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Nacionales E.Herria :: 19/06/2013

El Plan Fernández

Josemari Lorenzo Espinosa
¿El desarme de ETA, solucionará algo?. Acaso lo ha solucionado su retirada?. Cuál será la próxima exigencia?

En una entrevista, muy al estilo de “uno de los nuestros”, Jonan Fernández ha sintetizado en Deia las claves contradictorias del famoso plan, que no lleva su nombre pero casi y que se puede convertir, si el tiempo y ETA no lo remedian, en el hijo tonto del Plan Ibarretxe, de infausta desmemoria.

Asegura Fernández, entre otras cosas, que “ponerse de acuerdo en las causas del conflicto es tarea imposible y eso hay que aceptarlo…”. Y una vez llegado a esta conclusión a-histórica, parece que está todo dicho y podíamos ahorrarnos el plan. Si todos los que discuten creen tener razón, y eso es inamovible como se verá, para qué seguir hablando. Además de para perder el tiempo y el dinero del contribuyente, como dice la versión del Estado, ahora que tiene todo a su favor.

Afirma el entrevistado, que “cada tradición política tiene derecho a hacer su análisis de las causas…”. Pero si luego no va a servir para confrontarlos y utilizarlos colectivamente, o para incorporarlos a ninguna indagación…no se sabe para qué sirven estos entretenimientos, que ya no escucha nadie.

La sensación que produce la entrevista es un tanto pesimista. Es decir realista. Lo que no viene mal. Pero contradice los esfuerzos oficiales del PNV, en su busca desesperada de la paz. Una paz, que según rezan las tesis institucionales, solo depende de ETA. Aunque al parecer ya no es suficiente con su retirada. Ahora se precisa también su desarme. Unilateral, por supuesto. Porque, según Fernández: “no actuar unilateralmente es dejar el avance del proceso en manos de alguien que no está porque el proceso se mueva…”. Tiempos aquéllos en que el poder se conformaba con un tregua de Navidad y hasta Aznar enviaba a sus huestes a dialogar con el MLNV, a la primera ocasión.

Al margen de las teorías, sobre la existencia o no del “proceso”, lo que está claro es que hasta ahora (y en este ahora incluyo también treguas anteriores) precisamente no ha habido mas que unilateralidad.. Que como indica su nombre: es solo de uno. O sea, de ETA. Por eso las preguntas, que muchos se hacen ahora son: ¿el desarme de ETA, solucionará algo?. Acaso lo ha solucionado su retirada?. Cuál será la próxima exigencia?.

Tampoco los historiadores se sentirán felices con las opiniones del gestor de la oficia de la Paz. Lo cierto es que Jonan afirma que “debemos clarificar el pasado y para eso hay que revisar críticamente lo sucedido”. Y en este punto la identificación de las causas, de los porqués, de los motivos justificados, de quién empezó primero, de las flagrantes injusticias etc. pertenece a la Historia. Pero las opciones del entrevistado, en este y otros momentos, son contradictorias, ya que al mismo tiempo afirma que aunque sepamos quienes son, no debemos equiparar a las víctimas, ni mezclarlas, ni compararlas…O sea, renunciar a toda una tipología del comportamiento histórico, que nos dejará vacíos: “o todos héroes o todos villanos”.

Entonces…¿ se puede revisar críticamente lo sucedido, sin señalar causas y culpables, sin compararlos, mezclarlos, sin juzgarlos… en una palabra?. Es posible que los manuales sobre la solución de conflictos aconsejen evitar toda confrontación entre dialogantes, pero no lo es menos que este es el mejor camino hacia lo que llamamos “herida mal cerrada”.

Tenemos la sensación de que el Plan está dando palos de ciego. Que ha salido de fábrica con muchos defectos. Vamos, un clásico, por estas tierras. Y esto sorprende, cuando se pretende arreglar pacíficamente un conflicto histórico, que procede del s.XIX, incubado en una sociedad defectuosa, de clases enfrentadas a muerte, de pueblos negados, de odios y víctimas, que se cuentan por cientos de miles. Y cuando ese “arreglo” parece que se encamina de nuevo a señalar a sólo una de las partes (ETA, por supuesto) como principal responsable, con todas sus consecuencias.

Renunciar de salida al diagnóstico de las causas, de todas las causas, de la causa principal si la hay, como punto esencial de un conflicto, es como si en medicina se tratara la enfermedad, con independencia de su origen y evolución. Es desconocer los motivos y el desarrollo de las cosas y por tanto, sin tratar de evitar que se repitan en el futuro. Porque aquí, lo importante no es saber historia, sino saber qué hacer con la historia que sabemos. Y parece que el Plan de Paz no sabe qué hacer con los miles de textos que se han escrito sobre la violencia, propia y ajena. O solo sabe hacerlo en la dirección mas interesada. En toda obra de teatro se dice que hay “presentación, nudo y desenlace”. Aquí parece que se quiere solo “desenlace”. No interesa la presentación, ni el nudo de la cuestión. Con lo cual cualquier solución sería incompleta, cuando menos.

No es raro entonces que un Fernández poco triunfalista (lo que se agradece) hable de la eventualidad de solo microacuerdos, para tan descomunal esfuerzo. Y a lo peor tiene razón. Este es un mundo de vencedores y vencidos. Y la historia, como se ha dicho, y se sabe por experiencia, es la historia de la lucha de clases y de la lucha de los pueblos. Y a todo lo que se puede llegar, fuera del “¡ay de los vencidos!”, es a “microacuerdos”. No se conciben avances sin que las injusticias se corrijan por la vía de la victoria, o el reconocimiento de la derrota, aunque sea dialéctica. O situaciones donde el resultado sea una falsa tregua o microtregua, que solo nos conducirá a la próxima guerra.

 

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