El estado de la cuestión

Con letra gruesa gritaba alborozado y contento El País del 10 de septiembre que “la ertzaintza aplica tolerancia cero frente a los proetarras”. Se refería a la manifestación del domingo anterior en el Boulevard de Donosti. El masacrar a manifestantes denomina “aplicar tolerancia cero” y el bombardear a civiles “daños colaterales”. El País miente a menudo y es pura falacia no sólo cuando informa sobre Venezuela, también cuando lo hace sobre la izquierda abertzale. El País no informa, tergiversa. ¡Dice que la manifestación la conformaban 300 ciudadanos!

“Hay periodistas indecentes y colaboradores de periódicos que se ven obligados a comulgar con ruedas de avión y a bajarse las bragas ante personajes como Jesús de Polanco y el propio Cebrián, por conservar un cagado rincón en el gallinero desde el cual cacarear”, dice Manuel García Viñó en su libro El País. Lo mismo se podría decir también de algunos colaboradores de El País en el País Vasco. Desde que los “demócratas” gobiernan nuestras ciudades y pueblos la libertad se va tornando pesadilla, la huelga del trabajador y la protesta del ciudadano van adquiriendo tintes terroristas y la intervención de las policías se convierte, con frecuencia, en puras masacres y en canto a la barbarie. En Euskadi siguen siendo frecuentes los interrogatorios amenazantes de las policías en las carreteras y los golpes en los testículos. Así lo denunciado por Arkaitz Rodríguez cuando relataba que el pasado 10 de julio, sobre las 9.30 de la mañana, circulando en su vehículo por la carretera que une Markina con Aulesti un control de guardiasciviles le interrogó, le amenazó y le abofeteó. Y es del mismo tono la historia que cuentan el bergarés Mikel Garaiondo y otros muchos. Historia policial conocida y que la venimos sufriendo en nuestro pueblo desde Franco con el silencio eterno y la colaboración cobarde de estos “demócratas” de basura y mierda. La manifa del domingo en Donosti en pro de los derechos de los presos políticos y el derecho a decidir es catalogada de desafío. ¡Bestial! Esta democracia, que padecemos, es un insulto a los derechos humanos y a la libertad de expresión.

En 1976 un filósofo de Lezo y profesor de grato recuerdo, Manuel Olasagasti, tituló uno de sus libros “Estado de la cuestión de Dios”. Y terminaba diciendo: “El silencio de Dios no es definitivamente doloroso”. Pero lo que sí resulta doloroso y cuestión de Estado es el silencio cobarde y colaborador de tantos representantes políticos y jueces ante la permanente práctica de la tortura institucional, la patada en los cojones al ciudadano en comisarías y carreteras, el pelotazo policial con la cara tapada o el registro chulesco cuando te diriges en autobús a una cárcel o a un acto de la izquierda abertzale con sabor a fiesta y protesta. La actuación del gobierno vasco y su policía en Donosti el domingo es su democracia, recuerda y hace presente al Chile de Pinochet o a la España de Franco y a sus grises por mucho que esta vez fueran los cipayos de Ibarretxe, Baltza, Madrazo, Azkarraga y compañía. No, las manifas en domingo y en democracia no son cuestión de Estado y, en cambio, sí lo es cuando son el Estado y sus aparatos quienes torturan, reprimen y coartan las libertades de los ciudadanos con excusas espurias, ocurran en domingo o jueves, sucedan en una calle de pueblo o en una comisaría de barrio con el silencio cómplice de autoridades. Está uno ya hasta las narices de estos demócratas del fascio que quieren que se trabaje con salarios de esclavitud porque, como diría de manera brillante el fallecido Pablo Sorozabal Serrano, “la rentabilidad no es ni puede ser otra cosa que la miseria del obrero”, que quieren que nos sometamos a sus deseos e intereses porque de lo contrario caeremos bajo el peso de la ley antiterrorista. La dignidad siempre fue cosa noble y difícil, antes y en nuestros días.

Recuerdo con estupor y respeto aquel 16 de diciembre de 2006 en el centro cultural Arriola de Elorrio: la primera asamblea nacional de torturados por las distintas policías: grises, guardiasciviles y ertzainas con el mandato y consentimiento de sus jefes. ¡La asamblea de torturados clamando en el 2006 en Euskadi que se ponga fin a las leyes y tribunales de excepción! Más de 7.000 torturados «sólo desde que se aprobó la Constitución española; ésa que garantiza que vuelva a ocurrir una y otra vez». ¡Vergüenza para un gobierno decente! Práctica de la tortura negada por alcaldes, partidos y gobiernos, testimonio de torturados silenciado por los medios y perseguido por jueces. Ésa es su democracia, la del domingo en el Boulevard de Donosti. De ellos no cabe esperar, de ellos hay que defenderse. Tratan de amedrentarnos, de robarnos los derechos y el pensar. Ondarroa, Mendexa, Lizartza... son muchos los ejemplos de expolio, de robo institucional, de desprecio al voto ciudadano.

Mienten conscientemente, se mofan de nosotros cuando desde el gobierno de Ibarretxe anuncian referéndum sobre la autodeterminación: ¿qué hicieron ante Lemoiz, que dijeron cuando se votó no a la OTAN, cuando Zornotza dijo no a la central térmica? En su boca el referéndum de autodeterminación es producto caducado, mero reclamo publicitario. Setenta años después de aquel levantamiento militar se anda extrayendo y arrancando a la tierra, en silencio, los huesos de los martirizados por los fachas y enterrados en acequias y entre zarzas, mientras los criminales y asesinos –los que viven- siguen cobrando sueldos de retiro y jubilación. ¡Eso sí, los jueces de la democracia española denuncian a los criminales de Chile! Es la democracia del Boulervard de Donosti. Su democracia. Defendernos de esta democracia es un deber, lo mismo que fue luchar contra la dictadura de Franco.