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Nacionales E.Herria :: 03/10/2014

Independencia versus derecho a decidir

Boltxe Kolektiboa
Si se quiere avanzar hacia una independencia real, total, debe ser el pueblo trabajador quien tiene que llevar la dirección, no la burguesía

Fracasadas las negociaciones de Argel en el año 1989 entre ETA y el Estado español, detenida la dirección de ETA en Bidart y no habiéndose cumplido las expectativas de lucha que se habían planteado para el año 1992, la izquierda abertzale se vio abocada a una grave crisis política ante la dificultad de poder obligar al Estado mediante la negociación a que reconociera los puntos de la alternativa táctica de KAS. De entre los factores que se analizaron estaba la cuestión de tacticismo. Se analizaba que se invertían demasiadas fuerzas en la consecución de los objetivos tácticos (los contenidos en la alternativa KAS, entre ellos el derecho de autodeterminación) perdiéndose la necesaria visión estratégica para poder avanzar hacia la independencia y el socialismo, objetivos que debían llenarse de contenido y hacia los que había que avanzar en la medida de lo posible mediante la construcción de contrapoderes y la construcción nacional.

 

Desde que una parte de la dirección del MLNV ha caído en manos reformistas, la perspectiva estratégica ha desaparecido y ha sido sustituida por el muy indefinido del «derecho a decidir» (ni siquiera ya el derecho de autodeterminación como lo planteó Lenin o como es recogido por el derecho burgués en la Carta de Derechos Humanos), es decir, se ha bajado el nivel de reivindicación, dado que no es lo mismo pedir el derecho a decidir postergando los necesarios debates estratégicos que exigir la independencia y el socialismo.

 

Lo mismo pasa con el intento actual de hacer una pobre copia de lo que se está haciendo en Catalunya, copia, que como todas las que se hacen sin conocer sus interioridades, son malas copias. Y es que los procesos de diferentes países no pueden ser trasplantados de unos a otros de forma lineal, y para prueba tenemos lo que sucedía cuando en el Països Catalans se intentaba copiar a Euskal Herria.

 

Es cierto que en Catalunya hay una gran e inmensa movilización en pro de la independencia, que no del derecho a decidir, al menos eso está claro. Pero hay un problema y es que en ningún momento se plantea dicha reivindicación en unión con la consecución de un Estado socialista, sino todo lo contrario, lo que se grita en las movilizaciones y los lemas que se pueden leer en los carteles son que lo que se quiere lograr es que Catalunya sea un nuevo Estado integrado en la Unión Europea, es decir, un nuevo Estado capitalista, dirigido por la burguesía catalana, a pesar de que este proceso, como los de Euskal Herria y de Escocia, tiene una base trabajadora, en cada caso a diferentes niveles, y progresista. Esto no implica que no existan organizaciones que luchen por la independencia y el socialismo, que las hay y que han sido las que han mantenido la llama de la lucha por la independencia en los momentos en que la burguesía catalana se contentaba, después de colaborar con una represión sin límites contra las organizaciones que luchaban por la independencia y el socialismo de finales de los años 70, 80 y parte de los 90, con la «cultureta» catalana. Pero dichas organizaciones, por diferentes razones, no llevan actualmente la dirección y el control del todas esas movilizaciones, sino que quien lo está encabezando y dirigiendo es la burguesía a través de las instituciones catalanas pero siempre bajo soberanía española, es decir, desde el gobierno autonómico catalán. ¿Pero Catalunya puede llegar a ser independiente sin luchar paralelamente por el socialismo? Planteamos esto porque existe la creencia generalizada de que existe la posibilidad que eso suceda, es decir, primero se consigue el nacimiento del Estado catalán para posteriormente la clase trabajadora catalana comenzar la lucha por el socialismo únicamente contra su burguesía, la catalana, puesto que ya habrá sido eliminada la opresión de la burguesía española. Pensamos que esto no es posible, la burguesía española no es capaz de ver más allá de su «España, una, grande y libre» y la burguesía catalana no es capaz de llevar la lucha por un Estado catalán hasta sus últimas consecuencias. Ahora se ha subido al carro de la independencia, pero lo ha hecho para actuar como freno cuando se tengan que tomar decisiones importantes que signifiquen romper con el Estado español.

 

Otro problema que aparece al no llevar la izquierda revolucionaria la dirección de lo que está pasando en Catalunya, es que no hay ningún planteamiento concreto de qué se hará cuando la burguesía catalana traicione al pueblo catalán, que lo hará, o cuando el Estado español eleve más su negativa y tome el camino de la aplicación de medidas represivas contra el movimiento independentista catalán, que por otra parte, será la mayoría del pueblo. En el 11 de setembre de este año, se planteaba que la burguesía catalana no se atrevería a traicionar al pueblo catalán ante las movilizaciones y el clamor mayoritario por la independencia que existe actualmente. Pero quedarse en estas consideraciones sobre la burguesía es no tener en cuenta todas las experiencias sangrientas por las que ha pasado el pueblo catalán a lo largo de su historia a causa de la traición de su propia burguesía, la última no hace mucho, en la llamada transición española, al aceptar todo el proceso sin reclamaciones nacionales a Madrid a pesar de que el planteamiento de dicho proceso desde su origen hasta el final era eso, española y por lo tanto centralista y basado en el carácter nacional católico del tardofranquismo.

 

Cuando se analiza el referéndum en Escocia, cuando se habla de que ha sido una magnífica expresión de democracia, se olvida que de democracia ha habido bastante poco en ese proceso, porque está claro que los partidos, organizaciones, colectivos que han trabajado por la independencia (y que continuarán trabajando por ella) no tenían la misma fuerza, ni las mismas posibilidades para su campaña que las que han tenido los unionistas con Gran Bretaña. ¿Escocia podía jugar con el miedo para imponer su voto independentista como lo ha hecho Gran Bretaña? ¿Quién tiene las riendas de la economía, de los grandes medios de comunicación? Inglaterra y más concretamente la city de Londres. No es verdad que lo que ha sucedido en Escocia sea una expresión de la magnífica democracia inglesa. No ha habido democracia. Lo que ha habido ha sido un mal cálculo en principio sobre las verdaderas posibilidades que tenía el movimiento independentista de lograr un apoyo masivo para finalizar en un intento desesperado por parte del Estado de retener a Escocia dentro de esa unidad económica que es el Reino Unido, prometiendo cesiones de soberanía que habrá que ver cómo y cuando se cumplen. Porque ahora hay que ver si, una vez que se ha votado por la permanencia en el interior del Reino Unido, Londres cumplirá sus promesas o si por el contrario, negará lo dicho e intentará que las cosas continúen como antes del referéndum. Claro que a lo mejor, para quedar como unos perfectos demócratas, dan algunas migajas a Escocia, y todo el mundo tan contento, menos el pueblo escocés, ¡claro! Además se puede hablar de que ha habido imposición dado que principio, solamente se podrá realizar este referéndum una vez, principalmente por razones de estabilidad económica. Esperemos que el pueblo escocés encuentre de una manera u otra el camino hacia su independencia.

 

Otro de los «errores u olvidos» que últimamente se están produciendo, tanto en el caso catalán o incluso en el vasco últimamente, es no plantear que existe la lucha de clases y que lo que conviene a la burguesía escocesa, catalana o vasca no puede ser nunca lo que interesa y conviene a los pueblos escocés, catalán y vasco (o a cualquier otro pueblo del mundo). Es cierto que en una lucha de liberación nacional deben existir acuerdos e interacciones entre la burguesía local o la ocupante y el pueblo trabajador de la nación invadida, pequeños pasos para poder ir avanzando hacia el objetivo final, pero si se quiere avanzar hacia una independencia real, total, debe ser el pueblo trabajador quien tiene que llevar la dirección, no la burguesía. Si es esta última quien lleva el control del proceso, nos quedaremos estancados alrededor de consignas sin fundamento, vacías, sin contenido ni definición concreta como puede ser la del «derecho a decidir». Por eso hay que trabajar, luchar para arrebatar la dirección de los movimientos de liberación a la burguesía y que sea el pueblo trabajador el que se organice y obligue a su burguesía, o a parte de ella, a subirse al tren en marcha hacia la independencia y el socialismo. Sin dependencia, ni federalismos estúpidos, sin trampas. Nunca lo van a hacer de forma voluntaria, sino únicamente por intereses propios, es decir, cuando vean que el pueblo trabajador apuesta de manera firme y mayoritaria, utilizando todos los instrumentos que tenga a su alcance, por imponer la independencia y el socialismo.

 

Para ello es necesario que se desarrolle mucho más la autoconciencia de pueblo trabajador con conciencia nacional de clase, que aunque ya existe ha tenido y tiene un desarrollo desigual en los diferentes procesos de los que hablamos; que se fortalezcan y desarrollen las organizaciones revolucionarias de base; que se impulse la formación política y revolucionaria entre los y las militantes, para que todos y todas sean vanguardia, teniendo capacidad de arrebatar el control a esa burguesía claudicante y colaboradora con el poder ocupante, aquí, en Catalunya o donde se quiera.

 

Boltxe Kolektiboa

30 de septiembre de 2014

 

 

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