La territorialidad de la clase trabajadora vasca
Después de una década militando en la organización juvenil del MLNV dejé de hacerlo en un momento dulce, justo cuando se iban a fusionar las dos organizaciones juveniles revolucionarias del norte y sur de Euskal Herria (también afectó el no querer tragarme el nuevo proceso de debate, y que nos vamos haciendo viejos). Hoy en día no existe una organización juvenil revolucionaria que abarque todo el territorio y posiblemente algunas razones tengan que ver con lo que está escrito más abajo y con los pesos que han tenido que soportar las nuevas generaciones gracias a los retrocesos de las viejas. La organización juvenil del norte en estos momentos está en proceso de refundación debido a en sus palabras, la falta de una linea política, la incapacidad de integrarse en las dinámicas de construcción a nivel local y a un modelo organizativo deficiente lo que en suma ha llevado a una escasa eficiencia política. También recuerdan que si bien no van a renunciar a cualquier avance que pueda lograr la nueva institución creada en Ipar Euskal Herria, en ausencia de las luchas que puedan subvertir hacia los objetivos, esta situación solo puede llevar a la asimilación y la normalización.
No se vosotros y vosotras pero cada vez veo más lejos al resto de Euskal Herria desde la parte oeste occidental vasca. La fragmentación histórica norte-sur puede que hoy sea la mayor en mucho tiempo, las barreras entre la CAV y la CFN parecen imperturbables, estando al parecer agotadas las voces que antaño pedían con fuerza la unificación de Euskal Herria sur, a lo que se une cierto provincianismo de nuevo cuño.
Euskal Herria es una nación muy pequeña en tamaño y en población como para andar así y ciertamente que no exista una expansión de estrategias nacionales y de organizaciones nacionales que abarquen todo el territorio dificulta el proceso de liberación nacional y social además de desdibujar el sujeto nacional. Que Euskal Herria es diversa no es ningún misterio pero solo existe una clase trabajadora vasca con un mismo interés objetivo que con dificultad se hará subjetivo si no existen marcos nacionales de intervención que abran espacio sin barreras y sin centralismos absurdos al marco autónomo vasco para la lucha nacional y de clases. Que en Euskal Herria existen diferentes ritmos, condiciones y características tampoco es un misterio pero eso en ningún caso significa que sea incompatible con el plano estratégico-organizacional nacional, al contrario, puede ser un impulsor diversificado de tal paradigma siempre y cuando no se entienda desde la centralización burocrática.
La territorialidad entonces, lejos de ser un objetivo a futuro es una práctica concreta actual que llevará por un camino u otro: A mayor disgregación basada en las fronteras institucionales internas impuestas por los estados o a la mayor unidad de la clase trabajadora vasca en control del territorio nacional que le pertenece y no a la propiedad privada de las instituciones españolas y francesas que gestionan el capitalismo, parlamentos autonómicos, diputaciones, mancomunidad y ayuntamientos incluidos. Todos ellos estructuras españolas o francesas del capital que de no llevar en ellos una dinámica de caballo de Troya nacional y social, de denuncia y sabotaje por su condición anti-democrática e impositiva llevándolas al límite, saltando sus recursos de contención y transfiriendo el poder fuera de sus muros no tienen otra alternativa que la integración, asimilación y disgregación nacional.
Durante los 90 se hizo un gran esfuerzo de cara a a una estrategia nacional también organizativa a muy diferentes niveles y las consecuencias en la construcción nacional y social tanto como en la conciencia fueron positivas. Eso no tuvo seguimiento por dos razones siendo la segunda la más importante: Primero porque fue atacada bestialmente por la represión y segundo porque una vez alcanzado el punto de inflexión de Lizarra- Garazi en vez de re-elaborar el siguiente paso lógico de la estrategia de construcción nacional y social , que no es otro más que la de poder popular nacional y social, estas reflexiones se fueron lentamente evaporando. Lizarra- Garazi no solo supuso un intento fallido por alcanzar un escenario de autodeterminación y solución al conflicto tras una etapa de ofensiva y construcción sino que al mismo tiempo dejó un poso de institucionalismo, electoralismo y pactismo, y de no readecuación de una estrategia revolucionaria que en esos momentos necesitaba de una ofensiva político-social, que se empezaba a dejar en manos de políticos y acuerdos alejados de las masas populares.
Es en ese contexto cuando nace Aralar y plantea en referencia a la territorialidad la readecuación de la autodeterminación no entendida como única sino dividida en tres zonas territoriales dibujadas por los estados, es decir, tres diferentes autodeterminaciones institucionales que posteriormente se incardinarán en el tiempo con el “derecho a decidir” inventado por el PNV dejando el concepto de autodeterminación a un lado. Debido a esta perspectiva que tiene como base las instituciones autonómicas y la mera estrategia institucional con todo en dependencia, tampoco se hacía necesario ya ni las organizaciónes nacionales ni la estrategia nacional que en todo caso serían cosas del futuro o subsidiarias. La socialdemocracia abertzale que no partió con Aralar en su escisión, durante la década de los 2000 harían suyo este concepto de territorialidad y estrategia provincial institucional planteado por Aralar (así como todos los demás paradigmas, por ese motivo Aralar baraja ahora disolverse una vez hegemonizada toda la socialdemocracia abertzale).