Están matando a nuestra gente

Fríamente y uno a uno. Con total impunidad. Es lo legal. No se están defendiendo de algo. No se sienten amenazados ni lo hacen por liberar a su país, ni por ninguna guerra declarada. Pero los muertos se van amontonando. Robar, chantajear, condicionar a la clase trabajadora son sus medios para cumplir su objetivo, que no es otro más que el enriquecimiento, el jodido lucro por encima de quien sea y como sea, pero siempre del débil y con el apoyo del sistema que para eso es suyo. Igual que son suyos los jueces, policías y las cárceles porque sin ellos no podrían seguir matando y chuleandose. Los perros guardianes del “orden y la ley”.

Sus bonitas corbatas, sus lujosos coches, sus banquetes, el aparentar mediante lo material lo que jamás alcanzarán como personas es el premio que reciben y que buscan con su impuesto reaccionario. Para ello convierten a la clase trabajadora en números y como psicópatas, sin importar las consecuencias y con el apoyo de políticos corruptos siguen con su crimen. Un crimen histórico llamado capitalismo pero que tiene nombres y apellidos, direcciones de empresas, señales de televisión, papel de periódicos y siglas. Justamente los que más nos han hablado de la “violencia” en este país pero se han encargado bien de asentar la suya, mimarla, cuidarla desde la legalidad o la ilegalidad. La necesitan de la misma manera que necesitan un pueblo tranquilo, sumiso y normalizado para continuar con sus crímenes. Cínicos.

Hoy iba a escribir sobre la reciente muerte en Córdoba (Andalucía) de un miembro de Stop Desahucios que se suicidó por no poder hacer frente al pago de la hipoteca. Stop Desahucios ha responsabilizado directamente a las entidades financieras, concretamente a Kutxabank-Cajasur, y al “Gobierno que defiende la dictadura del Capital” de esta nueva muerte. Por si fuera poco, y tras una concentración en Bilbo en protesta por esa muerte inducida, la ertzaintza ha identificado a la portavoz de la plataforma, a quien ha denunciado por no haber comunicado la movilización. La multa podría ascender a 600 euros. No tenéis vergüenza.

El parado de la construcción que se cortó el cuello ante una oficina de Cajasur en Córdoba manifestó su protesta de esta manera tan dramática ante la entidad por la amenaza de deshaucio que tenía al no poder pagar una hipoteca. Una auténtica vergüenza para Euskal Herria.