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Nafarroa, Nacionales E.Herria :: 22/04/2016

Cuando la tortura es un bien protegido

Mikel Arizaleta
8 personas fueron detenidas el 19 de abril por la Policía española en Burlata, Iruñea y Atarrabia acusadas de «injurias» contra la Guardia Civil

Hoy, día de fútbol en el Botxo, he recordado a Íñigo Cabacas, su asesinato por la ertzaintza, la cobardía del grupo partícipe, unos mandos políticos, que aunque distintos, han demostrado hasta la saciedad su ruindad y baja calaña, un PNV, un PSOE cómplices de un silencio pactado y con tinta de calamar, una fiscalía perezosa y colaboradora con la desgana y quizá con algo más… Sí, me pareció certero el relato de Louis de Bernières en “La mandolina del capitán Corelli” cuando en la pag. 471 dice: “Todo país tiene su cupo de cabrones; matones e ineptos que necesitan sentirse superiores. Eso mismo ocurrió en Italia, todos se afiliaban al fascismo para ver qué podían sacar. Hijos de empleados y de campesinos que querían ser algo. Mucha ambición y ningún ideal. ¿Entiendes ahora cuál es el encanto de la vida militar? Quieres una chica, la violas. Quieres un reloj, lo robas. Estás de mal humor, te cargas a alguien. Te sientes mejor, más fuerte; te reconforta pertenecer a los escogidos, puedes hacer lo que quieres y justificar cualquier cosa…”.


Escribía Paco Roda este 19 de abril pasado en “Maravillas 36”: “Maravillas Lamberto Yoldi tiene 94 años y aún conserva en su retina el brillo negro de una tarde de agosto del 36. Esa tarde, los fascistas de su pueblo, Larraga, jaleados por el vino peleón y el calentón bastardo de su hombría fascista, la violaron en el mismo ayuntamiento. Después, para no dejar rastro, la asesinaron. No contentos con la carnicería, dejaron su cuerpo mancillado y roto a merced de los perros que aullaban por Yerri.

Ya muerta, Maravillas recuerda todavía esa tarde tórrida y feroz. Y se preguntaba el otro día en los pasillos del Parlamento, donde se exhibe la exposición Navarra 1936, por qué alguien no ajeno a su tierra se avergonzaba de aquellos lienzos sangrientos. De unos lienzos que retrataban, no solo la verdad, sino algo más horroroso, la perversión de la verdad. Alguien que la reconoció, le preguntó qué hacía allí: “Buscando el relato de mi muerte”, eso dijo.

Dicen que esto llegó a oídos de Javier Esparza, presidente de UPN y que estos días anda lenguaraz y bucanero a cuenta de ese montaje ficcionado de una realidad que muerde un tiempo corrompido y silenciado. Y que Esparza se sobresaltó cuando se dio de bruces con Maravillas quien le dijo: “Javier, tu mismo has dicho que la democracia no se combate, se promueve; pues bien, todavía estoy esperando desde el otro lado del tiempo que tus palabras se conjuguen con mis huesos”. Acto seguido, Maravillas murió más tranquila.

UPN y PP no soportan ciertas ficciones. Sin embargo, comulgan a diario con realidades sangrantes sin que la cara se les tuerza de vergüenza. Con la memoria les pasa algo parecido. Que la usan solo hasta anteayer. Más allá, volatizan los nombres, el tiempo, el pensamiento y hasta su propio escepticismo. Suele pasar con los crímenes del olvido. Como estos, que saciaron a las hienas que llevaban dentro”.

Y nosotros tenemos el cupo de cabrones propio y el endosado. Tradicionalmente el estado español ha sido terreno arado por la tortura. Son muchos los libros, los informes que describen esa tarea inhumana desde tiempos lejanos, pero en nuestros días son muy pocos entre nosotros quienes no han visto su desgarro y mueca de muerte en alguna fotografía tras el paso por comisaría de “todo por la patria”, son muchas, ¡son tantas!, cientos, miles, las personas que nos han relatado su violación por funcionarios del estado, por guardiasciviles, por policías, por forenses, por jueces y políticos. Una trama vieja organizada de tortura. Hemos visto con mucha frecuencia sus marcas, sus cicatrices en rostros de mujeres y hombres, sus lloros, sollozos y espasmos acompañando sus trágicos relatos, con sello más de bestia que de mano humana. ¿Es posible? Es real. Mikel Arregi, Ana Ereño, Mikel Zabalza, Kepa Otero, Mikel Zuloaga, Iratxe Sorzabal…, cientos, miles.

Ocho personas fueron detenidas ayer, 19 de abril del 2016, por la Policía española en Burlata, Iruñea y Atarrabia acusadas de «injurias» contra la Guardia Civil, por pintar un mural contra la tortura. Se trata de Mikel Otano, Esteban Gota, Itxaso Torregrosa, Saioa Ibiriku, Angel Mari Erro, Julia Ibáñez, Txelui e Ibai Moreno. Estos tres últimos familiares directos de Iker Moreno, que denunció graves torturas.

Eso es el estado español todavía hoy: Torturados marcados de por vida por su sello de bestialidad, y torturadores, funcionarios suyos, premiados con ascenso y amnistía. La tortura es piel, sigue siendo todavía hoy en el estado español un bien protegido.

 

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