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Nacionales E.Herria :: 01/04/2020

¡Adelante con la auto-organización de la clase trabajadora!

Harakinaren semea
Barrio a barrio, pueblo a pueblo, extendamos a toda Euskal Herria los instrumentos para la organización y defensa de la clase trabajadora. Ekin!

Ahora que disfrazado de ciudadanismo y mediante el embudo del Estado, se nos ha metido la burguesía hasta la cocina, nos imponen y nos delimitan lo que hay que hacer, como, cuando y con quien. En esta dura situación no es fácil mantener la calma, comprender la dimensión del problema social acuciante y actuar conscientemente frente a esta campaña mundial de sumisión. Nos hablan que actuemos con responsabilidad, pero lo que quieren es que sintamos la salud del sistema capitalista como si fuera la nuestra. El tipo de responsabilidad la cual apelan y nos repiten hasta dar asco, no tiene nada que ver con la salud de la población mundial, ni con nuestras condiciones de vida actuales y futuras. La responsabilidad política de la clase trabajadora debe de ser para con las condiciones de vida de los oprimidos y para con el trabajo militante contra el deterioro de las mismas. El mantra de la responsabilidad que sale de la boca de la burguesía es una farsa, la cual en un contexto de psicosis y control social y al canalizar la frustración que sentimos, en vez de un vecino, saca a un policía a nuestro balcón.

En medio de esta oleada de desinformación, y los trabajadores sin suficiente nivel de organización como clase, no tenemos las suficientes herramientas para poder conocer la dimensión real de esta crisis sanitaria catalogada como pandemia, ni capacidad para poder desarrollar medios estructurales que conlleven un accionar desde nuestra posición de clase. Esta cruda situación nos pilla colectivamente débiles. Aun así, mientras exista la opresión y la explotación, seguirá existiendo la lucha de los oprimidos. Por lo tanto, desde la capacidad organizativa actual, y estando en esta enorme cárcel condicionada por las decisiones políticas adoptadas a raíz de la propagación del virus y la enfermedad Covid-19, son necesarias tanto la realización de un llamamiento a la desobediencia como pedagogía frente a las ordenes del Estado como la organización de redes de autodefensa de clase.

Para empezar, tomando posición dentro del sistema capitalista. Es decir, nuestra posición como integrantes de la clase trabajadora. Y desde esa posición, ser nosotras mismas las que regulemos nuestras normas, partiendo desde nuestras necesidades inmediatas e intereses colectivos, teniendo como premisa la salud de nuestra gente, y en consecuencia librándonos del yugo impuesto por la dictadura de la burguesía y sus normas. El Estado opresor burgués fuerza tendrá, pero nunca va a tener legitimidad para legislar sobre nuestro día a día. Ni en estados de excepción encubiertos, ni nunca.

Al escribir estas humildes líneas, tengo en mente a todas las trabajadoras, que también en estado este estado de excepción, se ven forzadas a ir a sus puestos de trabajo, multiplicando los riegos de contagio. Pero también a las currelas que han perdido su trabajo, o que no lo tienen desde hace tiempo, las que no pueden hacer frente al alquiler, las que están en condiciones legalmente irregulares, o que no tienen techo ni ingresos económicos y en consecuencia se ven imposibilitadas para saciar incluso lo mínimo: alimentos, calefacción, luz, agua, comunicación mediante internet… Y también a mujeres que están más solas que nunca frente a la violencia machista o a toda esa gente que en situación de confinamiento está aislada e incomunicada, sufriendo de la manera más brutal la violencia que engendra el capitalismo. La lista es interminable. Se están generando situaciones durísimas que no tienen solución de forma inmediata. Por ello es imprescindible crear medios para poder responder a estas situaciones de una forma real e impulsar la organización de la clase trabajadora capaz de derrotar al sistema capitalista.

En consecuencia, siendo el panorama como se ha descrito, tenemos la necesidad de crear redes de apoyo mutuo de la clase trabajadora. Entre otras muchas cosas, para que en el caso de que alguien de nosotras necesite apoyo, nos podamos organizar como es debido: para que no nos contagiemos, pero para que tampoco seamos presa fácil de la policía. Todo ello conlleva en muchos casos a ser desobedientes, saltándonos algunas de las reglas o prohibiciones decretadas en este estado de excepción. Entre ellas, ante las prohibiciones de movilidad, o ante la reclusión extrema, moviéndonos cuando tengamos necesidad de hacerlo. Cada acto desobediente, en la medida que esquiva al miedo más paralizante, nos hace más libres, más fuertes. Pero no solamente saltándonos las reglas, sino que también, en esta situación de confinamiento, multiplicando las interacciones con nuestra gente, interesándonos por el estado de los nuestros, pero también leyendo, investigando e formándonos políticamente.

Después de la tormenta no habrá paz. En esta fase de ofensiva burguesa, todos los indicadores nos hablan sobre el redoblamiento de esfuerzos que va hacer la burguesía para machacar a nuestra clase. La tormenta ya está encima. Ahora están tomando posición. Esta situación de excepción busca cronificar la dictadura del capital.

Es por eso por lo que nos tenemos que preparar estas semanas, para que después de esta reclusión domiciliaria, sigamos sin descanso en la defensa, unidad y construcción del poder de nuestra clase. Porque profundizar en el cuidado mutuo, es precisamente redoblar nuestros esfuerzos en auto-defendernos. Para construir la barricada de defensa de las condiciones materiales y no materiales de la clase trabajadora: para poner freno a los abusos del precio de los alquileres de vivienda, para poder incidir en las condiciones del trabajo asalariado, para que a nadie de nuestra clase le falten los medios básicos para la supervivencia, para recuperar viviendas, para que haya una colectivización y un reparto adecuado las tareas a realizar, para que podamos reconstruir el tejido social de la clase trabajadora…

Porque no se trata de volver a la normalidad. La normalidad ya la conocemos, que no es nada más ni nada menos que la dictadura burguesa, la que está basada en la esclavitud del salario y la explotación de la clase trabajadora. Lo que hay que destrozar es la misma normalidad y las instituciones que la hacen posible, porque no aspiramos a vivir mejor en el capitalismo, sencillamente porque es imposible vivir mejor en él. En este estado de excepción, nos tenemos que cuidar y organizar, porque si hay algo que cronificar eso debe de ser la organización y la autodefensa de clase, para que de esa forma nos auto-construyamos en fuerza y poder e ir dando pasos hacia el socialismo. Que es de lo que se trata. Creo que estas semanas ha quedado mucho más claro: comunismo o caos.

Barrio a barrio, pueblo a pueblo, comarca a comarca, extendamos a toda Euskal Herria los instrumentos para la organización y defensa de la clase trabajadora. Ekin!

 

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