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Nacionales E.Herria :: 18/06/2011

Bildu y el anti-Estado abertzale

Javier Ortega - La Haine
El movimiento popular tiene en sus manos la responsabilidad de garantizar el éxito del proceso abierto en Euskal Herria.

En medio de la saturación de información, el alarmismo y la manipulación política que se hacen de los resultados del 22M en Euskal Herria, vamos a extraer algunos elementos de análisis que nos permitan dibujar el nuevo escenario abierto.

Bildu: “Hay dinero que no se debería destinar, por ejemplo, a la Casa Real o al Ejército español”

Se recuperan todavía del shock burgueses vascos y españoles tras el éxito electoral de Bildu. Portavoces de la formación declararon el 10 de junio en rueda de prensa que entre sus grandes ejes de actuación estarían el trabajar para que "todos los proyectos políticos sean posibles", que los presos políticos "vuelvan a casa" y "abordar un proyecto de cambio económico y social progresista", para lo que -dijeron- impulsarán políticas de reparto de la riqueza en materia fiscal y social.

Al día siguiente, El País entrevistó a Juan Carlos Izagirre, poco después de haber conseguido para Bildu la alcaldía de San Sebastián (Donosti).

A la pregunta de la periodista Isabel Landa sobre la gestión del ayuntamiento y en concreto sobre si habrá recortes, Izagirre respondió que “hay departamentos en los que hay que aumentar el gasto en políticas sociales y servicios públicos, y si hay que endeudarse será en estos campos. Pero en infraestructuras o sueldos de los políticos sí se puede recortar. Hay dinero que no se debería destinar, por ejemplo, a la Casa Real o al Ejército español”.

Así mismo, Izagirre definió mejor lo que desde Bildu se ha llamado “caminar de la mano con la ciudadanía en la acción municipal“. El nuevo alcalde de Donosti señaló a El País que “lo que ha prevalecido en la democracia representativa es que se eligen unos representantes cada cuatro años y se hace política sin consultar con los ciudadanos. Queremos que cualquier decisión que se vaya a tomar llegue a la ciudadanía mediante una descentralización administrativa; abrir debates en los barrios para tomar decisiones”.

También explico Izagirre a qué se refiere Bildu cuando habla de recuperar la memoria histórica, relacionándolo con “cambios de nombre de calles o construir monolitos en relación a las víctimas del franquismo. También reconocimientos, estudios de gente que no aparece en los listados, fosas comunes que no se han encontrado... Existe un reconocimiento oficial, pero no hay un trabajo serio de fondo”.

La responsabilidad de Bildu frente a la responsabilidad del movimiento popular

Tiene por delante una gran responsabilidad la izquierda abertzale tras el éxito cosechado en las elecciones del pasado 22 de mayo. Después de años sumida literalmente en la ilegalidad y la represión ahora debe afrontar el gran reto de gobernar. Gobernar para todos, incluyendo la población despolitizada, mediatizada y derechizada. Gobernar para el pueblo vasco rebelde y consciente, harto de represión y que ahora vibra de ilusión. Gobernar para aquellos que dudan, que desconfían. Gobernar incluso, y aunque no venga a cuento, para mucha izquierda revolucionaria de otras partes del Estado español y del mundo que sigue este conflicto y lo apoya desde la solidaridad activa.

Pero este triunfo electoral no habría podido ser posible sin varios elementos. Uno de ellos es que a la izquierda abertzale no se le han descubierto casos de corrupción en toda su historia, en momentos anteriores en los que ha participado en la gestión de los ayuntamientos. Esto ha tenido un peso importante en la situación actual de crisis económica, donde los políticos corruptos son objeto del desprecio popular con cada vez mayor intensidad.

Otro elemento es el descontento de sectores populares vascos por la falta de derechos nacionales y sociales, el cual se ha ido extendiendo en la población en los últimos años en una proporción mayor de la percibida superficialmente. La izquierda abertzale venía anunciando esto y probablemente el Estado español, consciente de ello, aplicó su politica de ilegalizaciones para que ese descontento no pudiera ser capitalizado electoralmente. Por este motivo, cuando la izquierda abertzale lanzó esta nueva estrategia de exigir el alto al fuego permanente y verificable a ETA, saltaron las alarmas en Madrid y Otegi fue encarcelado. El Poder has intentado desde entonces desestabilizar una estrategia que permitiría aumentar notablemente el apoyo social de la izquierda abertzale y dificultaría la continuidad de la política de ilegalizaciones.

Sin embargo, el principal elemento es el largo proceso de acumulación de fuerzas que la izquierda abertzale ha logrado sostener en el tiempo, por encima de ilegalizaciones, encarcelamientos, torturas, criminalizaciones de todos los colores... Un largo proceso de construcción de poder popular organizado, arraigado en los barrios y los centros de trabajo. Un movimiento popular que ahora tiene, así mismo, la gran responsabilidad de construir el “anti-Estado abertzale”: un poder institucional antiburocrático controlado por las demandas populares.

En este caso no se puede debatir sobre qué hacer con un Estado vasco porque no existe aún, a penas se trata de una representación a nivel municipal, pero todo apunta a que se está recorriendo un poderoso un camino. Ahí entra el debate.

En palabras del militante vasco Iñaki Gil de San Vicente, “cuando en un proceso revolucionario tratamos el concepto de Estado, en realidad deberíamos hablar de un concepto de 'anti-Estado'. En el sentido de que el Estado, como toda máquina burocrática, tiende a perpetuarse. Por eso por fuera de ese Estado tiene que crecer un poder popular que sea el garante, desde fuera, de que el Estado no se burocratice y que vaya a un proceso de extinción”.

Por fuera de las instituciones vascas existe ya, forjado a lo largo de décadas, un movimiento popular abertzale, amplio y combativo. Este movimiento tiene en sus manos la posibilidad de aprender a ser el gobierno real, el que dictamine las políticas a seguir, el cual asuma la enorme tarea de garantizar el éxito de este proceso.

No es una tarea fácil, está sujeta a la posibilidad de la equivocación e incluso del fracaso, por tanto creo que merece el apoyo y el aliento de todos.

 

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