Somos los mismos que cuando empezamos
Hace unos 7 años cierta organización de la órbita de la Izquierda Abertzale me invitó a unas jornadas en cierto pueblo navarro. Durante un fin de semana tuvimos reuniones, debates y conversaciones varias, todo en un muy buen ambiente de camaradería. ¡Era la época de ‘Zutik Euskal Herria!” y la reunión giraba en torno a ese tema, durante todo el fin de semana debatimos sobre dicha resolución y cómo se iba a implementar en la sociedad vasca.
A mí, que siempre he estado en este lado de la barricada, el de la independencia y el socialismo, en principio no me pareció una mala propuesta, veníamos de mucho dolor, represión, presos, muertos, torturas… Pintaban bastos, y llevábamos años aburridos del inmovilismo con el que se desenvolvía el conflicto, no avanzábamos, así que hacían falta cambios.
Terminadas ya las reuniones y los debates nos dispusimos a cenar, en un ambiente distendido, de camaradería, previo paso a ir a tomar unas copas con los compañeros. Antes de comenzar la cena apareció una de las caras visibles de cierta organización política independentista y socialista y nos dirigió unas palabras a todos los allí reunidos. Habló de ‘Zutik Euskal Herria’, y entre muchas cosas que dijo, con las que en principio yo estaba de acuerdo, hubo una que me sorprendió en aquel momento. Esta persona comentó de ciertas críticas que le habían llegado al hilo de aquella resolución. Recuerdo que dijo “nosotros no hemos cambiado, seguimos siendo los de siempre, con los mismos objetivos de siempre, esto es sólo un cambio de estrategia para poder lograr dichos objeivos”. Me sorprendió porque en aquel momento yo no había oído aún ninguna crítica a este nuevo camino.
En cualquier caso, pensé que esta propuesta merecía como mínimo una oportunidad, que no en vano la Izquierda Abertzale llevaba años luchando y manteniendo la llama de la revolución. A nivel estatal, Euskal Herria era la punta de lanza contra el nauseabundo régimen malparido en la transición. Un movimiento que contaba con miles de militantes, con cientos de personas que habían pasado por la cárcel por luchar, montones de organizaciones y estructuras políticas donde poder trabajar por la libertad social y nacional de este pueblo… Que mínimo que dar un voto de confianza a esta propuesta.
Y pasó casi un año, las elecciones de mayo de 2011 se celebraron con la vuelta a las urnas de una opción abertzale y socialista. En aquel momento todavía tenía cierto grado de optimismo.
Siguió pasando el tiempo, primero empecé a ver “cosillas” que no me gustaban, en ciertas políticas municipales, en ciertas declaraciones, “cosillas” por aquí y por allá. Pero bueno, nadie es perfecto y ningún movimiento político está exento de tener fallos, errores o cosas que nos gusten menos.
Pasaban los años, ETA ya había declarado su alto el fuego unilateral y permanente. Empecé a darme cuenta de que, paulatinamente se iban rebajando discursos, reivindicaciones. Había ciertas reivindicaciones (seguro que todos sabemos a cuáles me refiero) que de repente desaparecieron de nuestras movilizaciones, lo más grave me pareció cuando me enteré de que se había expulsado a gente de ciertas organizaciones por seguir manteniendo dichas reivindicaciónes.
Y siguió pasando el tiempo, me llegaban muchas más cosas a mis oídos, cosas que a veces se me hacían hasta difíciles de creer, pero que tarde o temprano acababa confirmando. Varios de los movimientos y estructuras que durante tantos años habían acompañado a este movimiento fueron finiquitados o pasaron a segundo plano (en ocasiones a tercero o cuarto). El nerviosismo y la mala leche iba en aumento. ¿Para esto apoyamos esta propuesta? Yo cada vez tenía más claro que no, no era esto por lo que yo apostaba.
Fue por aquella época que empezaron a surgir otros movimientos, que recogían aquellas reivindicaciones olvidadas y criticaban en lo que se había convertido esa nueva estrategia.
Paralelamente algunos estaban demasiado optimistas, nos decían que no nos preocupásemos, que íbamos a ganar, que íbamos camino de la victoria. Algo que contrastaba enormemente con lo que veía a mi alrededor.
Y llegaron estos últimos años, dónde los acontecimientos han pasado a una velocidad de hórdago. Las diferencias sobre el tema presos estallaron. Se nos hablaba de que tendrían que aceptar la legislación del enemigo y las tensiones saltaron cuando varios presos rechazaron públicamente esa vía. A partir de aquí todo se enrareció. Por un lado, las tensiones existentes entre las dos maneras de abordar esta situación saltaron a la palestra, con acaloradas discusiones, guerras de comunicados o incluso hasta llegando a las manos a veces. Además, algunos trataron de engañar diciendo que lo que los críticos querían era “la vuelta a las armas”.
Por otro lado, la estructura institucional dio no pocos disgustos: declaraciones que si hace 10 años nos hubieran dicho que iban a salir de un partido de la Izquierda Abertzale, nos hubiera dado la risa, incrédulos. Felicitaciones a cierto presidente fascista de cierto país imperialista tras su contienda electoral. Rechazar acciones directas. Justificar cargas policiales. Pisar manifestaciones y convocatorias impulsadas por otros movimientos. Condenar disturbios. Participar en homenajes que hay mucha gente que ni entendemos ni compartimos. ´Mandar a los peleles a desalojar un Gaztetxe. Hasta realizar pintadas o hacer encierros empezaron a ser acciones criticadas y rechazadas. Nos habíamos metido en la trampa que el sistema diseñó para nosotros, habíamos aceptado su relato, su moralidad y hasta su legislación. Y todo en unos pocos años.
Para mí hubo un punto de inflexión muy claro: el 11 de marzo de este año. Y es que la actitud con los detenidos de Orereta me daba vergüenza ajena, no me entraba en la cabeza. Para mí hubo un claro antes y después de aquella fecha. Sobre todo, viendo como muchos a los que siempre considere compañeros, se afanaban en justificar lo injustificable y en buscar culpables a diestro y siniestro.
Durante todos estos años, poco a poco se iba haciendo patente que habíamos torcido el camino, y cada vez que pensaba en ello me inundaba una sensación mezcla de pena, decepción y hasta miedo. Parecía imposible corregir el rumbo dentro de las estructuras hegemónicas, y daba miedo quedarte fuera, daba la sensación de que fuera “hacía mucho frío”. Sin embargo, nuevos movimientos florecieron, no con pocas dificultades, y consiguieron llevar otra vez a la calle las reivindicaciones abandonadas, con sus aciertos y sus errores, pero consiguieron abrir debate sobre un tema que todo el mundo parecía haber olvidado.
Ahora, 7 años después de aquellas jornadas de las que hablaba al principio, recuerdo las palabras de aquel dirigente, y pienso que me gustaría preguntarle “¿De verdad sois los mismos de siempre?” y si la respuesta fuera afirmativa, le lanzaría esta otra pregunta: “Si sois los de siempre… ¿qué os ha pasado entonces?”.
Cuando hablamos de temas tan serios, es muy fácil encenderse y tomar actitudes que hacen imposible el debate, el alcanzar acuerdos o lugares comunes. Sobre todo, cuando llevamos una historia como la nuestra, generaciones y generaciones de vascos que han conocido la cárcel la tortura, el exilio o la muerte ligadas a la política. Y la verdad, seamos claros, en las dos estrategias seguramente haya habido actitudes honestas y otras que dejan mucho que desear.
En cualquier caso, con los acontecimientos de estos últimos años, algunos nos llegamos a sentir huérfanos políticamente hablando. El movimiento que siempre habíamos apoyado había tomado un camino que, creemos que no nos lleva al tan ansiado objetivo: Independencia, socialismo, feminismo.
Puede que nos equivoquemos o puede que tengamos toda la razón, eso sólo el tiempo lo dirá. Pero algunos hemos apostado por nuevas estructuras que recuperen los mismos parámetros ideológicos que siempre tuvo este movimiento, a la vez que queremos hacer, no una fotocopia en blanco y negro de estructuras de tiempos pasados, sino, partiendo de toda nuestra historia y experiencia, crear una nueva estructura de carácter revolucionario y horizontal. Paso a paso, pero siempre caminando hacia la independencia, el socialismo y el feminismo. En ese camino esperamos encontrarnos con todos los que compartimos ese mismo objetivo.
Por todos estos motivos he decidido formar parte de Herritar Batasuna, esperando que sea una herramienta que lleve a Euskal Herria a su tan ansiada libertad.
Nos vemos en las calles.
¡¡JO TA KE, INDEPENDENTZIA, SOZIALISMO ETA FEMINISMOA LORTU ARTE!!
Nafarroa, 10 de agosto de 2017
Gorka Uriz, militante de la Herritar Batasuna