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Nacionales E.Herria :: 08/06/2011

Kirruli

Mikel Arizaleta
En la noche del 7 al 8 de junio de 1986 murió en la cárcel española de Herrera de la Mancha el bilbaino Joseba Asensio Artaraz, "Kirruli", hace ahora 25 años.

En la noche del 7 al 8 de junio de 1986 murió en la cárcel española
de Herrera de la Mancha el bilbaino Joseba Asensio Artaraz, hace ahora
25 años. Él tenía 27 y estaba soltero. Murió fruto de la venganza,
del desprecio, de la desatención, de ser cosa y no hombre en manos de
funcionarios. Murió de la indecencia de un Estado a pocos meses de
quedar libre.

Joseba ingresó en la cárcel el 3 de junio de 1980, malvivió en los
ignominiosos zulos de Carabanchel, Burgos, Soria, Puerto de Santa
María, Alcalá Meco, Herrera de la Mancha y Basauri: padeció seis años
de cárcel y abandono, y murió cuando tocaba con los dedos y su sonrisa
la libertad, la primavera y la vida.

En su cautividad sufrió una serie de dolencias: padecía una infección
pulmonar tuberculosa vieja, de años, que en ningún momento le fue
diagnosticada en vida a pesar de lo evolucionada que se constató en la
autopsia de muerto y a pesar de sus quejas y lamentos. Los reclusos en
manos del Estado español son trapos viejos y de deshecho. Tampoco lo
detectaron en otros reclusos hasta la muerte de Asensio y al ver que
tamaña desidia pudiera traerles consecuencias y fama de barriobajeros.

Se sabe que la tuberculosis es enfermedad de alto riesgo en estos
antros sombríos y abandonados, reflejo fiel de la desidia del personal
sanitario y de la desconsideración humana que al Estado y
funcionarios les merecen los prisioneros: ganado y cosa destinada al
matadero y la papelera. Por siete veces la doctora Nuria Castro de
Pedro y Olga Muñoz Castejón catalogaron los síntomas de Joseba como
simples “síndromes griposos catarrales”. Le despachan con disofrol,
rinobanedif y elixifilin. Pero “al abrir la cavidad torácica del
difunto observan el pulmón izquierdo atelactásico y retraído con una
disminución aproximadamente la mitad del pulmón derecho de su masa
total con desaparición de los límites lobulares y con abundante
infiltración del tejido conjuntivo que forma una gran adherencia con
la parrilla costal. El pulmón derecho se muestra neumoconiótico, sobre
todo en el lóbulo superior y dando unos cortes aparece un líquido de
aspecto blancuzco en diversas áreas del mismo, que puede corresponder
a un exudado purulento o caseso”. “La causa inmediata de la muerte ha
sido una sepsis fulminante o una insuficiencia respiratoria aguda por
neumonía vilateral o un proceso mixto”.

La desidia y el trato deshumano -claro ya con anterioridad en
denuncias, lamentaciones y quejas formuladas por reclusos- se hace
ahora patente y muerte en una autopsia de difunto.

Desde la solidaridad y la amistad de compañero se formula denuncia por
parte de Fernando Arburua Iparraguirre ante el juez de Instrucción de
Manzanares por “la manifiesta incapacidad del cuadro médico de este
centro penitenciario, por la desidia a la hora de explorarle, por la
mínima preocupación mostrada, por la falta de medios de exploración,
por el erróneo e insuficiente tratamiento administrado…”.

¡Y cómo no! Tres funcionarios de ese mismo Estado, que viene
vulnerando los elementales derechos humanos no sólo en comisaría sino
también y especialmente en las prisiones, en sentencia del 31 de enero
de 1989, determinan que “por lo expuesto, en nombre del Rey y por la
autoridad conferida por el pueblo español, fallamos por unanimidad que
debemos absolver y absolvemos libremente a la procesada Nuria Castro
de Pedro del delito de imprudencia temeraria que le era imputado por
el Ministerio Fiscal y la acusación privada, con declaración de las
costas de oficio y liberación de las medidas de aseguramiento y de
responsabilidad civil que se hubieran acordado”.

Ya otros habían muerto antes en prisiones por maltrato y abandono,
luego otros más engordarían las cifras. Sólo una cosa ha cambiado en
los últimos años de PSOE en el gobierno: siguen engordando la desidia
y la desatención, sólo que ahora los moribundos mueren en casa.
Mientras les pueden putear les conservan en prisión, cuando su muerte
se ve cercana se les manda a casa, no quieren fiambres en sus antros
por lo de la mala fama y la alta cifra de fallecimientos carcelarios.

Son muchos los prisioneros políticos vascos que padecen desde años
graves enfermedades, cánceres y dolencias inhumana y son sádicamente
tratados, chantajeados en su proceso; mujeres y hombres a los que se
les impide la más elemental confidencialidad y privacidad en el trato
con el psicólogo, el ginecólogo..., en el que un seguimiento normal y
sin sed de venganza haría más humana la vida carcelaria. Son varios
los fallecidos a los pocos meses de abandonar la prisión. Su estado
era sencillamente calamitoso y terminal. Puro abandono.

Hoy por desgracia pedir al Estado español trato digno con los presos
es pedir peras al olmo. Su grado de bajeza humana, sobre todo en las
cárceles, traspasa muchas barreras que duelen la dignidad, hieren
cualquier sentimiento noble y ponen en peligro hasta la misma
existencia. Las lamentaciones de Kirruli desde la cárcel, hace ahora
25 años, y la denuncia de sus compañeros desde la prisión de Herrera
de la Mancha de entonces no han aminorado en nuestros días. Estado y
funcionarios, médicos y jueces, siguen desempeñando un papel de
lacayos y sumisos, colaborando en una función que deshonra y envilece
su papel y su misión, y lo que es más grave, ennublan los ojos del
preso y atentan contra su dignidad humana.

Ayer en Durango (Bizkaia) se presentó el proyecto “K.M.O: Las mil
caras de la dispersión”, que nace con la vocación y el objetivo de
acercar la dura realidad de las personas que cada semana realizan
miles de kilómetros para visitar a sus familiares y amigos presos;
quieren mostrar ese sufrimiento añadido, esa venganza estatal y de
gobierno, ahondando y agujereando la separación cruel y atroz entre
esposos, padres e hijos o amigos presos. Según Etxerat las familias de
los pasados 760 presos vascos recorren anualmente más de 47 millones
de kilómetros con un coste general anual de 14. 700. 450 ´96€. Y si la
dispersión lleva ya 20 años quiere esto decir que los familiares y
amigos de los reclusos políticos llevan gastados unos 300 millones de
euros en visitarles. Quien no vive en sus carnes es difícil que
entienda las consecuencias bestiales de la dispersión, de ese castigo
sádico añadido por el Estado español y sus gentes. Realidad que nos
convoca este próximo fin de semana en Bilbo a alzarnos contra la
agresión, a reforzar sus justas demandas y a solidarizarnos con la
reivindicación de presoak etxera.

En el recuerdo a Kirruli un beso a los presos políticos vascos y a
todos los hombres y mujeres, que sufren en prisiones y en sus carnes
la indecencia de sus Estados, gobiernos y funcionarios.

 

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