¿A qué están esperando los sindicatos vascos?

No hubo apenas nadie con valor suficiente para suspender las elecciones organizadas por el estado francés en la parte norte de nuestro país hace unos días. Si la irresponsabilidad y el electoralismo malsano (nunca mejor dicho) fue grande, también fue grande y masiva, y sobre todo responsable la respuesta social mediante la abstención, que consiguió mayoría absoluta. El único verdadero poso que dejará la contienda electoral sin quorum habrá sido elevar la curva de contagios en una zona que hasta el momento el coronavirus no había tenido demasiada incidencia.

Igual de responsable está siendo a lo largo de todo el país la respuesta social organizada al margen de las instituciones burguesas de cara a la ayuda mutua y redes de apoyo y cuidado para afrontar esta crisis, pues las claves y bases de la salida tanto de la crisis sanitaria actual así como de la avalancha de ataques que ya ha empezado a sufrir la clase trabajadora vasca solo se encuentra en la responsabilidad y la auto-organización, para que no vuelva a pasar que las crisis que surgen o las que nos crean las acaben pagando los y las de siempre, como tienen plena intención todos los gobiernos y resortes del poder subsidiarios del estado español o francés.

Es por casi todo el mundo sabido, que detrás de las toneladas de propaganda y manipulación social que se está ejerciendo estos días, las medidas que están tomando los diferentes gobiernos no están encauzadas para que en el menor tramo temporal posible se reduzcan los ratios de contagio para llegar cuanto antes a una situación estabilizada sino que la prioridad está puesta en que los mecanismos de explotación de la clase trabajadora salgan indemnes. De ahí que se haya hecho de una forma cristalina la visibilidad para la sociedad de la contradicción que supone las reclusiones en casa mientras al mismo tiempo se mantiene la obligación de salir a puestos de trabajo de actividades no esenciales. Es por ello, que en algunas empresas, sin esperar a nadie y dando ejemplo de responsabilidad y audacia, las y los trabajadores frente a casi todo se han visto en la obligacion de paralizarlas.

Y es que aquí no caben medias tintas, o se toma una postura activa protagonista y se actúa con independencia, o se continúa en la rueda del hamster de los sujetos pasivos y dependientes en un ciclo tan absurdo como infinito de peticiones y reivindicaciones en bucle a las nubes tormentosas para que no echen lluvia. O siguiendo la misma lógica, se piensa que al final todo se remite a un problema de mala gestión que puede ser solventado por los tahúres electorales. Cuando en realidad, la mala gestión solo es un problema secundario del problema base: toda la organización político-económica que nos viene impuesta y salvaguardada por esos que se pasean con armas por las calles, que lo hacen solo por eso y no por ninguna otra cosa, y mucho menos por nuestra salud.

He leído un comunicado de ELA fechado en el día 16 en el que pide la paralización de todas las actividades no esenciales. También otro de LAB del día 18 pidiendo lo mismo, que se pare la producción en los mismos casos. Me pregunto a quién se lo exigen. ¿A chivite? ¿A urkullu? ¿O al presidente del FMI?. ¿Tienen ELA o LAB que pedir permisos especiales a no se sabe quién para hacer lo que se supone para lo que están los sindicatos?

¿A qué están esperando los sindicatos vascos para convocar a la huelga general o a cómo quieran llamarlo por los días que sean necesarios cuando las razones están a la vista de hasta de los más ciegos políticamente? Cuando precisamente eso y no otra cosa, es lo que a parte de bajar la curva de contagios puede empezar a poner las defensas que necesita la clase trabajadora vasca, actuando por ella misma, para que no se la vuelvan a meter doblada, y quizás incluso servir para construir algo diferente.