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Nacionales E.Herria :: 01/03/2016

Contexto del debate y debate del contexto (VI). Lucha de contrarios

Petri Rekabarren
Somos consciente y lúcidamente pesimistas porque el documento de Abian! no resuelve ninguno de los problemas de nuestro pueblo

Ya expusimos en el comentario anterior, el V de esta serie, que el documento Abian! carece de estrategia porque estaba minado por una contradicción entre la línea de la democracia abstracta, reformista, y la línea de la democracia concreta, revolucionaria. No es una contradicción nueva, original, sino que existe desde el choque entre el pensamiento liberal y el pensamiento socialista allá por la mitad del siglo XIX. Ya nos extendimos un poco en el comentario anterior, así que no nos repetimos.

En el documento la línea abstracta absorbe la mayor parte del espacio y el grueso de la orientación política, mientras que la línea concreta, la revolucionaria, aparece en algunas páginas y prácticamente desaparece de la orientación política.

Si aplicásemos a la ponencia el método de Derrida de la deconstrucción del texto, a pesar de su tremenda fragilidad como método, veríamos que debajo de ese magma de reiterados «significantes vacíos» danza muy cómodamente el universo de la nada. Hace un tiempo, nuestro colectivo se aventuró a escribir cuatro comentarios sobre la ideología de la actual dirección de Sortu titulados La nada no es ni meta ni camino, es nada. Ahora, la nada que no es ni camino ni meta, vuelve a aparecer como un espectro, algo amorfo e informe, vacío de todo contenido, un espectro que puede ser pintado de algunos colores externos pero que sigue estando vacío en su interior.

¿Cómo puede algo informe y amorfo reflejar una cierta apariencia de radicalidad? Por tres razones: una, porque la muy desigual lucha de contrarios que se libra en su interior se plasma, a la fuerza, en la tenue apariencia externa de un «socialismo» indefinido. En el anterior comentario explicamos cómo la democracia socialista es antagónica con la abstracción de la democracia burguesa que se presenta en el documento. El contenido inasimilable de la democracia socialista hace que alguna de sus expresiones reflejadas fugazmente en la ponencia impacten en el vacío dejando un rastro. Este rastro es de inmediato negado, tapado, por la omnipresencia de los «significantes vacíos» que bailan alocadamente en la ponencia.

Por ejemplo, nada más empezar, en la página 7 se habla de la necesidad de un debate que resuelva los problemas, lo que indica que esa democracia concreta, de base, militante y radical, se ha movido tanto que, al menos, se ha hecho oír, pero de inmediato la abstracción hueca cae como plomo dejando sin explicar qué papel deben jugar los movimientos populares, sociales, culturales, políticos, etc., tan activos dentro de la Izquierda Abertzale como movimiento, pero críticos con la actual dirección de Sortu. Ejemplos idénticos a este son muy abundantes.

Dos, porque a pesar del efecto disolvente y «normalizador» de la verborrea democraticista que todo lo ahoga, resurgen al instante las críticas disconformes de que se les dé gato por liebre, de que se les diga que la movilización popular y obrera es necesaria, que el pueblo debe autoorganizarse, etc., para, un poco más adelante, afirmar lo contrario: que debe ser el futuro Estado vasco abstracto en lo clasista y socioeconómico, el que engulla a los movimientos, los devore y sea él, ese Estado sospechosamente indefinido, el que dirija la política. En este crucial tema de la prefiguración de la futura sociedad vasca, la línea reformista, a la que se le llena la boca hablando de «democracia» a secas, sin la sustancia socialista, echa marcha atrás y retrocede a un inaceptable dirigismo estatalista.

Ahora esta barbaridad burocrática y jerárquica, vertical, puede ser aceptada por sectores de la militancia que no han recibido ninguna formación crítica, marxista por supuesto, en la última década, militancia intelectualmente abandonada a la trituradora de la ideología dominante, burguesa por supuesto. Pero hay otra militancia educada en la lucha, teóricamente formada pero bastante desenganchada de la actual dirección de Sortu, a la que va a resultarle intragable ese sustitucionismo.

Y tres, estas y otras contradicciones son inocultables a pesar de los malabarismos de la ponencia, de manera que su espectro arrastra tras de sí la bola roja del independentismo socialista. Pero que nadie cante victoria porque, otra vez, los «significantes vacíos» vuelven a llenarse de contenido reformista: la ponencia sostiene a media voz que la Izquierda Abertzale ha errado el camino y ha fracasado nada menos que desde las naufragadas negociaciones de Lizarra-Garazi de otoño de 1998. Con la misma idea, sostiene el documento que la estrategia revolucionaria y organizativa expresada en la Alternativa y modelo KAS Bloque Dirigente, también ha fracasado y está condenada a los infiernos eternos.

La línea de la democracia abstracta dominante en la ponencia, que rechaza cualquier esfuerzo por definir el Estado vasco de manera coherente con la historia de las luchas sociales entre explotadores y explotados, cayendo en la aberración del dirigismo, sin embargo se hace muy concreta y directa, hablando sin tapujos, cuando se trata de liquidar casi sesenta años de tenaz lucha obrera y popular por la independencia vasca. Nuestro colectivo es de la opinión de que ese más de medio siglo tiene muchos más aciertos que errores. Pero como en la ponencia no se ofrece un solo argumento que sostenga la tesis del fracaso histórico, nosotros nos encontramos con el problema de que no sabemos qué tenemos que rebatir, qué tenemos que demostrar que es erróneo. Frustra un poco esto de tener argumentos de sobra contra la superficialidad de la interpretación negativa de nuestra historia y no poder emplearlos porque esas tesis contrarias no dicen nada de nada.

Vemos por tanto que el espectro de la «confrontación democrática» no puede evitar que la nada sea cuestionada por las críticas de militantes, que a la fuerza la vaciedad del discurso no pueda impedir una difuminada imagen de cierta radicalidad expresada en la corriente del «socialismo vasco». Antes algunos podían ser escépticos si cerraban ojos y oídos a la realidad, pero ahora, visto y escuchado lo que sucede, se debe ser pesimista porque esa sana, necesaria y realista capacidad crítica es la única cualidad que puede salvarnos del desastre.

Nos parece que la dirección actual de Sortu y la línea editorial de Gara y Naiz, han avanzado tanto por la senda de la «normalización» y de un hipotético «proceso de paz» que no existe por ningún lado, como para ahora girar 180º. Tanto en dialéctica como en epistemología de la ciencia, que es lo mismo, se habla de los procesos irreversibles una vez que han cruzado el umbral de no retorno, de emergencia de lo nuevo o de salto cualitativo. La dirección actual de Sortu ya dio este paso cuando se arrodilló para aceptar la española Ley de partidos.

La involución ideológica –en el sentido de falsa conciencia– de la línea editorial de Gara y Naiz también venía de antes: con rapidez fueron aceptando los principios del liberalismo preindustrial, y luego las nebulosas posmodernas que pronto se vieron reforzadas con las vaguedades de Laclau y Mouffe, esas que han servido en Argentina para debilitar al reformismo duro y reforzar al reformismo blando, abriendo las puertas de la Casa Rosada al neoliberal Macri. Esa misma palabrería que en el Estado español ha ocultado hasta hace poco la función de Podemos como uno de los salvavidas de urgencia de la monarquía que impuso el dictador Franco.

Esta corriente se ha posicionado y presentado hasta hace un tiempo de una forma tan triunfalista y definitivamente vencedora, sin la mínima precaución, que ahora resulta difícil imaginar que de repente se caigan, como san Pablo del caballo, del dogma despectivo hacia las demás posturas. Sería bueno e ilustrativo recopilar las expresiones peyorativas, condenatorias y de «advertencias», por no llamarlas de manera más realista, que esta corriente y portavoces de la dirección actual de Sortu han lanzado contra lo que califican de «escisionistas» (¿?), creando un clima de intolerancia fanática entre grupitos de «militantes» que ya han dado una paliza a un joven donostiarra de 16 años defensor de la vigencia de la consigna de la Amnistía, y que en otros lugares han provocado situaciones de tensión.

Si en sí es malo que a los argumentos se responda con insultos, como sigue sucediendo, es mucho peor que se dé el paso a la «dialéctica de los puños» cuando no se tienen argumentos para la dialéctica de la verdad. Desgraciada e inquietantemente se sigue insultando. En la Edad Media existía una terrible figura inquisitorial que se creía depositaria y guardiana de la fe mediante la ventaja que le concedía el Santo Oficio al darle el monopolio del púlpito. Ahora existe el «Gran Insultador» que, de nuevo, ha excomulgado herejes con el hisopo de sus farragosos artículos. Algo huele a podrido en una parte de la Izquierda Abertzale cuando nadie quiere o puede cortar estas prepotencias inaceptables.

Somos consciente y lúcidamente pesimistas porque el documento de Abian! no resuelve ninguno de los problemas de nuestro pueblo y, peor, porque algunas de sus afirmaciones dan pábulo al «Gran Insultador» y a los obtusos fanáticos.

27 de febrero de 2016

 

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