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Nacionales E.Herria :: 19/07/2017

El posconflicto o tomar al gato por liebre

Borroka garaia da!
En Euskal Herria no hay un escenario de derechos y de paz, no estamos en un posconflicto, no ha habido ningún proceso de paz activo en los últimos años

 

Que en Euskal Herria no hay proceso de paz es indiscutible, de la misma manera que tampoco existen negociaciones entre las partes implicadas en el conflicto. Esto es una realidad cristalina.

Tan cristalina como que los motivos de la existencia del conflicto en Euskal Herria no han desaparecido y siguen siendo hoy los mismos que ayer. Para una parte importante de este pueblo en la que me incluyo, el conflicto es que Euskal Herria no es libre, tiene el derecho de autodeterminación secuestrado y esa es la raíz que explica toda extensión del conflicto. Una raíz que se hunde en el terreno de los intereses del capital.

Si no nos encontramos en un proceso de paz y si el conflicto sigue vigente, ¿desde qué postura intelectual o ética se puede defender que haya proceso de paz o que estemos en una era de posconflicto? Salvo que se entienda que ETA ha sido el conflicto, no tiene ningún otro sentido tales aseveraciones.

Con el conflicto vigente, los derechos de Euskal Herria y su clase trabajadora siguen pisoteados. Es decir, la violencia estructural del estado no cesa, y eso se expresa abiertamente con episodios represivos gravísimos que tampoco cesan y con otros menores y también graves que se acumulan sin parar. Esta doble violencia, la de negar derechos y la de ejercer violencia represiva contra los y las que los exigen es la era actual en la que vive Euskal Herria . Los y las viejas del lugar lo llamaban opresión nacional y social, y no hay motivos para que los y las nuevas del lugar digan otra cosa, pues estamos en la misma situación.

Todo el mundo tiene derecho para posicionarse en contra de la violencia revolucionaria, cuando ésta existe y cuando no lo hace, sea por cuestiones políticas o de moral. En mi opinión, también para arrepentirse, pedir perdón, negar su pasado y volver a empezar desde el punto que desee. Pienso que no hay nada malo en ello, ya que no se puede actuar sobre la conciencia de nadie en cualquier sentido.

Lo que no se puede es engañar. Ya que entonces no entramos en el terreno de la conciencia sino en la demagogia o el cálculo. Cualquiera es libre de despolitizar un conflicto si así lo desea, deslegitimar en nombre del humanismo o del pacifismo cualquier trayectoria porque su conciencia así lo exige, centrarse en las consecuencias sin mirar al origen. Cualquiera es libre para eso y mucho más. Lo que no se puede es dar gato por liebre y a partir de ello construir una realidad virtual que se ajuste a tus posicionamientos. En Euskal Herria no hay un escenario de derechos y de paz, no estamos en un posconflicto, no ha habido ningún proceso de paz activo en los últimos años. Lo que ha habido en mi opinión simplemente ha sido un intento de acercamiento al PNV en todos los ámbitos y posicionamientos para que de esta manera se puedan alcanzar diferentes acuerdos. Un error político de grandes dimensiones que lo único que ha conseguido ha sido afianzar a la burguesía interna y dar pasos atrás en el proceso de liberación. Más que los que nunca ha podido conseguir la represión. Que sea el sindicato ELA el que diga que partes de la izquierda abertzale no han concluido aún que la apuesta del PNV es estructural es el colmo. Pero así es.

De nada ha servido para la apertura de un verdadero escenario de derechos con la paz consiguiente seguir la base del acuerdo para la normalización y pacificación de Euskadi, más conocido como pacto de ajuria enea. De nada ha servido aunque el “excepto HB” ya no sea tal. Seguir con las mismas metodologías, como si el acceso a la paz no tendría nada que ver con la existencia de un conflicto, impulsar la deslegitimización de partes de la historia de la izquierda abertzale, no se qué conseguirá, pero desde luego es seguro que no la paz ni la libertad, ni tampoco el tan deseado acuerdo con el PNV para los que han puesto todas sus cartas en ello. Tampoco servirá la gestión de las cárceles para que sea pasado la figura del preso o presa política vasca, de la misma manera que la gestión de la policía autonómica no ha hecho pasado la represión.

Estamos lejos, más que en las últimas décadas, de una situación en la que el conflicto se pueda solventar y mucho más estaremos si la conciliación de clases y la coexistencia normalizada con la opresión acaban por enquistarse. Las condiciones que harán posible tal resolución y tal paz con justicia solo vendrán generadas si el proceso de liberación nacional y social crea las suficientes contradicciones como para quebrar precisamente los intereses de clase que mantienen a Euskal Herria y su clase trabajadora bajo la misma bota de siempre. Por eso podemos llegar a estar a las puertas de un nuevo ciclo de lucha que cree tales condiciones, o cerrando un conflicto que no llegó a tal fin por lo que la opresión de Euskal Herria no cesa ni las consecuencias de ello. Es decir tomando al gato por liebre.

 

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