Mezcla explosiva de miseria, represión y fascismo
En el 2012 el PNV afirmaba que la reforma laboral no es propia del estado de bienestar y hace muchos menos tiempo EH Bildu sentenciaba que no se puede pactar con quienes aplican el 155 porque eso significaría que aceptaríamos unas reglas de juego que están absolutamente trucadas. El oportunismo en política es lo que tiene, que tampoco importa demasiado lo que se diga mientras que lo que se haga vaya por donde se intuye que sopla el viento y no los pesados principios políticos.
Lo cierto es que no es ninguna novedad que el PNV siempre ha llevado a cabo una política autonomista y reaccionaria, y en la última década su mayor valedor haya sido EH Bildu, que le ha regalado los oídos, le ha ofrecido gratis instituciones y ha planteado toda su estrategia e iniciativa de una forma colaborativa pensando que la burguesía vasca es clave fundamental para poco más o menos que la liberación de la clase trabajadora vasca, pero no por ser enemiga. Claro que una cosa lleva a la otra y pasas de la independencia al derecho a decidir que se inventó el think tank jeltzale y al día siguiente estás defendiendo el “autogobierno” y el interés de clase de la clase media que no quiere desestructurarse aunque eso implique mayor castigo a la clase trabajadora.
En similares circunstancias se encuentra Podemos, convertido en un auténtico apéndice del PSOE donde ya nadie recuerda eso de acabar con el régimen del 78, ni esas cosas que se decían de la casta, una vez convertidos en parte de ella. Se encuentra además a un paso de pisar por primera vez las cloacas del estado de la mano del PSOE en cuanto que no den pronta solución a la situación de Patxi Ruiz.
El PSOE se lo ha montado bien en el estado. En estos momentos no encuentra apenas ninguna oposición de izquierda para seguir con sus políticas de derecha, la que encuentra es reprimida y machacada hasta el cansancio en todo el territorio español donde alguien levante un poco la cabeza. Y mientras tanto, hasta los movimientos nazis más sórdidos tienen vía libre, que al mismo tiempo les sirven como pantalla y tontos útiles. Es el sino de la socialdemocracia española, que ahora se debate por resignificar la bandera española que no es ninguna otra cosa que la bandera fascista instaurada por franco. Podemos ha cumplido y está cumpliendo un papel fundamental de defensa del régimen del 78. Su primera avanzadilla fue su papel nefasto en la ofensiva violenta contra el derecho de autodeterminación en Çatalunya, y hoy no cumple ningún otro factor que el blanqueamiento del social-liberalismo español. Hoy, cuando la clase trabajadora española tendría que estar organizando una revuelta no menor a la del 15m, las calles abandonadas están libres para el fascismo mientras el gobierno español y sus cuerpos policiales y militares se preparan para la guerra que surgirá de la miseria, no de acabar con ella.
Ya decía aquel que cuando la burguesía liberal concede reformas con una mano, siempre las retira con la otra, las reduce a la nada o las utiliza para subyugar a los obreros, para dividirlos en grupos, para eternizar la esclavitud asalariada de los trabajadores. Por eso el reformismo, incluso cuando es totalmente sincero, se transforma de hecho en un instrumento de la burguesía para corromper a los obreros y reducirlos a la impotencia. La experiencia de todos los países muestra que los obreros han salido burlados siempre que se han confiado a los reformistas. Y no hay ninguna excepción ni en Euskal Herria, ni en Catalunya ni en ninguna otra parte del mundo.
En ausencia de ruptura, con todo lo que nos tienen montado, que en el caso vasco además consiste en desgajarse de una santa vez de las estructuras españolas y francesas, aceptando las reglas de juego que están absolutamente trucadas, no evitará que esta próxima década que nos viene sea una mezcla explosiva de miseria, represión, y fascismo. Sea de la mano del PSOE o del PP con cualquier tipo de colaborador. Sea con vías colaboracionistas con la burguesía o experimentos tipo euskadiko ezkerra. Pues por encima de la política del espectáculo, de la falsa imagen y de los oportunismos está ya y vendrá una realidad material que no podrá pararse sin dura confrontación, ayuda mutua desde abajo y para abajo, auto-organización de clase, desprecio a la ley y desconfianza absoluta en el reformismo y en la clase política. Por eso son tan importantes los rechazos, la convivencia y la paz social para las clases acomodadas, porque quieren y querrán silenciarnos y machacarnos con total impunidad.