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Nacionales E.Herria :: 03/02/2014

Cuestionario Kortatu: En la línea del frente

Jakue Pascual
Como generación radicalizamos la cultura y la socializamos de manera bastante efectiva. Vencimos en el plano de lo simbólico
Este es el cuestionario que me pasaron los autores de “El estado de las cosas de Kortatu. Lucha, fiesta y guerra sucia”. Y aquí están las respuestas que les facilité, de entre las que sacaron lo que consideraron pertinente para el desarrollo de su relato. 1. Relaciones entre el movimiento juvenil autónomo y los distintos frentes de la izquierda abertzale. ¿Antagónicas, contradictorias, complementarias? El tema que plantea la pregunta es tremendamente complejo, ya que requeriría precisar cuál es la evolución de las distintas tradiciones políticas que surgen en el entorno de la izquierda abertzale, de la izquierda revolucionaria y de las corrientes consejistas y libertarias a lo largo de la historia de Euskal Herria; y en especial en tres momentos históricos concretos como son el de sus antecedentes románticos y de socialismo utópico del siglo XIX, el periodo de la guerra civil y la posguerra con la dictadura franquista y el periodo que va desde el surgimiento de ETA hasta el ahora mismo. De todos modos, si nos atenemos a la década en donde despliega su actividad Kortatu, que es en el núcleo central de los años80, que es el momento en el que surge una nueva generación combativa -y que denomino en la tesis como Movimiento de Resistencia Juvenil de los Años 80-vemos que hay dos grandes instantes, uno el de la acumulación de fuerzas, desde el comienzo de la potenciación del Rock Radical Vasco con eventos como el Egin Rock en 1984 y, sobre todo, con la campaña de Martxa eta Borroka de1985, y que desarrolla una confluencia en forma de movimiento heterogéneo que se mantiene hasta 1987; y, dos, la del desencuentro que se plasma alrededor del caso Mendeku y que tiene una relación directa con el repliegue del conjunto del Movimiento de Liberación Nacional Vasco en torno a HB y la negociación políticaentre ETA y el Estado, que culminaría con las negociaciones de Argel de 1989; y que provocó el vaciamiento de los espacios populares de interacción conjunta de los militantes de dicha corriente mayoritaria de la izquierda abertzale. Un movimiento táctico que expuso a dichos espacios populares (en especial a los gaztetxes y a las radios libres y a algunos movimientos sociales que, como elantimilitarista, se vieron obligados a potenciar un desarrollo autónomo) a defenderse con sus únicas fuerzas alrededor de los ataques conjuntos de los poderes locales, autonómicos y estatales de la socialdemocracia y la derecha vasca y española. Hay dos momentos que marcan la pujanza de este movimiento de acción conjunto en el que se entremezcla la combatividad de la incipiente autonomía juvenil con la del nacionalismo de izquierdas: los acontecimientos que se desarrollan alrededor de la presentación como candidato a Lehendakari del preso político de ETA Juan Carlos Yoldi y los disturbios que se suceden tras la ocupación de los váteres públicos que hallaban cerradosdurante la multitudinaria conmemoración del 50 aniversario del bombardeo deGernika. El primero ejemplifica el momento de la unidad popular, al catalizar el descontento derivado de la crisis económica con la opresión de la nación vasca, vivida en primera persona por los jóvenes sobre los que se despliega un Plan Zen que los declara sospechosos; y el segundo de los acontecimientos que refleja las distancias tácticas existentes entre la autonomía juvenil y el propio MLNV, cuyos cuadros se interponen entre la Ertzaintza y la masa de jóvenes que había acudido a los actos de la acampada conmemorativa del bombardeo de Gernika y hostigaba a las fuerzas de la policía autonómica obligándolas a replegarse hasta el mismo cuartel. Un momento que además coincide con la definición de la postura del PNV, que asume las conclusiones de la conferencia de expertos antiterroristas convocada por el gabinete Ardanza y que en 1989 –tras las conversaciones de Argel- desemboca en el impulso que otorgan los jeltzales al Bloque Democrático contra ETA. Una convergencia inestable entre grupos de la autonomía juvenil, colectivos populares, movimientos sociales y el MLNV, que entronca perfectamente con la evolución de Kortatu, como grupo que plantea su accionar musical y propagandístico entre la multiplicidad compleja que conforma ambas esferas de incidencia y sus interacciones. 2. ¿Como ves el papel de Kortatu, primero, y de Negu Gorriak, después, en ese contexto? Primero. Hay que entender que el Rock RadicalVasco tiene una sólidas raíces punk, que se despliegan en un contexto de crisis –No Futuro- y de reconversión del sector industrial en detrimento del impulso del terciario. Y es aquí cuando surgen una serie de grupos musicales que se convierten en emblemáticos, al representar de alguna manera a las distintas corrientes de pensamiento simbólico que componen la amalgama heterogénea del Movimiento de Resistencia Juvenil de los Años 80 en Euskal Herria. Una es la del pensamiento radical de crítica en lo social de La Polla Records. Otra la simbiótica situacionista de los Hertzainak y su interpretación de la realidad agro-callejera vasca y sus utopías tropikales. Además está la vertiente del anti-todo de Eskorbuto, liminar con las márgenes de lo social. No podemos dejar de mencionar al sector rockero de los Barricada, ni a su conexión con el instinto proletario de barrio de las masas heavys de las periferias de las ciudades vascas. Y entre éstas,claro está, no podía faltar la actualización que introduce en el pensamiento izquierda abertzale la perspectiva radical y red skin de los Kortatu; que comienzan adaptando de manera muy vital y original a los Clash y los Specials, hasta evolucionar -pasando por el Oi!- hacia formas de complejidad rockera y propagandística de magnífica factura, como la del vinilo que da título a este libro. Y es precisamente aquí donde se refleja el profundo cambio de perspectiva que se ha producido, pasando de los frentes amplios -que habían sido hegemónicos en la cultura política de la izquierda revolucionaria de los 70 y más concretamente de la Transición- a la dispersión de las localizaciones autónomas como posiciones integrales de combate de los 80 y que tuvieron –según palabras de mi amigo recientemente fallecido Ramón Fernández Durán- sus principales focos durante esta década en Berlín, Londres y Euskal Herria. En cualquier adoquín está la primera línea, será la frase de Kortatu que resuma a la perfección esta mutación del sentido revolucionario que se opera desde los sectores más combativos de la generación de los 80. Kortatu representa un punto de vista original y su éxito convierte la expresión de este grupo en un importante referente de un complejo heterogéneo juvenil, donde convergen cientos de grupos de rock como los destacados anteriormente, fanzines como el Resiste, radios libres como la Eguzki Irratia o Hala Bedi, Gaztetxes como el de Bilbao, Andoain o Gasteiz, grupos políticos como Patxa de Iparralde y Zirikatu de Bilbao, que evolucionan hacia posturas que combinan los idearios libertarios y autónomos con la libre determinación de Euskal Herria. Y un nutrido número de militantes jóvenes que participan de estas experiencias y despliegan una inusitada actividad alrededor de movimientos como el anti-OTAN y el antimilitarista, el de las mujeres jóvenes, el anti-autovía de Leizaran o en el estallido estudiantil de 1987. Kortatu es un grupo que se desenvuelve durante la década final de la Modernidad, en el momento en que el proletariado juvenil vasco y europeo plantea la ultima batalla social de este largo periodo que atraviesa el siglo XX, y que concluye con el fin de la industrialización; como rasgo característico de una Modernidad modulada por el enfrentamiento de masa y la hegemonía de clase burguesa en el plano de las relaciones sociales de producción capitalista que, constituidas alrededor de la fábrica, concluyen en el Estado del Bienestar. La Modernidad es analógica, como el LP. Funciona através de canales de masa. Finiquitada la Modernidad la realidad es digital como el CD, llegando con Internet hasta el establecimiento de redes y singularidades como nodos. Aquí es donde se opera el cambio más significativo entre Kortatu y Negu Gorriak. La primera de las bandas participa de la última batalla de la Modernidad y la segunda surge con el nuevo Orden Internacional y con la digitalización posmoderna, que posibilita un desarrollo tecnológico y una recombinatoria cultural mestiza que globaliza el planteamiento dadaísta del corta y pega. Los samplers pregrabados se convierten en el nuevo arquetipo musical desplazando la centralidad de los riffs de guitarra. Así que mientras Kortatu es una banda que interpreta temas sólidos de punk-rock, ska y reaggae; Negu Gorriak se caracteriza por fusionar el hiphop, el hardcore, el funk… En síntesis, la diferencia entre Kortatu y Negu Gorriak se construye en el proceso que va del neoconservadurismo de la última década de la Modernidad al neoliberalismo del inicio de la globalización posmoderna que alumbra el Nuevo Orden Internacional. Quedando la primera de ellas ejemplificada por el contexto del imperio capitalista de Reagan y su ataque a la Nicaragua Sandinista y la segunda por la Iª Guerra del Golfo de Bush padre. 3. ¿Qué recuerdas del movimiento popular vasco de finales de los 70? ¿Son Kortatu fruto de aquel periodo? Los 80 son en parte la continuidad de los 70 y en parte la ruptura con ellos. Como generación nos educamos políticamente en las estructuras de base asamblearia de movimientos como el de los Comités Antinucleares y en el interior de los mismos asistimos a la pugna entre lasvanguardias abertzales e izquierdistas de finales de los 70, cuyos tejemanejes por el control de los mismos nos dejaron un amargo sabor de boca. Así, cuando en los 80 desplegamos como generación nuestras propias iniciativas, nos quedamos con lo aprendido en la base asamblearia de éstas estructuras y lo trasladamos a nuestros proyectos de autoorganización en donde la autonomía desalojaba a la vanguardia. No hay que olvidar que muchos de los referentes izquierdistas postsensentaiochistas se habían instalado en los aledaños del poder político y económico a finales de los 70, ni que la transición política de la UCD había concluido con el cerrojazo que imponía el golpe de Estado de Tejero,ni que ésta dio paso a la reconversión industrial y la transición económica del PSOE; pero tampoco es menos cierto que las fuerzas sociales que habíamos liberado eran muy difíciles de reconducir únicamente desde el autoritarismo y la represión. 4. ¿Cómo lees tú la evolución del medio cultural vasco de mediados de los 70 y principios de los 80? Éramos una generación que no nos planteábamos una vuelta atrás y a los dos meses del 23-F nos hallábamos –por lo menos Fermín Muguruza y otros 8000 más entre los que me hallaba yo mismo- escuchando a The Clash en Anoeta. Además ya nos habíamos cargado a los cantautores folclóricos, que interpretaban aburridas baladas compungidas y rurales desde las faldas de las fallidas vanguardias, y teníamos más afinidad con corrientes como la dadaísta, la situacionista o el constructivismo experimental de Ez dok hamahiru de Oteiza y Laboa, y el rockand roll de Bowie, Lou Reed, Iggy Pop & The Stooges o The Clash, SexPistols, The Ramones, U2…, que con ellos. Éramos urbanos y rockeros y no vivíamos en nada parecido a un caserío, además había un buen número de maketos y de hijos de familias mixtas de vascos e inmigrantes entre nosotros, y aún así fue el único movimiento que consiguió bajar a la calle a la cultura euskaldun y al euskera con grupos como Hertzainak. Éramos punk por instinto, vivíamos el no futuro de la crisis y -por lógica de razón pura negativa del NO- todo era posible, así dedicamos nuestro excedente de ocio a experimentar con nuestros propios medios la redefinición expresiva (radios libres, fanzines, artes plásticas y grupos de rock) y la espacial (ocupaciones y gaztetxes autogestionados) a la vez que impulsábamos potentes movimientos sociales como el antimilitarista, clave para entender los años 80 así como la década siguiente. Como generación radicalizamos la cultura y la socializamos de manera bastante efectiva. Vencimos en el plano de lo simbólico, pero fuimos derrotados ampliamente en la lucha por el control del poder político desde la base. Aún así experimentamos suficientemente los límites a ritmo de pogo, como para saber dónde se hallan las fisuras del sistema, además de nuestras propias carencias organizativas y límites personales. 5. ¿Ha cambiado en algo tu percepción de la época desde que terminaste tu tesis? No, rotundamente no. Sigue siendo muy importante para comprender dónde nos hallamos ahora y no perder de vista la perspectiva histórica en el perpetuo presente de lo espectacular integrado, que diría Debord.

 

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