La estrategia anti-represiva de la clase trabajadora vasca
En estos momentos, todos los cuerpos represivos y especialmente los servicios de inteligencia que operan en Euskal Herria están trabajando a jornada completa, y una gran parte ni siquiera con control formal de la democracia burguesa como ya viene siendo un clásico. Buscan una nueva síntesis que de respuesta a la nueva situación una vez que ya han alcanzado casi todos los objetivos represivos que se plantearon con la remodelación del plan Zen ya a mediados de los 90. Pese a ello, este proceso les puede costar tiempo y no es para nada desdeñable la experiencia anti-represiva recogida hasta ahora.
En las cloacas del estado se han reactivado los intentos de chantaje y amedrentamiento especialmente dirigidos a jóvenes en los que se les intenta abordar en solitario exigiendo colaboración. Esa vía de actuación, como así ha ocurrido en el pasado reciente, llegadas a determinadas circunstancias derivan en secuestros expres sin constancia judicial en los que se emplea la violencia física, diferentes niveles de maltrato, simulaciones de ejecución o tortura.
Según se desprende de los escritos y memorias de la fiscalía española en el 2019, están intentando generar las condiciones para reactivar nuevos ataques contra el tejido popular organizado vasco. Lo que eso también en el pasado reciente ha derivado en procesos de ilegalización cuando las circunstancias políticas así se lo aconsejaban. Por ejemplo, la fiscalía española ya afirma que un sindicato estudiantil vasco “podría haber devenido en una organización compleja y estructurada con fines de enaltecimiento del terrorismo” y ha declarado haber abierto investigaciones.
Todos estos datos, junto al sostenido nivel represivo en los últimos años y diferentes modulaciones estratégico-represivas en diferentes apartados indican que un nuevo ciclo represivo está en ciernes y que se usará tanto de manera preventiva para precisamente intentar abortar el nuevo ciclo de lucha también en ciernes, así como para sostener los grados de normalización y asimilación ya alcanzados. Por lo que es de esperar que no solo caminarán por las leyes que ya tienen asentadas como la “antiterrorista”, “ley mordaza” o de “partidos” sino que se conjuntarán tanto medidas “blandas” como de represión dura, manteniendo la línea estrategia de control social “invisible”: goteo continuo de multas, juicios, anulación de la libertad de expresión, amenazas veladas… sin descartar en ningún momento la represión dura en cualquiera de sus expresiones ya ampliamente conocidas durante décadas que se intentarán aplicar de manera estratégica en función coyuntural de la fortaleza o debilidad que muestre la lucha por la liberación nacional y social, y el nuevo colaboracionismo que puedan encontrar tanto activo como pasivo.
En cualquier caso, mientras ultiman su nueva síntesis, es de esperar que intenten elevar las condiciones para crear miedo y sus salidas, a modo de vehiculización, a ese miedo. Hay que decir que pese a que esta represión pueda ser predecida, los represores cuentan hoy con un nivel de imprecisión alto debido entre otras cosas a la propia imprecisión del momento político y su futuro desarrollo.
Todo proceso de lucha acarrea represión, por lo que eso es una variable permanente, lo ha sido y así lo será. El reto por tanto reside en la conformación de una estrategia anti-represiva y las herramientas necesarias para ello, enmarcadas y entroncadas, como diría V. Serge en un desarrollo histórico: La represión es eficaz cuando va en el sentido del desarrollo histórico; es, en fin de cuentas, impotente cuando va contra el sentido del desarrollo histórico. Es decir, que la inutilidad de la represión se presenta en el momento en el que las fuerzas que se le enfrentan van pasos por delante políticamente. La represión es eficaz cuando complementa el efecto de medidas eficaces de política general. La “anti-represión” es eficaz cuando complementa medidas eficaces en un proceso de lucha. Por lo que eso a fin de cuentas significa, pese a que pueda parecer paradójico, que la eficacia de la represión nunca está en manos de los represores. Siempre y cuando, la clase más enérgica sea la trabajadora. Por ello también ha de configurarse la nueva estrategia anti-represiva de la clase trabajadora vasca.
Existen resistencias. La resistencia inconsciente que todos tenemos a enfrentarnos a la realidad negativa, a los problemas serios y decisivos de la vida, la «resistencia al análisis». La resistencia política a estudiar una realidad que puede negar y ridiculizar ciertas tesis. Sin embargo, la represión está ahí, aquí y en nosotros mismos, en nuestra personalidad temerosa y alienada ¿Entonces? Entonces no queda más remedio que aprendida la experiencia histórica prepararnos para ganar.