción primaria consistía en fomentar el descontento popular y la violencia con el propósito de transformar, según la teoría en una lucha de clases, al conflicto armado que había terminado.

Los sindicatos han participado activamente en todo tipo de luchas y voluntades políticas, a veces con orientaciones muy claras, a veces con orientaciones laborales. Pero nunca habíamos llegado al punto en el que los líderes de los sindicatos mayoritarios a nivel europeo se sienten en charlas debate con la derecha más recalcitrante. Nunca se había dado el caso de sindicatos totalmente entregados a la burguesía, que pactan reformas con el estado para eliminar conquistas sociales.

La derrota parcial del proletariado después del ciclo revolucionario que comenzó con Rusia en 1917, ha provocado muchas fracturas en la izquierda y en sindicatos. Ha provocado un vuelco ideológico en muchas organizaciones que sin un referente ideológico claro se han pasado directamente al bando de la reacción, de la explotación y la humillación sindical. Es hora de hacer un balance histórico, reconstituir el partido comunista revolucionario, volver a reivindicar a los sindicatos que realicen la labor para la que fueron creados, y parar esta ofensiva neoliberal que nos está dejando sin derechos. Es hora de volver a la calle, volver a pedir la reducción de la jornada laboral, y repartir la riqueza entre toda la clase trabajadora. Es hora de hacer un sindicalismo de clase.

enlace: http://www.kimetz.org/k_infor/leerNoticia.php?id_noticia=290

 

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