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Nacionales E.Herria :: 22/10/2015

Una mentira sobre el proceso de paz vasco

Borroka Garaia
La mentira del proceso de paz va directa a la frente. No existe tal proceso

Hace cuatro años Euskadi Ta Askatasuna hizo pública la decisión de dar por terminada su campaña armada. Hace tres años escribí un post titulado “10 mentiras sobre el final de la lucha armada”.
En mi opinión eran: Sin lucha armada de ETA ya no habría excusas estatales. Sin lucha armada de ETA todos los abertzales se unirían, Sin lucha armada de ETA desaparecería la represión , Sin lucha armada de ETA desaparecería el principal estorbo para la lucha, Sin lucha armada de ETA se extendería el internacionalismo en los estados, Sin lucha armada de ETA la economía de Euskal Herria mejoraría, Sin lucha armada de ETA lo político tomaría la primera plana, Sin lucha armada de ETA no se le hace el juego a la reacción, Sin lucha armada de ETA habría paz.

Pasados estos cuatro años lo podría volver a publicar y no perdería apenas vigencia. Sin embargo el tiempo pasa y los años se van acumulando. Así que del “10 mentiras sobre el final de la lucha armada” llegamos al “Una mentira sobre el proceso de paz ”.

1. Existe un proceso de paz

La mentira del proceso de paz va directa a la frente. No existe tal proceso. Durante cuatro años se ha estado hablando de algo que estaba en la imaginación. Los procesos de paz son los esfuerzos de las partes interesadas en lograr una solución duradera a un conflicto. Un proceso de paz requiere como mínimo de dos actores; Obviamente, las dos partes enfrentadas en ese conflicto. Generalmente, una tercera parte que a veces puede ayudar es la mediadora. Ésta es la estructura mínima que requiere todo proceso de paz. La implicación de todos los agentes enfrentados y un esfuerzo mínimo por dar salida a una situación de conflicto. Sin ese esquema no existe ningún proceso de paz.

En las últimas décadas de conflicto político en Euskal Herria no ha existido una época como la de ahora donde por parte de los estados se vean más libres sin necesidad de participar en un proceso de paz y solución. Daría para un estudio profundo sociológico, psicológico y político comprender como personas adultas de las que se espera un mínimo de compresión y entendimiento sean capaces de hablar de una realidad que no existe como si existiera. Pero en realidad es mas sencillo. En la mayoría de los casos, cuando no ha habido desinformación por medio, se ha hablado de proceso de paz por mero interés político a sabiendas de su falsedad. Qué intereses son esos si que daría para un estudio.

Lo que nace de una distorsión o una falsedad política se auto-reproduce así misma para sustentarse, negándose o aprobándose y por ello crea ramificaciones a veces formando un sistema complejo de realidad virtual. Y en esa realidad virtual es en la que se encuentra actualmente Euskal Herria.

En esa realidad virtual se vence a las ilegalizaciones (pese a que sigan vigentes) sin tener en cuenta la influencia de la estrategia represiva cuidadosa que mediante dinámicas de refuerzo-castigo, estímulos aversivos, tratamiento sobre las conductas y todos los elementos de la guerra represiva que dispone que pese a ser muy física y palpable, su hilo conductor es netamente psicológico y basado en la psicología de guerra. En esa realidad virtual la “comunidad internacional” acompaña a Euskal Herria pese a que no sea más que el nombre que se ponen los EEUU y la UE cuando hacen teatro e intentan apagar con mano insurgencias y peligros a sus intereses. En esa realidad virtual se caen régimenes políticos pese a que la opresión nacional y social vasca y los estados capitalistas español y francés no se hayan ido a ninguna parte y no se les vea nada nerviosos en relación a este pueblo. En esa realidad virtual el PNV y la izquierda abertzale es un bloque independentista. En esta realidad virtual todo es posible pero en realidad muy poca cosa lo es.

Pasados cuatro años del fin de la lucha armada, si apartamos el humo, Euskal Herria está más oprimida nacional y socialmente, aunque quizás con una diferencia. El independentismo y el socialismo es más complaciente con ello y el conflicto político corre peligro de ser una reliquia del pasado y por tanto ser pasado también las ansias de liberar a este país que complaciente se normalizará y aceptará la paz y ley de su enemigo nacional y de clase contento en sus instituciones.

Ciertamente esa puede ser una de las rutas aceptada con resignación ya que “antes se estaba peor” con tanta represión extrema diaria.

O puede que no, puede que por encima de la resignación, evaporando la realidad virtual, se pueda dar la vuelta a la situación con una nueva receta e iniciar una nuevo ciclo revolucionario que pueda dar paso a un nuevo tiempo. El de la rebeldía y la revuelta frente a la injusticia. El del poder popular de la clase trabajadora empoderada y no de cargos y representantes empoderados.

Decía recientemente un preso político palestino que el último día de ocupación será el primer día de la paz. Aquellos que buscan lo segundo necesitan actuar para que pueda producirse lo primero. A cuatro años del fracaso de Aiete es una buena recomendación aunque no venga de Brian Currin, ni de Gesto o Lokarri, ya disueltos con su trabajo cumplido.

 

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