Palabra de vasco

Cómo no va a ser motivo de alegría que una de las partes implicadas en un largo conflicto deje las pistolas en un armario y anuncie su disposición a entablar conversaciones para reconducir un tema tan enconado.

Para el pueblo vasco y español es una noticia esperanzadora, deseada hace tiempo, a pesar de todos los agoreros empeñados en poner palos en las ruedas.

La inmensa mayoría de los ciudadanos tienen claro, pese a todos los estados de opinión que se creen, que quieren la paz y nos da la triste impresión que esta perjudica a quienes han hecho de esta situación su modus vivendi.

Hay personajes que transmiten, igual es que se expresan mal con sus manifestaciones, una realidad, únicamente la suya, donde no tienen cabida las salidas negociadas. Quienes no quieren que esto se acabe son particulares, organizaciones, que sólo tienen la representación que ellos se otorgan.

Se han leído y escuchado auténticas aberraciones de tertulianos o pseudoperiodistas que se creen en posesión de la verdad y que ellos mismos se contradicen.

Antes se hablaba de rendición incondicional del terrorismo, ahora se cambia el término por vencedores y vencidos, lenguaje evidentemente de guerra. Dejemos de jugar con las palabras, que se utilizan según convenga la situación y del medio a que pertenezcan.

A los oportunistas decirles que se callen. A la Conferencia Episcopal, que manifiesta que el comunicado le parece inconcluso, y que prestamente ha transmitido a los medios su opinión, recordarles que no fueron tan exquisitamente veloces en la condena del Tejerazo.

Ciertamente en este alentador proceso cabe recordar a las víctimas; Hipercor, Mikel Zabalza, Goenaga, Arregi...

Para terminar dos consideraciones más. Esta decisión favorece sin duda al movimiento obrero, desunido entre otras cosas por el clima de violencia que confiamos sea una etapa pasada. Y por favor silencio. Para que todo esto llegue a buen puerto es necesario tranquilidad, luz y taquígrafos, cuando sea estrictamente necesario y no por presiones políticas o mediáticas.

Quien cargue las tintas, quien -dicho esto en términos coloquiales- tenga la lengua larga, porque le gusta más los micros que un caramelo, que se calle, por el bien de todos. Si no, será en parte culpable de que esto no funcione.

CNT de Bilbao - Secretaría de Prensa y Propaganda