¿Qué significan las decenas de detenciones de los últimos días en Euskal Herria?
El número es demasiado alto y no concuerda con la en apariencia normalidad política vasca. Una concentración anti-fascista completamente rodeada por la ertzaintza hasta por aire con helicóptero que llega a cargar sin miramientos cuando transcurría sin ningún percance, una sentada y algún corte. A varias detenciones practicadas por la guardia civil se le unirían las decenas de practicadas por la ertzaintza. El número de detenidos andará por el medio centenar. En la guerra de las banderas de 1993 en Bilbo se detuvieron a 16 personas.
Cuando los números no cuadran suele haber gato encerrado. ¿Y qué perros están encerrando a este gato?. Los perros son conocidos, lo importante es quién lleva la correa. Claro que también son conocidos. Cuando golpea o detiene un policía nunca lo hace por cuenta propia sino que responde a una estrategia de estado que se vehiculiza por sus gestores. Es decir, en este caso lo está haciendo el PNV. El PNV está dando de palos y deteniendo a jóvenes que se movilizan contra el fascismo español o en solidaridad con la lucha en Catalunya, mientras al mismo tiempo van a sacarse fotos en movilizaciones que denuncian a ese fascismo contra la autodeterminación en Catalunya que está dando de palos y deteniendo jóvenes allí. Claro que uno es lo que hace no lo que dice ser.
Se podría alegar que el PNV tiene miedo a que al calor de la situación catalana principalmente después de las nuevas condiciones que ha abierto la lucha de la juventud, podría verse afectada la estabilidad burguesa que en casa con tanto mimo están sabiendo guardar. Pero eso solo sería una visión cortoplacista, y nunca nada ocurre en pequeños espacios de tiempo y todo tiene un recorrido.
Con la apertura del “nuevo tiempo” el objetivo prioritario para el PNV tenía doble carril. Comandar hegemónicamente a la socialdemocracia vasca (cosa que ha realizado con éxito, pues sabedor de la dependencia crónica hacia el PNV ha conseguido insertarlo en la vía estatutista y hacerlo virar cada vez más hacia el centro-izquierdismo reformista e indoloro) y por otra parte, aprovechar todo ello para destrozar las bases donde se encuentra la fuerza rupturista. Kukutza fue el primer aviso. Claro que la juventud no se quedó atrás y en los años siguientes vendría una de las oleadas más fuertes que ha habido de formación, auto-organización, autogestión y okupación lo que al mismo tiempo traería también una de las oleadas represivas más fuertes contra todo ello con innumerables desalojos y ataques. El objetivo en definitiva del PNV es usar la violencia contra la juventud vasca a la que teme porque en ella se encuentra el principio de lo que puede derribar su “estatus” en todos los sentidos. Pero la represión nunca puede triunfar por sí sola. En realidad nunca lo hace. La represión se realiza para abrir camino hacia la cooptación política , el pacifismo fundamentalista y la absorción institucional, donde académicos, clase política y tecnócratas “interceden”en su beneficio para descabalgar la lucha y ponerla en carriles manejables.
Claro que los problemas aparecen cuando no solo la juventud trabajadora empieza a despertar sino cuando lo hace el resto de la clase también. Y esa será una de las claves. Entonces es cuando aparecen revueltas y conflictos que se suelen evaporar si no hay detrás bases materiales que lo sustenten. Es decir, un poder obrero y juvenil, un poder nacional de clase. Pero todo esto lo saben ellos mejor que nadie y por eso disparan a las alas preventivamente, no vaya a ser que se empiece a volar.
El futuro no viene con armonía, ellos ya están visualizando las futuras revueltas vascas, el poder nacional de clase estructurado que eliminará el autonomismo y pondrá en entredicho a la clase burguesa vasca. Ese día que la clase trabajadora vasca señale con el dedo a la cobarde clase política. Ese día la juventud llevará a sus espaldas demasiada rabia acumulada en años. Y no va a estar sola. Y ellos no sabrán ni de dónde les está cayendo todo lo que les caerá. Mientras tanto el callado tejer de la vida sigue su curso y no se puede escribir el relato de algo que no ha terminado.