La calma antes de la tormenta en Euskal Herria
Las elecciones en una democracia burguesa siempre las ganan los mismos: quienes las organizan. Y esos no son otros que el poder económico y sus guardaespaldas represivos que nunca son votados por nadie. Al fin y al cabo, ellos son los que tienen el verdadero poder y la fuerza bruta necesaria para imponerlo.
Después vienen los partidos políticos, una vez convertidos en clase política a vender la moto, pero solo se reducen a gestionar lo que previamente ya ha sido acotado por fuerzas mayores, sino son ilegalizados o se les encarcela hasta que se instale de nuevo “el orden”.
De esta manera, en todas las elecciones que se han celebrado en Euskal Herria organizadas por el estado español o el francés siempre han ganado los mismos: españa o francia, capitalismo y OTAN.
Y no se han celebrado jamás ningunas elecciones vascas. Pues no ha habido ninguna otra cosa que españa o francia, capitalismo y OTAN todas estas décadas en Euskal Herria. Por eso, las democracias burguesas son una dictadura del capital y en el caso vasco concreto una dictadura que bajo la aplicación o la amenaza de las armas, la cárcel o la tortura impide que se celebren elecciones vascas donde el pueblo libremente se autodetermine. Una dictadura en lo que lo más sagrado y de absoluto obligado cumplimiento es una ley no escrita: la clase trabajadora existe solo para servir a la clase burguesa. En caso contrario no podría haber democracia burguesa. Es decir, no podrían existir los estados español o francés y sus elecciones.
Hoy en Euskal Herria el independentismo está hecho unos zorros, posiblemente en uno de los peores momentos de su historia con una adhesión cada vez menor y desactivada, sin práctica que alimentar y lo más significativo; sin perspectivas creíbles de futuro. Básicamente a la gente le cuesta creer más que nunca en la posibilidad real de un futuro independiente. No está en mejor situación las perspectivas de socialismo. En realidad, son elementos co-dependientes e íntimamente interelacionados en nuestra realidad.
Sin embargo, existen fuertes indicadores de que está moribundo todo un tramo político y que empieza a asomar uno nuevo.
– La histórica abstención habida el pasado domingo donde prácticamente la mitad del electorado dio la espalda a las urnas de la autonomía española no fue casual ni fruto principalmente del Covid o las “vacaciones” sino del proceso de proletarización ascendente en Euskal Herria del que casi nadie habla. Que la masiva abstención se haya concentrado en los barrios pobres y obreros, aumentando la tónica ascendente de los últimos años, como dice un colega no es precisamente porque en la clase obrera vasca exista más miedo a la muerte o se vayan más de vacaciones que la clase media o la burguesía.
– Los niveles de adhesión a la clase política, a los partidos políticos y a la institucionalidad burguesa están muy bajos, volubles y en deslizamiento. Existe un malestar creciente. Una desconfianza también creciente. Y una sensación de impotencia a lo que se ve como casi inevitable: Un firme deterioro de la clase trabajadora vasca en todos los ámbitos.
– Sectores importantes de la juventud trabajadora vasca han empezado como avanzadilla a desplegar una política muy corrosiva y peligrosa para los intereses del estado y sin esperar a nada han empezado a poner en efectivo el poder nacional de clase tanto en la teoría como en la práctica, levantando de nuevo las banderas que estaban en el suelo del socialismo revolucionario de Euskal Herria.
– Es de esperar que ocurra lo mismo en otros sectores de la clase trabajadora vascas a corto término. Con lo que con toda seguridad en los próximos tiempos veremos nuevas formas estructuradas del poder nacional de clase y confluencias que pongan en activo una masa crítica con elevado potencial y con todo el campo abierto para incidir.
– El proceso de proletarización no se va a detener, y ninguna institución burguesa tiene las herramientas para solventar una situación en la que las propias instituciones burguesas son juez y parte. Las posibilidades de auto-organización de la clase trabajadora vasca van a tener espacios sin precedentes en los próximos tiempos a poco que se equilibre la situación objetiva con el subjetivismo de la clase trabajadora vasca.
-El contexto internacional viene cargado y con un futuro lleno de dificultades y de oportunidades al mismo tiempo debido a que la clase media está perdiendo a paso acelerado su influencia en el abajo.
-Será el abajo organizado, también en Euskal Herria, el que tendrá la oportunidad de abrir una nueva etapa si acierta a organizar lo desorganizado, a llegar a los corazones donde se ha instalado la desesperación y además es lo suficientemente estratégico para golpear también donde no se le espera y a imaginar lo que haría si pudiera hacer todo lo que puede y después hacerlo.