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Nacionales E.Herria :: 03/03/2016

40 aniversario del 3 de marzo de Gasteiz, la experiencia de una lucha que no debemos olvidar

Boltxe Kolektiboa
«Euskadi independiente, clase obrera al frente» se decía en aquellos años y ese es un espíritu que es vital recuperar.

Hace cuarenta años, el 3 de marzo de 1976, cinco obreros de Gasteiz fueron asesinados y más de cien resultaron heridos, la mayoría de bala, como consecuencia de los disparos efectuados por la policía española.

Los trabajadores de varias empresas de Gasteiz estaban en huelga desde hacía dos meses y desde hacía dos días había huelga general en Gasteiz en solidaridad con su lucha. La huelga era contra el decreto de topes salariales, en defensa de mejores condiciones de trabajo y para exigir que no hubiera ningún despedido.

A pesar de que Franco ya había muerto todavía estaban prohibidos los derechos de reunión, manifestación y huelga, pero eso no frenaba, como no la había frenado durante la dictadura franquista, a la clase trabajadora a convocar huelgas, a luchar por sus derechos.

Ese 3 de marzo la huelga general continuaba y se había convocado una asamblea general informativa en la iglesia de San Francisco de Asís en el barrio de Zaramaga. La gente fue entrando en la iglesia y cuando estuvo llena las fuerzas de ocupación, las fuerzas de orden público españolas, FOP, ordenaron desalojar la iglesia lanzando a su interior gases lacrimógenos, ametrallando a los y las trabajadoras que salían asfixiadas de la iglesia.

La policía actuó, como corresponde a los guardianes del capitalismo, con la máxima violencia.

Las órdenes fueron concluyentes como lo demuestran las grabaciones de ese día. Las indicaciones de los mandos político-policiales dejaban claro que había que actuar con la máxima dureza. «No os importe matar» dijeron los mandos, y los policías españoles mataron.

Mataron a cinco obreros: Romualdo Barroso Chaparro, Pedro Mari Martínez Ocio, Francisco Aznar Clemente, Bienvenido Pereda, que murió dos meses más tarde a causa de las heridas de bala, y José Castillo. Algunos no tenían todavía 20 años de edad, pero ya eran luchadores y conocían lo que es la solidaridad obrera. Sabían que para construir la Euskal Herria que el Pueblo Trabajador Vasco necesita es imprescindible la participación activa de la clase obrera, porque precisamente es la más interesada en una patria socialista y feminista.

La respuesta de las y los trabajadores fue una huelga general. El 8 de marzo más de medio millón de trabajadores pararon, en Euskal Herria, en solidaridad. Ya el día 5, en el funeral estuvo presente todo el pueblo trabajador de Gasteiz. Esos dos días de lucha mostraron la rabia y la decisión de los trabajadores de continuar la lucha contra la patronal asesina, contra el Estado asesino.

La solidaridad con estos trabajadores asesinados fue reprimida también duramente, en Basauri murió Vicente Anton, joven obrero vasco que participaba en una concentración de protesta. Incluso el internacionalismo fue masacrado. En Tarragona fue asesinado otro trabajador, Juan Gabriel Rodrigo, al disolver la policía una manifestación de solidaridad con la lucha de los obreros de Euskal Herria. En Roma el movimiento estudiantil y la izquierda revolucionaria italiana habían convocado una movilización contra la matanza obrera de Gasteiz, dos jóvenes manifestantes fueron heridos de bala y un viandante Mario Marotta fue asesinado por los disparos de la policía.

Eso era el franquismo, que representaba los intereses de la burguesía española, y eso es la democracia burguesa, ya sea en España, en Italia o en cualquier otro país capitalista. Plomo y muerte para el proletariado y la clase obrera cuando asume su papel de vanguardia y afronta con todas las consecuencias los rigores de la lucha por la emancipación de los y las oprimidas y de los pueblos.

«Euskadi independiente, clase obrera al frente» se decía en aquellos años y ese es un espíritu que es vital recuperar. O dicho de otra manera, y quizá más actual, para que Euskal Herria sea de verdad independiente los sectores oprimidos no solo en su vertiente nacional sino también de clase y de género deben asumir la responsabilidad histórica de liderar ese proceso. Porque sino es así, y como decía James Connoly, si no colocamos entre todas y todos una bandera roja al lado de la ikurriña, tan solo habremos cambiado de opresor. Y un explotador, también es explotador aunque porte una txapela.

El ciudadanismo, el electoralismo, el ceder la dirección del proceso independentista a la pequeña burguesía autóctona, no nos va a traer la emancipación de clase, nacional y de género por la que cayeron estos compañeros.

No podemos olvidar estos hechos, ni debemos tergiversarlos. La asamblea de trabajadores y trabajadoras, la movilización obrera, sigue siendo un referente de lucha para conseguir el Estado Obrero Vasco. Y quien diga que hoy día apenas queda clase obrera es que no quiere ver la realidad de la explotación en un momento en que el capitalismo está exprimiendo al máximo a los y las trabajadoras para así salir lo mejor posible de una crisis que ha provocado él mismo.

Euskal Herria no debe olvidar jamás a estos obreros que dieron todo por la lucha de la clase obrera por sus derechos, que vivieron, trabajaron y lucharon por otra realidad. Y esa realidad solo puede ser la patria socialista y feminista. O sencillamente no seremos del todo libres. Solo el socialismo aporta la verdadera libertad.

Boltxe Kolektiboa

2 de marzo de 2016

 

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