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Nacionales E.Herria :: 20/04/2017

«En Euskal Herria, como en todo el mundo, hay lucha de clases»

Boltxe.eus
Entrevista de Boltxe a Carlos Aznárez, director de Resumen Latinoamericano

Resumen Latinoamericano es una veterana publicación que nos acerca la realidad de las luchas de los diferentes pueblos de nuestra América y que practica algo que podríamos denominar el internacionalismo periodístico. No hay lucha de liberación nacional y social que no cuente con el apoyo de Resumen.

Hemos hablado con Carlos Aznárez, histórico director de dicha publicación, con quien queremos hablar del golpe represivo sufrido por Resumen y otras cuestiones de la realidad Latinoamericana.

Boltxe: Lo primero felicitarte por tantos años de dedicación a este trabajo militante, solidario e internacionalista y después coméntanos que ocurrió hace algunas semanas que Resumen sufrió la acometida represiva.

Carlos Aznárez: Antes que nada saludos a los compañeros y compañeras de Boltxe a quienes conocimos en su andar durante los muchos años que estuvimos viviendo en Euskal Herria y, posteriormente, por su accionar inclaudicablemente antiimperialista.

Respecto a nosotros sufrimos un ataque a nuestra redacción en la noche del 31 de diciembre y la madrugada del 1 de enero de este año. Un típico grupo parapolicial entró ilegalmente y se apoderó de todos nuestros equipos de audio y de filmación con los que hacemos habitualmente el programa televisivo y el radial que distribuimos por todo el mundo. Como obviamente no se trataba de ladrones comunes también buscaron afanosamente nuestros archivos e igualmente se los llevaron. Fue un típico operativo para quitarnos del medio por nuestro accionar contrainformativo, producto del nuevo tiempo represivo que el gobierno de Mauricio Macri aplica a toda disidencia política.

Por supuesto, rápidamente denunciamos la situación en una conferencia de prensa, en la que estuvimos rodeados de colegas, integrantes de organismos de derechos humanos, dirigentes políticos de izquierda y numerosas organizaciones populares que manifestaron su repudio por el hecho y su solidaridad con nuestro trabajo comunicacional.

Boltxe: Son malos tiempos para quienes afrontamos la tarea de la información y el trabajo de comunicación… ¿Piensas que el imperialismo trata de menguar la libertad de expresión y comunicación a quienes lo hacemos desde la izquierda revolucionaria?

Carlos Aznárez: Sin duda son malos tiempos para quienes no transigimos con el sistema y, en función de la ofensiva gigantesca que el imperio está desarrollando contra las expresiones de lucha en Latinoamérica, las tareas comunicacionales desde la izquierda se tornan molestas para los opresores.

Desde ahora cada vez habrá más censura (lo que provocará la autocensura de quienes no tienen un nivel de conciencia de resistencia), también se suma ya una escalada represiva. Algo que en Euskal Herria ustedes saben muy bien de qué se trata. Recordemos el paso del represor Baltasar Garzón por las redacciones de Egin, de Egunkaria, de Ardi Beltza y tantos otros medios. Y lo mismo hicieron quienes le sucedieron hasta el presente. Aquí en Latinoamérica también tenemos émulos de Garzón sin uniforme y con él. Hay una ofensiva contra las radios libres, contra los periódicos de izquierda y contra los periodistas. Honduras, México, Guatemala son las pruebas más evidentes de lo que significa el destino de prisión o de muerte de un comunicador o una comunicadora que se atiene a contar la verdad sobre el poder y los poderosos.

Boltxe: Acudiendo ya a la realidad Latinoamericana, en los últimos años hemos visto desaparecer a dos líderes revolucionarios incuestionables como Fidel y Hugo Chávez. A nivel continental ¿qué supone ambas ausencias? ¿Y a nivel de sus respectivos países?

Carlos Aznárez: Tanto Fidel como Chávez significaron el punto más alto de la dirección revolucionaria, de la moral y la ética al servicio de los pueblos.
Fidel, un estratega militar sin par, un revolucionario de tiempo completo y un humanista digno de un mundo diferente al que hoy vivimos y por el que peleó toda su vida, poniéndose como meta el socialismo y el comunismo. No el de algunos partidos comunistas que transaron con Dios, el Diablo y lo que venga, sino pensando en ese comunismo de abajo, que apunta a destruir el Estado burgués.

Chávez, el mejor discípulo de Fidel, otro hombre excepcional que logró no solo revolucionar a Venezuela sino que convocó a toda Latinoamérica a acompañarlo en la iniciativa de integrarse revolucionariamente. Molesto hasta la saciedad para el Imperio, al que desafió valientemente, urdieron su asesinato (soy de la idea que no hubo muerte natural) y a partir de allí las cosas ya no fueron lo mismo para el continente. El imperio puso primera y avanzó con todo, y para como se nos muere Fidel, victorioso porque casi eligió el día y la hora para partir, pero que igual nos dejó un hueco difícil de llenar.

Ahora los pueblos y, sobre todo, los revolucionarios, debemos hacer honor a su legado y seguir la batalla que ellos iniciaron. Hay razones para no retroceder y hay suficiente enseñanza dejada por los dos líderes como para no tener que imaginarnos fórmulas edulcoradas, reformistas o neodesarrollistas que reemplacen a la Revolución, la Independencia y el Socialismo.

Boltxe: Durante algunos años se ha hablado de gobiernos progresistas en América Latina. ¿Qué balance harías del accionar de estos gobiernos, sabiendo que cada uno de ellos tiene diferencias con los otros?

Carlos Aznárez: Hubo de todo. Progresistas o neodesarrollistas y también gobiernos revolucionarios. Los primeros, como el gobierno argentino de los Kirchner, el brasileño del PT y Dilma o el paraguayo de Fernando Lugo, realizaron algunos avances en lo social, basado más en el asistencialismo que en cambiar realmente la relación con el mundo de los explotadores, pero se conformaron con no querer romper con el capitalismo y sus leyes mortíferas de consumo y más consumo.

Por supuesto que a la luz de lo que hoy vivimos con gobiernos de derecha profunda parecen paraísos aquellos tiempos de reinado progre, pero eso también es un espejismo, porque muchos de sus dirigentes se enriquecieron a partir de la corrupción y traicionaron de esa forma el mandato popular de sus bases.
Además, al no consolidar (por carencias ideológicas) una estructura política capaz de resistir firmemente a la ofensiva de derecha, cayeron sin pena ni gloria. Y lo peor, es que sin hacer la más mínima autocrítica están pensando en volver, como si eso fuera una cuestión de magia.

Un ejemplo de la mentira progresista fue y es el gobierno del Frente Amplio en Uruguay, donde tanto Tabaré Vázquez como el idolatrado por los europeos, Pepe Mujica, construyeron una de las más grandes mentiras, eso sí con mucho marketing, sobre todo a partir de Mujica, el presidente más honesto y humilde del mundo, como lo llamó el cineasta Kusturika. Con Mujica y Tabaré, con los ex tupamaros arrepentidos de haber sido revolucionarios tiempo atrás, Uruguay se convirtió en el no va más de las inversiones de las trasnacionales (fábricas de papel, megaminería, etc., que fueron destruyendo la tierra y el tan cacareado Uruguay natural con que hizo propaganda el Frente Amplio). Nunca hubo tanta extranjerización de la tierra, ni tampoco tanta comunión entre exrevolucionarios y los militares genocidas, como ocurriera de la mano del fallecido extupa, exministro de Defensa y reconocido traidor a las ideas forjadas por Raúl Sendic, como fue Eleuterio Fernández Huidobro. Con el Frente Amplio, y bajo la influencia de estos personajes, se consolidó la impunidad y, a diferencia de Argentina, no se pudo juzgar a casi ninguno de los asesinos de tupamaros, comunistas, socialistas y tantos hombres y mujeres asesinados por la dictadura.

Los gobiernos revolucionarios (Venezuela, Bolivia y con sus más y sus menos Ecuador y Nicaragua) son todos diferentes en su gestión y propuesta transformadora. Venezuela, con Chávez y luego con Nicolás Maduro y Bolivia, con Evo Morales, realmente generaron cambios sociales de profundidad. Construyeron herramientas para no solo resolver los problemas elementales de sus pueblos sino que a partir de Asambleas Constituyentes abrieron la puerta a una mayor inclusión de los sectores de la población a los que siempre se ninguneó.

En Venezuela, la unidad patriótica de Pueblo y Fuerzas Armadas fue vital para aguantar, hasta ahora, la violenta ofensiva de la derecha fascista y del imperialismo. Por supuesto que todo no ha sido un camino de rosas, también se han detectado bolsones de corrupción por arriba y una burocracia que ha puesto palos en las ruedas ante cualquier avance. Pero el pueblo ha ido sorteando con éxito los obstáculos y gracias al impulso de Chávez primero y del propio Maduro después, el poder comunal ha surgido como una alternativa de poder popular. Lo mismo que las milicias obreras y campesinas.

Actualmente, Venezuela vive bajo el continuo ataque oligárquico-imperialista y eso implica que todos y todas que luchamos por la emancipación de los pueblos no debemos dejarla sola y tenemos que defenderla. De la misma manera que seguimos haciendo con Cuba revolucionaria.

Evo en Bolivia es quizá el gestor de uno de los procesos más sólidos del continente. Ha logrado como nadie integrar a la política a los más humildes y logró la recuperación de la autoestima para esos sectores siempre golpeados y humillados.

Por todo ello, queda claro que quienes más han avanzado y aún continúan en pie son los que, sin dudarlo, apostaron por revolucionar sus países y poner en cuestionamiento todo lo que se deriva de la democracia burguesa, optando por democracias participativas y cambios revolucionarios.

Boltxe: ¿Qué papel piensas que juegan y deben jugar los movimientos sociales y populares en la lucha de los pueblos de América Latina?

Carlos Aznárez: Los movimientos sociales son el nuevo sujeto que se suma al histórico acumulado por la clase trabajadora. Son producto de los peores años de crisis derivados de las dictaduras militares y repetidos en la explosión neoliberal de los 90. Reúnen en sus filas a trabajadores desocupados y a quienes están haciendo experiencias de poder popular alternativo.
Muchos de ellos convergen en los movimientos hacia el ALBA, que caminan independientemente del ALBA de los gobiernos pero que levantan las banderas que en esa articulación imprimieron Chávez y Fidel.

De hecho, es tan efectivo el trabajo de los movimientos sociales en su lucha contra el extractivismo, los agronegocios, la pelea por la tierra y otras reivindicaciones donde se unen trabajadores y pueblos originarios, que el enemigo los ha puesto en su punto de mira. De allí los continuos asesinatos de lideresas y líderes sociales, delegados sindicales, campesinos, estudiantes.

También vale mencionar la heroica batalla de los pueblos originarios, como los mapuche en sus territorios ancestrales invadidos por Chile y Argentina, los aymaras, o cada una de las cientos de etnias de Brasil, México, Guatemala, Panamá, Perú, Honduras, Ecuador, que no comulgan con los malos tratos y despojo de tierras por parte de los nuevos conquistadores, por lo que se están enfrentando en una pelea de vida o muerte.

Boltxe: ¿Cómo está la igualdad de género en América Latina? ¿Y la lucha contra la violencia machista?

Carlos Aznárez: No hay igualdad de género aún pero se pelea todos los días en las calles por ello. Denunciando al patriarcado en toda su extensión y consecuencia, y atacando con todo a la violencia machista que anida en nuestras sociedades, incluso en las propias familias.

Al andar rebelde y comprometido de los movimientos sociales hay que sumar el papel extraordinario que están jugando las mujeres, que desde las organizaciones feministas, no solo las han apuntalado sino que hoy están a la cabeza de las luchas en casi todo el continente. Mujeres que pelean por las reivindicaciones históricas antipatriarcales pero que también han cargado en su mochila las luchas anti-extractivistas.
Mujeres que gritan en las calles Ni una menos frente a los femicidios derivados de los negocios de la trata o contra los asesinatos de sus pares por defender la tierra de la contaminación de Monsanto o de la Barrick Gold.

Boltxe: ¿Podrías explicarnos la situación que se está dando en Venezuela en estos momentos a causa de las acciones injerencistas de Luis Almagro presidente de la OEA?

Carlos Aznárez: Venezuela se ha ido convirtiendo en uno de los más grandes laboratorios de experimentación del imperialismo en lo que hace a usar fórmulas para desestabilizar un país en aras de derrocar un proceso que desde siempre le ha plantado cara. Han probado todos los medios, desde el golpe de Estado de 2002, hasta el asesinato de Hugo Chávez, el líder máximo de la Revolución bolivariana. Desde la guerra económica devastadora, que ha ido desgastando lentamente a sectores de la población, hasta el terrorismo mediático constante y ahora las maniobras diplomáticas encabezadas por ese ministerio de colonias (como los llamó Fidel) que son los alcahuetes de la OEA. Frente a todos ellos la Revolución, con sus luces y sombras, está en pie y el pueblo sigue defendiendo su continuidad y la de su presidente Nicolás Maduro.

Claro que no todos son acosos externos sino que también hay déficits internos denunciados primero por Chávez y ahora por el actual presidente y que tienen que ver con la corrupción, la burocracia, la pérdida de ideología revolucionaria para acomodarse en el posibilismo, pero sin embargo hay en Venezuela una gran franja poblacional que después de empoderarse con el chavismo ha marcado la línea de no retorno, y está dispuesta a jugarse para defender lo conquistado. Con Venezuela, no cabe otra que reforzar la solidaridad internacional, dejarse de titubeos pequeño burgueses o de esgrimir formulaciones troskistas buscándole la pulga al gato y apoyar a los que ahí siguen luchando por el socialismo.
¿Qué está lejos aún de lograrse? Puede ser, pero a la luz de los países en los que muchos de nosotros vivimos, y no digo de los de Europa, donde el retroceso es monumental, en Venezuela se ha avanzado muchísimo. El pueblo se ha hecho Comuna, existen organizaciones campesinas y obreras con mucha potencia revolucionaria, y hay pueblo y ejército pensando en la misma clave. Todo lo demás, en este momento, son elucubraciones fatalistas que sólo le sirven al imperio y a los oligarcas locales.

Boltxe: ¿Piensas como dicen algunas personas que no es posible la revolución socialista por la vía insurreccional? ¿Qué caminos deben recorrer las y los revolucionarios en Nuestra América para construir el socialismo?

Carlos Aznárez: Más allá de las defecciones, aggiornamiento o decadencia ideológica de algunos, no hay razones para pensar que como en toda la historia, todas las vías son aptas para avanzar hacia la Revolución pensando en construir una sociedad socialista. Así como rechazamos, peleando en todas partes, las fórmulas neoliberales del fin de la historia, proclamadas por Fukuyama en los años 90, o por sus discípulos actuales (que engrasan la maquinaria de los Macri, Temer, Peña Nieto y otros), también hay que oponerse a que algunos quieran imponernos por decreto que se acabó para siempre la vía revolucionaria insurreccional o la del pueblo en armas.

El tiempo y las circunstancias de la opresión imperial (siempre brutal y asesina) determinarán qué caminos tomar para no seguir poniendo la otra mejilla. Hoy estamos viendo de todo en el mundo: desde los que cantan loas, desde una presunta izquierda, a defender las democracias burguesas, seguramente para acomodarse en sus poltronas traicionando todos los principios que los llevaron a la lucha tiempo atrás. O los que, cayendo en un posibilismo suicida, venden la fórmula de hasta aquí llegamos o los pueblos no quieren más guerray abandonan las luchas más frontales y se modernizan utilizando un consignismo edulcorado y ostensiblemente socialdemócrata.
A todos ellos, la realidad será la encargada de demostrarles que al imperialismo y al capitalismo no se los destruye con palabras huecas sino con lucha y más lucha. ¿Qué no parecen ser los tiempos para las grandes gestas? ¿Quién lo dice y desde dónde se afirma? Allí están cientos de miles de campesinos del Movimiento Sin Tierra de Brasil, peleando por la tierra por todas las vías posibles, o los campesinos paraguayos –uno de los pocos países donde crece una nueva guerrilla, cuando otras se han desmovilizado– generando inmensas movilizaciones contra los latifundista, peleando con uñas y dientes para que no los sigan matando.

Boltxe: ¿Cómo valoras el llamado proceso de paz en Colombia entre el gobierno y las FARC?

Carlos Aznárez: Se ha trabajado mucho por parte de la guerrilla de las FARC para ese acuerdo, buscando paz con justicia social, como se dijo desde que se sentaron en La Habana con el gobierno derechista de Santos. Finalmente, los acuerdos ya firmados, donde ya se hacían varias lógicas concesiones, fue reescrito por el asesino paramilitar de Alvaro Uribe Vélez y lo que surgió de los acuerdos definitivos tiraba para atrás muchas reivindicaciones fundamentales. Sin embargo, se puede decir con toda razón, que más allá del papel, estas reivindicaciones se pueden imponer en la calle, en las movilizaciones, en la presión de las masas. Lo que ocurre es que además, el gobierno de Santos no tiene la menor intención de avanzar ni en los mínimos acordados, no intenta desarmar al paramilitarismo que sigue matando dirigentes populares y amenazando de muerte a otros y otras, ni en liberar a los miles de presos y presas, tal cual marcaba lo acordado a través de una amnistía. Tampoco hace concesiones con respecto al problema de la tierra, que es uno de los grandes despojos que ha sufrido el pueblo colombiano y, por último, se intenta enredar a los revolucionarios en lo de siempre: todo se arregla con elecciones controladas por nosotros, ustedes armen un partido y prueben suerte.
Como si se dieran las condiciones para poder participar en un territorio que el enemigo maneja desde hace siglos y sabe todas las triquiñuelas para aplastarte.

Creo que el momento es muy difícil para los luchadores y luchadoras colombianas y más allá de que las FARC o el ELN (que sigue en negociaciones) han demostrado durante medio siglo que son dos fuerzas combatientes y de alto grado de ductilidad política para que los arrinconen tan fácilmente, las alarmas, no podemos negarlo, están encendidas. Todo dependerá de la fuerza y convicción revolucionaria que las dos insurgencias puedan desplegar para atravesar este desierto y mantenerse unidos y firmes en sostener aquellos postulados que levantaron sus antecesores, como Marulanda, Jacobo Arenas, el Mono Jojoy, Camilo Torres, el cura Pérez y tantos otros luchadores y luchadoras que dieron su vida por la Revolución sin concesiones.

Boltxe: ¿Cómo vislumbras el futuro de Nuestra América en la aún pendiente liberación de sus pueblos?

Carlos Aznárez: Nos esperan días de mucha lucha si queremos realmente apuntar en la buena dirección y no conformarnos con atajos. La historia de los pueblos se mueve en grandes ciclos, y el actual muestra algunos retrocesos pero también hay bolsones de resistencia enconada al avance imperialista.
Estará en las nuevas generaciones definir si se quiere avanzar –como sería lo correcto– en dirección a la destrucción de los Estados burgueses y la implantación del socialismo, o si se conforman resignadamente con lo que hay, o sea: pactar la muerte en incómodas cuotas. Siempre a un período de reflujo le siguió una contraparte de fuerte rebeldía popular. Soy optimista en que ya se están gestando, como dice ese revolucionario tupamaro que nunca bajó las banderas, Jorge Zabalza, las nuevas oleadas insurgentes. A eso y no a otra cosa tenemos que apostar.

Boltxe: Queríamos preguntarte también por tu opinión acerca de lo que ocurre en Oriente Próximo, la salvaje agresión cotidiana de Israel, las guerras imperialistas, la agresión a Siria por parte del imperialismo…

Carlos Aznárez: En Medio Oriente como en otras regiones del mundo el imperialismo apuesta a desestructurar territorios, masacrar a sus poblaciones, tras invadirlas con excusas tan falsas como las de las armas químicas, y finalmente rediagramar la zona para apoderarse, bajo su dominio, de las riquezas naturales, léase petróleo, gas, minerales, etc. Y también, tener una vía directa para en un futuro no muy lejano avanzar hacia Rusia y China, sus dos grandes enemigos.

En ese marco sigue siendo heroica la resistencia que desarrolla el pueblo palestino y sus organizaciones insurgentes contra la ocupación sionista, generando una enseñanza precisa para otros procesos similares de naciones sin Estado: no hay posibilidad pacífica de convivir con el enemigo que invadió tus tierras, salvo declinar las aspiraciones de autodeterminación. Palestina es un doloroso faro de ética revolucionaria en ese sentido.

El resto de la región ha sido prácticamente destruida en su infraestructura, a partir de las guerras otanianas a las que los Bush, los Clinton, los Obama y ahora los Trump, condujeron como perritos falderos a las naciones europeas. Todo ello además, para vergüenza eterna, con la complicidad ideológica de ciertos progres o izquierdistas que perdieron la brújula, que se inventaron revoluciones en Libia o en Siria, y terminaron siendo cómplices de las masacres de esos pueblos.

Sin embargo, hay que decir que a pesar de la potencialidad bélica de los agresores imperiales, siempre hubo y habrá resistencia. Ocurrió en Irak, donde los marines de Estados Unidos no pudieron hacer pie y tuvieron que apelar a construir enjendros como el ISIS, para desestabilizar aún más a las poblaciones mediante auténticos hechos de barbarie. Ocurre en Siria, donde pueblo, gobierno y ejército luchan denodadamente para que el país no caiga en manos de yanquis y sionistas, que buscan convertirla en una nueva Libia.

Como gentes de izquierda no debemos dudar donde pararnos en estas grandes batallas antiimperialistas y más allá de la parafernalia desarrollada por algunos intelectuales de la derrota, acompañar con solidaridad activa a todo el mundo árabe y persa que se rebela contra el imperio, contra Israel y contra las monarquías de la región. En ese sentido, Palestina, Siria e Irán son hoy las principales avanzadas del eje de resistencia que debemos defender.

Boltxe: Para ir terminando y abusando de tu amabilidad queríamos preguntarte por Euskal Herria, las renovadas reivindicaciones por la amnistía, esa ocupación franco-española que continúa, la represión a la juventud más combativa y comprometida.

Carlos Aznárez: Euskal Herria me duele enormemente, como vasco que soy y como independentista.
Siempre supimos que el imperio español y el francés no eran poca cosa para enfrentar y que con sus formas brutales de encarar la invasión y asimilación de nuestro pueblo no valían las medias tintas. De allí, que a lo largo de la historia siempre hubo resistencia, autodefensa y ofensivas, que a veces terminaron en victorias. Pero a la vez, frente a cada una de estas variantes, ambos imperios desarrollaron estrategias de aniquilamiento que le han costado a Euskal Herria, años de dolor, sangre y muerte.

Lo que se muestra actualmente, después de que ETA haya abandonado las armas, es un panorama de gran incertidumbre. Por un lado, porque la negativa de Madrid y París en negociar generaron la certeza de que todo lo que se quisiera lograr tendría que ser a fuerza de mucha lucha, y en ese sentido es necesario que se tenga en cuenta, como marca la historia, que para ello es necesario construir una organización revolucionaria que afronte el nuevo tiempo sin renunciar a ninguno de los principios que llevó a varias generaciones a poner el cuerpo en la línea del frente. Hombres y mujeres, jóvenes casi todos ellos, que lo pagaron y lo sigue pagando con clandestinidad, torturas, muerte, cárcel y deportación.

Me siento parte de Euskal Herria y sigo creyendo que la única solución, para que tengamos Patria, es luchar por la independencia para alcanzar el socialismo, renunciando a cualquier tentación de construir atajos reformistas que terminan abrevando en vergonzosas defensas del capitalismo que hoy sufren nuestros jóvenes y también los mayores, a los que la crisis económica ha convertido en marginados.

Creo además que a pesar de estar disfrazada entre los fuegos de artificio del consumismo, en Euskal Herria, como en todo el mundo, hay lucha de clases y que es precisamente la burguesía vasca (con el PNV y sus discípulos) uno de los principales obstáculos para lograr la unidad revolucionaria (no la que surja de una ensalada de siglas electoraleras y oportunistas) que conduzca más temprano que tarde a que el pueblo vasco se libere y asuma la reivindicación de sus raíces como pueblo originario.

Por último, en estos tiempos de proceso de paz sin que la paz aparezca por ninguno de los rincones de las siete provincias históricas, ¿quién puede dormir tranquilo con tantos presos y presas en las cárceles de los imperios? Ellos son los hijos e hijas más dilectas de nuestro pueblo, los que nos recuerdan esa frase de Argala: Todos tenemos que dar algo para que unos pocos no den todo.
Sin ellos y ellas en la calle y con su gente, sin su compromiso revolucionario, toda iniciativa será trunca. Lograr la amnistía es algo más que una consigna histórica, es una reivindicación necesaria para construir un edificio sólido, la casa de nuestros padres, que permita soportar temporales de desánimo o claudicación.

Boltxe: Ya sí para acabar, sabes que Boltxe somos un colectivo comunista y no podíamos dejar de preguntarte en este centenario de la revolución bolchevique como ves la actualidad del marxismo como solución a este callejón sin salida al que nos lleva el capitalismo.

Carlos Aznárez: No provengo del marxismo sino del nacionalismo revolucionario latinoamericanista, pero como muchos fui incorporando elementos de esta ideología fundamental a lo largo de años de lucha y de madurez. Desde allí es que creo que a pesar de que todo parezca lo contrario, incluso por el declinar de ciertas izquierdas que se han volcado a posiciones reformistas, socialdemócratas y posibilistas, o sea a la resignación y la vida cómoda con anteojeras para no ver la realidad que los circunda, hoy son tiempos de volver a Marx y a Lenin. De aprender de sus enseñanzas y recoger los aspectos más valiosos de su legado. Este cien aniversario viene bien en ese sentido para, más allá de los recuerdos o festejos superficiales que harán algunos, aprovechemos para leerlos, debatirlos y que nos ayuden a reflexionar y darnos ánimo para seguir peleando contra quienes ellos marcaron como los grandes enemigos de la humanidad: el imperialismo y el capitalismo.

Pues nada más, Carlos, eskerrik asko por tu tiempo y respuestas, éxitos en lo personal y un fuerte abrazo comunista a las y los camaradas de Resumen Latinoamericano.

 

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