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Nacionales E.Herria :: 30/03/2014

Sujeto político y antagonismo

Kolitza
El de Euskal Herria Bidean es un documento de ideología burguesa, porque mistifica el derecho, la voluntad, la decisión, todas ellas categorías burguesas abstractas

”La conciencia unitaria del proletariado se ha formado o se está formando a través de la crítica de la civilización capitalista, y crítica quiere decir cultura, y no ya evolución espontánea y naturalista. Crítica quiere decir precisamente esa consciencia del yo que Novalis ponía como finalidad de la cultura. Yo que se opone a los demás, que se diferencia y, tras crearse una meta, juzga los hechos y los acontecimientos, además de en sí y por sí mismos, como valores de propulsión o de repulsión. Conocerse a sí mismos quiere decir ser lo que se es, quiere decir ser dueños de sí mismos, distinguirse, salir fuera del caso, ser elemento de orden, pero del orden propio y de la propia disciplina a un ideal. Y eso no se puede obtener si no se conoce también a los demás, su historia, el decurso de los esfuerzos que han hecho los demás para ser lo que son, para crear la civilización que han creado y que queremos sustituir por la nuestra.” (Gramsci, Socialismo y Cultura, Scritti Giovanilli, 1916)

No hay mayor impotencia en la política que la inconsciencia del espacio objetivo en el que uno se mueve. El espacio, en política, es lo que define a los diferentes actores, caracterizados por diferentes intereses. La estrategia se define, siempre, a partir del máximo grado de consciencia posible. Consciencia de quién eres tú, y de a quién tienes enfrente. La conciencia política, por lo tanto, es la conciencia del enemigo y las condiciones de enfrentamiento con el mismo.

La en teoría unidad popular Sortu, LAB, Ernai, ha hecho llegar ha hecho llegar recientemente a nuestras casas (en caso de las jóvenes proletarias a las de nuestros padres), un nuevo documento estratégico cargado de inconsciencia política. Este documento pretende definir la vía vasca hacia la soberanía. Ya va siendo hora de preguntarse, dicho sea de paso pero ya con cierto hartazgo, por qué las casas de los militantes vascos actúan de receptoras de estrategias y cuándo los militantes van a tener la posibilidad de participar, mediante un debate estratégico abierto, en la confección de dicha estrategia de principio a fin.

El sujeto de la vía vasca definida en el documento es la ciudadanía vasca, es decir, la vía vasca es la estrategia, y el sujeto, todo el mundo. Sortu, en su credulidad de la persecución de mayorías abstractas, dictamina que en las instituciones de Euskal Herria el objetivo es adoptar las decisiones que satisfagan las necesidades y deseos de la ciudadanía (es decir, de todo el mundo), siempre con el apoyo de la sociedad y sus diferentes actores (véase 3.4.3). Esperar tener el apoyo de los diferentes actores de la sociedad en las decisiones políticas es hacer abstracción del carácter antagónico de estos intereses, y por lo tanto es un criterio absurdo e ineficaz. El criterio democratista de hacer feliz a todo el mundo parece elaborado para salir al paso de la peor manera posible ante la demanda de criterios por parte de la base militante en pueblos y barrios y se ve obligada a hacerse responsable de sus decisiones en las instituciones municipales y forales. La inconsciencia política es evidente: no está definido el campo de juego político, y no hay una comprensión clara de quién es el sujeto político que construye la estrategia, ni mucho menos frente a quién la construye. Esta situación nos lleva a la inferioridad de condiciones en el campo de batalla político, ya que la sociedad es antagónica, y el sector dominante (la clase capitalista) está organizada en partidos del régimen con sus intereses bien definidos. Nosotros sin embargo, con escaso poder de actuación y encima obviando que sus intereses y los nuestros son antagónicos, y también lo son en la cuestión nacional, dejamos desprotegida a la clase trabajadora, al no hacer una apuesta clara por proteger única y exclusivamente sus intereses.

La cuestión es que en Euskal Herria se produce lucha de clases, y que la izquierda abertzale tiene que ser la organización del pueblo trabajador vasco, y no de todo el pueblo vasco. Mientras el pueblo trabajador vasco no posea el poder material, no habrá posibilidades de independencia, porque la clase capitalista industrial, comercial y financiera vasca es imperialista, y necesita estados imperialistas, sus influencias, sus ejércitos y sus policías capitalistas para perpetuar su dominio. Por lo tanto, en nuestra vía hacia la soberanía SÍ sobra gente, si queremos que sea nuestra vía, y no la del PNV o el complejo PSN-UPN, que es la vía de la barbarie social y la sumisión a España. En Francia más de lo mismo, y digo más porque todavía más que en Hegoalde.

El de Euskal Herria Bidean es un documento de ideología burguesa, porque mistifica el derecho, la voluntad, la decisión, todas ellas categorías burguesas abstractas, sin tener en consideración ni por un momento al enemigo material y las condiciones objetivas que nos impone. Este documento sólo satisface como documento estratégico a la burocracia complaciente, funcionarios y pequeños/medianos empresarios, que en su conjunto no componen ni un 10 por cien de la base social de la izquierda abertzale.

El otro 90 por cien de la base sociopolítica de la izquierda abertzale necesitamos una estrategia que nos saque del atolladero económico y político en el que estamos metidos, la barbarie social a la que se nos arrastra y la exclusión de las esferas de decisión políticas, obligados a mantener un discurso pequeño burgués y con la amenaza permanente de ser ilegalizados y perseguidos si defendemos nuestros derechos económicos y políticos. Somos más ambiciosos, queremos una estrategia de clase para construir Euskal Herria, aunque no nos pongamos de acuerdo en las formulaciones, aunque no tengamos aún una expresión política y un discurso elaborado como lo tiene ese diez por ciento en Sortu. Las bases de Sortu se tambalean desde hace tiempo ante una estrategia que no responde a sus ganas de conquistar el derecho a la vivienda, al trabajo y a la libertad. En el momento en que la mayoría trabajadora y desempleada del espectro sociopolítico de la izquierda abertzale elabore sus propios modos de organización política, económica y teórica, todo el régimen capitalista, español y francés, sufrirá el embiste revolucionario de la coherencia y la verdadera desobediencia, la desobediencia al trabajo asalariado (al esclavismo), a la disciplina del desempleo y la formación; la desobediencia a la ley del régimen; la desobediencia a la paz social impuesta con la presencia armada permanente del régimen en las calles; la desobediencia a los patrones culturales y su sistema educativo y mediático; la desobediencia de clase a todos los fundamentos del poder capitalista de la burguesía vasca y sus estados imperialistas. Todo el erróneo discurso mitificador, los conceptos abstractos y las palabras huecas de la democracia, las reflexiones autocomplacientes que no dicen nada a nadie, darán paso a una verdadera estrategia del pueblo trabajador vasco, no de la ciudadanía vasca en general.

Vayamos al documento; de lo que se trata, en resumidas cuentas, es de ”acumular” en proporciones nunca antes vistas todo un conjunto de fragmentos sociales, o ”materias primas”(3.2.3) del proceso popular, en torno al ”derecho a decidir”, definido en abstracto. La cuestión que se le plantea a este documento es bien sencilla, el derecho a decidir qué, y el derecho a decidir de quién. Porque es evidente que en esta sociedad hay derecho a decidir, lo que sucede es que hay una clase que tiene el poder material, y por lo tanto, que ostenta el derecho a decidir, y resulta que esa clase ostentadora de todo el poder social, se encuentra cómoda en los países imperialistas, y no quiere ni querrá, por su disposición estructural, aventuras soberanistas con el pueblo trabajador vasco, a diferencia de la clase capitalista catalana (por razones que no es posible desarrollar aquí). De lo que se trata es de que los que poseemos un mínimo o incluso un nulo poder material, es decir, los obreros (trabajadores y desempleados vascos), tengamos el poder, y por lo tanto el derecho a decidir. La estrategia es el método para conseguir el poder, no el derecho abstracto.

La segunda fase del proyecto Zutik Euskal Herria trata de la configuración del sujeto político. Si la cuestión del derecho a decidir es la relevante, lo primero es decir quién está enfrente, es decir, quien tiene de facto el derecho a decidir, por tener el poder para materializar su decisión. Esos que deciden, son los que poseen a su nombre varios centenares de viviendas vacías, los que cogen bajo su mando ejércitos de trabajadores a los que extraen un plusvalor, los dueños de las máquinas sofisticadas, hornos, troqueles, transportes, fábricas y pabellones, museos, los gerentes y propietarios de los suministros básicos como el gas, la electricidad, el agua, de las grandes infraestructuras como el superpuerto de Bilbao, los aeropuertos, las autopistas, las vías de tren. Los jefes y directores de televisiones, radios, periódicos. Los dueños y directores de nuestros dineros, del capital financiero acumulado en Euskal Herria a través de la expropiación imperialista de materias primas en países de la periferia y su transformación en capital mercantil a través de la explotación de la mano de obra vasca. En su conjunto componen la clase capitalista vasca, la clase que decide, la que tiene derecho y poder para decidir. Y el derecho a decidir que posee, se deriva de su poder, la propiedad del capital social acumulado, en forma de infraestructura productiva, dinero y obediencia de los trabajadores. Y de hecho, esta clase hace tiempo que ha decidido, y su decisión es formar parte de los países imperialistas español y francés, y en el caso español, no sólo formar parte, sino parte esencial de la configuración económica española.

Frente a esa clase que decide, existen miles de pensionistas que se consumen en sus pequeños cajones frente al televisor, escuchando el veneno que la clase poseedora del capitalo fijo productivo vierte en sus mentes y corazones (capital fijo que los pensionistas mismos han producido de forma enajenada en su vida productiva), y malcomiendo la escasa comida intoxicada que les es asequible comprar en los pesebres del Eroski y el DIA. Existimos oleadas de nuevas generaciones que hemos sido sistemáticamente torturados y disciplinados durante miles de horas en centro penitenciarios de sometimiento de nuestras facultades productivas, afectivas e intelectuales. Esos centros fríos en los que nunca estábamos a gusto porque son centros en los que nuestros enemigos de clase nos retienen y moldean a su antojo, desde la guardería hasta las facultades, con extorsión, amenaza y castigo permanentes. Somos miles y miles de jóvenes vascas las que hemos pasado por esas cárceles, auténticas presas políticas que, una vez salido de ellas, no volvemos a ser jamás las que pudimos ser, porque nos damos cuenta de que el tiempo que hemos pasado en esas cárceles, el tiempo que nos han arrebatado, lo han utilizado para hacer un mundo en contra nuestra, y que no tenemos sitio en él. Que no tenemos posibilidad de trabajar, de amar, de hacer familia, de poseer una vivienda o un simple trozo de tierra que nos permita alimentarnos, de empuñar armas con las que defendernos. Algunos de nosotros hemos conseguido, tras mucho esfuerzo, el premio de desarrollar para empresas ”vascas” un trabajo cualificado sin que ni siquiera nos paguen el transporte al puesto de trabajo, en régimen de ‘prácticas’. Existen también en la Euskal Herria imperialista frente a los dioses poseedores de la riqueza que los obreros profanos hemos ido generando por capas generacionales, ejércitos de mujeres afectivamente sometidas, sin poder de decisión en la familia, o sin familia y en la absoluta precariedad, trabajo en condiciones de semiesclavitud bajo el régimen del salario o de esclavitud completa bajo el esquema de los trabajos domésticos y reproductivos. En muchos casos, bajo ambos regímenes del yugo del trabajo. La fuerza moral que estas mujeres demuestran para agarrarse a la idea abstracta de una felicidad ausente es digna de elogio. Existen ejércitos de desempleados con hijos, y miles de trabajadores en la situación precaria de no saber si mañana podrán llevas el sustento que hoy llevan a sus casas. Y la causa de todo esto no es el neoliberalismo, sino la relación pura de capital, la realidad de que vivimos en un mundo que no es nuestro, en un mundo en el que nos permiten vivir sus verdaderos dueños, a cambio de nuestra obediencia, sumisión y productividad.

Nosotras y nosotros, los que vivimos en territorio ajeno, en casa ajena, en puesto de trabajo ajeno, queremos hacernos dueños de nuestros espacios, y ese es nuestro sueño político, un sueño al que esta supuesta vía vasca no responde en absoluto.

Una estrategia revolucionaria que responda a los deseos del pueblo trabajador vasco no subordina la coherencia al oportunismo (3.2.4.1), ni la desobediencia a la legitimación democrática (3.2.2). Una estrategia que responda a los deseos del pueblo trabajador vasco no limita el poder de Udalbiltza a una mera figuración institucional y cohesión territorial (3.4.3 c), sino que le atribuiría plenos poderes políticos y económicos como garante del poder popular fuera de las instituciones burguesas, donde es por definición imposible desarrollarlo. ¿Cuál es la propuesta de transformación social? En el apartado 3.3, en el desglose de esa línea general de actuación, la transformacin social económica se traduce en dos puntos; desarrollar todo el proceso político en base a valores feministas (lo cual no es decir nada, ya que feminista es casi cualquiera, inclusive Arantza Quiroga, de lo que se trata es de definir cuál es nuestro feminismo, y cuáles sus valores)y en segundo lugar; construir el espacio socioeconómico vasco y desarrollar la transformación social. Habida cuenta de que el espacio socioeconómico vasco ya existe, y además es de los más potentes del mundo, lo único que nos queda como desglose conceptual de la transformación económica y social es desarrollar la transformación económica y social, lo cual no significa sino una mera redundancia. Seguramente alguien dirá que es la carta de los derechos sociales la que va a desarrollar este apartado, lo cual sólo deja en evidencia una cosa; que las estructuras oficiales de la izquierda abertzale no tienen alcance estratégico en esta cuestión y delegan esa responsabilidad fuera de ella.

Una incognita gigantesca es la posibilidad lógica de la relación entre un partido (Sortu) que pretende responder a los deseos e intereses de toda la ciudadanía, y un sindicato (LAB) que se define como el defensor de la clase trabajadora vasca (3.5). Tengamos en cuenta que los intereses de la sociedad, en el mejor de los casos son antagónicos de clase, y en el peor (el nuestro) los define la clase dominante capitalista con sus medios de producción ideológicos. Por lo tanto, Sortu y LAB son instancias llamadas a defender, según este documento, intereses contrapuestos, y de este modo, llamados a una lucha interna. En lo que respecta a Ernai, le corresponde ofrecer una alternativa integral frente a la situación que padece la juventud vasca (es decir, una situación abstracta que al parecer, comparten la hija de Urkullu, los perseguidos por la causa de Segi, y todos los chavales que van a Alemania a trabajar por 4 euros la hora). Por tensión lógica también Ernai está, por lo tanto, llamado a la confusión ideológica si adopta esta estrategia abstracta y se olvida de donde provienen sus bases, que se componen en su inmensa mayoría de jóvenes precarios, desempleadas y políticamente perseguidos.

No critico por criticar, sino para proteger los exiguos fragmentos ideológicos que en medio de la envestida ideológica generalizada hemos logrado atesorar. Queremos protegerlos, esos fragmentos de coherencia, porque de su reconfiguración nacerá en el futuro, cuando esta estrategia abstracta de darse se vea abocada a la nada, una auténtica estrategia constituyente nacional y desde abajo, que responda plenamente a los deseos y necesidades del pueblo trabajador vasco y al empoderamiento material de todos los grupos explotados y humillados que lo componemos.

Sólo me queda, por lo tanto, animar a las bases de LAB, Sortu y Ernai a la reflexión y al debate, a la no sumisión a estas doctrinas que aplastan aún más el yugo que pende sobre nosotras. Animo a las bases a aprender a decir que no, a hacerse con el control de sus destinos empoderándose también de los instrumentos de la izquierda abertzale que deberían ser de todos. Y elaborar una teoría y una estrategia para un poder constituyente revolucionario en Euskal Herria, que permita a pensionistas, jóvenes, mujeres, desempleados y trabajadores precarios hacernos dueños de las calles, de las máquinas, de las infraestructuras, de los edificios, de las tierras, montes y bosques de Euskal Herria. Ese es el rumbo, y por lo tanto, digamos no a una estrategia abstracta de sumisión al enemigo y omisión del debate.

 

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