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Nacionales E.Herria :: 08/04/2005

Condene usted primero

J. M. Álvarez - Insurgente.org
Condenar o no a ETA es una decisión libre a tomar por cada uno. Lo grave es que ahora se penaliza la opinión e, incluso, el silencio.

Apenas el régimen español había terminado de certificar la enésima ilegalización de otro grupo político, Aukera Guztiak, un desconocido Partido Comunista de las Tierras Vascas, renunciando a su programa propio -algo sin precedentes en las seudo democracias de nuestro entorno-, se ofrecía para defender los derechos políticos arrebatados a decenas de miles de ciudadanos vascos. A partir de ahora, y como sus datos han sido alegremente difundidos, este partido deberá estar vigilante no sólo frente al aparato del Estado, sino también ante esas organizaciones "tolerantes" que tanto gustan de la bronca.

Su entrada en la escena política estatal ha reavivado la vieja polémica sobre la obligación de condenar a ETA para ser considerado políticamente correcto. Una vez activada la alarma, el aparato represivo y mediático del Estado se puso en movimiento. Todas las cadenas de televisión, emisoras de radio y periódicos han adoptado la misma consigna: si el Partido Comunista de las Tierras Vascas no condena la violencia de ETA se arriesga a ser ilegalizado. Y aunque algunos medios admiten que ni la Policía ni la Guardia Civil han encontrado lazos que lo vinculen a sectores de la izquierda independentista vasca (como si ello fuera un pecado), tal circunstancia no impide que se descarte actuar contra él, pues, según argumenta Falsimedia, su reducida militancia dificulta las labores de investigación.

Con su actitud, los propios servidores del sistema demuestran la existencia de un estado policiaco, aunque eso no represente novedad alguna para casi nadie. Según recientes informaciones, la Policía -para poner fuera de la ley a Aukera Guztiak- ha llegado a investigar, en sólo dos semanas, a miles de ciudadanos buscando, no a terroristas, sino a quienes simpatizan políticamente con Batasuna. Nada novedoso si tenemos en cuenta las innumerables razzias que se llevan a cabo desde Madrid utilizando la estrategia del mal cazador que, para lograr una pieza, dispara varias veces al grueso de la bandada. Es casi imposible calcular el número de vascos que, por su activismo independentista, han sido detenidos y enviados a la Audiencia Nacional acusados, a priori, de colaborar con banda armada. Lo que resulta sorprendente, por inédito, es que el escaso número de militantes del PCTV constituya, por sí mismo, un indicio culposo en el País Vasco.

Aparcando las rencillas, que tienen su origen en luchas domésticas por el reparto de influencias (el poder está en otras manos), la aberración política instalada en el régimen ha cerrado filas. El ministro de Justicia, López Aguilar, aunque simula una cierta confrontación con el PP sobre este particular, afirma que no condenar a ETA es un indicio a tener en cuenta mientras que Mariano Rajoy exige al Gobierno que actúe contra el PCTV porque ese indicio es más que suficiente. La intención es clara. Una vez más, quienes apuestan por un País Vasco independiente y socialista, se quedarán sin voz ni voto.

Evidentemente, apostar por el socialismo "totalitario" es complicado en estos tiempos, pero ni siquiera la burguesía del PNV está inmunizada en esta campaña, porque todos los nacionalistas, sin excepción, son tildados de totalitarios. No albergo duda alguna: si el PCTV se presenta a las elecciones y logra un buen resultado, tiene sus días contados.

Condenar o no a ETA es una decisión libre a tomar por cada uno. Lo grave es que ahora se penaliza la opinión e, incluso, el silencio. Pero ese mutismo no tiene por qué implicar, como pretenden hacernos creer, la integración o colaboración en la estructura de la organización vasca. En este delicado asunto nadie tiene patente de corso. Esos politiquillos corruptos que, en el colmo de la hipocresía, han utilizado en ocasiones los atentados de ETA para obtener alguna ventaja política, no están legitimados para exigir condenas a nadie. Primero deben pedir perdón por los actos de terrorismo infligidos a la población civil de la antigua Yugoslavia o de Iraq, en los que participaron militares españoles con la bendición y el visto bueno de los que hoy ponen el grito en el cielo. El devenir de la Historia terminará condenando a los que ahora acusan.

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