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Nacionales E.Herria :: 05/06/2013

¿De huelga en huelga hasta la… final?

Txetxu Rojo
¿Para cuando borrokagunes y escraches permanentes con miles de personas, ante cada desahucio o frente a Kutxabank, el PP, el BBVA o la patronal?

El 30 de mayo hemos hecho huelga y nos hemos movilizado. Ahora, sin prisas, sin convocatorias apremiantes y, sobre todo, sin que nadie pueda llamarme colaboracionista, liquidacionista o revisionista por dar bazas al enemigo o desmovilizar, me gustaría reflexionar sobre la huelga como herramienta de lucha, sobre el valor de la huelga.

Desde luego, no me estoy refiriendo a las huelgas sectoriales, de empresa o de centro de trabajo; su valor es incuestionable y no es de recibo la más mínima crítica, ya que son el mejor instrumento −hasta la fecha− para llevar a cabo la lucha de clases.

Como podéis suponer, la reflexión versa sobre la huelga general política o, en su mejor versión, sobre la huelga general revolucionaria. En primer lugar, este tipo de huelga siempre debe ser ofensiva, no defensiva ni tan siquiera de respuesta. Como todo el mundo admitirá, las últimas convocatorias de huelga general en Hego Euskal Herria (y subrayo lo de Hego) han sido más bien para responder ante hechos consumados, y, por desgracia, bien consumados por la mayoría absoluta del PP o el seguidismo de PSOE y PNV.

Además, las recientes huelgas generales han carecido de objetivos concretos. Expresar nuestro rechazo a las políticas neoliberales, decir que hay alternativas o mostrar nuestra indignación son consignas demasiado genéricas. Cuando hemos tenido la oportunidad de participar en huelgas con objetivos concretos, como la convocada contra la LOMCE −o ley Wert− en todo el estado español, la mayoría sindical no la ha secundado porque tenía agenda propia contra dicha ley. Tarde o temprano deberemos solucionar la dicotomía del allí −Madrid o París− y del aquí −Euskal Herria−.

Por otra parte, nuestras huelgas generales han demostrado “su incapacidad para trabar alianzas con esa inmensa minoría de personas que no encajan en la definición tradicional de trabajador”, por decirlo con palabras de Juan Ibarrondo. No sólo personas desempleadas, sino también de la economía social −tercer sector−, autónomos, del pequeño comercio, eventuales y un largo etcétera, suelen quedar orilladas en estas convocatorias. Por ello, la incidencia de las huelgas suele ser potente en la industria más clásica y en algunos servicios públicos, pero escasa en otros muchos sectores, ya que, como aparecía en la bitácora de un jubilado “ha desaparecido la industria de la chimenea, que daba pie al contacto de los trabajadores, que estimulaba a los indecisos.”

Otro problema de las huelgas generales son los servicios mínimos, pues reducen de forma notable su impacto. Frases contundentes sobre este aspecto se suceden ante cada convocatoria: “la legalidad mata la huelga”; “la huelga avisada al patrón y que cumple con los servicios mínimos es la anti-huelga”. No se puede hacer huelga con condiciones, y los servicios mínimos lo son.

Para ir acabando, no hay que olvidar la “excusa” de la unidad sindical. Ayuda, claro que ayuda; aunque sólo sea coincidir en el día; por ejemplo, la última huelga del metal en Gipuzkoa fue un éxito por ser una convocatoria “unitaria”, aunque los sindicatos celebraran actos de protesta por separado. Si los aparatos de los sindicatos no quieren o no pueden abordar este tema, hagámoslo desde abajo, desde la unidad de quienes luchamos en las calles. Sólo así conseguiremos pasar de la utilidad de la huelga general a su eficacia.

Por último, para que este articulillo no sea sólo una ristra de críticas, algunas propuestas, otra vez de la mano de Juan Ibarrondo: “…será preciso activar protestas más allá de la huelga tradicional. Por ejemplo las llamadas “otras huelgas”: impagos, ocupaciones, autoabastecimientos, etc. Y dar más importancia a los movimientos sociales –en estos momentos bastante debilitados– a la hora de preparar jornadas de protesta general…”.

Yo añadiría: ¿para cuando borrokagunes y escraches permanentes con miles de personas, ante cada desahucio o frente a Kutxabank, el PP, el BBVA o la patronal?

 

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