Sociedad carcelaria
La nano fauna es la que domina el planeta tierra pero, el esperpéntico y engreído animal humano, con su antropocentrismo barato, se cree que es él (Manzanos C. (2008): Invitación al Pensamiento, AAE, Gasteiz). La obsesión humana se ha centrado desde siempre en cómo neutralizar a los incontables bichos invisibles o microorganismos que habitan dentro y fuera de nuestro cuerpo. Tienen la capacidad de acabar con nuestra especie, sin embargo, en lugar de procurar evitarlo creando condiciones saludables de vida y seguridad sanitaria, nos hemos dedicado a matar el cólera a cañonazos.
Trataron de prevenirnos desde la filosofía, la historia o la bioquímica. Pero, en nuestra huida hacia el desastre, fruto de un modelo fundamentado en el ánimo de lucro, la concentración de la riqueza y el crecimiento ilimitado a costa de lo que sea, los efectos de la degradación ecológica y de la cultura de la guerra están servidos. Ahora cosechamos sus frutos. Es un aperitivo de lo que pronto llegará.
En lugar de cambiar los parámetros sobre los que se asienta un modelo económico basado en la destrucción del planeta y transformarlo para preservarlo, lo que ocupa a los desgobiernos imperantes es cómo construir una sociedad carcelaria en estado permanente de excepcionalidad, sometiendo a las masas empantalladas que chapoteamos desazonadas en el pantano del miedo a todo.
Están construyendo una prisión global. Sólo se nos permite salir de ella para seguir trabajando al servicio de quienes han hecho posible el desastre, produciendo fuera de nuestra celda domiciliaria cuando no lo podemos hacer dentro, y consumiendo dentro de ella, gracias a las estupendas facilidades que Amazon y la cultura virtual con lnternet nos proporcionan. No es nuevo, sí más visible. Estamos en un proceso de institucionalización de la excepcionalidad, de suspensión de derechos y de acatamiento de la buro-represión. La gestión cotidiana de una vida humana y de una muerte dignas, ahora, también aquí, se fundamenta en la privación de las condiciones que las hacen posibles. Ni acompañar a nuestros enfermos, ni enterrar a nuestros muertos.
César Manzanos Bilbao, Doctor en Sociología